lunes, 17 de mayo de 2010

Undécima de feria. ¿Qué dejarán para cuando sean ricos?

La cátedra de Amorós

La cátedra de Taurodelta

Moncholi, castigado sin bocadillo por las bobadas de elogio vertidas sobre July y Castella
en la transmisión de Telemadrid: "Mi apuesta es cuatro orejas y un rabo."

Los de la Undécima



José Ramón Márquez

Cinco más tres, ocho. Ocho más tres, once. Once corridas suman en el año pasado entre los tres matadores que Taurodelta nos ha traído esta tarde a Las Ventas. Nada nuevo en un domingo para los que también vamos a los toros cuando no es feria. Pero hoy sumaban once corridas entre tres toreros de la Feria de San Isidro, transformada en la auténtica feria de la oportunidad, la feria de la talanquera y de la desvergüenza. La feria del Consejo Taurino ése que no tiene ni media leche y nadie sabe para qué sirve ni a quién defiende, la feria de los ochocientos mil incumplimientos porque se incumple lo primero y principal que es dar un espectáculo acorde a la categoría (?) de la plaza y no rellenar las casillas de cada día de la feria como el que rellena una colección de cromos.

Lo chocante es que estos tres de hoy, con tan pocas corridas encima, matan tan mal como los de ayer, los que andan chuleándose por las plazas y dándose pisto de lo buenos que son; que deben ser la torta de buenos, porque hay que ver las cosas que he leído esta mañana de domingo en una terracita de la Plaza de la Paja y lo que me he reído leyéndolas, que ya no sabía uno si lo que había comprado eran los periódicos o unos números sueltos de La Codorniz.

Por lo que toca a los toreros de hoy, los de las once corridas en conjunto no voy a decir ni bien ni mal. Pensé: si torean así ahora que son pobres, ¿qué dejarán para cuando sean ricos? El daño a la fiesta que arrastran los toreros mediáticos de ayer -y los auténticos mediáticos son esos, no los de los absurdos cotilleos- es inconmensurable. Los jóvenes se miran en esa basura de forma de torear y se creen o les hacen creer que eso es el toreo. Se conoce que no tienen un DVD en su casa para ver cómo toreaban Bienvenida, o Rafael Ortega, o Antoñete, por decir tres, y ahí están abducidos por una cohorte de farsantes, de toreros que no llegaron a nada, de personajillos a tanto el folio que les cantan esa porquería de toreo en el que jamás se da el paso adelante, como si eso fuese la quintaesencia. Bueno, pues con su pan se lo coman. Hoy ha habido al menos cuatro toros para hacer el toreo y enfrente de ellos sólo ha habido vulgaridad o nada. Ayer fue Chuky, hoy el remake barato, pero entre lo de ayer y lo de hoy no hay una gran diferencia en la esencia, en el concepto. Sí que la hay en las pelas que se llevan los unos y los otros, pero tan prescindibles son los ricos como los pobres.