viernes, 12 de junio de 2015

Ciudadanos



Ignacio Ruiz Quintano
Abc

No se pueden tomar taxis porque en sus radios los tertulianos se matan por los pactos de Ciudadanos.

Esos tertulianos no saben que en las partidocracias, donde los partidos viven en el Estado (del Estado y para el Estado), la única razón de ser de un partido es la conquista a cualquier precio de la mayor cuota de poder.

Ciudadanos es Rivera, y Rivera es un político narciso que va de espejo en espejo hasta la victoria final.

Se dice que en Andalucía ha pactado un Banco Nacional y no se sabe cuántas embajadas.

¿Por qué?

La idea del Banco le viene de mirarse en Hamilton, fundador de la “democracia representativa”, cosa que Rivera no entiende, y del primer Banco Nacional de los Estados Unidos, cosa que ha entendido perfectamente, aunque preciso será, como de modo muy krausista dijo del de España don Gumersindo de Azcárate, que el Banco sea de Andalucía en vez de ser Andalucía del Banco.
Y la idea de las embajadas debe de venirle de Suárez (el de Barajas, no el “Doctor Eximius”), cuyo suarismo tanto dice admirar, fundador del “Estado de las Autonomías”, esa cosa tan buena que todo el mundo quiere cambiar. (Duda teológica: si se sabe cuántos ángeles caben en la punta de un alfiler, ¿cuántas “autonomías” caben en un Estado?)

Las autonomías (“autonosuyas”, dijo Vizcaíno Casas, autor que tantos imitadores progres tiene ahora) fueron una petición socialista para colocar a los jefes de centuria de la famélica legión, y Suárez puso a Clavero (profesor de Derecho, ay, de Suárez y de González) a repartir “café para todos”.

Ocupadas las autonomías, y con los pajaritos piando en el nido (“los dos tortolitos hicieron su nido pajita a pajita”), llega esta gran promoción de las embajadas, ya se supone que a petición socialista, con Rivera de Suárez, y de Clavero, Juan Marín, que tiene algo del Luis Bello de Ruano, con su aire de cigarrón cansado de los caminos, de falso San Francisco capaz de comerse al lobo con un poco de tomate frío.