martes, 30 de noviembre de 2021

Los azules

Air Force One

 

Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    Nuestro aparato visual puede distinguir unos diez millones de matices de color, pero el color que se impone (cielo, mar, el modernismo rubeniano, la libreta jurídica de Coke, la libreta ministerial de Aznar) es el azul, color corporativo por excelencia.
    

Cuando los falangistas buscaban uniforme, Gecé propuso la blusa, pero Primo de Rivera impuso “un color de camisa neto, serio y proletario, el azul mahón, y no se hable más”. El mahón fue destiñéndose, y los Azules de la UCD eran los francofalangistas desvaídos que en el 77 pensaban cosas que en el 2000 han dicho los intelectuales de un partido naranja. A la muerte del general, Rosón, admirador de Lina Morgan, gran vedette de “Celeste… no es un color” en La Latina, dio salida al stock de camisas falangistas sin estrenar enviándolas, en concepto de ayuda, a Guinea Ecuatorial, que ya disfrutaba de una Carta Otorgada (obra de Herrero de Miñón, compañero de Rosón, asesorado por Condomines) como la que nos caería en el 78.


    Bernabéu siempre dijo que “Franco sabía más que la paloma azul”.


    –Lo malo es que no existen palomas azules –contestó Pemán cuando el duque de Pinohermoso fue a decirle lo mismo.
    

Aparte el recibo de la luz, la señal de que el mundo se oscurece es que en América, cuna revolucionaria de la libertad, el azul del nuevo Air Force One se vuelve más oscuro (“más estadounidense”) a instancias de Trump, que decidió cambiar el “azul bebé” (expresión trumpiana) con que Jackie Kennedy había envuelto el avión presidencial. Y en Francia, cuna revolucionaria de la igualdad, Macron ha cambiado, sin consultar, el azul de la “Tricolore”, oscureciéndolo para recordar a la revolucionaria del 93, aunque también podría tratarse del azul moretón, que es el color que define el mandato macroní durante el cual los franceses se han llevado más porrazos que bajo Napoleón, cuyo urbanismo, por cierto, diseñado para desplegar cañones en las calles contra insurgencias populares, inspira la reforma de la madrileña Plaza de España.

[Martes, 23 de Noviembre] 

"Se pinta de verdad cuándo la mano va un instante antes que la cabeza"


 
Los cuadros insistidos y resobaos es imposible que transmitan lo que dices. Es como cuando ves terminado un puzzle de 1000 piezas, o una torre Eiffel de cerillas, o una colcha de ganchillo, a mí me dan un mal rollo enorme. ¡Cuántas horas de vida malgastadas!

 

Mariano (Gistaín) me ha hecho esta entrevista. La "pego" por si es de vuestro interés.

ENTREVISTA

Me quedo horas mirando tus cuadros, caminos, Zaragoza allá abajo, gasolineras, cielos. No puedo explicarlo, me desborda. Con los elementos que hay, colores, formas, luces... no es bastante. En tus cuadros siempre hay algo inexplicable, que no se puede nombrar.

-¿Pintas en trance?

-No sé si en trance, pero no dándole demasiada importancia, sí. Si me concentro demasiado, como sacando la lengua entre la comisura de los labios, mal, sale un churro. Si lo hago con demasiado desdén, mal también. Se tiene que pintar con facilidad, aunque esto paradójicamente es muy difícil. Se pinta de verdad cuándo la mano va un instante antes que la cabeza. Pero tú ya lo sabes: escribir es lo mismo.

-Por un lado tu pintura es pura materia, o quizá quiero decir eficacia: lo justo para producir un 'efecto cuadro', perfecto: una ecuación tiempo/ejecución... Productividad, incluso facilidad. Pero al mismo tiempo tus cuadros son infinitamente espirituales.

-Acabo de leer un ensayo-biografía de Sorolla escrito por Felipe Garín y Francisco Tomás (que ahora mismo está de rebajas en el Vips) en el que se trata este asunto de la “facilidad”. Este ensayo reproduce las críticas en este sentido de Unamuno, Valle Inclán, Ortega, etc, o lo que es lo mismo: los intelectuales de la época, a la facilidad, como antítesis de la verdadera creación. La verdadera obra de arte habrá de sufrirse. En realidad es un canto al sufrimiento. Enfrentados a esto están Sorolla y Blasco Ibañez, que se hicieron riquísimos no haciendo ni puto caso a la panda de estreñidos que les criticaban. En los últimos tiempos ha pasado un poco esto mismo. El verdadero artista, según ellos, se nutrirá del tormento interior. Yo nunca he pensado esto y por eso no les gusto a los próceres de las artes y pero no me importa..

-Muestran lo que no existe. Eso quiero decir.

-Al contrario. Creo que mis cuadros muestran lo que existe, lo que pasa es que nadie se para a mirar, fijándose, lo que tiene delante de sus narices. Prefieren ver el mundo a través del ordenador, de la televisión, de los periódicos o de lo que les cuentan. Se sienten así mas seguros, menos intranquilos. Ver, fijándose, la calle en la que viven desde hace tanto, iluminada por la macilenta luz de las farolas, al anochecer les hace percatarse de que el paso del tiempo les muerde en la carne y de que su tiempo es finito. Y eso no hace ninguna gracia.

-¿Cómo te ves en el ensayo que te ha dedicado Julio José Ordovás?

-Pues está cojonudo. Ha hecho un gran trabajo. Me ha seguido unas semanas y ha anotado mis ocurrencias. Está escrito extraordinariamente y lo digo porque cuándo lo lees no eres consciente de que estás leyendo. Esto, para mí, es la prueba de que es bueno.

-¿Qué es lo que más te ha sorprendido?

-Que lo haya hecho tan bien.

-Tu blog (http://pepe-cerda.blogia.com/) es un clásico de la claridad. El lector sabe que siempre va a sacar algo.

-Ahora ya no tengo ganas de escribir como antes. Desde que murió Félix me cuesta mucho más. Creo que lo escribía sobre todo para él.

-Cuentas cosas sencillas, como que te gusta picar con el azadón en el campo, pero la anécdota remonta el vuelo y llegas a conclusiones y reflexiones muy originales. ¿Cómo se hace?

-Pues sin darle ninguna importancia. Dejando que la cabeza vaya de un sitio a otro y sin pretender tener éxito.

-¿Qué piensas de Félix? ¿Te descubres a veces hablando con él?

-Félix me ha dejado en la orfandad más absoluta. Él me quería intrínsecamente y me obligaba a hacer aquello que quería hacer desde siempre y que siempre posponía. Antes te he dicho que ya no escribo porque sé que Félix no lo va a leer, y es así. Félix paliaba la terrible soledad del creador, o por decirlo de un modo menos pomposo, de los que nos empeñamos en hacer cosas que ni sirven para nada ni nadie nos ha encargado. En Villamayor, en el bar, cuando digo que tengo mucho trabajo porque estoy preparando una exposición, me contestan “Eso es bueno, con el paro que hay”. Cómo les explico que el trabajo que yo tengo consiste en tirar mi bolsa y mi vida preparando unos cuadros que posiblemente no se venderán, y que si se venden, tardaré en cobrar y no cubrirán mis gastos. Félix se dedicaba a lo mismo que yo y que tú, y aún a pesar de eso quería nuestro bien. Pero lo quería activamente, empeñándose, no se queda en los políticamente correctos “buenos deseos” con palmadita en el hombro y puñalada trapera de los demás. Félix era igual de bocazas que yo y absolutamente incapaz, al igual que yo, de hacer el mal a sabiendas. Siento enormemente su muerte. Y pienso mucho en él. Pero sé que a ti te ocurre lo mismo. Sé que él te quería de igual modo que a mí.

-¿Te sorprendiste diciéndole algo inesperado a su biógrafo, Jorge Martínez Lucena, si es que hablaste con él?

-Sí. Su biógrafo contactó conmigo en primer lugar. Le dejé un comentario en una reseña que había hecho sobre “Amarillo”, el libro de Félix, y vino a la presentación póstuma del último libro de Félix en el Principal y yo era su único contacto. No me sorprendí de nada que le dije y hablé con él sin ninguna autocensura. Creo que así lo hubiese querido Félix.

-¿Crees que la muerte es una limitación o piensas que puede tener algún truco, una salida a otro universo?

-Creo que es el final. En el poema de Vicente Pascual lo cuenta muy bien: Cuando venga la muerte me dirá:” - Ya está”. Y le diré: “¿Ya está?”. Y me dirá: “Ya está”. No lo sé contar mejor.

-El momento de presión que nos agobia, ¿influye en tu pintura, en los nuevos proyectos, en tu actitud?
-Absolutamente. Procuro que no me influya, pero no lo consigo. Nos enfrentamos a muy malos tiempos para nuestros quehaceres. Pero me sigo tirando sin red como antes. Con más miedo y con la misma inconsciencia.

-¿Qué te gustaría que te preguntaran en una entrevista y nunca te preguntan?

-¿Necesita usted una casa de 500 metros cuadrados en París? Tengo una que me gustaría cederle.

-¿De dónde sale esa felicidad que transmiten todos tus cuadros? (incluyendo el del payo al que van a fusilar que lleva el puro entre los dientes, por citar alguno)

-Supongo que de la levedad con que están hechos la mayoría de ellos. Los cuadros insistidos y resobaos es imposible que transmitan lo que dices. Es como cuando ves terminado un puzzle de 1000 piezas, o una torre Eiffel de cerillas, o una colcha de ganchillo, a mí me dan un mal rollo enorme. ¡Cuántas horas de vida malgastadas!

-¿Sería la felicidad el núcleo de tu pintura?
-Me gustaría que así fuese.
 
[Agosto 2012]

 

Martes, 30 de Noviembre

 

Valle de Esteban

La hoguera pone al campo de la tarde
unas astas de ciervo enfurecido.
Todo el valle se tiende. Por sus lomos,
caracolea el vientecillo

lunes, 29 de noviembre de 2021

Pablo Villa, un indignado con causa

 

 
 Pablo Villa de negro con Emery en el Sevilla
 

El Gladiador


Francisco Javier Gómez Izquierdo

       Al primero que le salió del alma cantarle a Xavi el abuso arbitral contra el Villarreal en particular y a favor del Barça en general fue a Pablo Villanueva Fernández, "Villa". En Córdoba "el Gladiador". No sé ahora, pero Pablo Villa siempre se ha considerado un obrero del balón y con la sinceridad y bondad que le caracterizaba le escuché decir que estaba obligado a sufrir dolores en su maltrecha rodilla por necesidad. Por llevar los garbanzos a casa. No he conocido nunca que la esposa de un futbolista se apunte al autobús de la afición para ver a su marido jugar. Tal situación la vivió un servidor en un viaje a Huelva en un fútbol menesteroso.


   En Córdoba no hemos visto rendirse jamás a Pablo Villa, ni ahorrar esfuerzos, ni amilanarse ante peloteros pintureros. Villa no era un dechado de calidad y a veces fallaba balones fáciles, pero jamás fue abucheado o cuestionado por el cordobesismo, orgulloso de un tipo que lo daba todo. Creo que nadie ha recibido más ovaciones en El Arcángel que Pablo Villa.
    

Pablo Villa se hizo entrenador y ascendió al Córdoba B de 3ª a 2ªB. Fue llamado al primer equipo para sustituir al peor entrenador que servidor ha conocido y como todo se hizo mal desde el principio, al bueno de Pablo lo despidieron con el equipo en mitad de la tabla. Unay Emery, al que le gusta la fidelidad de los pocos buenos amigos, lo tiene en su "staff" y se lo ha llevado allá por donde ha entrenado. Me he alegrado de corazón cuando lo veía en el banquillo del PSG, Arsenal, Sevilla y ahora Villarreal porque me consta lo que ha padecido y luchado en el fútbol de los pobres. Los locutores nombran a Idiákez como segundo de Unay, pero servidor se fija en Pablo Villa y su cara concentrada cuando enfocan el banquillo.
      

Pitó el final Soto Grado y las cámaras buscaron a un Xavi que estaba diciendo no con el dedo a nuestro Villa y le soltaba una lección magistral sobre cómo ha de entenderse la función del VAR en el fútbol moderno. "El VAR debe intervenir cuando nosotros entendamos que es justo y necesario" diría Xavi o cosa parecida. Al poco llegaron Idiákez y los demás a decirle lo mismo que Villa y a todos parecía soltarles el mismo discurso ventajista que usan los bendecidos por las instituciones... diciendo "no" con su dedo neroniano.
     

No es cosa de insistir sobre la desgracia que a mi parecer ha llegado al fútbol con el VAR, pero creo que las inclinaciones de los árbitros van donde han ido siempre. Antes y después del VAR. Con los dos grandes. Antes el árbitro se equivocaba y ahí tenía su defensa: el error humano. Ahora los árbitros deciden como si tuvieran ataques de enajenación mental o lo que sería imperdonable tomando decisiones injustas a sabiendas. Se admite que el señor Soto Grado no viera la mano de Piqué. En el fútbol antiguo, otro penalty al limbo. Al fútbol de las televisiones el VAR vino para chivar al colegiado lo que no ve y el sábado Don Soto Grado, como ayer Don Sánchez Martínez, debieron ser llamados por los "manejantes" del VAR, conforme dicen los que saben que también dicen que en lo de Piqué o Alaba no tiene por qué entrar el VAR.
    

Ni me he enterado, ni creo vaya a enterarme nunca del asunto. Xavi lo explica y lo explicará de continuo con mucho conocimiento.

Lambrettas y penaltis

 

La lambretta de Vinicius al argentino Nahuel Molina

 

Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    Goleada nazarí del Madrid en Granada, donde todo es nazarí para la lírica periodística, incluido el mítico “este partido lo ganamos sin bajarnos del autobús” que soltó Helenio Herrera, entrenador del Barcelona, en tiempos de Miró Sans, que él sabría por qué Herrera hablaba en clave tan nazarí.


    Ni el Madrid era el de Amancio ni el Granada era el de Fernández, pero ahí estaban Vinicius, el jugador que justifica el precio de la entrada para ver al Madrid, y Monchu, que hizo una caricatura de Fernández y el árbitro, con buen criterio, lo sacó del campo: su entrada al extremo fue un “a mamarla a Parla”, porque no hay nada en el fútbol que moleste más a los brutos que las prestidigitaciones de Vinicius, que se ha quedado solo en su mano a mano mediático… con Xavi.
    

Vuelve Xavi. Vuelve el “fúpbol”, en el que “pe” es “pi”, símbolo de la pedagogía xaviana: el penalti ontológico. El “fúpbol” es el espacio-tiempo de Busquets, que según Xavi sabe más que Einstein, rematado con un penalti inexistente o xaviano.
    

Xavi se desmaya y es penalti. Busquets me mete el dedo en el ojo, y no –en resumen de David López, capitán del Espanyol, que perdió su derbi con un penalti inventado, algo que no podía ofrecer Koeman.
    

El xavismo viene de la edad dorada de las Desdémonas, como en mayo de 2011 los bautizó el “Wall Street Journal”. “The World’s Greatest Whiners”, se titulaba aquel artículo, y en él se alertaba del daño a la reputación del Barça que podría causarle… el estilo en el comportamiento de sus jugadores, en tres modalidades: 1) lloriqueos y petulancias propios de un niño pequeño 2) apelaciones constantes a un Dios justo que proteja de la persecución arbitral 3) tendencia a reaccionar ante cualquier contacto con los jugadores rivales con un retorcimiento de Desdémona en su lecho de muerte en el acto final de “Otelo”, de Verdi.
    

El “fúpbol”, que entusiasma al “mainstream” periodístico español, que nos tiene informadas hasta de las capas de rímel que usa Xavi para resaltar sus ojazos de princesa de cuento árabe, cuyas habilidades, una vez volcadas al espectáculo, granan en un centrocampismo de limpiaparabrisas y en un restregarse de los atacantes contra los defensores como gatos de venta hasta que el árbitro ve la ocasión de pitar un penalti ontológico y xaviano, con todo el Campo Nuevo coreando el “¡Xavi! ¡Xavi! ¡Xavi!”, para consagrar como Pastor del Ser en el claro del bosque a un tipo bajito y vestido con pijama que, a falta de dinero, monta un “Verano Azul” con los menores de La Masía (¡Xavi es Chanquete!) que luego Luis Enrique coloca en el escaparate internacional.
    

Los dos tortolitos hicieron su nido pajita a pajita –dejó escrito un cronista habanero que gustaba mucho a Carlos Franqui.
    

Para equilibrar los penaltis ontológicos del Barcelona de Xavi, el Madrid de Ancelotti cuenta sólo con las “lambrettas” igualmente ontológicas (¡y antológicas!) de Vinicius, que con Brasil le hizo una a Argentina (¡a Argentina!) que justifican una carrera futbolística. De una hada del río Lambro, la “Lambretta”, aquella motoneta en que viaja la nostalgia “mod”. Y de la “Lambretta” italiana, a la “lambretta” brasileña, por la imitación de la motoneta que hace el cuerpo del futbolista al realizarla. Con su “lambretta” a Argentina, Vinicius nos regaló un Cellini, aquel hijo de un pífano de los Médicis que quería dibujar, pero su padre prefería que fuera pífano. Al final, Cellini fue escultor, orfebre y escritor que cuenta en su “Vita” cómo en una tarde de invierno se le apareció una salamandra en el fuego del hogar y cómo su padre, entonces, le propinó una paliza. “Que esta deslumbrante visión –le dijo–, tan pocas veces concedida a los hombres, se te grabe en la memoria.”
    

Es natural que, de mayor, Cellini fuera por la calle matando a todo el que le mirara mal, pero el caso es que no se le borró la salamandra sobre el fuego, como seguramente no se nos borre la “lambretta” a un argentino de Vinicius en su zona, el sector izquierdo del campo, que hubiera superado la jugada de Redondo en Manchester, rematada a gol por Raúl, si el cabestro del rematador de Brasil hubiera aprovechado el excelso regalo.
    

Quiero que la noción del placer esté en todos los ejercicios.
    

Eso dice Bettoni que repetía Zidane a sus discípulos, pero se conoce que el único que se quedó con la copla fue Vinicius.




PIEL DE SAPO


    En Alemania el “Berliner Zeitung” se pregunta por qué se caen tanto tantos futbolistas, pero otros periódicos más alegres, como el “New York Post”, nos abren caminos menos transitados, como los que ahora recorre ese resumen de los 80 que es Mike Tyson: “Me drogo con veneno de sapo y me ha cambiado la vida. Antes de darle al sapo estaba hecho un desastre. Tenía baja autoestima, algo que les pasa a las personas con mucho ego, pero el sapo te despoja del ego. Todo es amor”. En Barcelona a Xavi lo despojó del ego el torno del Campo Nuevo el día de la presentación: 9.422 culés fueron a verlo a él, por 10.378 que acudieron a ver… ¡a Alves! Esto es como el público taurino en los apartados de Las Ventas: cuando hay más público en el apartado que en el tendido, es que los toros son más importantes que los toreros.

[Lunes, 22 de Noviembre] 

El crimen del día... Por defender al Remellao, Martínez mató a Fernández


...5 de diciembre de 1891

En una taberna de la carretera de Extremadura...

 

Lunes, 29 de Noviembre

 

Valle de Esteban

Juego de piernas

domingo, 28 de noviembre de 2021

Con Juanito presente

 

 
 Requejo en la Selección
 
 

 Autorcar del Burgos C. de F.
 
 
Francisco Javier Gómez Izquierdo
 

  Jugaba ayer el Burgos contra el Málaga y volvieron los síntomas seniles que asaltan al "aficionado viejo" que es uno. Volvió a sobrevolar Juanito, aquel Cid de Málaga que salió de su tierra y puso el talento al servicio del mejor postor que no fue otro que el Atlético de Madrid. Una tremenda lesión y quizás su manera de ser rebelde poco grata a don Vicente Calderón, propiciaron que José Luis Preciado, un lince catando jugadores, se hiciera con un fenómeno que se convertiría en mito en El Plantío donde se le sigue venerando. En un mito... y en en una leyenda para todos los que aman el fútbol como a sí mismos.
    
Juanito ("...nunca jugó como en el Burgos..", Gordillo dixit, y es palabra verdadera), como el Cid, volvió a su tierra tras quince años de destierro. Con treintaytantos ascendió a "su Málaga" a Primera, como si estuviera obligado por un honor entendido a la antigua y asumiendo una responsabilidad mayor que la del entrenador Kubala. ¡Qué conversaciones y discusiones mantendrían estos dos genios!
    
Resulta que el Burgos y el Málaga llevaban más de treinta años sin enfrentarse y ayer tarde hubo varios actos recordatorios de unas buenas relaciones que ya digo, recordamos "los viejos". Hizo el saque de honor Rufino Requejo, ídolo antes que la trinidad Juanito-Kresic-Viteri, y que cuando fichó por el Málaga nos hizo un poco más boquerones, querencia que ya teníamos por Martínez, un defensa de los de bigote, de Regumiel de la Sierra, que impuso su ley en el área de La Rosaleda desde el 65 al 75. Este Martínez, pelendón como servidor, era diez años mayor que Requejo y aunque Requejo no es de Burgos, que es palentino de Herrera de Pisuerga, lo hemos tenido siempre como burgalés de pro.
    
¡Que eso! ¡Que llega un Burgos-Málaga y te acuerdas de Juanito y de Requejo sin querer! Ves el partido y los añoras mucho más por sufrir lo evidente y porque...uno es ya mayor, la verdad. Tengo puesto que el Burgos tiene plantilla de 2ªB y que si se salva va a ser por su concentración, por no desmayar en esa presión que caracteriza al equipo y por aprovechar errores ajenos. Ayer el Málaga tuvo un par de "desaplicaciones" horrorosas de las que hablaban los técnicos argentinos de tiempos de Juanito y nos llevamos el gato de los tres puntos a las aguas semitranquilas de la clasificación. Poco a poco y con mucha paciencia es posible que se consiga la permanencia.
    
Juanito se nos fue de repente en la carretera, después de ver un Real Madrid-Torino en el Bernabéu y de vuelta a Mérida donde entrenaba. El caprichoso calendario me sacó del sofá con el 3/0 a favor del Burgos y me llevó a El Arcángel a recibir al equipo extremeño, uno de los gallitos de esta cuarta división en la que anda el Córdoba, mi otro equipo. Ganamos también por 3/0 y creo que estamos jugando bien, que tenemos tres delanteros buenos; creo que de nivel para Segunda división sin problemas. Se llaman Fuentes, Simo y Casas, éste último ídolo del presidente de mi peña como lo fue Juanito de un servidor. Está más o menos claro, y no peco de optimismo, que con semejante artillería el ascenso además de obligatorio es más que probable.

La indiferencia inglesa

Isadora Duncan

 

 

Ignacio Ruiz Quintano

Abc, 16 de Octubre de 2002


Zapatero, que es un líder, quiere colocar a Trinidad, que es una señora, de alcaldesa de Madrid, y Trinidad, para saber qué es Madrid, se ha puesto la chupa, como Alaska con quince años, y ha ido a Londres a preguntarlo, encontrándose con que en Londres nadie ha oído hablar nunca de Madrid. ¿Pero es que Trinidad no ha oído hablar nunca de la indiferencia inglesa?

A veces está uno en un restaurante y llega un inglés y se le sienta a uno en la mesa sin saludar, sin pedir permiso y sin mirarle a uno. He aquí, dice Julio Camba, a un inglés despectivo, cuyo ideal, mientras permanece a nuestra mesa, es demostrar que no está enterado de nuestra existencia.

Para realizarlo, el inglés se obstina en no mirarle a uno, y para lograrlo, desdobla un periódico y se pone a leer.

Este ardid resulta cómico, pero lo más divertido, para Camba, es ver a dos ingleses despectivos juntos, pues cada uno de ellos parece decirle a la Humanidad: «Yo no sé que haya nadie sentado a mi mesa. ¿Ven ustedes a este señor que está sentado a mi mesa? Pues yo no tengo la menor noticia de él. ¿Verdad que no se nota que yo le haya visto? Ustedes no saben la indiferencia que me inspira este señor.»

Algún español pensará que, en el caso de Trinidad, esta teoría de la indiferencia inglesa tiene un fallo: Trinidad es mujer, ¿y de qué clase de «gentleman» estaríamos hablando, si una señora pregunta por Madrid en Londres y no saben darle señal? Mas no hay tal fallo, porque en Inglaterra la teoría de la indiferencia es consecuencia de la teoría de la caballerosidad, y ésta, de la práctica de la política.

Camba cuenta que en uno de los restaurantes más elegantes de Londres, una señora, disgustada por el servicio, se puso a protestar. «Esto es un antro, una cueva. No se puede venir aquí.» El camarero se lo dijo al gerente, el gerente se acercó a la señora y le rogó que abandonara el local. La señora, indignada, no quiso obedecer. Entonces compareció el portero, que cogió a la señora por la cintura y la arrastró hasta la puerta. El salón estaba lleno de «gentleman», que contemplaban la escena con una vaga curiosidad. «Pero, ¿nadie toma aquí la defensa de esa señora? -le decía a Camba un amigo español-. ¿Es ésta la caballerosidad inglesa?»

«La caballerosidad inglesa, explica Camba a su amigo, consiste en estar bien vestido y bien peinado y en someterse al principio de autoridad, que en el restaurante está representado por el portero, y si uno se coloca en contra del portero, todo el mundo le dirá a uno que no es un «gentleman».» Es decir, que en Londres, foco del feminismo universal, para defender a una señora, no basta el hecho de que sea señora, sino que, además, es necesario que tenga razón.

Trinidad ha probado la indiferencia inglesa, pero su reacción -españolísima- es pensar que esa indiferencia es hacia Madrid. ¿Qué hacer? Trinidad acudió a Anthony Giddens, el Arriola de Blair, que le vendió una tercera vía: que Madrid se busque un elemento identificador. Unas pegatinas, tal vez. Porque Giddens vive de la «School» de Bernard Shaw, aquel a quien Isadora Duncan hizo la proposición famosa: «Dicen que tengo el mejor cuerpo de Europa. Usted tiene la mejor cabeza del continente. Nuestros hijos serían perfectos.» A lo que Shaw respondió: «Queda el peligro de que sacaran mi cuerpo y su cabeza.» Giddens, que escribe como Duncan y baila como Shaw, aplicó la fórmula a la sociología y le salió la Tercera Vía, esa cosa que anda con la cabeza de la socialdemocracia y el cuerpo del capitalismo.

 

Bernard Shaw

Neo destape para "salidos" más cultos



BUENOS DÍAS


Pepe Cerdá

Habré de ir acostumbrándome al hecho de que, habiendo dedicado la vida al arte, no he creído (en el sentido de tener fe) en la fantasía del artista de nuestra época ni un instante.

Es más, me ha desagradado más allá de lo razonable, más epidérmicamente, más alérgicamente, la actitud de la legión de artistas que he venido conociendo en estos años. La actitud de sentirse especiales, elegidos, de que los demás debían de ocuparse de ellos. He considerado esto como una minusvalía que debía combatir y que con tesón quizá, algún día, podría vencer. En el pasado intenté creérmelo e hice todo lo que pude, como si alguien sin vocación ingresara en un monasterio para que, haciendo ejercicios gimnásticos con el alma, a base de maitines, cilicios y laudes, encontrase la fe buscada y la gracia de Dios. Hoy puedo afirmar que no lo he conseguido. Mi escepticismo ha sido más fuerte que mi voluntad. No he conseguido “creer en mí” de ese modo obsceno, ciego y estúpido, con el que creen en sí mismos los artistas de verdad. ¡Qué le voy a hacer!

El caso es que por haber dedicado mi vida a intentar ser y sentir lo que no he sido ni sentido, ahora me veo prisionero de la imagen que los demás se han formado de mí, y de lo que suponen que soy por la abundante historiografía que desde Vasari se viene haciendo sobre las vidas de los artistas, que en nuestra cultura se parece mucho a la vida de los santos.

Hace unos días, sin ir más lejos, se apuntó a una cena una ciudadana que tenía gran interés en conocerme ya que había adquirido en el pasado varios cuadros míos. Manifestó su deseo de sentarse a mi lado para conocerme, mejor dicho para reconocer la “idea” que se había hecho de mí. En realidad quería cerciorarse. La idea que se había hecho de mí venía dada: por lo que le habían contao, por la lectura del dossier de prensa y los catálogos que le dieron cuando adquirió hace ya un par de lustros los cuadros a un galerista de cuyo nombre no quiero acordarme.

Entonces yo vivía en París. Ella tenía una actitud de provincianismo ilustrado y viajado gracias a la agencia de viajes del Corte Inglés, que permite hacer creer a sus clientes que ya están de vuelta de todo, o por lo menos de los sitios que “ya han estao” desde su “vasto” conocimiento del mundo merced a la tarjeta del Corte Inglés, cuando en realidad no han hecho sino pagar una entrada del parque de atracciones global en el que han convertido el mundo las agencias de viajes. Conocía muy bien, por supuesto, París, y por ahí empezó la conversación. Me contó, antes de que yo pudiese articular palabra, quién era yo. Hizo una relación de las épocas de mi trabajo y manifestó su alegría al conocerme al fin. El tono de su voz era engolado y un pelín autoritario. Creía estar ejerciendo un derecho. El derecho de los señoritos amantes del flamenco a tener desgañitándose a criaturas “cantaoras” hasta el alba. El derecho de los aficionados tras la corrida, tras ver jugarse la vida a los novilleros, a decirles lo que les parece en la tertulia del hotel tras su puro y su Cardhú.

Cualquiera de los miles de “artistas” que he conocido hubiesen estado encantados por la situación. Los más auténticos, luego los más fatuos, lo hubiesen considerado normal y hubiesen continuado la conversación,¡ consistente en hablar de sí mismos!, en el mismo tono ridículo y enciclopédico de la señora y hubiesen aprovechado para venderle algún cuadro más.

Pero para mí esto es imposible.

Me defendí de los halagos, en el fondo por delicadeza, con el sarcasmo y el cinismo más cruel que tuve a mi alcance. Y desde el sitio que lo recuerdo, es decir, hoy por la mañana, fui muy desconsiderado. Recuerdo la cara de la señora. Estaba entre el estupor y la mueca. Metí la pata otra vez más.

Y es que yo no soy un artista. No he estado inspirado ni un instante de mi vida; por eso los errores que he cometido, que son muchísimos, no pueden ser disculpados desde la loca pasión creativa, sino por la falta de sagacidad o de pericia. El decoro me ha impedido exigir al mundo que se doblegase a mi modo de ver las cosas, por lo que mi falta de ambición ha sido total. Además de esta particularidad, este decoro me ha impedido mostrar mis traumas e interioridades tal y como hacen la legión de artistas de ahora desde la impudicia más obscena. Es una especie de neo destape. Viene a ser una especie de “landismo” (no de Land Art, sino de Alfredo Landa), pero treinta años después de aquel destape y que se dirige a salidos más cultos.

Y aquí me veo vestido con mi hábito falso, sin posibilidad de ser otra cosa que la que parezco y con la imposibilidad de experimentar en conexión astral lo que me exigen los demás.

Buenos días.

Domingo, 28 de Noviembre

 

 

Cocido de Noviembre

"Estad, pues, despiertos en todo tiempo, pidiendo que podáis escapar de todo lo que está por suceder"

 DOMINGO, 28 DE NOVIEMBRE

 

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

-Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, perplejas por el estruendo del mar y el oleaje, desfalleciendo los hombres por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues las potencias del cielo serán sacudidas. Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y gloria. Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación. Tened cuidado de vosotros, no sea que se emboten vuestros corazones con juergas, borracheras y las inquietudes de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra. Estad, pues, despiertos en todo tiempo, pidiendo que podáis escapar de todo lo que está por suceder y manteneros en pie ante el Hijo del hombre.


 Lucas 21,25-28.34-36

sábado, 27 de noviembre de 2021

El Madrid de Jose y Begoña


Mercadillo de Jose (alcalde) y Begoña (vicealcaldesa)

Calle de Ayala / Velázquez

 

Traidorazos



Bertrand Barère de Vieuzac,

 el Anacreonte de la Guillotina

 

Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    La traición, que en España constituye hoy virtud social (claro que –por falta de novelistas– sin el glamour proustiano de “En busca del tiempo perdido”), es siempre cuestión de fechas, y socialistas y comunistas manejan el calendario (Casado sólo sería un pobre brahmán que tiene compasión por el tigre que lo devora).


    –La necesidad verdadera de una revolución se manifiesta cuando se ve por un lado la sociedad y por otro el gobierno –decía nuestro liberalón (que no liberalio) Alcalá Galiano.
    

Hoy resulta que los dos traidorazos a la causa de la ruptura democrática en el 76, concertados “en un sindicato de poder, previa renegación de sus, hasta el día anterior, antagónicos ideales”, juegan a romper la baraja por las “inercias franquistas” (¡el futuro creando el pasado!), dice Bolaños, un doble de Buenafuente que funge de Roy Cohn de Aluche porque sacó (¡en España!) unas oposiciones.
    

Para taparse el azul del uniforme, los franquistas regalaron la legitimidad a los comunistas, que ahora (“de la ley a la ley”) se toman por su mano la legalidad, como lo previó Schmitt leyendo a Carrillo: en su momento, que es éste, “la revolución legal se hace permanente, y la revolución estatal permanente se hace legal”.
    

Quien mejor retrató a estos traidorazos fue el coordinador de la Junta Democrática, que los padeció, y que vio en el espectáculo español a la muerte de Franco el espectáculo francés a la caída de Robespierre: el primer impulso del ejecutivo es continuar el robespierrismo (Arias) sin Robespierre; atropellados por la alegría popular, tras un intento de apertura de Barère (Fraga), proponen un pacto de reconciliación nacional entre represores y reprimidos (reparto de botín, ley electoral apañada), y Boissy d’Anglas (Suárez) presenta una Constitución por consenso (del poder y las finanzas); este Estado, sin división de poderes, es gobernado por Barras (Gonzalón) como botín de una clase gobernante (sindicato de profesionales del poder)… a perpetuidad. Qué desfachatez.

[Sábado, 20 de Noviembre]

 

 

El crimen del día. Muerte de un difamador


Fene en fiestas


EL BOTICARIO QUE MATÓ A SU DIFAMADOR


...17 de Febrero de 1917

J. R. M

Sábado, 27 de Noviembre

 

Valle de Esteban

Luces de la ciudad

viernes, 26 de noviembre de 2021

Sobre ellas

 

Emilia Landaluce



Rosa Belmonte

 
Ignacio Ruiz Quintano
 
Abc
 
    Ellas son Rosa y Emilia, Belmonte y Landaluce, que han abierto casa literaria con una autobiografía (“Sobre nosotras. Sobre nada”) que no es la de Stein/Toklas, que vivieron la muerte del Arte en París y no se enteraron de nada, como le pasó a Tácito con la Crucifixión.
    
Para Emerson, la historia no existe, sólo la biografía, pero con Emerson nos jugamos que el besugo de Jack Dorsey (“riquííísimo” –dígase con boca de Arguiñano–, como todos los besugos) nos cierre la cuenta de Twitter como hizo con la de James Woods por citar… ¡a Emerson! Rosa y Emilia biografían esta época ridícula y final, que nos ha dejado sin planes (comenzando por las pensiones), y lo hacen como sumergidas en el perdón tibio de un cine, donde el mundo, dice Céline, se convierte por fin en indulgencia: atiborrarse rápido de sueños para resistir unos días más esa atrocidad de cosas y hombres que hay a la salida. Cabrera Infante es el primer “humorista” en transitar la atrocidad con la mueca chinesca (Cabrera era canario-chino) del cine.

    Rosa resulta misteriosa porque vive dentro de ella misma, que es como hay que vivir, si te gusta vivir. Tienes que vivir, dice Bernhard (nuestro fox terrier de pelo duro predilecto: “nos encanta despreciar como nos encanta querer”, y que no nos falten nunca los perrones), con un amor-odio (“es un andar por la cuerda floja”) permanente hacia todas las cosas. (A mí también me parece Maureen O’Hara la mujer más guapa del mundo). Las últimas palabras de su madre antes de morir son un portazo al optimismo antropológico del Génesis:

    –No tengas críos.
    
Emilia es el glamour que se perdieron los 80, con una deliciosa sorna señoritonga y berlangona (de Jorge Berlanga, quien mejor heredó al padre). Cuando el entierro de la abuela: “A alguien se le ocurrió sacar el ataúd y usarlo de mesa, con un mantelito de papel y los salmorejos encima”. Se declara dontorcuatista de Don Torcuato (“soy monárquico con mi criterio, no con el del Rey”), y no sé a qué espera para ponerse a dirigir un periódico.
 
[Viernes, 19 de Noviembre]

Antonio García-Trevijano: "Tenemos las mismas lógicas del poder que las pandillas del colegio, con las mismas tácticas"


Diario 16, 30 de Noviembre de 1993



GRANDES ABOGADOS

 

ANTONIO GARCÍA-TREVIJANO

 

[Ganó la sentencia del “Madrid” y creyó en la III República. Estudia la lógica del poder, lucha contra la confusión y sueña con la democracia. Ama las novelas de Dostoyevski, el teatro de Shakespeare e Ibsen y la pintura impresionista]

 

“VIVIMOS COMO EN LA MONARQUÍA DE LUIS FELIPE DE ORLÉANS”


Ignacio Ruiz Quintano

Cuando Rousseau, al comienzo de sus “Confesiones”, decía que se creía un romano, estaba expresando su devoción republicana al estilo de la de Catón, al que César, de creer a los historiadores, persiguió con aquel profundo rencor que sienten de ordinario los políticos de acción contra sus adversarios en el terreno de la idea, adversarios que, según esos historiadores, son tan peligrosos como imposible es el alcanzarlos.

César –el Poder– y Catón –el Derecho– representan el último acto de la guerra civil. De Catón, la leyenda refiere que, arrinconado en Utica, el asilo postrero de la República, y cerciorado de que ya no podía ser útil, se retiró a su dormitorio, leyó el “Fedón” y se atravesó el pecho con la espada, actitud que inspiraría el verso más celebrado de la “Farsalia” –“la causa de los vencedores plugo a los dioses, pero la de los vencidos, a Catón”–, que suele invocarse para ilustrar el hecho de que un hombre puede tener razón frente a todo el universo, como vendría a ser el caso, entre nosotros, del abogado Antonio García-Trevijano, cuya causa, la ruptura democrática, habría sido vencida por la causa de la reforma franquista.

 

UNA TEORÍA PASIONAL DEL ESTADO

Diecisiete años después de la batalla –o de la grande polvareda donde perdimos a Don Beltrane–, Antonio García-Trevijano, despojado ya de aquel Tom Paine que hacía las veces de seudónimo y homenaje, vuelve a la vida pública como publicista ilustrado de la democracia en los periódicos, en las conferencias y, bien pronto, en los libros.

Hablo y escribo contra la confusión, y la consecuencia de mis apariciones en TV, hasta que las cortaron, y de mis artículos en la Prensa es que cada día me llaman más para dar conferencias en las universidades y en los colegios mayores, que son los ambientes más abiertos. También espero publicar una teoría pasional del Estado que estoy escribiendo contra las teorías jurídica y metafísica de siempre, que no me convencen. El origen del Estado está en la necesidad de distribuir el agua, porque, cuando llueve, llueve para todos, pero, cuando no, el agua es para el que tiene el poder. La teoría hidráulica del Estado es más comprensible que la teoría contractualista. Lo que pasa es que Hobbes, que nació antes de tiempo por el pánico que su madre tenía a la Armada Invencible, vivió obsesionado por la guerra civil.

Si la obsesión en la vida de Hobbes fue la guerra civil, la obsesión en la vida de García-Trevijano es la confusión: vivimos donde la confusión ha hecho su obra maestra, dice Shakespeare para describir el momento en que la ambición de Macbeth asesina al dormido rey Duncan. Y en un país donde los cambios de régimen nunca han sido en rigor más que un cambio del nombre del régimen, no deja de ser sorprendente que haya alguien a quien preocupa, más que el nombre de las cosas, que las cosas respondan al nombre que se les da, comenzando por la primera línea de la Constitución –“España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho”…–, donde, a la luz del sentido común, no cabrían más disparates en menos palabras:

 

LOS BANQUEROS POLÍTICOS

Pero ¿es que puede concebirse un Estado que no sea social? ¿Existe algún Estado que no sea de Derecho? Salvo el de Atila o el de Gengis Kan, y estaría por ver, yo no conozco ninguno. Otra cosa sería si se dijera Estado de Derechos, en plural, pero no es el caso, claro. En cuanto a lo de Estado democrático, lo niego, porque la Constitución no es democrática, ya que no hay división de poderes. Así que, con eso del impulso democrático, ¿qué es lo que se pretende impulsar?

Quizás la legitimidad, que, bien mirado, antes que un atributo del Estado, es un estado de ánimo de los ciudadanos.

En España, hoy, ese estado de ánimo es el mismo que el de la monarquía de Luis Felipe entre los años 30 y 40. O sea, el orleanismo, que nace del golpe contra Carlos X. El duque de de Orléans estaba escondido en el jardín cuando fueron a buscarlo para llevarlo al trono. Hay otro paralelismo: en el orleanismo aparecen los banqueros metidos a políticos, como Laffitte.

 

EL REPARTO DEL BOTÍN

(En la proclama orleanista elaborada por el periodista Thiers y pagada y financiada por el financista Laffitte antes de sacar del jardín al duque de Orléans –“faute de mieux, crainte de pis”: a falta de nada mejor, y por temor a algo peor– se explicaba que la república “nos expondría a terribles divisiones, arruinaría nuestras relaciones con Europa” y se anunciaba que “el duque de Orléans es un rey-ciudadano”. El orleanismo nació con la Revolución de Julio y no tuvo otro objetivo que el reparto del botín: para De Tocqueville, “las clases medias se atrincheraron en todos los cargos, aumentaron enormemente el número de esos puestos y se acostumbraron a vivir de los fondos públicos casi tanto como de sus propios esfuerzos”; para Sainte-Beuve, menos diestro en el eufemismo, “los corruptos de diez regímenes unieron sus fuerzas con los disipados de la víspera, con los afiebrados trepadores y los fatigados intrusos, para formar una verdadera escoria sobre la faz de la tierra”.)

–¿Cómo acabará esto? Hombre, el orleanismo dio lugar a la Revolución del 48. Y vino la República. ¡Ojalá!

Mientras, la cosa es que los españo0les todavía andamos con la democracia como decía Quevedo que andábamos con las mujeres: ayunos de lo que es y ahítos de lo que lo parece.

 

CLASE INTELECTUAL, CLASE ESTATAL

Estas frustraciones históricas son características de países pobres acostumbrados a vivir del Estado, lo que crea una mentalidad estatal. En España, las clases intelectuales son clases estatales, incapaces, por tanto, de elaborar una teoría del Estado. Aquí no hubo Ilustración. Y, a diferencia de Italia, tampoco hemos tenido pensadores. Italia ha dado al pensador moderno más original, que es Gramsci. Nosotros, en cambio, sólo hemos dado propagandistas. Tenemos la misma lógica del poder que las pandillas del colegio, con las mismas tácticas. Lo que pasa es que al que tiene el poder se le atribuye una gran inteligencia. Padecemos la rutina del poder, que tiene una tremenda fuerza, y así es muy difícil ser innovador. ¿Azaña? Azaña tuvo talento literario, pero no político: nunca entendió, políticamente, los movimientos de masas. Luego está la izquierda, que cree que el poder es sustantivo: habla del “aparato del poder”, cuando el poder no es más que una relación mando-obediencia. El poder no está en la pistola: la pistola necesita que haya alguien que la empuñe y que enfrente haya alguien que no tiene pistola.

En el fondo, toda nuestra herencia intelectual sobre el poder debe de reducirse, oficialmente, a la creencia de que el Poder crea el Derecho, lema básico, por lo demás, de todos los golpes de Estado, y críticamente, a un chascarrillo de lord Acton –el poder corrompe; el poder absoluto corrompe absolutamente– y a una figura retórica de Ossorio y Gallardo: “En la vida política, hasta la verdad es mentira; en la forense, hasta la mentira es verdad”.

Mi vocación era la justicia, y me hice abogado. Pero la realidad era el franquismo, un juego de intereses económicos injustos que me llevaron al estudio de la economía, y de la economía a la política, y de la política, a la historia, y de la historia, a la antropología. El pleito que más me marcó fue el del diario “Madrid”, cuya sentencia gané.


Antonio García-Trevijano con Morante de la Puebla en Las Ventas

Viernes, 26 de Noviembre

 

Valle de Esteban

Picoteo castellano

jueves, 25 de noviembre de 2021

La austriacidad de TB


Bernhard en su mesa del Bräunerhof

 

Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    La gobernadora de Nueva York, Kathy Hochul, demócrata, dice que hay gente que no está escuchando a Dios (no lo dice por los lectores de Arcadi, sino por los antivacunas), y pide a los vacunados que “sean mis apóstoles”:


    –Jesús nos enseñó a amarnos. ¿Cómo nos amaremos? Diciendo a los no vacunados: “Ponte la vacuna, porque te amo”.
    

Por amor (a Soros, que es una madre) quiere vacunarnos el melifluo Garicano, pero el bizarro Revilla nos quiere vacunar “por lo civil o por lo militar”, aunque para el “mainstream” el fascista es Abascal, que dice que la vacuna para el que la quiera, cuestión resuelta en Austria decretando el “apartheid” (arresto domiciliario) de los no vacunados, vigilados por unos maderos que parecen los Tom de Finlandia de la Wehrmacht. ¡La “austriacidad” de Thomas Bernhard!


    –Despertar en Austria –anota TB– quiere decir despertar en una atmósfera de hostilidad hacia el espíritu.


    Cree TB que la época actual es la más repulsiva y despiadada que ha “experimentado” nunca: un pueblo de diletantes de la vida es fácil de engañar y de explotar. Cuando se levanta el telón del Estado (Austria es un Estado, no una nación: esto fue una fijación de León Duguit), TB ve una comedia para marionetas: las marionetas son el pueblo mentalmente deficiente e incorregible, y los que tiran de los hilos, el gobierno que engaña al pueblo.


    En su colegio un día está el retrato de Hitler, y al siguiente, en el mismo clavo, la Cruz. Y no es que pierda de vista a la muerte: “Todo es ridículo si se piensa en la Muerte”. Ve a las ardillas con los pañuelos desechados y llenos de escupitajos de los enfermos de pulmón correr con ellos, como locas, por los árboles. Tiene en su mano la mano de alguien que se aferra a la vida, pero debe dejar el mundo, cuando entra el enfermero con la etiqueta numerada para el cadáver. La monja lo echa y dice: “Tiene que llevarse también el yogur”.


    –El hombre no ama la libertad. Todo lo demás es mentira.


    Y sí: “sólo existimos; no vivimos, nadie vive ya”.

[Jueves, 18 de Noviembre] 

Pepe Cerdá. El sonido del azadón


Paisaje Pepe Cerdá 


He de confesar un secreto. Últimamente he descubierto que lo que más me gusta es picar. Cuando digo “picar” no me refiero a tomar tapas con cañitas en los bares. No. Me refiero a picar con un pico o un azadón. Sé que puede extrañarles, a mí también me extraña, pero es así.

Desde hace unos años paso la mayor parte de mi tiempo, al menos de mi tiempo libre, en una casa de campo en el Pirineo francés. El terreno que rodea la casa es muy empinado y encargué hace años que me hiciesen unos caminos para hacer más fácil el merodear. Unos con pala excavadora y otros a mano. Al observar cómo los hacían reflexioné sobre que no hay nada más civilizado, más romanizado, que trazar caminos y ejecutarlos. Como los caminos están sin asfaltar, como es natural, han ido necesitando de un cierto mantenimiento que he ido acometiendo yo mismo. Lo que al principio me pareció un trabajo penoso y engorroso se fue convirtiendo, poco a poco, en una especie de adicción. Tanto es así que comencé a trazar y ejecutar nuevos caminos. El sonido del azadón al hincarse en la tierra, el modo tan especial con el que el tiempo se detiene mientras pico, mi corazón latiendo con fuerza, el sudor cayendo sobre mis ojos mientras mi perro me observa, o dormita, o juega, el transitar la primera vez por el tramo recién terminado me reconcilian con algo atávico e importante, o al menos eso creo.

Se trata de hacer ejercicio, pero no baldío, como el de los gimnasios, o el del footing, sino construyendo. Un anciano agricultor me contó que no entendía por qué no había una dinamo en cada bicicleta estática de los gimnasios para aprovechar la energía. Y no le faltaba razón. Cansarse por construir, por generar algo, creo que es más sano que cansarse por cansarse, tal y como ocurre cuando se hace deporte. Además el ejercicio de mis ancestros no fue ni el golf, ni el tenis; fue arar, trillar, segar y entrecavar y creo notarlo mientras pico. Creo que mi cuerpo es el resultado de la información genética de mis predecesores, que los genes no previeron que uno de sus descendientes se dedicase a las artes y a la reflexión. Por eso los pobres tienen más tendencia a engordar que los ricos. Los pobres engordan porque han de guardar para los tiempos de escasez. Los ricos saben, genéticamente, que no les faltará y pueden dedicarse sin miedo al espacio de la teoría: a la artes y a las letras.

Las siguientes dos semanas no podré ir a continuar picando mi camino, estaré en París y luego en Benasque, y créanme que lo echaré de menos. Algo está cambiando en mis prioridades o quizás me esté volviendo loco.

[Mayo 2012]

Pepe Cerdá

 

Jueves, 25 de Noviembre

 

Valle de Esteban

Óleo sobre hierro

miércoles, 24 de noviembre de 2021

Satisfacciones del fútbol de los pobres


 Ayer a las 20,30 en El Arcángel

Media hora antes del Barça-Benfica

 

Francisco Javier Gómez Izquierdo

    Cuando un partido de fútbol comienza varios días antes con colas en las taquillas, con los aficionados vestidos con los colores reglamentarios el día del encuentro y con una sesión continua de hora y media de aplausos y cánticos podemos decir que estamos en un día grande de fiesta futbolística. Si además se canta a capela el himno que por ser de tu equipo es precioso, por todo el estadio no puedes dejar de abandonarte a la euforia y acabar feliz la tarde, si encima se gana el partido. Estas sensaciones parecerían vedadas a un derby, un día de Champions, una jornada decisiva de liga, una final de Copa del Rey... patrimonio que se cree exclusivo de grandes clubes..., pero resulta que no. Que al menos en España es en las ciudades y pueblos de menos renombre donde se está haciendo una reconversión del fútbol dirigida a lo artesanal, sin tanto VAR y sin tantos opiáceos adictivos que ha aportado la televisión a una religión hermosa por simple en sus orígenes.

 
    Da un poco de pena ver tantos huecos el Camp Nou, por la furia de los elementos ayer al parecer, pero ante el Dínamo hacía bueno y jugándose lo que se juega el Barça tampoco acudió el personal. Además, los que van, tienen cara de chinos casi todos como si los propietarios del asiento cedieran la localidad al turismo de Oriente. Al Barcelona como al Madrid la fase de grupos les resulta engorrosa. No tanto al Atleti, que éste sí que tiene una parroquia devota y fanática al estilo del Liverpool por ejemplo. Al Sánchez Pizjuán y al estadio de la Cerámica sí que acuden sus fieles porque en los dos permanece aún el fanatismo tribal que van perdiendo los dos grandes clubes españoles. Del Madrid o del Barça es cualquiera y no hay rincón de España o el mundo donde no aparezcan seguidores blancos o culés. Del Villarreal son los nativos del pueblo castellonense y la pertenencia viene dada por un DNI que perdona a Rulli cosas que no perdonaría el público del Camp Nou o Santiago Bernabéu. ¡Cuántos partidos perdidos por el Villarreal por errores individuales absurdos! Quiero decir que ser del Villarreal es una exquisitez. Ser del Barça o el Madrid en Córdoba o Burgos, casi una vulgaridad.
    

Ayer en El Arcángel se vivió un ambiente que en nada desmerece a las festivas tardes europeas. Se jugaba la final de un trofeo que la mayoría de aficionados al fútbol ni sabe que existe: la copa FEF, con balón exclusivo y con el presidente Rubiales en el palco de autoridades. ¡Qué gentío! ¡Que comunión la del público cordobés con sus jugadores! ¡Que noventa minutos más placenteros! La superioridad del Córdoba ante el Guijuelo se transformó en triunfo y en la recogida de un trofeo oficial de los que está el club ayuno.
    Fue un partido entre equipos de 3ª pero el público lo hizo de Copa de Europa. Sonó el himno de la Champions, el Córdoba recibió una copa para llenarla de Montilla o Moriles, el Guijuelo un plato en el que echar jamón, los árbitros subieron al palco a recibir un recuerdo como sus colegas internacionales y al final hubo hasta fuegos artificiales... y todo sin echar de menos el VAR, ese aparatejo sin el que Otamendi y Araújo presumirían hoy de gol, como nuestro Javi Flores, el "pasmo de Fátima", mi barrio de Córdoba.

Repetir el pasado

Céline

 

Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    Los que no pueden recordar el pasado están condenados a repetirlo, escribió Santayana en inglés (“those who cannot remember the past are condemned to repeat it”), pero Suárez ni sabía inglés ni conocía a Santayana (ni por Ávila, donde el filósofo alcanzara la edad de la reflexión), y montó la tercera Restauración con los planos de la segunda.
    

Cánovas entrega la Nación a los partidos y monta su tinglado sobre “la aceptación del clima liberal como único posible”, cuyo instrumento es la Constitución’76, “un texto para uso y abuso de la clase política, pero ajeno a la Nación”.


    –Una Constitución –dice Madariagapara gobernar por encima, por debajo, alrededor y a través de ella, pero nunca honradamente con ella.
    

Los jefes dirigen una “política de comedia” sin sutilezas: en vez de fomentar hábitos políticos del pueblo, con una ley electoral limpia, invierten el sistema y las elecciones se “hacían en Madrid”, razón por la cual, perdida la capital, el Rey renuncia en el 31. Marañón admitía que su generación había crecido bajo la influencia de una educación venenosa “que nos hacía mirar la política como un oficio o como cosa de la que más valía no ocuparse”. Es el moderantismo que hoy te venden los jóvenes liberalios.


    Suárez entrega la Nación a los partidos y monta su tinglado sobre “la aceptación del clima socialdemócrata como único posible” cuyo instrumento es la Constitución’78.
    

La socialdemocracia es la sopa boba de la Guerra Fría, pero al llegar España a la mesa lo único frío es la sopa. Ahora, ¡qué manera, la de nuestra intelectualidad, de sorber los fondillos!


    La socialdemocracia es el cero de la suma de liberalismo y marxismo. Así, por consenso, o institucionalización de la mentira política.


    –Se mentía con ganas, mucho más allá del ridículo y del absurdo, en los periódicos, en los carteles, a pie, a caballo, en coche –decía Céline de 1914–. Todo el mundo manos a la obra. A ver quién decía mentiras más inauditas. Pronto no quedó verdad alguna en la ciudad.

[Miércoles, 17 de Diciembre]