lunes, 28 de enero de 2019

Un Córdoba sin remedio pierde 2-1 en Alcorcón

 Puerta de Segunda. Tal que del Málaga

 Puerta de Segunda. Tal que el Alcorcón

Puerta del Córdoba

Francisco Javier Gómez Izquierdo

        El Córdoba, mi equipo, se las vio ayer con el Alcorcón, en un partido emparedado entre el Barça de Messi y el Madrid de Benzema, futbolista éste al que se le hará justicia cuando deje el oficio. Tras la exquisita rosca del tercer gol en Cornellá dejé el televisor a mi doña y me dispuse a poner algo sobre el partido del Sto. Domingo, un campo donde caben 5.000 espectadores y que ¡válgame el Señor! está opositando para subir a Primera. Con el ánimo por los suelos, totalmente desesperanzado, no me vi con ganas de escribir y lo dejé  para mañana, que libro de la mina.
      
Hoy es otro día y sigo parecido. Veo a los equipos de Segunda flojos, flojos de preocupar, y me consumo al constatar que nuestra flojera está elevada al cubo y no al cuadrado y no sé por qué me vienen a la cabeza esas puertas de los pajares que crucé en la infancia y adolescencia para atestar hierba en la Demanda y que encuentro en los veranos remendadas la mayoría y como al aire y guardadoras de nada, unas pocas de las que mejores recuerdos me traen.
     
El mayor problema del Córdoba es la defensa. No el portero Carlos Abad, pues sólo cabe agradecer su entereza. Tenemos centrales altos que van mal de cabeza y laterales que se descolocan con frecuencia de reloj. Una jornada sucede en la primera parte y a la siguiente en la segunda, pero la descolocación está asegurada. Que no tenga consecuencias depende de la torpeza del rival pero la zozobra del cordobesismo está asegurada.
     
Ayer nos pusimos 0-1 con gol del joven Andresito, al que Curro Torres, que no sabe a quién poner, debía darle la titularidad por imperiosa necesidad, pero llegó la segunda parte y todo fue confusión en el medio y torpeza atrás. Fenomenología tan corriente entre blanquiverdes que trajo las consecuencias de rigor. El Alcorcón tiene nombre de equipo humilde y trabajador. Sus futbolistas son discretos y si se me permite un poco jornaleros. Jornaleros orgullosos de serlo y que no desfallecen hasta sudar todo lo sudable. El pequeño zurdo Nono, con la morenez de los segadores de Ignacio Aldecoa es el mejor ejemplo de jornalero de Segunda: se planta, corre y centra como aprendiz con mucho interés y es cosa que agradece su público y sus delanteros, para un servidor lo mejor del Alcorcón. Juan Muñoz, nueve sevillano que no acaba de explotar para la Primera pero que es perfecto para la Segunda en la que peregrina (Zaragoza, Levante, Almería, estuvo a punto de venir con nosotros hace dos años) remató un centro de Nono para el 1-1 ante la pasividad general de los nuestros, y Víctor Casedesús, veterano hondero balear que presta sus últimos servicios con vergüenza y atrevimiento en el regate hizo el 2-1 final tras otro centro sin oposición desde la derecha de Borja Galán, un exatlético talentoso que no suele ser titular.
     
La Segunda División es oficio y aunque para un servidor en el Alcorcón no encontramos maestros, sí los hay aplicados y perseverantes en su parcela. El primero el portero Dani Jiménez, que donde más jugó fue en Miranda de Ebro; después los centrales Burgos, argentino de agresividad reconcentrada, como corresponde a los de su cuna, David Fernández, ejemplo de perseverancia a sus 34 tacos, la misma edad de Bellvís que tuviera días de gloria en Primera con Tenerife y Celta. El otro lateral, Felipe Alfonso, acaba de dejar el filial del Villarreal y aún no se ha cambiado el nombre telenovelero.  Por la derecha, el 8 antiguo,  juega Sangalli, la única concesión a la modernez estilística que en vez de la rotunda cabeza del hermano del ictus en la Real, gasta cabellos al viento cuidadosamente descuidados como su colega Odriozola. Toribio es el capitán en un equipo donde el capitán tiene que ser el mediocentro. Recio, esforzado, estajanovista, mandón... para capataz le acompaña hasta el nombre. Nominados los delanteros, dejo para el final a Eddy Silvestre, uno de los futbolistas más extravagantes de la Segunda. Hace años, de muy joven, su representante lo colocó en el Milán y negoció cesiones en Primera al Granada y al Éibar  de las que ambos escarmentaron. En Córdoba nos desesperó su lentitud y simpleza. Por Tarragona, también más pena que gloria y el año pasado acabó en Alcorcón donde no jugó nada. De modo incomprensible esta temporada es titular y he leído crónicas que hasta hablan bien del gigantón internacional por Azerbaiyán. Ayer fue el que un servidor conoce. Ése que estorba en momentos clave y que nos hace llevar las manos a la cabeza. En fin que el Alcorcón no es mejor que el Córdoba y con ganar tres partidos está salvado. La diferencia está en amartillar la puerta de casa y por supuesto cerrar las ventanas, para que no se nos cuele lo que no queremos.