Francisco Javier Gómez Izquierdo
Dice Vicente del Bosque en el Marca que el Barça-Madrid es posiblemente el mejor partido que se pueda ver en el mundo. Creo que tiene razón. Si el sorteo de Copa de Europa no los empareja antes de tiempo, seguramente sean los finalistas del continente; y la competición doméstica, ésa en la que sólo están ellos,... los enfrenta el lunes.
En contra de la general opinión de los expertos, creo que el próximo día de San Eloy (1 de diciembre), patrón de los plateros cordobeses, puede estar decidido el Campeonato de Liga español. ¿Por qué? Pues porque madrileños y catalanes van a tropezar muy poquito. Pongamos dos o tres empates con un Valencia, un Atleti o un Sevilla; una sorpresiva pérdida de puntos ante un enemigo menor, que el Barça ya ha padecido ante el Hércules de Drenthe... y pare usted de contar.
Si ganase el Madrid en el Nou Camp, el 95% de la Liga sabría a merengue, pues restar los cuatro puntos -que en realidad serían cinco- tendría el mismo interés que las persecuciones de los Ferraris a los Red Bulls esta temporada. Esperaríamos un error de Casillas ó el partido del año de Piatti y Crusat, ahora que los va a dirigir otro de esos entrenadores que les gusta jugar la pelota, en moderna descripción muy corriente entre sabios del fútbol, abundantes como níscalos. ¿No decían lo mismo de Juan Malillo, el que empezara a entrenar en el Mirandés?
Mourinho, católico ferviente, es consciente que la tarea del lunes es como la de San Eloy (el elegido): hacer una silla de oro para admiración de Emperadores. Mourinho sabe muchísimo de fútbol y competición, consiguiendo controlar todas sus variantes. Le toca enfrentarse a su peor enemigo. Ni el Manchester ante el Chelsea ni el Milán ante el Inter fueron lo que es el Barça ante el Madrid, y esto también lo tiene en cuenta el portugués.
Guardiola, que presume de discreto y comedido, tiene menos que perder que su colega. Se ha encargado de educar a su hueste periodística y hasta ha dado lecciones de lo conveniente que es a veces perder, para no morir de éxito. Aunque el Barça no gane la liga, Guardiola seguirá siendo intocable, y se quiera ó no, la situación le da cierta ventaja, porque puede jugar volcado en el área blanca y morir al contraataque... sin que nadie te lo reproche.
De lo que estoy seguro es de que ambos entrenadores -con egos superlativos- confían cada uno en su Chavi. Se hablará de Cristiano y Messi, que si... de Di María e Iniesta, que también... pero no les quiten los Chavis. Sin los Chavis no serían tan buenos entrenadores.