viernes, 10 de agosto de 2012

Angela Merkel



Jorge Bustos

Curso Angela, matrona temible, esta misiva a La Moncloa consciente de que no hay camino más directo al buzón del Bundestag ni vía más expedita a tus teutonas manos, de cuyos dedos cuelgan, al término de hilos crediticios, países meridionales como títeres drogados. Toda carta dirigida a nuestro articulado presidente gallego acaba indefectiblemente en tu gaveta, y de hecho habrá ya quien queriendo escribir a Mariano redacte directamente en alemán, deseoso de ahorrar en traductores.
Europa te odia, ciclópea valkiria, con el odio vidrioso que el farrero de largo aliento vuelca sobre el encargado cuando enciende a las siete las luces del pub, apaga la música y cierra la barra.

Exclamamos entonces que estamos perfectos para conducir y miramos alrededor con el ceño revirado, con un rencor de niño que despierta bruscamente en la adolescencia y nos preguntamos por qué tiene que venir de fuera una rottenmeier gruesa de carnes y enjuta de permisos a cortarnos la paga, con lo bien que fluía hasta la fecha y lo felices que estábamos consumiendo, tal y como nos prometía la publicidad.

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