Abc
Desde que Aznar quitó la mili (yo desfilé para Felipe González, con Serra al piano), no creo que el español sepa qué es un ejército.
Millán Astray pidió para una arenga un adjetivo para “ejército”, y Foxá le dio “invicto”, pues aquí medio ejército, dijo, se había pasado la vida peleando contra el otro medio.
Millán fue el militar que afeó a Primo de Rivera la intromisión del ejército en política nacional, mientras que Ortega fue el intelectual que pidió desde “El Sol” un gobierno militar para “acabar con estas farsas parlamentarias que tanto nos repugnan”.
Oigo las risillas al recibir la noticia de que el gobernador de Texas, Abbott, desplegará tropas estatales para vigilar al ejército estadounidense que participe en las maniobras militares anunciadas para este verano. Sospecha Abbott (y el actor Chuck Norris comparte la suspicacia) que el verdadero objetivo del despliegue sea la confiscación de armas.
Es la gran cultura republicana de la libertad en América, una aventura única y probablemente irrepetible.
El republicanismo americano rompió radicalmente con su metrópoli: contra el parlamentarismo, la asamblea local; contra la iglesia oficial, las religiones sin clero; y contra el ejército, la libertad de autodefensa y el permiso de llevar armas, un ideal que el merlucismo europeo atribuye a Charlton Heston y la Asociación del Rifle.
Muchas discusiones de Hamilton, Madison y Jay al promocionar su Constitución versan sobre los riesgos para la libertad de un ejército, y en la preparación de la guerra contra la corrupta Francia de Talleyrand, Washington y Hamilton fueron acusados de preparar una dictadura militar (la esposa del presidente Adams veía en Hamilton la reencarnación de Julio César).
–El Gobierno dice que solamente son maniobras –explica Chuck Norris–. Pero no estoy seguro de que el término ‘solamente’ se corresponda con la realidad cuando lo usa el Gobierno.
Pero España vota a Rivera y hace chistes de Norris.