Ramón Pastor
ABC AL PASO
El hueso de la Censura
RAMÓN PASTOR, LA DISCRECIÓN Y, ESA COSA NUNCA VISTA EN EL OFICIO, LA LEALTAD
Ignacio Ruiz Quintano
En lo más duro de la censura franquista, el ministro Ibáñez Martín, tutor del sector opusdeísta del Régimen, es el Florito de los censores, que son los cabestros encargados de llevarse los toros devueltos al corral, una cosa muy nuestra.
A Ramón Pastor le tachan la frase “la vieja España de Alfonso X el Sabio” porque es “propaganda monárquica”. Pastor protesta y en Prensa le aclaran que “al ABC no se le permitiría hablar ni de Recesvinto”.
El ministro Ibáñez publica un día un decreto sobre enseñanza y el director general de Prensa pide el apoyo del ABC. Pastor se niega. El cabestro se viene arriba (esto no pasa en los ruedos) y envía un artículo “de inserción obligatoria”. Pastor desobedece. Es amenazado con la destitución (los directores los nombra el gobierno) y con las multas. Pastor no se mueve. Juan Ignacio Luca de Tena, que se encuentra en Barcelona, regresa por la noche. En casa le informan del asunto. Habla con Pastor y le da la razón (“el director es Dios”, ha oído uno siempre en la Casa).
–Se la hubiera dado en cualquier caso, estando o no conforme con él, porque siempre he tenido por costumbre respetar las decisiones de los directores del periódico. Si no me gustaban los sustituía, pero, mientras durasen, acataba su criterio. Jamás como en los tiempos de la dirección de Pastor ha sido tan duro el régimen de prensa.
El editor acude al ministro y el ministro se evade con triquiñuelas. Y un día JILT tiene la ocasión de contárselo a Franco, que le responde gallegamente:
–Pero ¿es posible que estén tan locos?
Que viene a ser la misma evasiva que le suelta a Pemán cuando va a quejarse de sus tachaduras: “Pemán, ¿usted ha visto cosa más tonta que un censor?”
El enfrentamiento definitivo lo tiene Pastor a raíz del primer plebiscito sobre la sucesión, al que reacciona Don Juan con sus dos manifiestos, “y toda la prensa, por orden ministerial, desencadena una violentísima campaña contra el Conde de Barcelona”. Lo amenazan con la suspensión, pero se conforman con una sanción de restricciones de papel que cuesta varios millones a la empresa.
Pastor tiene por “delicadeza de pasión” la lealtad y acompaña a JILT desde que coinciden en El Pilar (promoción del 15). Algo único.
–Mis “amigos” bajo la dictadura –recuerda, sobre lealtades, García-Trevijano– se hicieron “razonables” bajo la monarquía y les convino pasar a detestarme. Y los que lograron no confundir sus sentimientos, conservan el recuerdo de la amistad a condición de no hablarnos en público, ni buscarnos en privado.
Pastor es redactor de mesa en ABC y en 1930 (“ese año se contagió de la epidemia republicana que asolaba al país”) pasa a confeccionador y subdirector de “Blanco y Negro”.
–A mediados de mayo del 31 –cuenta JILT–, Pastor vino a visitarme a la cárcel. En el locutorio me agarró las dos manos con las suyas a través de las rejas, y con los ojos arrasados en lágrimas me dijo: “¡Perdóname!” Y se marchó corriendo.
En el 36 no puede salir de Madrid y se refugia en la Embajada de Francia. En el 39 es el primero en llegar, con Cuartero, a Serrano, 61.
Ramón Pastor con Torcuato Luca de Tena