Abc
El mundo fue creado un 28 de octubre (“al mediodía”), según los cálculos de Ussher, un obispo anglicano de Irlanda del Norte.
Otro 28 de octubre, Kid Pambelé arrebataba el título de campeón del mundo a Pepermint Frazer, que en la previa evitó siempre la mirada de Pambelé.
–Es que cuando a uno no le pegan, uno anda con una sonrisa Pepsodent, mi brother, ¿sabes cómo es?, pero cuando a uno le sacuden es a otro precio. El azote aturde, mi brother, aturde.
Ahí está Gibraltar.
El 28 de octubre de 1982, Gonzalón y el hermano de Juan Guerra, a los que la prensa neoyorquina tenía por “jóvenes nacionalistas españoles”, vaticanamente asomados a un balcón del Palace, prometieron tan pichis la recuperación de Gibraltar, pero el intento más serio de acometer la empresa fue el “Gibraltar español” de Summers en su serial de cámara oculta.
Ahora que en Villanueva y Geltrú tienen su propio Gordo de Navidad y que en cualquier pueblo asturiano te sirven chuletas de “gochu asturcelta”, la guerra de Gibraltar nos coge un poco con el paso cambiado, aunque los tertulianos de guardia traten de elevar la moral de la población hablando del mar como santacruces o medinasidonias.
En la playa, el tabarrón de Gibraltar (como el tabarrón de Cataluña) suena al tabarrón de Kadota.
Yasuaki Kadota fue un boxeador japonés inasequible al desaliento. En Tokio, Pambelé terminó con las manos hinchadas de tanto pegarle. Uno o dos derribos por asalto, y otra vez arriba. Lo suyo ya no era coraje, sino capricho. “Puras ganas de joder”, en resumen de Pambelé a Salcedo Ramos. En el descanso del sexto, Pambelé, desesperado con el dolor de manos, soltó un comentario memorable a Melquíades Tabaquito Sanz, su entrenador:
–Oye, Tabaquito, yo creo que estos japoneses me están cambiando al tipo. Fíjate a ver si es el mismo.
Todos en España tenemos la sensación de que estos ingleses nos están cambiando al peñón.
La solución, martillarlo con el jab. Y a ganar a los puntos.