Juan Carlos Aguilar Gómez pasaba por ser un refutado (sic) maestro de artes marciales que llegó a tener varios gimnasio en Bilbao y hasta sus días de gloria, como cuando salía en diversos programas de Televisión al ser el fundador del monasterio budista Océano de la Tranquilidad centrado en el budismo chan (zen). Fue, además, el primer occidental en convertirse en maestro shaolín; de hecho se hacía llamar, por lo menos por aquel entonces, Huang C. Aguilar. Pero de la gloria a los infiernos hay menos trecho que de Bilbao donde vivía, a Quintanarraya, donde pasó algunas temporadas, en verano fundamentalmente, cuando era un crío, en casa de sus abuelos. Al infierno descendió a primeros de junio pasado cuando era detenido por la Ertzaintza por agredir a una prostituta -que finalmente murió- y de paso confesaba que una semana antes había asesinado a otra mujer. Fue portada de todos los periódicos y como suele suceder en estos casos, los que decían conocerle descubrieron que no le conocían tanto, y los que no le habían visto en su vida, o sea prácticamente toda España, dejaron escapar de su boca expresiones de asombro y del tipo vaya hijo de p...