viernes, 21 de octubre de 2022

La España TOP

 


Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    La cultura liberalia del 78, que ya había propuesto la creación de un Ministerio de la Verdad, quiere recuperar ahora el Tribunal de Orden Público (TOP) franquista. Lo pide en TV un tertuliano en camiseta para proceder contra “la apología de ciertas circunstancias” (sic), delito, según él, en el que habrían incurrido unos chicos al cantar en la fiesta de Vox que los herederos del partido de don Agapito García Atadell, eximio intelectual y extravagante tipógrafo, nos quiere “devolver al 36”.


    Los “ruidos con la Inquisición” de un colegio mayor y de unos cantantes en lo de Vox no son producto de Internet, como sugieren los yesaires del Régimen, sino la sudoración de un pueblo que siempre ha visto en la libertad a su enemigo. La España TOP, un país de viejas del visillo, viene de una servidumbre de siglos.


    –España es un país levítico –me dijo el juez Lerga en su casa de la Gran Vía cuando fui a entrevistarlo porque, harto, dejaba la judicatura para volver a la abogacía (y ya en la puerta me despidió con un “Joven, España es una ciénaga”, que luego entendí mejor).


    No hay diferencia temporal entre el “pater inquisitor” del convento tertulianés que pide en TV una pasada por el TOP para unos pollos que cantan que el sanchismo nos quiere “devolver al 36” y aquel Pablos que en “El Buscón” denunció al ama que echaba de comer a los pollos en Alcalá con “¡pío, pío!”: “¡Oh, cuerpo de Dios, ama, hubieras hurtado moneda al rey, cosa que yo pudiera callar, y no haber hecho lo que habéis hecho, que es imposible dejarlo de decir!” “Pues Pablos, ¿yo qué he hecho?” “Yo no puedo dejar de dar parte a la Inquisición… ¿No os acordáis que dijisteis a los pollos pío, pío, y es Pío nombre de los papas, cabezas de la Iglesia?”


    Da igual quién mande: Torquemada, Felipe II, Franco, Polanco, la Otan o el refitolero Bolaños. La represión del siervo a cargo de los tiralevitas (¡España es un país tiralevítico!) del amo lleva a esa incapacidad expresiva captada, allá en el 24, por Alfonso Reyes al poner la oreja en una terraza de la calle de Alcalá: “¡Hola!” “¡Hola!” “¿Y qué?” “Pues ná.” “¿Y aquello?” “¡Toma! Pues aquello... Así, así, nada más.” “¡Hombre!” “¡Pues claro!” “Pero ¿y la cosa ésa?” “¡Vamos! ¡Quita allá!” “Es que...” “¡Quiá, hombre!” “¡Anda! ¿Y éste? ¿Qué se ha figurao?” “¡Bueno, hombre, bueno!” “¡Pues hombre!”


    –No se define nada. Precisar duele. Un vago rumor de almas en limbo


    O de moscas en un vaso. Es lo que hace a la sociedad española espiritualmente invivible, verdad que Dostoyevski puso en boca del Gran Inquisidor: la humanidad nunca ha buscado la libertad y nunca lo hará.


    –¿Ves estas piedras del desierto? Conviértelas en panes y detrás de ti correrá la humanidad como un rebaño agradecido. Pero tú no quisiste privar al hombre de libertad y rechazaste la proposición, pues ¿cómo puede hablarse de libertad, razonaste tú, si la obediencia se compra con pan?

 
    Marchando, pues, ese Tribunal de Orden Público.

[Martes, 14 de Octubre]