Desde el árbol hasta el piso de desahuciados han transcurrido veinte culturas
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Valderas no es Xabi Alonso.
Inmersos en la cultura de lo secundario (lo secundario, el sedante murmullo de lo periodístico, es nuestro narcótico, tiene dicho Steiner), nos olvidamos de lo importante, que es vigilar a nuestros vecinos.
Chesterton, gran estudioso de la vecindad, observó que la queja común contra el vecino es que no se ocupa de sus propios asuntos.
Falsa impresión: si el vecino no se ocupara de sus asuntos, lo echarían por no pagar el alquiler, y dejaría de ser nuestro vecino.
–Lo que nos inspira temor de nuestro vecino no es la estrechez de su horizonte, sino su soberbia tendencia a ensancharlo.
Que se lo digan al vecino desahuciado de Valderas, quien, por otro lado, tampoco ha incurrido en contradicción ideológica, como torpemente se deja caer.
¿Cuál fue la historia de la Urss, sino la de quedarse con todos los vecinos que el capitalismo iba desahuciando?
Valderas es español, y España es un país levítico que invita a sus hijos a predicar lo contrario de lo que hacen.
Al hacerse con el piso de su vecino, Valderas hace como aquellos curas de pueblo que se quedaban con el palomar de la iglesia: comerse los pichones que de otro modo irían a parar a la cazuela de un extraño.
Pero Valderas no es Xabi Alonso.
Al medio centro del Madrid le afean por mourinhista que no perdona el alquiler de un local a un librero de culto que tiene que ver con algún Trueba.
¡Xabi, el casero que desahució a la cultura!
Lo que la beatería de la cultura no sabe es que la peonza de la tierra, como diría Foxá, tiene cuerda para sostener mil ochocientos millones de culturas, teniendo en cuenta que desde que el hombre se bajó del árbol hasta hoy sólo han transcurrido… veinte culturas.
El parnasillo era de Trueba, pero, al parecer, Alonso estaba obligado (moralmente) a sufragarlo: por madridista, por mourinhista, por capitalista y por imperialista, cosas ninguna de las cuales podrá echarle en cara nadie a Valderas.