LO DE PAULA EN MADRID (II)
Luego vendría la faena del entusiasmo, que abrió con unos ayudados por alto sin acoplamiento. Le salió hermoso uno de la firma. Y a continuación toda una sucesión de posturas. El cuerpo del torero se cimbreaba. Sacaba el pecho, la muleta alta, el mentón, eso sí, en su sitio, hundido en el pecho, que salía hacia fuera, como el de los pichones, para instrumentar una suerte, separarse, volverse a colocar y hacer lo mismo una y otra vez. En esta ocasión no hubo enganchones. La buena clase del urquijo-murube de Martínez Benavides le permitió vivir su sueño dorado de poder hacer en Madrid lo que tanto se le ha jaleado en su maravilloso rincón andaluz. Y después de hartarse de instrumentar pases de espejo, sin relación los unos con los otros, porque no sabe ligar, se echó la muleta a la izquierda para torear con entrega en los cites, más sin enlazar las suertes, el “unipase”. Daba igual. Los oles se producían antes de que se consumaran las suertes. Bastaba con ver al torero compuesto y dispuesto, ¡casi un milagro! Cómo sería la cosa, que el bueno de Rafael se mareó al rematar un muletazo.
LA MONUMENTAL DE LAS VENTAS ERA UN INMENSO TABLAO FLAMENCO, 1987 / VICENTE ZABALA PORTOLÉS
LAS TAURINAS DE ABC
EDICIONES LUCA DE TENA, 2006
Ignacio Ruiz Quintano