Ignacio Ruiz Quintano
Abc
A los adolescentes de la Generación Mejor Preparada de la Historia que citan a Nietzsche por “wasap” sin entender una papa:
–Nietzsche es bailar una rumba alrededor de un jamón.
Mas, con seis millones de parados, a muchos habrá que decirles también lo que era un jamón:
–Un jamón era lo que se daba a los leones el día de su santo.
Bayern y Borussia han sido un par de leones bailando una rumba alrededor de un jamón (Barcelona y Madrid) que luego se comieron.
Puro Nietzsche, que es el Nietzsche puesto de “speed”.
Y dirán que no tiene mérito lo de Mariano, el único español que ha mantenido el tipo (de interés) ante la meticulosidad nietzscheana de Angela Merkel, que no es precisamente Elena Martín, la fina concejala socialista de Alicante que pide que los curas le saquen la Biblia de la vagina.
–Progresista, feminista, ávida lectora y enamorada de la “terreta”. ¿Hablamos? –es su forma de presentarse.
Hablábamos de Nietzsche.
El español ha sido siempre un poco nietzscheano. Según Pemán, por chulería.
Ser germanófilo es para el chulo español como correr delante de los toros en San Fermín, hasta que descubre que a nietzscheano siempre te gana el toro, como lo descubrió Xavi (el cerebro de España) en Munich, donde reconoció que, al lado de los futbolistas del Bayern, los futbolistas del Barcelona son muy bajitos.
Xavi, desde luego, no puede hablar cara a cara con Bastian Schweinsteiger sin subirse a un palé de ejemplares de “Así habló Zaratustra”.
Lo nietzscheano, en fin, es decir “¡los alemanes son unos tíos!”.
Total, que la Uefa ha devuelto a España al lugar donde la dejó la filosofía hace exactamente cien años.
Alemania.
Alemania.
–¿No fue entonces un poco calamitoso que la magia orteguiana llevara a la juventud a una germanofilia mental que la apartaba de la lucidez mediterránea y socrática de don Eugenio d’Ors?
Tan calamitoso, que estamos medio apeados de la Champions.