lunes, 15 de noviembre de 2010

Las cosas de Melquiades, el esquilador (XV)


MELQUIADES CONOCE EL LUJO CAMINO DE NUEVA ZELANDA


Francisco Javier Gómez Izquierdo

Todos conocemos sujetos sin sal que para disimular su ignorancia y cobardía sueltan el “soy ciudadano del mundo” con ánimo de demostrar su amplitud de miras. Melquíades está legitimado para tirar de la frase por derecho, y además disfruta enseñando geografía. En el primer viaje a Wellington -“en la punta del estrecho de Cook”-, Melquíades conoció por primera vez el lujo.

Durante el trayecto España-Nueva Zelanda, el avión que le llevaba de La Florida a Los Ángeles, que toca el Océano Pacífico, se retrasó mucho, por lo que perdió el enlace para la capital neozelandesa. La empresa aeronáutica alojó a Melquiades en un Hotel de muchas estrellas durante tres días, y nuestro héroe se permitió extravagancias como desayunar en la cama o jugar al golf.

-Comí lo que me dio la gana y siempre había un tío pendiente de mí, para lo que necesitara. Yo no tenía prisa y ojalá hubiese tardado una semana en salir el avión.


Melquiades en Australia

Ya tengo dicho que en N. Zelanda se doctoró en el arte de la esquila. No tengo conocimiento del tiempo que empleó en dominar totalmente el oficio, pero conociéndolo, estoy seguro de que no necesitó demasiado. Añadió una nueva técnica a su repertorio, y desde entonces no hay esquilador que se precie que no vaya a ver esquilar a la cuadrilla de Melquíades para adquirir sabiduría.

Australia, N. Zelanda, EE UU, Europa toda -creo que incluso algún país suramericano-, tienen a sus pastores encantados con Melquíades... Mejor, tenían... y es que Melquíades ya no cruza el Océano, porque disfruta con “los hijos” y la faena no falta en Europa.

-Prefiero mantener el prestigio entre los allegados, aunque tengo que ir a Australia a ver a un hijo que tuve allí...

Melquíades confiesa en TVE que es soltero y tiene cuatro hijos. Con D. tuvo a Ma. y Mar.. . En Australia tiene otro, y hace unos años tuvo otro u otra con una vecina de Moguesac. Sólo conozco a los habidos con D., y viéndolos, estoy convencido de que la Humanidad le agradecería que hubiera tenido cien. Ma., con sus dos metros y su exquisita educación, esquila como uno más de la plantilla durante los veranos, y Mar. también se atreve con las tijeras, pero donde más luce la espectacular hija de Melquíades es en los concursos entre vellones de lana. Allí vigila con atenta mirada que no se hiera a la oveja, llevando a los participantes nada acostumbrados a señoritas glamurosas al desconcierto y cierto aturullamiento.

De los otros dos hijos, no tengo noticias, porque hace mucho que no hablo con Melquíades y porque creo que no han estado nunca en Burgos. La última vez que vi a Melquíades, dimos un paseo por Moncalvillo.

Esquilando a los pies de la bella hija de Melquiades


Introducción
Capítulo I. La fiesta de Melqui
Capítulo II. ¿Son las ovejas más tontas que las personas? Video
Capítulo III. "Segovianos, segovianos, / somos gente cocinera..."
Capítulo IV. "Soy Javier Rupérez y me acaban de liberar"
Capítulo V. Cuando volvió a Burgos a mirar 'lo de la mili' lo hizo vestido de juglar
Capítulo VI. "El Melqui es un rejoío. ¡Cómo guisa el recondenao!"
Capítulo VII. Melquiades, enamorado
Capítulo VIII. Melquiades en el nido del cuco feminista
Capítulo IX. Cocinando y en la procesión
Capítulo X. Dejad que los niños se acerquen a esquilar
Capítulo XI. Tres mil duros y un cordero al ganador de los bolos
Capítulo XII. Melquiades progresa con la dulzaina
Capítulo XIII. El amor se lleva a Francia a Melquiades
Capítulo XIV. Cómo Melquiades habla a veces como Jesucristo