martes, 6 de abril de 2010

AL BUEY POR EL CUERNO Y AL HOMBRE POR EL VERBO

Fermín Espinoza Armillita, Domingo Ortega y
Manuel Rodríguez 'Manolete' en la Plaza de Acho, 1946



José Ramón Márquez


-¡Aquel toro! El quid del asunto estaba en aprender a fondo la profesión. Y me lancé a las capeas, toreé becerradas gremiales en Madrid, pero como no sabía bien el oficio los resultados no podían ser positivos. Ya por aquel entonces estaba deslumbrado con la forma de hacer de Juan Belmonte. Le ví torear en la plaza de Madrid y me dejó asombrado. Era el año 1913. Recuerdo que fui corriendo detrás de los que le llevaban a hombros desde la plaza vieja hasta la calle Echegaray, que era donde se hospedaba el trianero.

ANTONIO MÁRQUEZ


-Cuando yo tenía solamente dieciocho años de edad ya era matador de toros. Un chiquillo que acababa de ver en la plaza, en la Maestranza de Sevilla, la cogida y muerte de Varelito, que alternaba conmigo aquella tarde. A los quince días vine a Madrid contratado para una corrida de toros en la que encontró la muerte mi compañero de cartel Manolo Granero. Yo tuve que estoquear al toro Pocapena, que le había metido el pitón por el ojo destrozándole la cabeza debajo del estribo. Aquella misma temporada me quedé sin picadores, porque fueron heridos y un tercero que contraté para suplirles, también terminó la temporada en el hule. Aquel mismo año –repito, el primero de mi alternativa- murió un banderillero mío como consecuencia de una cogida.

MARCIAL LALANDA


-Tengo perdida la cuenta de la cantidad de toros que he matado de esa divisa [Miura]. Son toros para toreros con valor y oficio, para hombres que no se arruguen ante el sentido que desarrollan. Ese cuello “maño”, tan elástico hay que ahormarlo y reducirlo; que torear no es sólo componer la figura.

NICANOR VILLALTA


-Yo he sido torero, por eso puedo decir que el torero no es más que el elemento necesario para lucir la bravura del toro. Aquí lo importante es el toro.

LUIS FUENTES BEJARANO


-Si he de serle sincero, le diré que [los aficionados de antes] me parecían más competentes y entendidos que los de ahora. La afición estaba muy preparada. Sabían lo que veían. Hoy las masas han desbordado a los aficionados ¡Maldita manía la de las plazas monumentales!

FERMÍN ESPINOZA ARMILLITA CHICO


-El toro es el que da importancia al torero.

DOMINGO ORTEGA


-Estoy harto de que se me encasille única y exclusivamente como un torero artista. Cuando había que lidiar yo también he lidiado con el mejor de los oficios, lo que ocurría es que a mí no me hacía falta enseñar los tirantes para poder con los toros.

VICTORIANO DE LA SERNA


-[El toro de antes era] muy fuerte, muy correoso, muy agresivo. Costaba un mundo hacerle humillar. Los que sabíamos torear teníamos que esperar a ese toro que medio bajara la cabeza. Hoy en día el toro con el hocico por los suelos aparece casi todos los días.

FERNANDO DOMÍNGUEZ


El toro que les gusta hoy a los toreros, ese toro suavón, al que hay que porfiar, que no repite las embestidas, habría sido mi fracaso. A mí me iba el toro temperamental, agresivo, violento.

JUAN BELMONTE CAMPOY


-[A mí el toro me gustaba] siempre bravo, que se viniera muy pronto a los engaños. Cuando se quiere torear es muy importante que el toro tenga casta... Tengo el record de corridas de Miura estoqueadas en la Feria de Sevilla.

PEPE LUIS VÁZQUEZ


-El toro [de ahora] embiste mucho. Se le ha preparado para que no moleste al torero, pero ha perdido fiereza y no da emoción al aficionado.

MANUEL ÁLVAREZ EL ANDALUZ


-No se puede torear bien con rigidez. El toreo es ante todo naturalidad. No entiendo lo de la postura premeditada. Cuando se hacen verdaderamente bien las cosas no hace falta ponerse como un figurín.

MANOLO VÁZQUEZ


-[El aficionado antes era] más competente: entendía la técnica, sabía dónde tenían que estar colocados los toreros. Hoy van frívolamente a divertirse, a ver pases más o menos logrados, pero pases al fin y al cabo, sin comprender la mayoría de las veces lo que requiere cada toro.

ANTONIO BIENVENIDA


-Una vez me regalaron uno [un osito de peluche] y como le cogí cariño y lo llevaba a todas partes, empezaron a regalarme más. Ahora tengo una gran colección. Incluso me han tirado muñecos en la plaza.

JOSÉ TOMÁS