CAMBA Y EL G10 TAURINO
-Una corrida de toros es un espectáculo mil veces superior al que nos ofrece un domador en la jaula de los leones, porque los toros no están domados. Cuando en Francia se hacían corridas de toros, con prohibición de la última suerte, los toros y los toreros iban juntos de plaza en plaza y se conocían entre sí a las mil maravillas. El toro sabía tanto como el torero, y muchas veces, engañado por un toque de corneta, hacía antes de tiempo todos los gestos del toro que recibe un par de banderillas. Aquellos toros embestían sin convicción, y seguían las capas porque para eso estaban; pero sabiendo perfectamente que detrás de la capa no iban a encontrarse al torero. ¿Qué emoción puede haber en una corrida así? Pues el trabajo de los domadores de leones es una cosa idéntica. Un león amaestrado no tiene interés alguno.
LONDRES / JULIO CAMBA
Ignacio Ruiz Quintano