jueves, 2 de agosto de 2012

Kaká

 
Jorge Bustos

Estimado Ricardo. Me explicaba el otro día Eugenio, mi pedagógico entrenador de boxeo: “Mira, yo hago hombres, además de boxeadores. A los orgullosos les digo que el orgullo en el ring sólo te lleva a la lona. Y a los tímidos trato de picarles, de sacarles algo de descaro”. No me atreví a preguntarle por el grupo en el que a mí me ubicaba, pero estoy seguro de que a ti te inscribiría en el segundo si no existiera un tercero: el de los que directamente deberían estar en su casa o en el templo animista o haciéndole la competencia al pato Donald en el photocall de Disney World, donde se cuenta que has pasado tus inmerecidas vacaciones. Ni siquiera Mourinho, que es todavía mejor entrenador que Eugenio, ha podido prender en tu algodonoso pecho de Billy Elliot manga la chispa más ínfima de la competitividad, de la disposición caníbal que se precisa para jugar en el Real Madrid. Podrías robarle el fuego que le sobra a Ramos como un Prometeo de sambódromo, pero probablemente te quemarías.
Ay, Ricardo, muchacho, no sabíamos que las sectas robaran tono muscular aparte de dinero. Mientras rezamos para que no termines procesionando al nuevo cráter de El Hierro, convendrás con nosotros en que jugar un 42% de los minutos posibles en la pasada campaña debería haberle bastado a la aureola que se le presupone a una estrella para aflorar de una santa vez. Ya que no te decides a colgar las botas y a tomar los hábitos de telepredicador sudaca, tendrás –deseamos todos– en otro equipo menos impaciente la ocasión de pulverizar a otras latitudes las penúltimas gotitas del exangüe tarro de tu fútbol.

No te has ganado las vacaciones y no porque no hayas querido, sino porque ni siquiera has sido capaz de cansarte, que es un verbo que cualquier español conjuga hasta en el paro. Tampoco te excusa la oriundez –que ha servido incluso para disculpar a Ronaldo por sus atrabiliarias confusiones nocturnas entre hombres y mujeres–, porque has conocido las favelas con la misma turística asepsia con que besa namibios Brangelina en sus giras antievangélicas de solidaridad bajo focos. Eres un brasileño blanco y machadiano, bueno en el buen sentido de la palabra, que es un sentido que colinda con el de feble o el de tonto. Qué le vamos a hacer si con la bondad no se ganan Ligas, según ha demostrado Mou.

“Para celebrar mis 50 años, hice el amor tres veces, maté tres palomas seguidas en el club, bebí un cajón de whisky con amigos y miré al océano en busca de peces gordos toda la tarde”, anotó Hemingway. Para tu medio siglo, Kaká, te imagino vaciando no más allá de tres caipirinhas de frutas del bosque, besando a tu mujer en la mejilla y escribiendo luego una carta de contrición a Florentino, porque aún seguirás siendo el jugador más caro de la historia del club. Cristiano al final salió barato.