miércoles, 3 de junio de 2015

El árbitro


Ignacio Ruiz Quintano
Abc

Ya hay culpable del calderoniano “Silbemos, alma, silbemos” al himno español en Barcelona: el árbitro, que no oyó nada.

Barça y Athletic hicieron del Campo Nuevo un Café de Rick donde una “Résistance” en calzón corto presentó la versión gamberra del número de la “Marsellesa” en “Casablanca”, con Mas de Victor Laszlo.
En Las Ventas los piperos no te dejan pitar al torero, pero en el Campo Nuevo lo “patriótico” es el silbo (“ya el simple o natural, alargando el hociquito, ya el ayudado con ambos índices”) contra la Marcha Real.

Normal –escribió el árbitro en la casilla de “Comportamiento del público” del acta.
Y es que la normalidad, como la traición, es una cuestión de fechas.

Sin acta no hay acto, y sin acto no hay sanción. Si Balenciaga no vio a Messi en el gol (un modista no puede dar elegancia, sólo vigilar la cursilería, le dijo Marbel a Ruano), ¿por qué el árbitro debía oír la silbatina en la grada?

Por Rosa Belmonte me entero de que el “Síndic de Greuges”, que no sé qué es, ha denunciado “por incitación al odio” a un caballista manchego que llama “Catalán de m…” a su caballo, que nada tiene que ver con el muy resistente “Equus africanus asinus”, originario de Gerona.

¡Ah, la mostaza del odio!

Los cronistas treintañones sabían que la política en España no era en 1935 más que una detestable mezcla de lugares comunes, autobombos, retórica desportillada y lecturas de periódicos.

Y la mostaza del odio para darle más fuerte sabor.

Conque la Revolución, ¿eh?

Hay ya crimen en no odiar al que ofende a una cosa sagrada –nos dice Stirner–. El apóstrofe de Saint-Just a Dantón lo atestigua: “¿No eres criminal y responsable de no haber odiado a los enemigos de la Patria?”

Pero si el jefe de deportes de Rajoy dice que el Barça es el mayor “activo de la Marca España”, ¿qué quieren que diga el árbitro?

El español es muy de fingir entusiasmo hacia ideas que no comparte sólo por creer que así adquiere prestigio de inteligente.