
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Con el cuerpo de jota que nos ha dejado el sorteo Champions (geriátrico milanés en Barcelona, campeón de Chipre con sabor a Gibbon en Madrid), hay que ocuparse de la “j” electoral del socialismo andaluz.
–“Elije” el camino hacia tus derechos –es la consigna publicitaria, escrita con ortografía proletaria.
Es verdad que Juan Ramón transitó por el mundo con el machete de su “j”, pero eso no lo sabe Carmen Tovar, la cara rumbosa del progreso (que sólo es regreso) juntero, con sus Prósperos (Merimées) en el callejón de La Maestranza: ese marido de Morante, ese ex alcalde de Ronda, ese cura de Castilleja…
La Tovar ha logrado la fama de Andy Wharhol al leerles a los escolares de Gines la cartilla del rojo de andar por casa, cuajada de solecismos ideológicos y gramaticales, cuando lo suyo hubiera sido, a cambio del voto de los padres, firmarles a los estudiantes un pase de callejón para el Mora-Fandiño de los victorinos. ¿Dónde iba a estar el escándalo? En Madrid yo he visto en San Isidro un burladero con media docena de restauradores (dueños de casas de comidas, para entendernos), y en el de “Autoridad”, al mismísimo Toribio, restaurador en exclusiva de los rabos de Las Ventas.
En cuanto a la “j” electoral, no sé yo. En Sevilla no hay ese horror nativo que sienten los de Burgos (como los parisinos de l’Ille de France) por las faltas (o los excesos) de ortografía.
La chifladura de jotafilia socialista no es cursi, como dicen los d’orsianos que son los “vagos ánjeles malvas” de Juan Ramón, “pero es tontuela, revesina y cangura”, como en su defensa de la jota dijo de la jota Gerardo Diego.
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Abc
Con el cuerpo de jota que nos ha dejado el sorteo Champions (geriátrico milanés en Barcelona, campeón de Chipre con sabor a Gibbon en Madrid), hay que ocuparse de la “j” electoral del socialismo andaluz.
–“Elije” el camino hacia tus derechos –es la consigna publicitaria, escrita con ortografía proletaria.
Es verdad que Juan Ramón transitó por el mundo con el machete de su “j”, pero eso no lo sabe Carmen Tovar, la cara rumbosa del progreso (que sólo es regreso) juntero, con sus Prósperos (Merimées) en el callejón de La Maestranza: ese marido de Morante, ese ex alcalde de Ronda, ese cura de Castilleja…
La Tovar ha logrado la fama de Andy Wharhol al leerles a los escolares de Gines la cartilla del rojo de andar por casa, cuajada de solecismos ideológicos y gramaticales, cuando lo suyo hubiera sido, a cambio del voto de los padres, firmarles a los estudiantes un pase de callejón para el Mora-Fandiño de los victorinos. ¿Dónde iba a estar el escándalo? En Madrid yo he visto en San Isidro un burladero con media docena de restauradores (dueños de casas de comidas, para entendernos), y en el de “Autoridad”, al mismísimo Toribio, restaurador en exclusiva de los rabos de Las Ventas.
En cuanto a la “j” electoral, no sé yo. En Sevilla no hay ese horror nativo que sienten los de Burgos (como los parisinos de l’Ille de France) por las faltas (o los excesos) de ortografía.
La chifladura de jotafilia socialista no es cursi, como dicen los d’orsianos que son los “vagos ánjeles malvas” de Juan Ramón, “pero es tontuela, revesina y cangura”, como en su defensa de la jota dijo de la jota Gerardo Diego.
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