sábado, 26 de enero de 2019

El Gran Carnaval



Hughes
Abc
 
En «Días de radio», de Woody Allen, hay una escena en la que el padre persigue al niño para darle unos azotes. Mientras lo hace, suena música en la radio. Cuando ya lo tiene en posición de darle la somanta, algo lo interrumpe: la emisora informa del rescate de Polly Phelps, una niña caída en un pozo. Se ve un plano del rescate, reporteros, grúas, ingenieros, y luego personas por todo el país, escuchando en vilo la información.

La niña existió. En 1949, Kathy Fiscus, de 3 años, se cayó en un pozo abandonado en California mientras jugaba con su hermana. Su rescate se complicó y fue requiriendo grúas, excavadoras, camiones, y hasta focos de los estudios de Hollywood para iluminar la operación.

Esto capturó la atención de los medios. No sólo las radios. Se considera que la cobertura informativa en televisión cambió para siempre con ese rescate. La actitud periodística no pasó desapercibida y Billy Wilder se inspiró en el caso para «El Gran Carnaval», película en la que un reportero sin escrúpulos (Kirk Douglas) manipula en su provecho un rescate similar. A los dos días, Kathy fue encontrada sin vida. Es lo que refleja Woody Allen con nostalgia: la conmoción de todo el país. El padre abraza al niño al que antes quería azotar.

«Días de Radio» se estrenó en 1987, año en el que sucedió algo similar. Jessica McClure, de 18 meses, cayó en un pozo en Texas. Su rescate exigió abrir un túnel paralelo y mientras lo excavaban la oían cantar. La esperanza era su canción.

El exitoso rescate duró dos días y recibió una cobertura informativa de 24 horas por la entonces pequeña CNN, que obtuvo con ello uno de sus primeros éxitos.

Lo de España no es nuevo, pero en Totalán no se oía la voz del niño y pasaron demasiados días. A3 dejó abierta una ventana, «Sálvame» fue ocupado por la información y Ana Rosa se preocupó tanto que llegó a preguntarle a un minero si tenía claustrofobia. Han batido récords alimentando una esperanza que les era rentable, llamando rescate a lo que sólo podía ser un milagro. Y han llegado a influir en la realidad convirtiendo lo irremediable en un operativo que retransmitir con creciente ansiedad. No ha sido la explotación televisiva de la esperanza, sino su fabricación.