Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Veo prodigios que nos acercan a donde nos quieren llevar los mayas allá por diciembre, que es al fin del mundo.
En Sevilla exigen pañales para los caballos (habría que exigir la “bio” del fabricante) y en Madrid ha sido sorprendido fumando un portugués, Coentrao, que juega en el Real.
Los caballos con pañales será lo que quede, con la crisis, del sueño de Villalón de criar toros de ojos verdes. Y lo de Coentrao podría ser un aviso publicitario de que, si fumas, te salen mechas.
Entre una cosa y otra, me fijo más al andar.
Me fijo, por ejemplo, en esa palomina apistachada (pistacho fosforito) con que, de repente, aparecen trulladas las aceras de Madrid, que recuerda un poco al arranque de la peste de Camus en Orán.
¿Qué comen las palomas de Madrid? ¿Siguen una dieta verde o estamos ante la primera performance de Natalio Grueso, el amo de llaves de Ana Botella para la movida cultural?
(Otro prodigio milenarista es que en la capital se vuelve a hablar de “movida”.)
Domingo Ortega tenía la superstición del verde porque vestía de verde en su primera cogida, pero a mí me gusta el verde, del verde San Patricio al verdegay, que se ha dejado de decir (para no molestar) en los programas taurinos, y me intriga esta “action painting” de palomina verde en plena Milla de Oro, donde cada traje que pasa no baja de los tres mil euros.
Veo prodigios, pero si se trata de reclamos comerciales del Ayuntamiento, no sé si prefiero a Paco Porras (de notable parecido con Natalio Grueso) puesto de hortalizas o a Jackson Pollock haciendo “dripping”, verde paloma, verde limón.
Seguir leyendo: Click
Abc
Veo prodigios que nos acercan a donde nos quieren llevar los mayas allá por diciembre, que es al fin del mundo.
En Sevilla exigen pañales para los caballos (habría que exigir la “bio” del fabricante) y en Madrid ha sido sorprendido fumando un portugués, Coentrao, que juega en el Real.
Los caballos con pañales será lo que quede, con la crisis, del sueño de Villalón de criar toros de ojos verdes. Y lo de Coentrao podría ser un aviso publicitario de que, si fumas, te salen mechas.
Entre una cosa y otra, me fijo más al andar.
Me fijo, por ejemplo, en esa palomina apistachada (pistacho fosforito) con que, de repente, aparecen trulladas las aceras de Madrid, que recuerda un poco al arranque de la peste de Camus en Orán.
¿Qué comen las palomas de Madrid? ¿Siguen una dieta verde o estamos ante la primera performance de Natalio Grueso, el amo de llaves de Ana Botella para la movida cultural?
(Otro prodigio milenarista es que en la capital se vuelve a hablar de “movida”.)
Domingo Ortega tenía la superstición del verde porque vestía de verde en su primera cogida, pero a mí me gusta el verde, del verde San Patricio al verdegay, que se ha dejado de decir (para no molestar) en los programas taurinos, y me intriga esta “action painting” de palomina verde en plena Milla de Oro, donde cada traje que pasa no baja de los tres mil euros.
Veo prodigios, pero si se trata de reclamos comerciales del Ayuntamiento, no sé si prefiero a Paco Porras (de notable parecido con Natalio Grueso) puesto de hortalizas o a Jackson Pollock haciendo “dripping”, verde paloma, verde limón.
Seguir leyendo: Click