miércoles, 7 de septiembre de 2011

Mafo

Mafo en la Milla de Oro

Ignacio Ruiz Quintano
Abc

La economía está mal, aunque menos de lo que sus responsables aparentan. La ministra del ramo es una mujer carpa que parece el espíritu de la golosina. Y al hombre del Banco (del Banco de España, tan caro a los socialistas), Mafo para el siglo, cada día lo veo más desmejorado. La democracia no es una religión, como pretenden sus propagandistas, sino un régimen de poder, pero muy dependiente de los símbolos. En mi recorrido mañanero por la selva taiwanesa de Gallardón he coincidido con Mafo, que iba al Banco. No madruga, al menos en el sentido que a ese término le concedería don Ignasi Buqueras y Bach, empeñado en ahorrar tiempo como sus paisanos ahorran dinero. E iba andando. ¿Es que no hay para un auto del Parque Móvil para el gobernador del Banco de España? En los pasos de cebra, hacía que leía un periódico que tenía todas las trazas de gratuito. ¿Es que le han retirado eso que en las empresas públicas se llama “la colección”? Y su único signo externo de riqueza era la escolta policial, tan espectacular como la que pueda mover Obama. ¿Por qué? Si a ese hombre lo dejan solo, no lo conoce nadie. Escoltado, no hace otra cosa que excitar la curiosidad de las gentes. “Ahí va un pez gordo.” Sólo que el pez gordo está bastante flaco. Sus andares son taciturnos, como si supiera los números que al llegar lo esperan sobre la mesa. Como bien ha dicho Pizarro, el hombre que perdió el debate político con el tuerto Solbes por anunciar todo lo que está pasando, es la segunda vez que los hombres de Mafo arruinan a España. Mas nadie lo amenaza por la calle. Y, sin embargo, ¡qué custodia policial! ¿Teme el gobierno que Mafo, a cambio de un bocadillo, enumere a un comando especulador la combinación de la caja que sus correligionarios se llevaron al polvorín cartagenero de La Algamosa por orden del doctor Negrín, el ídolo de Almudena Grandes? ¿O es que...?

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