jueves, 25 de abril de 2013

Moliner

Marilyn
(Eve Arnold / Magnum)

Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    Moliner, el juez de jueces, se declara un enamorado de los escraches, que le parecen un ejemplo de libertad de manifestación.

    Moliner, pues, es un españolazo y un demócrata de aquí te espero.

    Al español le pasa con la democracia lo que a Quevedo con la mujer, que está ayuno de lo que es y ahíto de lo que lo parece.

De hecho, podría decirse que lo que el español sepa de democracia, o de mujeres, es lo que haya leído en los libros.

    Y si nuestra hambre sexual se venga en la alusión continua al mundo erótico (un sacacorchos o el nombre de una hortaliza ya nos sugieren imágenes venusinas), nuestra hambre democrática se venga en la alusión continua al santo “fureur” maratiano: hoy, el escrache.
    
Moliner habla como un John Rawls de bareto (de prestigio, por tanto), sin darse cuenta de que su defensa del escrache al político como libertad de manifestación es la misma que podría hacerse del “encierro” a la mujer.

    –¿Qué es encerrar a una mujer? –pregunta Varona, un personaje de Fernández Flórez.
    
¡Hombre! –le responde Gálvez, otro personaje–. Eso lo sabe todo el mundo. Usted encuentra a una mujer que le gusta, la sigue y la acompaña hasta que la ve entrar en su casa.
    
¿Nada más?
    
Claro. Nada más. ¿Qué quería usted?
    
¡Pero eso es una tontería!
    
¿Una tontería? No. Era una virtud de la raza, una condición estimable que nos concedía superioridad sobre los demás pueblos del continente: el homenaje férvido del hombre a la belleza de la mujer, la admiración rendidamente exteriorizada en un largo seguimiento o en frases de elogio y de súplica.
    
¿Existía algo parecido a esta constante glorificación de la mujer, de cualquier mujer encumbrada o humilde, que, al cruzar una calle, iba haciendo cosecha de requiebros?

    ¡Ah, la galantería de Moliner con la democracia!

    Y, sin embargo, qué lejos está nuestra democracia de aquellos dos títeres peleándose debajo de una sábana que el Nuevo Periodismo vio en el culo de Marilyn.