Francisco Javier Gómez Izquierdo
Está escrito que la patria es la infancia y en Burgos, por los 70, teníamos al tenis como cosa de pijos y nenazas. Los mozos jugábamos al frontón con la pala, y con Pik, un sabio sin catalogar, solía un servidor citarse a las 8 de la mañana en el frontón de Lavaderos a jugarnos el honor en un “pasa” o en una falta. Los serranos de mi Demanda -los más bravos de los de Burgos- jugaban y juegan con la mano, en lo que se conoce como pelota mano y no pelota vasca, como cree la mayoría. Son allí célebres los desafíos que se sucedían en las fiestas de verano de Quintanar, Regumiel, Canicosa... Este Santiago sin ir más lejos subí a Palacios a ver uno de esos duelos entre navarros y riojanos en su frontón recién inaugurado, y no pude entrar por estar el graderío abarrotado.
Teniendo en cuenta los antecedentes, no es extraño que la Copa Davis que ha llenado la plaza de toros de Córdoba me tenga un poco sin cuidado, pero no quita que me guste que ganen Nadal, Orantes y Santana. Y también me gusta que las personas demuestren educación y cierto respeto, además de agradecimiento hacia quien te mantiene. Esto de la Davis en Córdoba tiene una historia vergonzosa, por el catetismo de una casta de necios que manejan los dineros andaluces.
Resulta que el nuevo alcalde de Córdoba, un chico joven que arrasó en las últimas elecciones tras quedar al descubierto el contubernio de Doña Rosa con el socialismo, consiguió traer a Córdoba la semifinal tenística de la Copa Davis. La cosa no gustó a los mandamases de la Junta, tal que a Mar Moreno, muy crítica, Griñán en plan chisgarabís, teniendo en cuenta que es lo que es por los votos cordobeses, ó un tal Luciano Alonso, el más cerril de la camada. Este Alonso, maestro nacido cacereño, con nombre de gánster y con la misma cara de un Marquina falangista que nos daba FEN, es el delegado de Turismo, Comercio y Deporte de Andalucía y ha dicho que no suelta ni un leuro.
Uno no ve bien que todo se subvencione y que la gente se meta en gastos con dinero de otros, pero no deja de sorprender el generoso dispendio puesto en manos de sujetos capaces de editar folletos turísticos con fotografías de la catedral de Mallorca sobre el Mediterráneo y hacerla pasar por la catedral de Sevilla y el Guadalquivir... y la chulería de negar agua al enemigo. J.A. Griñán encabezó las listas del partido por Córdoba y ha llegado a presidente. A Rosa Joaquina se la llevó aún no se sabe con qué promesa, y el socialismo, despechado por lo de las últimas municipales, paga así a Córdoba. No dando ni un euro para ayudar en los gastos, después de los fastos que Córdoba ha visto. ¿Cuánto ha costado el Algarrobico, pongamos por caso? ¿Y la Davis en Marbella hace dos años?
Por lo demás, Córdoba está “hasta las trancas”, los hoteles llenos, el salmorejo por arrobas y mucho paseante por la Judería . Anoche, y tomando con mi doña un poco de bacalao y una berenjenas con miel a 50 metros de la mezquita, vimos pasear su gloria a Manolo Santana. Cuando la cosechaba, en Gamonal contábamos los tantos de uno en uno, hasta 21. El 15 y el 40 iguales nos parecían absurdos. Tan absurdo como los frontones de Córdoba. Tengo visto uno. Está en el convento de los Trinitarios y tengo acceso, pero no encuentro rival. El otro está en el castillo de Maimón, otro convento de maristas, al que vinieron de chicos muchos de mi tierra para hacerse curas.