José Ramón Márquez
Ninguna novedad en los frentes. July, extraordinario en Almería ¿Alguien lo dudaba? Esta vez no hubo robo, falló por dos veces el julipié y sus faenas perdieron las orejas.
Morante, como siempre excepto en Cantalejo, pegó dos pinceladas a los Reinatajos o Tajirreinas de Bilbao y su troupe de admiradores vieron cumplidas sus expectativas. Se conforman con muy poco, la verdad. Less is more, dijo el gran Mies.
En tercer lugar, la transfiguración de los Tajirreinas de Pepito Arroyo, que ya tenemos confabulada a la legión de los revistosos para poner por las nubes a los Reinatajos, a los Pepirreinas, a los Tajoarroyos, quedando sólo a expensas del dictamen pericial del Dr. Barquerito, que en opinión de muchos es ‘el que mejor ve los toros’. Ellos sabrán por qué dicen eso de los toros y del crítico, la verdad.
Porque, bien mirado, uno podía haber elegido este día de cante, martes de cante podríamos decir, para irse a Almería a darse un baño de importancia o a Bilbao a que le parase el tiempo -aunque fuesen sólo unos segundillos- el buenazo de José Antonio y a solazarse con Leandro -antes Marcos-, que algunos pensábamos que ya había cortado la temporada y el hombre es el que al final arregló la tarde. Burla, burlando, sin embargo, hemos preferido, por fidelidad a los principios taurómacos que tenemos, irnos mejor el miércoles a Vista Alegre, cruzando alegremente los cielos desde este Cádiz a la vera del Cuvillo, para ver a El Cid y a los Victorinos, que son torero y ganadero de bache, como es sabido.
En descargo del primero de estos del bache diremos que, al menos, nadie osará jamás decir que ha tenido otra relación con la relojería que los buenos pelucos de marca que luce en su prodigiosa muñeca de gran torero; y respecto del segundo bacheado, diremos que, de momento, nadie ha osado escribir ese absurdo neologismo taurino de que sus toros son de ‘poca expresión’. Cosas del bache.
Porque la verdad es que no nos cansaremos de repetir que siempre preferiremos a los tíos que sólo torean y a los toros que meten miedo, aunque sean de bache los unos y los otros, antes que a los chiripitifláuticos que van llevando a cuestas por las ferias su todoacien de cositas, aunque nos los quieran meter por los ojos por tierra, mar y aire.
Mañana, en la arena negra de Bilbao, tenemos una nueva cita con la verdad del toreo. Con esa ilusión nos vamos hacia el aeropuerto.