lunes, 31 de agosto de 2020

El crash de Messi


Presidente Coolidge


Ignacio Ruiz Quintano

Abc

El crac o crash de Messi es como el crac o crash del 29, pero en serio (en el sentido que en España se tiene de la seriedad), que bien dice Santayana que la seriedad abrumadora está siempre fuera de lugar en los asuntos humanos.

Que el incauto lector –aclara el filósofo– no crea que hablo así a la ligera; fue Platón quien, en su solemne vejez, lo dijo. Añadió que nuestra ignominiosa condición nos obliga a ser, con todo, terriblemente serios a menudo.

Todos sabemos (porque a todos nos han colocado alguna vez una acción) que el índice bursátil no depende de la economía, como creemos los legos, sino de la psicología, como nos esconden los expertos. Un pobre enganchado al diario gubernamental siempre estará persuadido de vivir mejor que, por ejemplo, un rico que lea el Eclesiastés. “Los ríos corren hacia el mar y el mar no se llena. / No hay nada nuevo bajo el  sol.”

Galbraith resume la psicología del crac del 29 en la imagen de un enorme terremoto financiero  seguido de una espectacular ola de suicidios.

En realidad —sostiene estadísticamente— no hubo ninguno.

Mas en seguida prendió el rumor de que los empleados de los hoteles preguntaban a sus huéspedes si querían habitación para dormir o para tirarse por la ventana, y, naturalmente, el mito hizo fortuna. La explicación es psicológica: “A pesar de una halagadora suposición en contra, el pueblo se acomoda de buen grado a aceptar el poder”, pero “se vuelve duro y desconsiderado con quienes, habiendo tenido poder, lo perdieron o fueron destruidos”.

¿Se dispararán los suicidios porque Messi se vaya? Los culés dicen que sí, que muchos se quitarán del abono, que para ellos es como quitarse de la vida, pero luego pasa como con los mamarrachos de Hollywood que prometieron marchar al exilio, si ganaba Trump, y cuatro años más tarde ahí están todos, los mamarrachos y Trump, tan ternes.

El crac del 29 arranca de diciembre de 1928, cuando el presidente Coolidge, en su discurso sobre el estado de la Unión, se marca un Sánchez y declara que “nunca tuvo ante sí una perspectiva tan favorable como la que se nos ofrece en los actuales momentos...” Es Navidad y todo cotiza al alza, incluida una compañía “para la importación de un Lote de Asnos Machos de España”. Como en la España del Consenso, no había sitio en América para los catastrofistas, que fueron apaleados como saboteadores de la “American way of life” (nuestro “Salimos más fuertes”). Pero a los pocos meses, el presidente Hoover se veía en el trance de dirigir lo que Galbraith describe como uno de los más antiguos, importantes y, desgraciadamente, menos comprendidos ritos de la vida americana: “Me refiero al rito de las reuniones, el cual se celebra, no para realizar alguna actividad, sino para no realizar ninguna en absoluto. El hecho de que no se haga nada en una reunión dedicada a no hacer nada no es normalmente causa grave de embarazo por parte de los reunidos. Las reuniones improductivas de la Casa Blanca daban una sensación de que estaba haciéndose algo verdaderamente impresionante”. Y este tipo de reuniones fue el instrumento perfecto para hacer frente al crac del 29.

Es bien sabido que los hombres se han estafado unos a otros en muchas ocasiones –resume Galbraith–. El otoño de 1929 contempló por vez primera el inusitado espectáculo de unos hombres estafándose a sí mismos.

La tragicomedia española es la tragicomedia de Messi, mera caricatura de la tragicomedia del 29. En la época de la filfa, que es la actual,  Messi, el Potele rosarino, ha sido otro producto de la industria catalana del “disseny”, como aquel “Cobi” de Mariscal que venía a ser una copia del perro “Tres Pelos” de Mihura. De haber caído en el Real Madrid de Zidane, Messi hubiera acabado en el coro de San Ildefonso de Valdebebas, cantando el “Ah Ho” de los enanitos con Brahim, Vinicius, Kubo y demás promesas, a la sombra de Isco y Lucas Vázquez, con lo que la prensa de penique no hubiera tenido la ocasión de hablar del Mejor Futbolista de la Historia. Fue la unión Messi-Guardiola lo que hizo posible la mejor ocurrencia de Mourinho:

Cada vez que juego contra Guardiola termino con diez hombres. Debe de ser una especie de regla de la Uefa.




TRUCO Y TRATO

Dos décadas de literatura (malísima, por cierto, incluida la de la escuela de Valdano) en los medios sobre la posesión (encarnada en España por el fútbol limpiaparabrisas del Barcelona) no han aclarado ni la milésima parte de lo que viene a aclararnos un folio colgado por los abogados de unos okupas en un portal: “La morada, según su Definición Jurídica, se constituye cuando un domicilio es el sitio donde una persona vive y desarrolla su espacio de intimidad. A partir de ese momento la persona ‘tiene la posesión del inmueble’. Y el allanamiento de morada protege precisamente la posesión, no la propiedad”. La posesión es truco, y la propiedad, trato. Por eso en la Liga española el Barça de Guardiola tiene en propiedad el récord de posesión, mientras que el récord de goles está en posesión del Madrid de Mourinho.