«El fuego ardía. Apenas había pueblo sosegado y todos se convocaban para Ávila, lugar señalado para la Junta, que sin poder remediarlo sus nobles, con ser tantos y tales, se comenzó ese mismo domingo 29 de julio en el capítulo catedral, donde sólo había una mesa, y sobre ella una cruz, y los evangelios, sobre los cuales los procuradores al entrar juraban procurar sólo la defensa y remedio del reino», relata Colmenares sobre la organización de la Santa Junta, el órgano de gobierno de los comuneros y donde se debatió la necesidad de destronar al rey y se sentaron las bases de la revolución.