Jorge Bustos
Un dibujo de Picasso, titulado Desnudo, hojas verdes y pecho y que no es más que esas mismas tres cosas pero coloreadas como para un examen de plástica de cuarto de Primaria, alcanza en subasta los 106,5 millones de dólares en nueve minutos. ¿Y nadie va a poder convencer a los inversores de que la España de Zapatero no es que esté mal presentada, es que es cubista? Parece que no, porque el Ibex acusa últimamente el mismo julepe temblón que invade a un diputado de segunda cuando se acerca la hora de confeccionar las listas electorales, por ejemplo. “Esto es cosa de los pérfidos especuladores de Albión, que nos tienen manía”, rezongan en Moncloa y recoge Público, que para eso ha colocado allí a su ex director. Hombre, para especuladores el viejo Carlos Marx, que escribía a Engels en 1864: “Vuelven a presentarse oportunidades, con ingenio y muy poca inversión es posible hacer dinero en Londres”. Pero por invertir a corto con verdadera fiebre acabó arruinándose y escribiendo El Capital, programando con ello la ruina de la clase obrera de todo el planeta, brindando coartada ideológica a genocidas deshumanizados y permitiendo a los artistas españoles de hoy aparentar estudios y rebeldía a cambio de portar una pegatina de un tío con barbas.
El título del dibujillo de Picasso viene a sintetizar muy bien la situación del país, cuyo presidente va desnudo y los mercados lo saben, cuyos brotes verdes son una pura pintura y cuyo pecho encierra el sordo cabreo de empresarios y parados cuando topan con la mansedumbre sindical: “En llegando a esta pasión, / un volcán, un Etna hecho, / quisiera sacar del pecho / pedazos del corazón”, decía Segismundo al principio de La vida es sueño, que no es el eslogan de una marca de colchones, como pudiera pensar Aído, sino una obra de Calderón. De la España barroca hemos virado a la cubista-socialista, pero las colas se siguen haciendo delante de Velázquez mientras la directora de ARCO dimite por incomparecencia de público. Como la Bolsa.
(La Gaceta)
Un dibujo de Picasso, titulado Desnudo, hojas verdes y pecho y que no es más que esas mismas tres cosas pero coloreadas como para un examen de plástica de cuarto de Primaria, alcanza en subasta los 106,5 millones de dólares en nueve minutos. ¿Y nadie va a poder convencer a los inversores de que la España de Zapatero no es que esté mal presentada, es que es cubista? Parece que no, porque el Ibex acusa últimamente el mismo julepe temblón que invade a un diputado de segunda cuando se acerca la hora de confeccionar las listas electorales, por ejemplo. “Esto es cosa de los pérfidos especuladores de Albión, que nos tienen manía”, rezongan en Moncloa y recoge Público, que para eso ha colocado allí a su ex director. Hombre, para especuladores el viejo Carlos Marx, que escribía a Engels en 1864: “Vuelven a presentarse oportunidades, con ingenio y muy poca inversión es posible hacer dinero en Londres”. Pero por invertir a corto con verdadera fiebre acabó arruinándose y escribiendo El Capital, programando con ello la ruina de la clase obrera de todo el planeta, brindando coartada ideológica a genocidas deshumanizados y permitiendo a los artistas españoles de hoy aparentar estudios y rebeldía a cambio de portar una pegatina de un tío con barbas.
El título del dibujillo de Picasso viene a sintetizar muy bien la situación del país, cuyo presidente va desnudo y los mercados lo saben, cuyos brotes verdes son una pura pintura y cuyo pecho encierra el sordo cabreo de empresarios y parados cuando topan con la mansedumbre sindical: “En llegando a esta pasión, / un volcán, un Etna hecho, / quisiera sacar del pecho / pedazos del corazón”, decía Segismundo al principio de La vida es sueño, que no es el eslogan de una marca de colchones, como pudiera pensar Aído, sino una obra de Calderón. De la España barroca hemos virado a la cubista-socialista, pero las colas se siguen haciendo delante de Velázquez mientras la directora de ARCO dimite por incomparecencia de público. Como la Bolsa.
(La Gaceta)
