martes, 4 de mayo de 2010

MORTIER, EL MODERNO POR ANTONOMASIA

José Ramón Márquez

Ayer se presentó el divino Gerard Mortier ante 500 elegidos para hablarles de él mismo y de su futuro para el Real. En este cuento el Real representa el papel de la vieja rica manchega que ha matrimoniado con el hidalgo blasonado y que no tiene dónde caer. Se vino el divo a Madrid por una rabieta y durará aquí lo que dure, a costa del presupuesto. Entretanto, que los abonados se aten los machos.

Dijo:

-Habrán oído de todo sobre mi persona. Incluso que soy un terrorista del teatro moderno. Me gusta, no les voy a decir lo contrario, pero sobre todo soy un hombre apasionado por la ópera.

En su batalla por hacer llegar la música contemporánea a los oídos más clásicos, Mortier dijo que es erróneo afirmar que la música que se compone actualmente no emociona.

-Es aburrido y una rutina. A mí no me interesa ver y escuchar siempre las mismas óperas. Quiero que cuando salgan del teatro estén emocionados.

O sea, que ya se pueden ir preparando los abonados para lo que se les viene encima, que el que avisa no es traidor.
Entretanto, ese indescriptible personaje de Madrid llamado Gregorio Marañón (y) Beltán de Lis se frota los elitros del placer de verse en presencia del moderno por antonomasia, de ser el muñidor de las circunstancias que desembocaron en su fichaje y de que éste le pasee por el mundo, que Madrid se queda chico.
Sin embargo, aun con su presentación de ayer, la pregunta que flota en el aire es: ¿Cuánto tiempo durará Mortier en el poblachón manchego?