Francisco Javier Gómez Izquierdo
En ésta liga de dos, sólo hay dos encuentros decisivos. El primero, en Barcelona. El segundo, en Madrid.
Por ese arte del demonio periodístico, el gato de la Liga se ha instalado en el tejado de dos tipos mimados hasta la náusea que saben que el primer gol lo marcará la fortaleza psicológica.
En contra de lo que muchos de mis conocidos creen, a mi me gusta la psicología. Lo que no me gustan son los psicólogos, que usan de ella como si fuera el destornillador de un electricista.
Mourinho es un mago de la motivación y un filibustero en el arte de poner nervioso al rival. Como gota malaya, enfada poquito a poco hasta que el contrario pierde el control y comete el error. Guardiola -que no es tan mosquita muerta como quieren hacernos ver- está guardándose muchos sapos que desearía soltar, pero los está almacenando para el final de una batalla incierta. Guardiola respeta mucho los conocimientos de Mourinho, pero no consiente que el mundo del fútbol tenga en más a un portugués que encima es antipático. A Guardiola le importa mucho más que a Mourinho el que dirán y por eso no actúa como quisiera, confiando en la victoria y sin prepararse para un marcador adverso. Estoy convencido de que el entrenador merengue ya tiene la explicación de una hipotética derrota, que dejará satisfechos a los suyos y mosqueados a los culés. Por el contrario, la victoria del Madrid en el Camp Nou santificará al hombre que Florentino contrató para ganar, y sus explicaciones serán más dolorosas que los goles de la delantera madridista.
Hoy, en Amsterdam, José Mourinho se ha sacado de la manga una táctica que parece no tener nada que ver con el fútbol. La ha explicado echando la culpa a un árbitro que ha aplicado el reglamento como corresponde. Lo que no ha querido contar el entrenador blanco es que se sabe mejor las reglas que los mismos árbitros, y por supuesto, mucho mejor que los periodistas que a la cuarta repetición televisiva ven el fuera de juego que se ha comido el linier y que cuando acontece algo novedoso en un terreno de juego tienen que ir a mirarlo en los papeles.
Guardiola nunca se habría atrevido a tanto, más que nada por el que dirán...
Mentalmente es más fuerte Mourinho que Guardiola. Pero Cristiano no es más equilibrado que Messi. Y esto también lo sabe Mourinho.
En ésta liga de dos, sólo hay dos encuentros decisivos. El primero, en Barcelona. El segundo, en Madrid.
Por ese arte del demonio periodístico, el gato de la Liga se ha instalado en el tejado de dos tipos mimados hasta la náusea que saben que el primer gol lo marcará la fortaleza psicológica.
En contra de lo que muchos de mis conocidos creen, a mi me gusta la psicología. Lo que no me gustan son los psicólogos, que usan de ella como si fuera el destornillador de un electricista.
Mourinho es un mago de la motivación y un filibustero en el arte de poner nervioso al rival. Como gota malaya, enfada poquito a poco hasta que el contrario pierde el control y comete el error. Guardiola -que no es tan mosquita muerta como quieren hacernos ver- está guardándose muchos sapos que desearía soltar, pero los está almacenando para el final de una batalla incierta. Guardiola respeta mucho los conocimientos de Mourinho, pero no consiente que el mundo del fútbol tenga en más a un portugués que encima es antipático. A Guardiola le importa mucho más que a Mourinho el que dirán y por eso no actúa como quisiera, confiando en la victoria y sin prepararse para un marcador adverso. Estoy convencido de que el entrenador merengue ya tiene la explicación de una hipotética derrota, que dejará satisfechos a los suyos y mosqueados a los culés. Por el contrario, la victoria del Madrid en el Camp Nou santificará al hombre que Florentino contrató para ganar, y sus explicaciones serán más dolorosas que los goles de la delantera madridista.
Hoy, en Amsterdam, José Mourinho se ha sacado de la manga una táctica que parece no tener nada que ver con el fútbol. La ha explicado echando la culpa a un árbitro que ha aplicado el reglamento como corresponde. Lo que no ha querido contar el entrenador blanco es que se sabe mejor las reglas que los mismos árbitros, y por supuesto, mucho mejor que los periodistas que a la cuarta repetición televisiva ven el fuera de juego que se ha comido el linier y que cuando acontece algo novedoso en un terreno de juego tienen que ir a mirarlo en los papeles.
Guardiola nunca se habría atrevido a tanto, más que nada por el que dirán...
Mentalmente es más fuerte Mourinho que Guardiola. Pero Cristiano no es más equilibrado que Messi. Y esto también lo sabe Mourinho.