lunes, 8 de julio de 2013

El perro de Isco



Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    El perro de Isco… y el bebé de Íker.
    
El pasado, que no acaba de irse, y el presente, que no termina de llegar.
    
El Barça de la Roja ha fichado a Neymar, que viene a ser el nuevo “Homo ludens”, aquel invento del holandés Huizinga (siempre la escuela holandesa), y el Madrid de la Rojita ha tenido que fichar a Carvajal para pararlo (siempre el reflejo del marcaje de Camacho a Cruyff) y a Isco para imitarlo.
    
Nosotros también tenemos “homo ludens” –se dice, con pecho de gallo, el pipero–, y encima es español.

    Isco será español, pero su perro atiende por “Messi” y no por “Paco”, nombre que ha dado grandes perros madrileños, como, por ejemplo, el perro Paco, protegido de un marqués, cliente de todos los cafés y aficionado a la zarzuela y a los toros.
    
No creo yo que al “Messi” de Isco le gusten mucho la zarzuela ni los toros, pero el piperío ha interiorizado el mantra mediático, que es culé, y pide cantera (el nacionalismo de los pobres), con canteranos que pidan la paz para el mundo, que hablen el cheli de Ramoncín (que ha resultado ser Luis Llach) y que puedan vestir la zamarra de la Roja o, si no quedan, porque las tiene todas pilladas el Barça, de la Rojita.
    
Como patos detrás del ganso culé, los piperos se guardan el patriotismo para el fútbol, cuya única expresión correcta es el tiquitaca.

    –¡Queremos elaboración!
    
Contra al contrataque fascista de Mou, la elaboración democrática de Carletto.
    
Los piperos del Bernabéu, como los sicilianos del Gatopardo, ya sólo quieren sueño.
    
Que los dejen dormir, y que, si los despiertan, que sea para decirles quién ha ganado para levantarse y aplaudir.
   

Y nos van a llenar el vestuario de centrocampistas, tuya-mía, tuya-mía, tuya-mía, sin más interrupciones que las que pueda provocar el perro de Isco con sus ladridos el día del Barça, que vendrá con su Messi de verdad y su Neymar, ese Juanele atómico que dice Hughes, aún fascinado por las picardías balompédicas del Pichón de Roces.
    
Para mí el centrocampismo es el muermo de agosto del Botafogo, o quien fuere, en el partido por el tercer y cuarto puesto del Carranza.
    
El centrocampismo es horizontalidad (la vaca).
    
El contrataque es verticalidad (el hombre).
    
Esto lo explicó como nadie Madariaga en su “Retrato de un hombre de pie”, que vale para el toro y para el fútbol.
    
Madariaga vivió una época de fuerzas horizontales arrasando a las verticales: “Por doquier lo horizontal, la cantidad, triunfa sobre lo vertical, la calidad.”
    
Para el animal horizontal, una dirección vale otra: sólo ve patas. El gran arte es vertical: una fuerza que recoge todos los planos y los concentra en una emoción inteligente. La distancia vertical, que incita a un anhelo ascendente, condenado a perpetua insatisfacción: ambición, ansia de perfección, heroísmo, conocimiento, dominio, rebelión... Napoleón, desde lo alto, hizo la observación más fina: “Para volver de la tragedia a la comedia, no hay más que sentarse.”



UN CHORRO DE PIEDRAS
    Illarramendi es un chorro de piedras contra el centrocampismo culé. Lees Illarramendi y estás un rato sin ver nada. Vienen Xavi y Iniesta con sus yoyós y les pones a leer el nombre de Illarramendi en la camiseta, que empieza a escribirse en la tetilla izquierda y termina en la tetilla derecha pasando por los omóplatos. Y es nombre que suma para la “causa española”, que, al parecer, ésa fue, al decir del “agit prop” de la xenofobia mediática, la causa histórica del Madrid europeo: Di Stéfano, Rial, Kopa, Puskas, Marsal, Domínguez, Santamaría, Seedorf, Redondo, Panucci, Karembeu, Mijatovic, Roberto Carlos, Anelka, McManaman, Mkelele, Solari, Figo, Flavio, Zidane...