Abc
Esta noche, los mayos.
Los mayos es una “rave” pagana, como sacada de “La rama dorada” de Frazer, que consiste en que los mozos arrancan un pino y lo plantan en la plaza del pueblo.
Los mozos de Mou están invitados a plantar el pino en la portería del Osasuna alemán, que es el Borussia.
Pero la mocedad no mayea sólo en el Bernabéu.
Ahí tenemos, por ejemplo, a Anguita y a Verstrynge, dos mozos mayales que ponen su pino en “la desobediencia civil integral”.
Su programa:
–No pasa nada si la deuda no se paga.
Verstrynge y Anguita serían los Victorio & Lucchino de la economía en la España que empieza a amanecer, para cuyo liderazgo moral suenan Eguiguren, el de la violencia de género, y Otegui, el del terrorismo, convertidos por la socialdemocracia reinante en un par de símbolos de la paz, esa palabra tan magreada por mises y comunistas.
Si sería humilde Jesús que, pudiendo nacer en Bilbao, nació en Belén, y si serán humildes Eguiguren (Gandhi) y Otegui (Tom Paine) que, pudiendo ir ellos a coger los mayos, han enviado a sus chiquillas, menores las dos, con monseñor Uriarte, el gato Garfield de los curas, rezando el responso a Verlaine.
Padres y maestros mágicos, liróforos celestes…¡al son del sistro y del tambor! Que de sangrientas rosas el fresco abril os adorne. Que púberes canéforas os ofrenden el acanto. Que si un pastor su pífano bajo el frescor del haya, en amorosos días, como en Virgilio, ensaya, vuestros nombres ponga en la canción.
–¡Que salgan de la cárcel ya! –suspira el argentino Esquivel, Bielsa del gandhismo “vintage”.
Venía a Madrid Manuel Ortega –Caracol el del Bulto, padre de Manolo Caracol y mozo de estoques de Joselito– y, al apearse del tren en Atocha, a donde con tantos trabajos habían llegado, la locomotora le soltó un rebufo de vapor en el andén.
–¿Ahora me vas a ronear de vapor? –protestó el del Bulto–. ¡Esos cojones... en Despeñaperros!
Esquivel: esos cojones, en los cementerios.