sábado, 31 de mayo de 2014

Jorge Bustos y Julio Romero de Torres

¡Silencio, gitanas!

Gansada

Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    El alarmismo europeo nació en Roma y lo inventaron los gansos que con sus graznidos alertaron al vecindario de la invasión de los bárbaros.

    Desde entonces, todos los pueblos han tenido su corral capitolino, que hoy es la prensa y sus críticos de las ideologías, que para “estetizar” sus alarmas, como dice mi ensayista, rugen como una indignada diva con plumas, atenta siempre a la reacción del público.

    Entramos, así, en lo que Sloterdijk llama la decadencia de la alarma, “convertida en forma autorreferencial casi hasta la lujuria”.

    –¿De qué le sirve a la opinión pública un ganso solista que grazna un aria demencial cuando es imposible ver a un solo moro en toda la costa?
    
De dar crédito a los gansos, la larga noche del fascismo se cierne sobre nosotros porque unos cuantos franceses quieren que Marine (Le Pen) sea Marianne, símbolo de la República donde un socialista español, Valls, ha llegado a primer ministro con lo más reaccionario del programa de Marine, disparándose la abstención europea (“desafección”, para la clerecía franquista).

    –Esto lo arreglo yo con el voto obligatorio –dice el arbitrista español con una lógica de Sombrerero Loco que le permite transformar un derecho político en un deber cívico, es decir, en una gansada constitucional.

    Tendríamos, pues, que el voto (como el fascismo en España o como el ateísmo en Rusia), cuando no está prohibido es obligatorio.

    Para abrirse un hueco en el corral capitolino, el ganso español hace de la democracia (que sólo es un reglamento) su religión, y si percibe crisis de vocaciones o huecos en los bancos de la iglesia, decreta, como el cura trabucaire, la misa obligatoria.

    –Votar es bueno –es su mejor argumento intelectual.

    Y es que para los platones todo lo existente es bueno: empiernarse con Sylvia Kristel, ir en bici por la acera, comer cogote de merluza, llevar un blog de poesía y, por supuesto, votar. En el sistema español, votar cuando y a quien ellos digan.

La Macarena en Miguel de Mañara



 Esquina del Alcázar

 Miguel de Mañara

Los macarenos dicen...

...que su Macarena es la Madre de Dios...

...y que todas las demás son... Vírgenes

Vigesimoprimera de Feria. La gala de Medina, la flor de Juan Pedro



José Ramón Márquez

La cosa estaba muy clara para algunos: la de hoy era la peor corrida de la Feria del Isidro ’14. Eso se nota porque se produjo una nueva lluvia dorada en forma de entradas regaladas, que si ya es difícil convencer a alguien de que te acompañe a los toros con un cartel de nombres famosos, no te digo lo imposible que es llevar a alguien a la Plaza con uno como el de hoy. Sin embargo, mira qué cosas tiene esto de los toros, esta corrida por la que nadie daba un duro ha resultado ser de las más interesantes del larguísimo serial, simplemente porque hoy salió por chiqueros lo que ayer ni olimos.

¡Quién nos iba a decir que un día íbamos a estar echando flores a un encierro de El Montecillo! Pero así es, y esto demuestra que es cosa muy útil ir siempre a los toros con la mente despejada y desprovista de prejuicios, tanto hacia los toros como hacia los toreros, no vaya a pasar algo y el prejuicio te impida verlo.

La corrida de hoy, como se dijo antes, llevaba la divisa blanca y verde de El Montecillo, es propiedad de don Francisco Medina Aranda, conocido por sus íntimos como Paco Medina, y su representante es el tratante de charolais que la víspera echó al ruedo de Madrid la infumable bueyada que ya quedó suficientemente reseñada en su lugar correspondiente, don Moisés Fraile.
 
El encierro de cuatreños que El Montecillo mandó a Las Ventas tuvo presencia, variedad de comportamientos, casta, personalidad, seriedad y movilidad. Es decir, todo lo contrario de lo que uno espera cuando en la famosa página 14 del programa oficial lees eso de que, con arreglo a su origen, es ganado que “se arranca pronto y lo hace galopando con alegría y fijeza”, maldición gitana que usualmente suele ocultar tras ella la máxima expresión de la supina bobería, saludada por la crítica entera y por parte de la afición como el comportamiento propio de los “toros artistas”. Sinceramente no creo que en los planes de don Francisco, Paco para los amigos, esté el criar ganado de las características de lo que hoy ha soltado en Madrid. Si lo que quieres es casta, listeza y acometividad no te vas a por ganado juampedrero. Quien decide hacer su ganadería sobre la base de la juampedritis busca cosas muy concretas que, generalmente, no se corresponden con que los toros saquen los pies del tiesto o manifiesten rasgos de personalidad diferentes de las canónicas alegría y fijeza citadas cansinamente por el programa oficial de cada tarde. Cuando a un ganadero juampedrero le sale una corrida como lo de hoy, lo suyo es pensar que al amo se le está yendo de las manos la ganadería, y que cuando entre los llamados profesionales se corran las noticias de lo de hoy, magnificado el vilipendio por la crítica lanar, las posibilidades de sacar al Mercado, de por si tan medroso, los productos con el label Montecillo, va a ser una tarea harto complicada.

La terna anunciada para torear los Montecillo estaba compuesta por Miguel Abellán, Paco Ureña y Joselito Adame: Usera, Lorca y Aguascalientes.
 
Cuando salta a la arena Carpetón, número 11, castaño con bragas, llama la atención su trapío. Es un toro muy serio en el tipo de juampedro, de aires veragüeños apunta J.P., que se tira al caballo con fuerza, empujando, por más que El Soro se empeñe en taparle la salida, encerrando al toro en  un callejón entre las faldas del penco y los tableros de la barrera. Acude el toro a banderillas con alegría y, en la faena de muleta, enseña una embestida nada estúpida frente a la que Miguel Abellán -casi dieciséis años de alternativa- pone su toreo vulgar y desprovisto de la más mínima elegancia. Como el torero viene a hablar de su libro, no se percata de las condiciones del burel y trata de aplicarle la faena que traía prefijada, aunque quizás hablar de faena sea algo exagerado, hasta que el toro acaba echándose a los lomos al torero, dejando su característico vestido blanco perdido de sangre -del toro-  y dejando al torero contusionado camino de la enfermería tras pasaportar feamente al animal.

En segundo lugar salió Balancín, número 29, acaso el toro más claro para la muleta del encierro de don Paco, cuya lidia y muerte a estoque correspondió a otro Paco, Paco Ureña, que anduvo por allí a ver cómo le metía mano al bicho. Fue planteando el murciano la faena con cierto sello personal e  interesante, aunque sin dar el paso adelante y, sobre todo, sin imponerse al toro, efecto deleznable del neotoreo concebido para no tener que poder ni mandar a los toros.

De entre los seis pupilos de don Paco el de más fiereza fue el tercero, Farruco, número 18, que consiguió llevar a Joselito Adame al límite de su valor y de sus conocimientos taurómacos. Farruco demandaba frente a él un torero de una pieza, y de nuevo vuelve la añoranza de un Ruiz Miguel, que hubiese sido capaz de oponer al bicho una sólida base técnica, una poderosa muleta y un valor contrastado. Nada de eso puso Adame sobre el tapete, si acaso lo del valor, y a medida que el toro se fue enterando de las carencias del hidrocálido, se fue haciendo dueño de la situación. Fue especialmente penoso ver al mexicano tratando de machetear a su manera a Farruco, al final del trasteo, y fue un gran alivio verle pegar el bajonazo con el que acabó con el bicho.

Con Abellán en la enfermería, se corre turno y sale Triunfalista, número 23, un castaño muy serio y ofensivo ante el que Paco Ureña presenta idénticos argumentos que en su primero, sin que su trasteo por las afueras, tan poco comprometido, cobre vuelo ni consiga llegar al tendido. Cuando el toro hace por el torero derribándole y calándole en las postrimerías de la faena es cuando el público echa un poco de cuentas del torero que, de manera pundonorosa, permanece en el ruedo hasta acabar con el toro, pese a llevar una cornada.

Cuando muchos pensábamos que, viendo el desarrollo de la tarde y la dureza del ganado, Abellán optaría por no volver al ruedo, sale el de Usera de las manos de Padrós para enfentarse al quinto, que debía haber sido cuarto, Raspiya, número 20. Era una pena ver a Jabato poner el penco en suerte y, sobre todo, su forma de agarrar la vara, como quien va a pescar al río. Abellán se lleva el toro a la solanera, siempre tan agradecida, y plantea una sucesión de pases más o menos afortunados -es imposible hablar de faena, pues no hay tal- rematados la mayoría por arriba, perdiendo a veces el engaño, acompañando las embestidas de Raspiya, más que toreando, y llegando al tendido en los momentos que el animal corrió más o menos tras la muleta. Abellán vio claramente que la suma de emociones de la tarde podía llevarle al triunfo y aprovechó cuantos recursos escénicos tuvo a mano. Una estocada de zambullón tirando la muleta a la cara del toro por lo que pudiese pasar le hizo triunfador de la tarde.

El sexto de la tarde fue Mensajero, número 7, otro castaño muy serio. Adame brindó al público pensando, acaso,  que el toro era de condición bonancible. Pero el toro tenía bastante que torear y, nuevamente, Adame se encontró en pelotas ante el oponente, sin recursos técnicos, sin poder poner frente a la embestida de Mensajero la verdad de una sólida muleta, de una mano de acero. Lo mató como pudo y todos nos alegramos de que saliese de la Plaza por su propio pie.

A veces pasan cosas que uno no ve. Dejo constancia de que en la opinión del solvente aficionado y querido amigo Mariano Paniagua, tendido alto del 7, Abellán en su segundo dio dos estimables series con la derecha. Yo no las he visto, pero anotado queda por si sirve de pista.

Sábado, 31 de mayo

A mí, Sabino

viernes, 30 de mayo de 2014

Un marco para la Macarena

Catedral

Segunda División. Los de abajo

Aquel debut europeo de José Rodríguez


Francisco Javier Gómez Izquierdo

Si reñida la cabeza, la cola es pelea tumultuaria, de la que pudieran salir penados sin aparente culpa.
       El Hércules ni es la peor plantilla ni el peor equipo, pero ya no tiene salvación. Portillo, De Lucas, Ortiz, Assulin, Falcón, Peña, Pamarot.... parece que fueron llamados para que el equipo fuera consejo de sabios por su experiencia en Primera. Sobrados de calidad, tardaron en darse cuenta de que en Segunda hay que saltar al campo con sangre en los ojos y el ánimo inquieto. En defensa nunca alcanzaban al delantero, los centrocampistas eran sosegados y la delantera resolvía por libre y sin disciplina. El Hércules ha sido un caos institucional y aún queda por ver si su sitio es 2ªB.
        
El Castilla no me gustó nada el otro día. Pero nada, nada. Al gitano José Rodríguez le han amputado su altivez en el centro del campo y lo  han mandado a triscar las curruyelas de la cuneta izquierda, dejando sitio a Álvaro Medrán, un chiquito que marcó un día un gol desde el centro del campo y al que le falta presencia y autoridad. El portero Pacheco es internacional y aún me pregunto por qué. Los centrales no son de fíar y arriba libro a Lucas, un carrilero que anda y corre con defecto ¿piernas con distinta medida?, pero que parece el de más conocimiento en las aplicaciones tácticas.  Creo oportuno señalar que Raúl de Tomás, ese delantero que se peina como Cristiano, se afeita como Cristiano y levanta las manos como Cristiano... no va a ser nunca como Cristiano. Viéndolo correr echando atrás el trasero, parece criatura nacida para engordar, y perdóneseme la manía de señalar.

      El Alavés es equipillo con muchas limitaciones hecho con meritorios de 2ª B y en el que es destacable el zurdo Viguera y mi conocido Guzmán Casaseca, al que tanto bueno le deseo. Al “Glorioso” puede beneficiarle el calendario y si gana al Numancia en Mendizorroza se la juega a vida o muerte en el último partido ante el Jaén.

       Al Gerona lo he visto poco, pero si tenemos en cuenta que puede salvarse ganando al Deportivo la última jornada y como lo más probable es que el Deportivo ascienda este fin de semana, los catalanes pueden encontrarse con un regalo inesperado, siempre que precisamente el Jaén sucumba en Riazor mañana.

      El Jaén. Para mí, el equipo más flojo, con perdón, de la categoría. Se las va a tener contra Dépor y Alavés. Dos finales morrocotudas para un grupo falto de experiencia dirigido por Manolo Herrero. Un pedazo de entrenador que ha sacado petróleo de un equipo casi menesteroso. De un equipo formado con futbolistas libres a los que no se puede pedir más.
  
¿Y el Mallorca? ¡Ese equipo hecho para el ascenso! Creo que es quien peor lo tiene, a pesar de no faltarle recursos. De una calamidad defensiva inusual en la categoría, suma más puntos de los que merece y no veo capacidad de resistencia ante los vitorinos que lo esperan: Las Palmas en la isla y Córdoba en El Arcángel. Serra Ferrer ha puesto a un defensa -Olaizola- de entrenador por remediar el hundimiento, pero me huele tan mal como el Hércules y no deseando mal a nadie, confieso que sólo pienso en la victoria del Córdoba al cierre de la Liga.

     No creo que a nuestro Mirandés y a la Ponferradina -dos ejemplos competitivos de pueblo- les salpique una peste descontrolada de resultados, pero harían bien en cuidarse mucho mañana, aunque al Mirandés siempre le quedará el casi seguro empate preventivo ante el Lugo en la última jornada.
     La jornada: Alavés-Numancia; Deportivo-Jaén; Mallorca-Las Palmas; Castilla-Sabadell; Ponferradina-Girona y Mirandés-Hércules.

Ópera

El autobusero de la ópera


Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    La tarde de los “ibanes” en Las Ventas coincidió con el funeral por Pepe Blázquez en San Marcos (donde “la Sabatina”), a la misma hora que hace veinte años saltó a la arena venteña aquel tsunami del campo que fue “Bastonito”, “ibán” de los “ibanes”, fiera corrupia que cubriría de gloria al césar del toreo, Rincón, con quien en junio último, por el aniversario del toro inolvidable, montó Pepe en su “Casa Salvador” una sobremesa (ese invento cubano) que nos llevó hasta la cena.

    –Se torea desde la esquina o se torea desde en medio de la calle, esperando al tranvía –nos dijo aquel día Rincón, sin decir “alcayateo”–. A mí siempre me tocó estar en medio de la calle.
    
Otra nube con agua de mayo y la Gran Vía huele a hojarasca mojada. Tomo un autobús para volver a casa y el autobusero lleva en la radio el “Intermezzo della Cavalleria Rusticana”, que los escasos viajeros escuchan con cara de indios comiendo bicarbonato y compostura de estar en el Real. Si cierras los ojos, te ves en el autobús de Robert de Niro en “Una historia del Bronx”, sin saber que la primera ópera radiada se dio en Nueva York: la “Rusticana”, con Caruso.
    
El autobusero madrileño es muy de radio en alto, pero acostumbra poner tertulianos, cuya algarabía se mezcla con la del viaje, a base de discusiones celulares y relatos de enfermedades.

    ¡Mascagni por Jorgeja!
    
¿Asistimos a una renovación cultural de la empresa municipal de transporte con motivo de la movida electoral?

    La ópera va más con Barcelona que con Madrid. Allí, Pla seguía la temporada por la vestimenta del crítico Pena, wagnerista furibundo: si aparecía de esmoquin, habían dado un Wagner; si de crudillo, habían dado una italiana.

    Carandell contaba que el nacionalista es wagnerista por “Parsifal”, que viene de “Perseval”, héroe del que tomó el argumento Wagner, que creía que el Monasterio de Montserrat se levanta sobre el castillo de los Caballeros del Grial, bajo el nombre de Montsalvat.

Vigésima de Feria. Una tarde con Isabel Preysler


Una tarde con Isabel Preysler...

José Ramón Márquez

La cosa estaba cantada, porque siempre es igual. Mandaron al campo a una legión de ojeadores, oteadores, veedores y mirones y se trajeron a Madrid, envuelta en celofán, la más pura basura. Cuando decimos basura nos referimos a los seis semovientes que vinieron a Las Ventas desde Salamanca, disparate ganadero perpetrado por un tal don Moisés Fraile Martín, ganaduros de Tamames.
A ver cómo explicamos la defecación que envió a Madrid el tal don Moisés. A ver cómo se puede expresar la profunda vocación antitaurina de quien cría semejantes birrias y no tiene empacho en embarcarlas en un camión con destino a Las Ventas cuando su único destino posible es el matadero. A ver cómo explicamos que los tales Fraile, los unos y los otros, excepto Carolina, que atesora el grial de Graciliano, son unos pésimos ganaderos, y a las pruebas me remito, que ni con los lisarnasios ni con los atasardios ni con los juampedritis ni con ná de ná son capaces de echar en Madrid una maldita corrida de toros como Dios manda.

A Madrid vinieron seis detritus como si fuesen toros de lidia, que a buen seguro los trajeron en el camión de la basura, a hacer el mayor vilipendio de los pocos que se dedican con ahínco, con responsabilidad, romanticismo y empeño en la cría de auténticos toros de lidia, porque lo que vino a Madrid no eran toros, eran vacos débiles, febles, contrahechos, feos, mal presentados. Y el tal don Moisés se estaría partiendo de la risa al ver que el Presidente, un señor que guarda cierto parecido con don Manuel Azaña, se tragó las seis mugres que mandó a Madrid en el reconocimiento previo, en el de antes de la corrida, así como en el ruedo que esos desechos nunca debieron hollar.

Decimos El Pilar y la mente del aficionado vuela de inmediato hacia El Raboso, que fue el que fundó esta ganadería a base de ese vivero de bravura, casta, fiereza y acometividad que es el hierro de Aldeanueva, ganadería dilecta de los toreros de la parte alta del escalafón hace no tantos lustros, basada en el inefable juampedro y seguramente con alguna adición de Lisarnasio, que lo Lisarnasio a estos Fraile les gusta más que a un tonto una tiza, y digo lo de la adición porque el miserable del cuarto, Potrico, número 49, tenía una lisarnasiez encima que no se la saltaba un Fraile, aunque de esto quien nos podría informar de dulce sería Barquerito, que es el que chana.
 
La bazofia del Raboso, acrecentada por la acción y efecto del bueno de don Moisés, por su esmerada selección, por sus cuidadas tientas, por su ojo experto, ha dado lugar a un nuevo tipo de ganadería, la ganadería en plancha, un ganado de aptitud cárnica que está pidiendo a gritos la sala de despiece del  matadero frigorífico de Béjar o del de Guijuelo, nobilísimo fin para esos bueyes.
 
La terna que husmeó, revisó, requetemiró y aceptó los bueyes de don Moisés estuvo compuesta por  Sebastián Castella, José María Dolls Manzanares III, y Alejandro Talavante, torero extremeño.
 
De la plasta que pegó Castella con su primero y de la que repitió con el segundo casi no se debe ni hablar. Castella no dio un solo pase a derechas, no se colocó una vez ni medio bien, no hizo un quite, ni una sola cosa que se deba reseñar. Castella sólo vino a Madrid armado de un gran paraguas de aburrimiento con el que tundir al toro y a los bobos que estábamos en la Plaza. Dicen que venía de una cogida, pero nadie le pide que se anuncie si no está bien, aunque da la impresión de que lo mal que ha estado tiene más que ver  con otros asuntos distintos de lo de la recuperación.

Lo de Manzanares III es inefable. Se presenta el tío con un vestido que parece que lo ha robado de una carroza del desfile del Orgullo Gay. Previamente había hecho unas declaraciones de que él estaba fuera del griterío de la PPTPM (Primera Paza de Toros de Pueblo del Mundo) porque lo suyo es disfrutar y se iba a pegar un atracón de disfrute esta tarde en Madrid. Ahora, que, para calibrar eso, sería preciso aquilatar qué es para Manza eso del disfrute, que mucho me temo es estar haciendo corretear al toro a su alrededor, como los derviches giróvagos, hasta que se produzca el éxtasis. O porque no le salió lo que él quería o porque no era su tarde y no le salió nada de lo que intentó con el toro. El toro, tonto como el que asó la manteca -y esto vale para ambos-, estaba de ayudante del disfrute, y bien porque no le habían avisado o bien porque no se enteró, no supo qué hacer para ayudar al Maestro a lo del disfrute. El resultado es que Manzanares III no disfrutó, o no hizo llegar al tendido la sensación de que había disfrutado, aunque a veces la procesión va por dentro, como es bien sabido. Estuvo realmente pesado, que a lo mejor su forma de disfrute es dar la murga a 24.000 personas que no le han hecho nada.
 
Y luego Tala. Tala, Tala, Talavante. Ahora, imbuido del espíritu de Curro Vázquez, su vigente influencia, se arriesga a hacer en uno unas verónicas y en otro unos delantales. Con el primero Talavante se contagió de la plasta de Castella o del disfrute de Manza y su faena no existió, simplemente se dejó correr el reloj hasta que llegó el momento de meterle un espadazo al toro. Con el segundo fueron muchos -¿todos extremeños?- los que pensaron que la cosa iba a funcionar, aunque el buey no estaba por la labor. Con el sexto dio los mejores momentos de una tarde prescindible y gafada desde el principio por la ganadería; se medio quedó en una serie de redondos y por lo menos estuvo vertical. Pedirle que se cruzara o que por lo menos no retrasase la pierna de salida era como pedirle a uno de los canarios de Cucho que se ponga a interpretar la 9ª Sinfonía de Mahler. Como viene siendo habitual en el torero la faena se fue desarrollando en diversos lugares de la Plaza. No podemos hablar de altibajos en ella porque todo fue de tipo bajo.
 
Si esta corrida la llegan a organizar los antitaurinos esos del PETA no lo hubiesen hecho mejor. En una tarde de “No hay billetes”, con famosos en los tendidos, con fotógrafos y cámaras de TV, la corrida tenía que haber sido un éxito clamoroso. De esta manera, principalmente, aunque no totalmente, por culpa del ganado, la corrida ha sido una espléndida propaganda del antitaurinismo del interior, que es el que cree que se puede tapar la ausencia de toro gracias a las beldades que llevan bordado de oro en la chaquetilla y no son picadores. Deplorable espectáculo el que se ha ofrecido,  porque, no cesaremos de repetirlo, en un espectáculo que se llama “los toros”, la única salvación está, precisamente, en el toro.

...y Nuria González

 Fleming

 ¡Don Fernando!

 Don Fernando Bergamín y Arniches tomando posesión de su abono


 El hombre de Rosa Díez, esa máquina de reñir, en la andanada

 Juan Palette o la Ilustración

 Florencio o el Casticismo

 La montera del callejón

 Isabel, a mesa y mantel

 José María Dolls vestido de Freddy Krueger Doll

 Brunelleschi, el mago de la perspectiva, mirando a Il Duomo de Alicante

 El botijo de Le Coq

 ¡Pobrecillo!

 Los espolones de Le Coq

 Pulguitas en la barrera

 José María...

 ...Manzanares...

 ...a la brega...

 ...con este resultado

 Flores (Samuel) sobre el nido de Abella

 Amorós no quiere verlo

 "¡Pe - tar - do!"
(El 7, que ayer no merendó)

 Posando de Azaña


 Ni asomo de Talavante

 Le Coq con el bicornio de Bonaparte reglamentario

 Diseñado por el sombrerero Poupard en fieltro de castor

 El pueblo lo llamaba "le petit chapeau"

 Molés y Emilio Temple cantando el nuevo himno del Madrid,
 una vez acabadas las palabras para No Contar lo que veían

 Tendido de picar para las figuras

Pintxos

 Cigarrette

 Escobilla

 Serrucho

La Autoridad echando la pierna alante

 Manzanares echando la pierna atrás

Petición (en mofa)