TOPES DE LA FAENA
Más tarde descubrí que la cogida de Ortega no debía haber sucedido si las corridas se atuviesen a la lógica en alguna parte. Cuando intervienen toreros españoles, las corridas tienen en Portugal un hibridismo insatisfactorio. Se suprimen las picas y la muerte del animal , y el goce queda reducido a ver cuanto el diestro puede hacer con la capa. Si no puede hacer nada, porque no sabe, porque no quiere, porque el astado es manso o porque un vendaval impide la faena, no es menester seguir, como he visto. Ha de bastar dirigirse a los aficionados y decirles: “Hoy no podemos distraernos”. En España es necesario matar al toro y hasta llegar a este fin debe intentarse cuanto sea posible. La faena tiene un tope: la muerte. En Portugal, el tope obligado son los cabestros. Nada se opone a que, ya porque el toro sea muy bueno, ya porque sea muy malo, un torero esté moviendo la capa ante él dos minutos o tres días. Luego, el torero se va al hotel y el toro, siempre a los corrales. Se puede fingir que una banderilla es un estoque, pero no se puede fingir que una cometa es una capa.
Sospecho que en las corridas veraniegas de este delicioso país falta un artefacto avisador: el anemómetro.
Sospecho que en las corridas veraniegas de este delicioso país falta un artefacto avisador: el anemómetro.
VIENTO TORERO, 1947 / WENCESLAO FERNÁNDEZ FLÓREZ
LAS TAURINAS DE ABC
EDICIONES LUCA DE TENA, 2006
Ignacio Ruiz Quintano