lunes, 30 de agosto de 2021

Causa sin rebeldes


 

Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    La Causa fue la biografía autorizada de don Santiago Bernabéu, el genio fundante para quien hablar de entrenadores era como hacerlo del sexo de las avispas (su ideal era “una mezcla de artista y científico”, o sea, de Menotti y Lobanovski):
    

–La Causa está por encima de todo. Cuando alguien traiciona la Causa hay que borrarlo definitivamente, sin contemplaciones ni sentimentalismos.
    

La Causa era la idea bernabeubiana de club, “y lo de Club ponlo con mayúscula, no se te olvide”, pedía Bernabéu a los periodistas.
    Bernabéu hizo de la Causa una ley del hábito: una ley causal que nos induce a creer en todo aquello que encaje con nuestro esquema escolástico del mundo, en que se supone que la relación de causa y efecto es necesaria. Hume demostró que este concepto popular de la causalidad es supersticioso, pero los piperos leen a Roncero, no a Hume (que no es poco, teniendo en cuenta que hoy el periodismo deportivo se ocupa más de la Agenda 2030 que del fútbol), y oficialmente se achaca el fracaso madridista de Odegaard a la ausencia, no de Causa en el club, sino de rebeldía en el futbolista. Se coge a un adolescente noruego, un Tadzio del fútbol, se le trae y se le lleva sin darle bola en el equipo, y cuando rompe a muchachote, se le vende por “ausencia de rebeldía”. ¿Qué querían, un “kale borroka” en Valdebebas?


    –El hombre nace rebelde, su naturaleza le repugna y tiende a ver la salvación en el gobierno que le asegura su existencia –tiene dicho Gómez Dávila, que es la visión de la rebeldía que uno tiene, por ejemplo, de Isco, razón por la cual Isco (rebelde a la báscula en su día) se queda cuando Odegaard se va.
    

He hablado con él de la competencia –explica Ancelotti–. Luego, él con su familia ha tomado esa decisión de marchar. Va a un gran club y lo va a pasar bien.
    

Ancelotti, desde luego, no es ni el artista ni el científico que quería Bernabéu. Él mismo se ve como un “agradaor” de presidentes, que son quienes contratan y quienes despiden, es decir, un entrenador-chofer. Su ídolo es Vito Corleone, pero Ancelotti nunca da en rueda de prensa una frase de Corleone, famoso por sus frases de camiseta.
    

Ancelotti nunca ha dejado titulares como estos: “Cuando uno de mis amigos se crea enemigos, yo los convierto en mis enemigos, y a ese le temen”. O: “No hay amigos en el trabajo, nuestra amistad está fundada en los negocios”. O: “Un hombre que no pasa tiempo con su familia nunca puede ser un hombre de verdad”. O: “Nunca vuelvas a decir lo que piensas a alguien que no sea de la familia”. O: “Tengo debilidad por mis hijos y los malcrío, como puede ver. Hablan cuando deberían escuchar”. O: “Intenta pensar siempre como piensan los que te rodeen, con esa base todo es posible”. O: “Le haré una oferta que no podrá rechazar”.
    

Podríamos imaginar lo que Corleone hubiera dicho de Isco, que en ningún caso sería lo que ha dicho Ancelotti:
    

Yo veo un Isco motivado, con ganas de mostrar su calidad. Listo para jugar. Los últimos años no lo ha pasado bien. Él lo ha entendido y ahora está trabajando bien.
    

En una palabra, Isco de viejo, cuando se le ha querido vender, está mejor que de joven, cuando se le quiso comprar, un caso que nos recuerda al Bemard Shaw que declaraba sentirse a los ochenta años tan joven como cuando tenía quince, declaración que, según Camba, honraba la última parte de su vida, pero que no enaltecía mucho la primera. El mismo Bernard Shaw nos desliza la clave para comprender la situación de Isco en el Madrid: en la iglesia parroquial del pueblo que había escogido para vivir retirado había una lápida que decía: «Jane Eversley. Nacida en 1815. Muerta en 1895. Su vida fue breve.» Y Shaw la mostraba a las visitas, y decía: «Ustedes comprenderán que si aquí se puede decir de una mujer que vivió ochenta años que su vida fue breve, éste es el clima que yo necesitaba”. El clima Valdebebas que mantiene en gracia de Dios a Isco, pero también a Hazard, a Benzemá, a Bale, a Modric, a Lucas, a Marcelo… y a Ancelotti.
    

A los jóvenes, rebeldía, la que exigimos a Odegaard, pobre, y a Mbappé, que tiene que rebelarse en el PSG para que el Madrid pueda acudir en su auxilio. Y tranquilidad a los viejos, aunque Aguinaga (1923) me reprocha que le diga periodista viejo en vez de periodista anciano, porque lo viejo es decrepito, y lo anciano, venerable.
    

Los zapatos no son ancianos. Anciano, el que estaba antes (etimologia). Los Consejos, de ancianos. Habitantes de la Biblia. Longevo, culto y elegante. En inteligencia y de corazón.
    

Una Causa sin rebeldes. Eso dice ser el Madrid.




MESSI Y EL PERÚ


    El Barça de Messi ha resultado ser el Perú de Zavalita. “¿Cuándo se jodió?” A contestar esa pregunta se consagrarán los periodistas de las próximas generaciones. Del Perú de Zavalita parecen haberse hecho cargo los chinos de Vinipú, nuevo emperador del mundo, y el Barça de Messi podría seguir el mismo camino, porque la deuda que arrastra es digna de la Alemania de Versalles, si bien Alemania nunca ha devuelto un marco, agarrándose a la metafísica jurídica de la “discontinuidad del Estado”, que es una cosa que practicaba el Burgos de mi juventud y que consistía en cambiarse el nombre para dejar fuera de juego a los acreedores. 

[Lunes, 23 de Agosto]