martes, 31 de agosto de 2021

Rockwater

 

Plácido, 1961

 

Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    La corrupción es el gobierno del mundo, y con la caída de Afganistán asistimos al cambio moral de “las mujeres y los niños primero” al “primero los capos y los militares”, con el consiguiente descalzaperros, que tanto beneficia al “charity business” en la España de Sánchez.
    

Veinte años de democracia de garrafón han hecho del afgano un pobre curioso, y aquí pasamos del “Siente a un pobre a la mesa” del franquismo al “Siente a un afgano a la mesa” del sanchismo. En Twitter, Garicano se inclina más por las afganas, y en las terrazas madrileñas el Rodríguez de agosto habla de las afganas de Garicano con el cariño que sus padres de las suecas de Landa.


    El franquismo le quitó a Berlanga el título “Siente a un pobre a la mesa” (que se quedó en “Plácido”) y un plano general de la Gran Vía (pues “tratándose de Berlanga son capaces de sacar a un obispo saliendo de Pasapoga”). Una de las secuencias más cómicas es el sorteo de las artistas para la cena navideña, que el sanchismo rescata (¡qué gran Quintanilla el de la serrería –López Vázquez– sería Ferreras el de la peluquería!) con los afganos que, una vez democratizados, son empujados a las grandes democracias europeas donde todo cuanto hay que hacer es meter cada cuatro años una papeleta con el nombre de un partido en un buzón que es una urna y el partido se ocupa de lo demás.


    Sólo Orban se niega a alojar afganos porque los húngaros, pretexta, no tienen por qué pagar las “decisiones geopolíticas fallidas” de los yanquis, que no preguntaron a nadie para entrar en Afganistán con las tablas de los “Founding Fathers”, aunque la verdad es que Hungría, como dice Bruselas, no es una democracia, y tampoco es cosa de costearle a un afgano un máster de democracia de veinte años para abandonarlo luego en un país cuyos dirigentes dicen “Estado de Derecho” sin persignarse.
    

Con un decreto de Hamilton no se le para la pechada al potro de un llanero, dijo hermosamente Martí, pero con una carnavalada de Sánchez vamos a parar la guerra de Afganistán.

[Martes, 24 de Agosto]

Martes, 31 de Agosto

 

Brighton

A verlas pasar

lunes, 30 de agosto de 2021

Causa sin rebeldes


 

Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    La Causa fue la biografía autorizada de don Santiago Bernabéu, el genio fundante para quien hablar de entrenadores era como hacerlo del sexo de las avispas (su ideal era “una mezcla de artista y científico”, o sea, de Menotti y Lobanovski):
    

–La Causa está por encima de todo. Cuando alguien traiciona la Causa hay que borrarlo definitivamente, sin contemplaciones ni sentimentalismos.
    

La Causa era la idea bernabeubiana de club, “y lo de Club ponlo con mayúscula, no se te olvide”, pedía Bernabéu a los periodistas.
    Bernabéu hizo de la Causa una ley del hábito: una ley causal que nos induce a creer en todo aquello que encaje con nuestro esquema escolástico del mundo, en que se supone que la relación de causa y efecto es necesaria. Hume demostró que este concepto popular de la causalidad es supersticioso, pero los piperos leen a Roncero, no a Hume (que no es poco, teniendo en cuenta que hoy el periodismo deportivo se ocupa más de la Agenda 2030 que del fútbol), y oficialmente se achaca el fracaso madridista de Odegaard a la ausencia, no de Causa en el club, sino de rebeldía en el futbolista. Se coge a un adolescente noruego, un Tadzio del fútbol, se le trae y se le lleva sin darle bola en el equipo, y cuando rompe a muchachote, se le vende por “ausencia de rebeldía”. ¿Qué querían, un “kale borroka” en Valdebebas?


    –El hombre nace rebelde, su naturaleza le repugna y tiende a ver la salvación en el gobierno que le asegura su existencia –tiene dicho Gómez Dávila, que es la visión de la rebeldía que uno tiene, por ejemplo, de Isco, razón por la cual Isco (rebelde a la báscula en su día) se queda cuando Odegaard se va.
    

He hablado con él de la competencia –explica Ancelotti–. Luego, él con su familia ha tomado esa decisión de marchar. Va a un gran club y lo va a pasar bien.
    

Ancelotti, desde luego, no es ni el artista ni el científico que quería Bernabéu. Él mismo se ve como un “agradaor” de presidentes, que son quienes contratan y quienes despiden, es decir, un entrenador-chofer. Su ídolo es Vito Corleone, pero Ancelotti nunca da en rueda de prensa una frase de Corleone, famoso por sus frases de camiseta.
    

Ancelotti nunca ha dejado titulares como estos: “Cuando uno de mis amigos se crea enemigos, yo los convierto en mis enemigos, y a ese le temen”. O: “No hay amigos en el trabajo, nuestra amistad está fundada en los negocios”. O: “Un hombre que no pasa tiempo con su familia nunca puede ser un hombre de verdad”. O: “Nunca vuelvas a decir lo que piensas a alguien que no sea de la familia”. O: “Tengo debilidad por mis hijos y los malcrío, como puede ver. Hablan cuando deberían escuchar”. O: “Intenta pensar siempre como piensan los que te rodeen, con esa base todo es posible”. O: “Le haré una oferta que no podrá rechazar”.
    

Podríamos imaginar lo que Corleone hubiera dicho de Isco, que en ningún caso sería lo que ha dicho Ancelotti:
    

Yo veo un Isco motivado, con ganas de mostrar su calidad. Listo para jugar. Los últimos años no lo ha pasado bien. Él lo ha entendido y ahora está trabajando bien.
    

En una palabra, Isco de viejo, cuando se le ha querido vender, está mejor que de joven, cuando se le quiso comprar, un caso que nos recuerda al Bemard Shaw que declaraba sentirse a los ochenta años tan joven como cuando tenía quince, declaración que, según Camba, honraba la última parte de su vida, pero que no enaltecía mucho la primera. El mismo Bernard Shaw nos desliza la clave para comprender la situación de Isco en el Madrid: en la iglesia parroquial del pueblo que había escogido para vivir retirado había una lápida que decía: «Jane Eversley. Nacida en 1815. Muerta en 1895. Su vida fue breve.» Y Shaw la mostraba a las visitas, y decía: «Ustedes comprenderán que si aquí se puede decir de una mujer que vivió ochenta años que su vida fue breve, éste es el clima que yo necesitaba”. El clima Valdebebas que mantiene en gracia de Dios a Isco, pero también a Hazard, a Benzemá, a Bale, a Modric, a Lucas, a Marcelo… y a Ancelotti.
    

A los jóvenes, rebeldía, la que exigimos a Odegaard, pobre, y a Mbappé, que tiene que rebelarse en el PSG para que el Madrid pueda acudir en su auxilio. Y tranquilidad a los viejos, aunque Aguinaga (1923) me reprocha que le diga periodista viejo en vez de periodista anciano, porque lo viejo es decrepito, y lo anciano, venerable.
    

Los zapatos no son ancianos. Anciano, el que estaba antes (etimologia). Los Consejos, de ancianos. Habitantes de la Biblia. Longevo, culto y elegante. En inteligencia y de corazón.
    

Una Causa sin rebeldes. Eso dice ser el Madrid.




MESSI Y EL PERÚ


    El Barça de Messi ha resultado ser el Perú de Zavalita. “¿Cuándo se jodió?” A contestar esa pregunta se consagrarán los periodistas de las próximas generaciones. Del Perú de Zavalita parecen haberse hecho cargo los chinos de Vinipú, nuevo emperador del mundo, y el Barça de Messi podría seguir el mismo camino, porque la deuda que arrastra es digna de la Alemania de Versalles, si bien Alemania nunca ha devuelto un marco, agarrándose a la metafísica jurídica de la “discontinuidad del Estado”, que es una cosa que practicaba el Burgos de mi juventud y que consistía en cambiarse el nombre para dejar fuera de juego a los acreedores. 

[Lunes, 23 de Agosto]

Lunes, 30 de Agosto

 

Brighton

Retrato de una flor de pie

domingo, 29 de agosto de 2021

El heraldo de la aurora

 

 
 Abc, 29 de Mayo de 2002

Ignacio Ruiz Quintano
 
Abc
 
El reclamismo periodístico ha popularizado la imagen del gallo de Avigdor Cahaner y, ante eso, la severidad moralizante y ceñuda de la clase media ha sentido en seguida el elegante capricho de interesarse por lo inútil -aquello que no rinde inmediatamente ni poder ni dinero-: la biotecnología, que, aplicada a las aves de corral, tiene una larga historia. En la Utopía de Moro los pollos no eran criados por las gallinas, sino en incubadoras, que, por supuesto, no existían en la época del autor. Y Bacon, el apóstol de la inducción, murió del resfriado que agarró cuando rellenaba un pollo de nieve para un experimento sobre refrigeración.

¿Quién no ha visto al gallo de Avigdor Cahaner? La primera impresión que produce es la que produciría en los peludos vecinos de Atapuerca la visión de la playa de Benidorm en agosto. «¡Está desnudo!», gritan, con escándalo, nuestras señoras. «¡Es rojo!», gritan, con alarma, nuestros caballeros.

Para el liberal de clase media, que a veces es demofílico, pero en ningún caso demócrata, rojez y desnudez todavía constituyen buenos motivos de gimnasia intelectual, aunque, en realidad, hace tiempo que el culto al rojo y al desnudo, privado de su alcance metafísico, no puede considerarse sino como nostalgia del mundo clásico, cuando los pollos tenían la piel blanca y fina y gordas las patas y el pescuezo, como mandaba la marquesa de Parabere. ¿Qué mejor desencadenamiento de la nostalgia que los guisotes que uno saboreó de niño?

Que se sepa, nadie ha probado aún el gallo del judío Avigdor Cahaner, pero ya sabemos que no va a saber igual que el «pitu caleya» del asturiano Marcial, que es echárselo uno a la boca y ponerse a cantar pravianas en menos que se persigna un cura loco. Por no saber, ni siquiera sabrá como esa gallinácea que el sábado le tiraron en Las Ventas a Hermoso de Mendoza, estrecha de cuello, señal de que estaba mal cebada, y flaca de patas, señal de que era vieja.

La cultura occidental es un gallo de tres kikirikís: el del gallo de Sócrates, que proclama la ejecución democrática del sabio; el del gallo del patio de la casa del Sumo Sacerdote, que anuncia la traición humana al Maestro; y, ahora, el del gallo de Avigdor Cahaner, en el cual hemos de ver no un manjar, sino a un heraldo de la aurora -un «referente emblemático», en el lenguaje de los tontos contemporáneos- de una especie, la nuestra, cuyo futuro ya no es político ni histórico, sino biotecnológico, con todas sus consecuencias, algunas de las cuales fueron filosóficamente vislumbradas en el verano del 99 por Sloterdijk en sus famosas «Reglas para el parque humano».

Todo el amanecer de una civilización palpita, pues, en el gallo corito de Avigdor Cahaner, que, al no estar protegido por el primor del arte, tampoco halla acomodo entre los mitos de la venustidad del momento: esa perdiz disecada sobre el mueblebar, ese póster del «Guernica» sobre el sofá o esa boina de Elena Benarroch sobre la chola, por no hablar de los hombros de Zapatero o del pecho de Aznar, quienes, de tanto pasar por televisión, acaban imponiéndose como expresión golosa de la armonía de la creación. Vale que Aznar y Zapatero son dos mitos, pero, ¿son venustos? Si no confundimos la venustidad con la esbeltez, que es la ágil ocupación del espacio, Aznar y Zapatero, en tanto que mitos, sólo son esbeltos.

Para ungirse a sí propio como rey de la creación, al hombre de la civilización que declina le bastaba con alcanzar un alto cargo en política. Pero al hombre de la civilización auroral se le exigirá, además, que responda a la nueva y grande cuestión ontológica: «¿Y usted qué sabe crear?»
 
  

Domingo, 29 de Agosto

 

Brighton

Al final del verano

"Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo"

 DOMINGO, 29 DE AGOSTO


En aquel tiempo, Jesús se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos solos a una montaña alta, y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo. Se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús. Entonces Pedro tomó la palabra y le dijo a Jesús: «Maestro, ¡qué bien se está aquí! Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.» Estaban asustados, y no sabía lo que decía. Se formó una nube que los cubrió, y salió una voz de la nube: «Este es mi Hijo amado; escuchadlo.» De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos. Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó:

-No contéis a nadie lo que habéis visto, hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos.


Esto se les quedó grabado, y discutían qué querría decir aquello de «resucitar de entre los muertos»


Marcos 9,2-10

sábado, 28 de agosto de 2021

Baden Baden

 

Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    Madrid, en agosto y con dinero, Baden Baden, dijo Silvela, aunque la posteridad lo ponga en boca de Valdavia, quien, según Aguinaga (el periodista más viejo de España), dijo una cosa más de marqués:
    

Madrid en agosto es ideal. Lo malo es que refresca por la noche.
    

El ministerio, en agosto y con dinero, Baden Baden, dicen hoy (lo hacen en las redes, donde nunca se ha visto más felicidad ni agradecimiento) esos legionarios de “lo Público” que son los funcionarios de terracota de Sánchez, que acaba de recibir el anticipo en metálico de la hipoteca de España para los próximos dos siglos.
    

¿Qué es “lo Público”? Una teta estatal. La Gota de Leche del socialismo (ayer falangismo) hispánico, que te deja blanca la barbita (ayer bigotito) y te pone cara de The Platters silbando el “Only you” de tanto dar vivas a “lo Público”. ¡Nueve mil millones de euros! El partido socialista, una vulgar franquicia de la penosa socialdemocracia alemana, es este río de funcionarios que nos lleva.
    

Los americanos querían saber “por qué los secretarios de Estado alemanes siguieron a Hitler”, y pidieron a Schmitt un informe:
    

Alemania no sólo es desde hace siglos un Estado funcionarial, también el pueblo alemán es un pueblo de funcionarios penetrado por convicciones funcionariales.
    

Cuando en el 38 se establece la incompatibilidad entre el Partido y el Estado, casi todos optan por el cargo estatal, renunciando a su cargo en el Partido. A este credo de funcionarios estatales hay que añadir “una profunda inclinación a conciliar la sumisión exterior con el sentimiento de libertad interior”. Weimar defendió con mayor determinación los derechos consolidados de los funcionarios y la autoridad de la alta burocracia ministerial que las libertades de los ciudadanos.


    –Los derechos consolidados de los funcionarios son invulnerables –decía su Constitución (modelo de la nuestra), cuya práctica había elevado al rango de legislador a la alta burocracia ministerial. El decreto desbancó a la ley.


    Baden Baden.

[Sábado, 21 de Agosto)] 

Sábado, 28 de Agosto

 

Brighton


Dragon rapide

viernes, 27 de agosto de 2021

Sánchez Aspar

 


 

Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    Un piernas de la política consigue de sus jefes en Bruselas un anticipo de nueve mil millones para su campaña electoral y le bastan quince euros, que es el precio de un par de alpargatas (si lo que calza Sánchez en la foto no son los pinkis de Ábalos), para copar la atención del columnismo patrio, mientras el nuevo nomos de la Tierra, ajeno a nuestra irrelevancia, tira de lápiz y regla en Afganistán.
    

La foto de Sánchez (a partir de ahora, Sánchez Aspar, de “espardenyer”, alpargatero), es una genialidad de Bolaños, o Bañuelos, el nuevo cerebro soberano, a quien alguien ha dicho que es Roy Cohn y él se lo ha creído, como dijo Joaquín Vidal de José Tomás el día del toro vivo en Madrid.
    

A este chico alguien le ha dicho que es de otra galaxia y él se lo ha creído.
    

Casado, jefe de la oposición (es un decir, porque en los Estados de partidos no hay oposición), también tiene su Bolaños, o Bañuelos, e intentó lo mismo con Filomena, bajando a la calle en mocasines para quitar con una palita la nieve que Almeida no lograría quitar en ocho días, y la mofa fue su recompensa. Con la alpargata, en cambio, Sánchez toca la fibra sensible del pueblo, que ahí está la glosa dorsiana sobre la alpargata menestral contra la sandalia (vale mocasín) nihilista. Denle ahora una bici a ese hombre y habrá ganado las elecciones en un país cuya deuda lo lleva a una posguerra.


    –Lo que los obreros necesitan son bicicletas para no mojarse las alpargatas–contestó Franco a Ridruejo, que había ido a pedirle sindicatos.
    

La alpargata sanchista es el calzado oficial del franquismo de Pascual Duarte al que nos dirigimos, con aquella orden del 44 que obligaba a entregar las alpargatas viejas al comprar las nuevas, para ahorrar goma ante la escasez de caucho.
    

Doctor, aquí en Texas, a 35 millas por hora, ¡no se llega nunca! –contestó el gobernador texano a Galbraith, que por entonces impuso en Estados Unidos ese límite de velocidad para reducir el desgaste de los neumáticos.


    ¿Y los nueve mil millones?

 

[Viernes, 20 de Agosto]
 

Viernes, 27 de Agosto

 

Brighton

Azul

jueves, 26 de agosto de 2021

Purple rain


Krugman, el "garicano" de guardia

 

Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    Los ataúdes de Corea inspiran a Foxá “El peso de la púrpura”, dos veces, 50 y 56, Tercera.
    

El peso de la púrpura como pesadumbre del imperio y del mando. El pueblo americano, dice Foxá, es el primero que ha querido la felicidad del hombre “aquí y ahora”. Su héroe no era un perlado Carlomagno de ancha espalda sobre un caballo de gótica gualdrapa, sino Lincoln, con su traje oscuro, con la “famosa chistera y el paño usado”.
    

Es glorioso, pero no es cómodo, capitanear al mundo. La gloria, generalmente, está reñida con la alegría.
    

Pero en el espectáculo de Kabul no se ve el peso de la púrpura, sino el de la corrupción moral, madre de todas las demás. James Woods resume en un tuit el momento de la única democracia conocida:
    

Nuestro actual presidente está escondido en un sótano; no responderá a ninguna pregunta de la prensa. Nuestro último presidente está prohibido en las redes sociales y silenciado. Nuestra única fuente de noticias sobre Afganistán son los talibanes, que celebran conferencias de prensa y tienen una cuenta de Twitter sin censura.
    

Pero el “mainstream” intelectual americano está en manos de los “garicanos” como Paul Krugman, que no tiene un CI de 180, como Woods, pero sí un Nobel de economía, aunque su afición, dice, es la Historia, y de ahí su analogía (?) entre la invasión americana de Afganistán y la invasión francesa de España:
    

And let’s be clear –tuitea el “garicano” de Albany –: there was at least initially a good case for the French, who were trying to drag a backward nation into the modern world.
    

Para “modernizarnos”, Napoleón nos puso de rey a su hermano José, que decía a quien quisiera oírle (Talleyrand, entre ellos): “Sólo hay un hombre honrado en la familia, que soy yo, y si los españoles se quisieran agrupar a mi alrededor, pronto aprenderían a no temer nada de Francia”.


    El pueblo americano, que una vez decretó el optimismo obligatorio, ha inaugurado el pesimismo existencial (¡tan hamiltoniano!), “forma previa del nihilismo”.

[Jueves, 19 de Agosto] 

Jueves, 26 de Agosto

 

Llamadas perdidas

miércoles, 25 de agosto de 2021

Amapola


 

Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    Afganistán es el país de las amapolas como Líbano el de los cedros. Y un espectáculo como la catástrofe afgana sólo está al alcance de una corrupción desaforada: mil millones de dólares dice Tucker Carlson que destinó el Congreso americano sólo al “feminismo académico” en la universidad de Kabul.


    –¿Dónde está el dinero?


    La retirada de Afganistán (promesa electoral de Trump) se ha cumplido, en efecto, como catástrofe (logro de Biden, ese disfraz de Obama), pues no hemos visto una retirada militar (disuasión), sino una fuga mafiosa (corrupción), con el resultado de un país estratégico, otro, Afganistán, para China, y para Uropa, las afganas, como piden por aquí desde Garicano hasta Villacís, pasando por el gobierno balear (el mismo que se opone a investigar la prostitución de menores bajo su tutela).

 

¿Y tantos muertos para esto? preguntan en América, donde los muertos del censo votaron masivamente por Biden.

 

La corresponsal de CNN se deshace de sus pronombres inclusivos, se echa una manta a la cabeza y cuenta a la audiencia que Sleepy Joe tiene las manos atadas… por Trump, que en un régimen de opinión pública tiene prohibidas las cuentas de red que disfrutan todos los talibán, que han retirado la bandera yanqui de Kabul, a cambio de lo cual Almeida ha colocado la bandera afgana en Madrid.
    

Menos mal que los talibán son criaturas amantes de su tierruca, porque, con Macron haciendo de Carlos Martel, si les da por avanzar hacia Al-Andalus, se plantan en Sevilla en menos de lo que tarda en persignarse un cura loco, como Queipo bajando por el paseo de la Palmera, y pillan a Moreno y Bonilla poniendo velas a Blas Infante.
    

Los pueblos deben poner su confianza en las lanzas de sus soldados más que en el coño de sus mujeres –abroncó la muy sorora hermana de Bermudo II a quienes, por consenso, la llevaban camino de Córdoba para esclava del harén de Almanzor.
    

“Amapola, lindísima amapola, no seas tan ingrata y ámame”, musita Vinipú en su paseo nocturno por la Ciudad Prohibida.

[Miércoles, 18 de Agosto] 

Miércoles, 25 de Agosto

 

 

buscando en la tiniebla puerta al día

martes, 24 de agosto de 2021

Legendario


Mark Milley, un inútil con cara de James Cagney

 

Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    Lo ha dicho Trump, que tiene lengua de serpiente para pinchar los conceptos sobre el papel como se hace con los insectos repugnantes:


    –Lo que Joe Biden ha hecho con Afganistán es legendario. Será una de las mayores derrotas en la historia de Estados Unidos.
    

Al crimen de las Torres Gemelas respondió Bush llevando la democracia a Afganistán y a Mesopotamia, con Blair tirando octavillas de la Tercera Vía de Anthony Giddens, y Aznar, copias de la Transición de Victoria Prego.
    

Lo de llevar la democracia como quien lleva a San Roque por el mundo fue cosa de Wilson, que no halló mejor pretexto para justificar ante su opinión pública el envío de tropas a la guerra del 14. En eso los gringos eran como el perro de Paulov: oían “defender la democracia” y corrían a alistarse. Pero la democracia que exportan los gringos no es la suya (después de todo, la única que ha habido), sino el viejo tiquitaca canovista de dos partidejos jugando al tuya-mía, y para el papel de Romero Robledo (el señor que amañaba los resultados) escogieron el famoso sistema proporcional que impusieron al continente europeo después de Normandía para controlar la Guerra Fría. En el periodismo español ya he oído que el problema de Afganistán es que falta… consenso.


    Trump esperaba una salida de Kabul con garbo, como salía Chenel del toro. O como la suya de la Casa Blanca, Biblia en mano, la noche que los antifa del agit-prop demócrata incendiaron la iglesia de San Juan, que es para los presidentes como la capilla de Las Ventas para los toreros. Lo acompañaba el jefe del Ejército, Mark Milley, que al verse en la CNN corrió, patético, a pedir perdón ante las cámaras: “No debí estar allí... Fue un error”.


    –Milley quiere estar en el video de las actrices disculpándose por su privilegio blanco –contestó Ann Coulter.
    

Milley es el cerebro de la salida americana de Afganistán, donde nunca se debió entrar. En Kabul sólo faltan los sanitarios prometidos por Margarita Robles para vigilar los protocolos Covid. Legendario.

[Martes, 17 de Agosto] 

Martes, 24 de Agosto

 


El aura de Wes

lunes, 23 de agosto de 2021

Hotel California


Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    ¿Qué quedaría de estos partidos del Madrid sin las crónicas de Hughes? Pues lo mismo que de los Quintero, si se los tradujera al castellano.
    

El nuevo Madrid del viejo Ancelotti, o el viejo Madrid del nuevo Ancelotti (ya saben: liderazgo tranquilo, conquistar mentes, corazones y triunfos) enseña sus cartas en la meca del naipe de don Heraclio Fournier, que era de Burgos, pero que pegó el pelotazo en Vitoria, como este viejo Madrid que parecía un autobús del Imserso en uno de aquellos viajes que “in illo tempore” pagaba Bono (“el hijo de Pepe, el de la tienda”) a los abuelos manchegos. La ilusión florentina, que es la ilusión de los galácticos, nos la ha quitado Al-Khelaifi, que ha hecho el equipo que no ha podido hacer Florentino Pérez, dos personajes de mucho “ruido presidencial”, como, según Ancelotti, que ha trabajado para ambos (y por ambos ha sido despedido), llama Alessandro Nesta a las quejas presidenciales.
    

En París pitaban a Mbappé porque no firma el papel de barba que le pone Al-Khelaifi, detalle que el periodismo español interpreta como prueba de que Mbappé tiene más fe en Vinicius que en Messi. Y en Vitoria hacía Ancelotti una alineación que olía a cuarto cerrado, a pesar del tabarrón mediático para ilusionarnos con Alaba, que no es más que un funcionario del fútbol, como cuando en Burgos nos ilusionaban de niños con la cesión de Capón, procedente del Atlético. Una alineación “Groundhog Day”, ahora que a Chinchón viene Bill Murray para rodar con Wes Anderson una película de no se sabe qué. Una alineación sin gol que luego metió cuatro al Alavés, otro club que sucumbe a la magia Lillo, que es como la magia Borrás, pero con muchos goles en contra. “Nos han metido cuatro, pero la tocamos de cine”. En este hábitat ha construido Messi su leyenda. Y Benzemá lleva camino de construir la suya como matón del área. “¿Chupón yo? Qué va. Lo que pasa es que, al salir del regate, miraba, veía a Pineda e Isidro, y seguía regateando”, decía Juan Gómez para explicar su fútbol en el Bernabéu. Benzema recibe (es el futbolista nacido para bajar a recibir, como un repartidor de Amazon avanzado), ve a Vinicius y a Hazard, y en vez de devolver, tira a gol. Eso es todo. La misión de Ancelotti se reduce a hacer de padre Ángel en esa residencia de lujo que es Valdebebas
    

Los equipos de Capello –dice Ancelotti– estaban bien organizados, pero no tenían el estilo que quería el presidente.
    

El estilo marca, por ejemplo, la preferencia de Isco sobre Odegaard, que nunca le gustó. Ancelotti es un gran cocinero, e Isco parece de bastante mejor comer que Odegaard.
    

Por mí ya podía llegar a ser el mejor jugador del mundo cuando yo me hubiese ido. ¿Por qué iba a querer yo involucrarme en su fichaje?
    

En Vitoria, a las diez de la noche, teníamos un equipo viejo y sin gol, y dos horas más tarde la centralita se bloqueaba con titulares periodísticos voceando “¡El fichaje es Benzemá!”, metido en el traje de Cristiano como esos señores de San Martín de la Vega que se meten en los trajes del Pato Lucas o el Gallo Claudio en el parque de la Warner. La noticia trata de aminorar los daños producidos por el abandono del 56 por ciento de la audiencia, y con cinco clubs por delante (City, París, United, Chelsea, Liverpool) en el bingo mundial del entretenimiento.


    –No tengo equipo –dice Pochettino.
    

Pochettino no tiene equipo y Ancelotti no tiene a Ramos ni a Neymar ni a Messi ni a Mbappé, aunque tiene un Guggenheim en la Castellana, un himno de la Décima y muchas posibilidades de que el youtuber Ibai acepte una invitación a su casa a merendar queso parmesano con lambrusco, que es la forma ancelottiana de desconectar del fútbol. (¿cuántas horas diarias se necesitan para enseñar a Vinicius a meter goles?)
    

Como dicen los Eagles en “Hotel California” –se explica Ancelotti–, puedes dejar libre la habitación en cualquier momento, pero no te podrás ir.
    

“But you can never leave!”, es la cuestión. Es el estribillo de los Eagles que le cantan a Mbappé en París, pero también a Lucas Vázquez y a Carvajal en Madrid cada vez que se plantean dejar libre la habitación. Con esa idea se los contrata y re-contrata. Cuando hubo que decidirse por Toni Kroos u otro jugador, Ancelotti dijo: “Conozco a este otro jugador. Bebe mucho. Tienen que optar por Kroos”. Y ahí sigue Kroos, hecho otro acueducto de Segovia.



NACHO Y GRAMSCI


    Nacho se libró del peñazo eurocopero de Luis Enrique, y Ancelotti acaba de inscribirlo en la inmortalidad con una frase: “Nacho es un defensa pesimista”. Cree que algo malo va a pasar, y está al loro para evitar que pase. Ancelotti es un loco de la psicología, que no ha traído psicólogo porque en el vestuario del Madrid pondrían ajos contra él. Errejón, que es madridista y gramsciano, como El Ferri, diría que Nacho es el pesimismo de la inteligencia frente a Militao, que sería el optimismo de la voluntad, conceptos que no son de Gramsci, sino de Romain Rolland, en su campaña para que Mussolini liberara de la cárcel a Gramsci, intelectual al que juega en España, con éxito de crítica y público, el chico de los Escolar.

[Lunes, 16 de Agosto]

Lunes, 23 de Agosto


 

Verano a la madrileña

domingo, 22 de agosto de 2021

Bonifacio


 

Abc, 11 de Julio de 2001


Ignacio Ruiz Quintano

No se dejen engañar por el nombre de Bonifacio, dice Guillermo Cabrera Infante, que Bonifacio quiere decir buena cara. Y lo aclara: «No es un duro de película, es un duro de pelar.»

Hacía tiempo que un enfisema pulmonar amenazaba con dejar a Bonifacio como a Chenel, sin aire que llevarse a la boca, retorcido como uno de esos fantásticos estafermos que en sus cuadros suelen asomarse haciendo el buz, que es la cortesía de los estrangulados. Un día, creyendo llegada la hora de las boqueadas, avisó al doctor, y por prescripción facultativa dejó el tabaco. Entonces se volvió todavía más arisco. Para persuadirse de la importancia que para la vida debe de tener el oxígeno, adquirió en una fundición donostiarra tres máscaras de soldador, las colgó frente a su cama y, acto seguido, dijo a su cuadrilla la frase sacramental: «¡Dejarme solo!»

Bonifacio, en efecto, es un duro de pelar. La prueba es que, apenas recuperado el resuello, Bonifacio ha reaparecido; lo ha hecho al mediodía, pero en la Viña P, que es su plaza madrileña. Allí, la parroquia de sol no es menos atenta que la de sombra, y sus miembros reciben a Bonifacio con esa alegría que sólo conocen los españoles que vieron caminar a Rafael el Gallo. Con la leyenda de noche a cuestas que Bonifacio lleva encima, lo malo es buscar un pretexto para  reaparecer de día, y él lo encuentra en dedicarte un libro que le han sacado en Cuenca. En sus dedicatorias, a mano de retablero, resuelve el milagro del afecto con la gracia inquietante de un exvoto, pero por su proverbial habilidad, desdeñosa y sarcástica, para escabullirse del barullo anónimo de la publicidad sólo accede a trullarte el libro a toro pasado, es decir, con la exposición «Bonifacio en las colecciones conquenses» ya clausurada, no sea que pienses que te lo dedica para que se lo reseñes, pues  Bonifacio, hay que decirlo, y lo dice en ese mismo libro Cabrera Infante, no soporta a los idiotas ni a los intrusos ni a los críticos de arte de ninguna parte.

En el libro que a Bonifacio le han sacado en Cuenca, donde pintó durante veinte años—nada menos que en la  calle del Trabuco, con vistas al Corazón  de Jesús—, al abrigaño de las tentaciones de los toros y del jazz, además de Guillermo Cabrera Infante, opinan, entre otros, Juan Marsé, que termina levantando las manos ante el tridente flamígero de Bonifacio: esperpento, ternura y sensualidad. Ramón Chao, que continúa oyendo las trompetas de.jazz que Bonifacio hace estallar en las telas. Antonio Saura, el primero en ramonear esas vulvas, senos y nalgas de suprema belleza. Severo Sarduy, que al final se quedó con las ganas de saber de qué grutas, de qué día siempre retraído y letal, emanan los extraños claustros de Bonifacio. Serge Fauchereau, que descubre al hechicero que hay detrás del pintor, frente al cual no cabe discutir, porque no se tiene nada que decir: «Allí te consumes y te ahogas, te empantanas, te asfixias, te enmarañas, te golpeas.» O Fernando del Paso, que renuncia a echar mano de la línea recta para acercarse a la retorcida, voluptuosa y bárbara realidad (o irrealidad) de Bonifacio.

La línea recta no da sino para entender el toreo moderno, y a Bonifacio lo que le tira es la belleza antigua del teorema geométrico —la geometría actuada de señorear los movimientos del toro, absorbiendo y gobernando su embestida— de cuya veracidad dio cuenta un dilettante José Tomás, el día que levantó la tapa del alacranero. Hasta entonces, de este teorema sólo se entendía fácilmente la cogida: una cogida apartó de los toros a Bonifacio, que no se rindió, y buscó la demostración en la pintura. Ahora que vuelve a pindonguear, aunque sea a costa de convertirse en lo que en la Viña P se llama un «sinta» —sin tabaco, sí señor, aunque por prescripción facultativa—, con lo que tamaña renunciación supone —«fumar te daba un distanciamiento que no te lo da chupar un caramelo»—, a Bonifacio sólo se le escapa, entre bocarte y bocarte, un resentimiento, y es que nunca lo ayudaran a ser figura —«pero... ¡figura, figura!»— del toreo.

 


Una cogida apartó de los toros a Bonifacio, que no se rindió, y buscó la demostración en la pintura. Ahora que vuelve a pindonguear, aunque sea a costa de convertirse en un «sinta» —sin tabaco, sí señor, aunque por prescripción facultativa—, con lo que tamaña renunciación supone —«fumar te daba un distanciamiento que no te lo da chupar un caramelo»—, a Bonifacio sólo se le escapa, entre bocarte y bocarte, un resentimiento, y es que nunca lo ayudaran a ser figura —«pero... ¡figura, figura!»— del toreo



MEMORIA DE BONIFACIO ALFONSO
1933-2011
 
 
Ignacio Ruiz Quintano
Madrid, 1993

A vista de las encabritadas imágenes de Bonifacio, un lego perdería los estribos como don Quijote ante las tobosescas tinajas.

    He ahí la ardiente oscuridad de Bonifacio.

    Habría que ser pintor, y entretenerse en no entender a Bonifacio, para mejor recrearse en sus imágenes.

    Eso mismo hacen los poetas con Góngora: “¡Goza, goza el color, la luz, el oro”.
    
Sólo que, mientras la oscuridad de Góngora se desvanece en cuanto se deshace el nudo de la sintaxis, la oscuridad de Bonifacio, una vez deshilada, persiste, y nos encontramos entonces en medio de una oscuridad mallarmiana: aquella oscuridad que Mallarmé perseguía para devolver su confusión a las cosas, la confusión en que las recibe el alma.

    El pintor, al fin y al cabo, es, como dice Roberto Matta, aquél que sabe ver otras cosas (“el que despierta el verbo ver”), y las imágenes, únicamente hojas desprendidas del árbol de la imaginación.
    
Bajo el chasqueante árbol de la imaginación de Bonifacio, Matta, que tiene alma de exiliado (“el arte es el deseo de lo que existe, y generalmente el instrumento para realizar ese deseo”), puede llegar a extasiarse como se extasió Eneas al ver en las pinturas de Cartago representada la guerra de Troya.
    
A Matta y Bonifacio los une la cortada y nerviosa geografía vasco-francesa y un mismo estorbo y postergación: ambos abominan de los cornudos del viejo arte moderno y no ven en la gran escuela de Nueva York, “que es la que está en candelero y la que desgraciadamente impresiona a muchos muchachos”, otra misión que la de hacer un chiste divertido con colores, “cuya gracia es que queda bien en el muro”.
    
Matta representa el magisterio: en ochenta años ha intimado con Lorca y con Magritte, con Moore y con Duchamp, con Pollock y con Gorky, con Dalí y con Breton, que lo confirmó en el superrealismo, o en esa forma de ver lo escondido con que enriquecer la realidad.
   
 
Bonifacio

 
Bonifacio representa el autodidactismo.
    
Matta dice que Bonifacio sale de la mancha:
 
Tú sales de la mancha. Eso es lo bueno. Ése es el gran consejo de Leonardo. Por eso tus cuadros se tienen que mirar por todos los lados. Lo mejor de ellos es la línea. Es una línea de veras, natural. A mí me importan mucho las líneas naturales, y me he hecho una reserva de líneas poco conocidas, como, por ejemplo, los huevos del piojo, que nadie conoce
    

LOS HUEVOS DEL PIOJO
    
La gente conoce las patas del caballo, pero no los huevos del piojo, y hablo de los huevos, huevos, los que tiene el piojo entre las piernas. Y otras cosas, otras formas, como la enfermedad del hígado de una oveja… Igual que tu línea, que es una línea que canta, que baila… Son las líneas que uno encuentra en la anatomía, en la zoología, en las partes más complicadas del ser humano. Entre tus líneas ocurren cosas tan divertidas como las conversaciones entre don Quijote y Sancho sobre las artes militares y las bellas letras. ¿Sabes? Nadie ha leído el segundo Quijote, y en la España de Montesinos hay cosas increíbles, como en tus cuadros, que tienen algo cervantiano. Imaginemos que a un abuelo nuestro de esa época le pusieras tú, hoy, en Madrid, en las calles de Alcalá y Gran Vía: sólo con abrir los ojos, se volvería loco. Y eso es lo que nos estás contando

IDEAS Y RAYAS

    …pero la gente, cuando tú muestras una cosa así, no ve nada. A lo sumo, ve rayas, y tus cuadros están llenos de ideas por todas partes, pero has de ser tú mismo quien organice esas ideas, para que se vean. ¿Sabes qué hago yo? Cubro con carboncillo, que se puede limpiar muy bien, ciertas partes, y luego las descubro, hasta que cada cosa toma cuerpo en la escena, que las otras ya tendrán la palabra más tarde. Si no, es como ir con la casa a cuestas, y siempre conviene sacrificar algo. En el fondo, se trata de orgnizar los cuadros, aunque no es necesariamente cierto lo que yo diga. De hecho, toda la escuela de Nueva York diría que mis opiniones son las tonteras más terribles, que soy un viejo idiota que no se acuerda de cómo están cambiando las cosas, y todo eso, pero ellos no hacen en todo el día otra cosa que un tarro de sopa, y a mí no me interesan, a pesar del mercado

FIRMAS Y FONDOS

    …el ideal mercantil es una firma en un fondo azul. Picasso decía una cosa que es muy cierta, aquélla de que de los jóvenes a uno le gusta lo que se puede robar, ¿y qué se puede robar de esos jóvenes del tarro de sopa? Lo que pasa es que la gente está acostumbrada a ver un cuadro donde se ve un tarro de sopa, y entonces quieren que todo sea tan claro como el tarro de sopa. Yo he leído siempre una cosa: hay que terminar los cuadros como Miró

TERMINAR EL CUADRO

Miró es relativamente fácil, pero resulta bueno para el fin, porque hace pam, pam, pam. No basta en todo, pero es fundamental que el cuadro termine así, en vez del puntito y la rayita, como el idiota total que es Calder, que hace un Miró pésimo. Tú, en cambio, tendrías que hacer algunas esculturas para la gente, que la gente aprenda a leerte, y la gente aprendería a leerte si antes lo viera en una escultura, porque yo creo que en cada uno de tus cuadros hay tres cuadros formidables, y es como si en una pieza de Shakespeare todo el mundo hablara al mismo tiempo, porque todos tus personajes tienen la misma fuerza. A mí me fascinan porque yo sé leer, pero la gente no lee, y a un cuadro que uno ha trabajado mucho no le da ni el tiempo que le daría a un disco

EL MERCADO ESPAÑOL

    …a un disco suele dedicarle la gente unos tres minutos, y yo nunca he visto a nadie que esté tres minutos frente a un cuadro, y menos en España. Yo tuve aquí l experiencia más linda que haya vivido en una galería. Una galería me había comprado un dibujo, y me dijeron, cuando volví por allí, que querían la plata y que tomara el dibujo. En fin, la historia de mi vida. Como no me había gastado el dinero, se lo devolví, y ésa fue mi única experiencia comercial con España. Por eso tú, si quieres que la gente te lea, has de encontrar una sintaxis. Si tú escribes un poema, hay la palabra azul, la palabra luna, la palabra amor…

LOS TÍTULOS DE LOS NIÑOS

    …puedes darle a la gente todas las palabras, y que la gente haga el poema, pero la gente no lo aceptará, porque la gente lo quiere hecho. Y con un título. El título, en un cuadro, aclara mucho las cosas, porque funciona como una especie de banda sonora al lado. Los pintores tenemos que contar las historias como las cuentan los niños. Los niños, cuando dibujan, dicen: el papá trajo, la mamá llevó… Igual hemos de hacer nosotros, con otro sistema: con Góngora, con Lope, con quien sea. A mí me encanta lo que tú haces, pero has de organizarlo para los demás, aunque hay en ti una especie de rechazo a servirse de toda esa creatividad, porque prefieres vivirlo así

EL EDIFICIO PICTÓRICO

    …tienes todas las ideas, pero rechazas el edificio, y yo creo que lo que la gente llama la pintura es un edificio, es la cosa hecha “aquí esto, aquí eso, aquí aquello”, que resulta más comestible. En el fondo eres un improvisador que se despega de escribir la música: te basta con cantar. Pero si quieres entrar en el mundo, has de escribir, además de cantar. Porque tu pintura es formidable, rica en imágenes como una página de Cervantes.
 
 

 

Domingo, 22 de Agosto

 


Agosto posconciliar

«Este modo de hablar es duro, ¿quién puede hacerle caso?»

DOMINGO, 22 DE AGOSTO

 
En aquel tiempo, muchos discípulos de Jesús, al oírlo, dijeron: «Este modo de hablar es duro, ¿quién puede hacerle caso?» Adivinando Jesús que sus discípulos lo criticaban, les dijo:

-¿Esto os hace vacilar?, ¿y si vierais al Hijo del hombre subir a donde estaba antes? El espíritu es quien da vida; la carne no sirve de nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y vida. Y con todo, algunos de vosotros no creen.
 

Pues Jesús sabía desde el principio quiénes no creían y quién lo iba a entregar. Y dijo:

 -Por eso os he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede.

Desde entonces, muchos discípulos suyos se echaron atrás y no volvieron a ir con él.
Entonces Jesús les dijo a los Doce:

-¿También vosotros queréis marcharos?


Simón Pedro le contestó: «Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo consagrado por Dios.»

Juan 6, 60-69

sábado, 21 de agosto de 2021

Para visitar el rodaje de Wes Anderson

 

 Éste es tu bus

Línea Madrid-Chinchón-Colmenar de Oreja-Valdelaguna
Parada Alcoholera de Chinchón

Puticlubs


Sello de Bernal Díaz del Castillo

 

Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    Las matemáticas de género nacieron en un burdel veneciano el día que una cortesana tuerta de pezones (faltábale uno, y ponía nervioso al naturalista tetero y ginebrino) dijo a Rousseau:


    Zanetto, lascia le donne e studia la matematica.
    

Por menos de esto, “Sensaciones”, un puticlub de Logroño, la tierra de Cuca Gamarra, ha recibido una estrella Michelin, dicen ahora en Francia que por error, bendito error, como el de Montesquieu creyendo ver en el gobierno inglés la separación de poderes. “Las moras del Castrillo”, le titularon a Azorín en “Crisol” un artículo titulado “Cánovas del Castillo”.


    Céline enseña que entre el pene y las matemáticas no existe nada. Para Russell, que las dominaba de una manera que haría llorar a Irene Montero, cajera de oficio, las matemáticas son “el arte de decir lo mismo con distintas palabras”, pero veía en ellas el origen de la creencia en la verdad eterna y exacta, razón por la cual interesaron al feminismo antañón, caso de Sandra Harding, para quien los “Principios matemáticos” de Newton son un manual de violación, o de Luce Irigaray, para quien E=mc² es una ecuación sexualizada. ¿Vamos a discutir por eso?
    

Las matemáticas de género carecen, pues, de importancia, y sólo son otra chuchería del Konsenso: la izquierda las necesita para contar las maletas de Delcy, y la derecha, para vender la sede de Génova. Otra cosa es saber contar hasta 500, que son los años cumplidos de la conquista de México-Tenochtitlan por Hernán Cortés, acontecimiento que en la izquierda ha escapado al ministro de Cultura, un sansirolé, y en la derecha, a la consejera y a la concejala de Cultura madrileñas, simples como rocas, que no han visto ocasión ni de homenaje al hombre que mejor español ha escrito (ay, Cantó), Bernal Díaz del Castillo, que nos dejó este fogonazo de magnesio:


    –El Montezuma le dio el bien venido, e nuestro Cortés le respondió con Doña Marina que él fuese el muy bien estado.
    

Los héroes del Konsenso son hoy el cuñado de Rivas Cherif y Blas Infante.

[Sábado, 14 de Agosto] 

Sábado 21 de Agosto

 

Casa con gato

viernes, 20 de agosto de 2021

Ozores y Concha


Ozores, Concha y los niños

 

Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    Los madrileños han descubierto la luz cuando no pueden pagarla. Se la descubrió Velázquez, que la vio y, como explica Ramón Gómez de la Serna, ya no pudo pintar más que en “esa luz profunda y lívida con azules de nieve y grises de sombra de farol en pleno día”. Es la luz que animó a José Luis Ozores a comprarse un piso en Fernández Villaverde sobre plano.


    –Reservamos el noveno, y cuando iban por el primero, fuimos a verlo: “Mira, Concha, ¿ves aquella nube que parece un paraguas con flecos? Pues allí cerca caerá el cuarto de los niños”.
    

La luz que Ozores y Concha vieron al momento en una fotocopia sucia, no la han visto los covachuelistas de la Unesco en siete años, que es casi el tiempo de Antonio López (“Antoñito”, para los abstraccionistas del pan “pringao”, que prefieren a Rablaci) en pintar la de Sol, si bien Antonio López  ha de llevar el pincel en una mano, y en la otra, para los guindillas de Almeida, los papeles de artista callejero cuya huesa buscará bajo el adoquinado de la capital, con cargo al presupuesto de egresos, el alcalde de dentro de tres siglos, como hiciera Gallardón con Velázquez.
    

Mas, siendo la misma, la luz de Ozores en Fernández Villaverde y la luz de Antonio López en Sol quedan fuera del perímetro patrimonial de la Unesco, que sólo garantiza la del Retiro, que es la que iluminó el brindis de Menéndez Pelayo en el bicentenario de Calderón, con todos los prograjos del banquete pidiendo las sales porque el profesor brindó por la fe católica, por la monarquía española, por la nación española, por el municipio español y por la raza española…
    

Y no digo ibérica porque estos vocablos de iberismo y de unidad ibérica tienen no sé qué mal sabor progresista.
    

Al patrimonializar la luz del Retiro, la Unesco patrimonializa “la luz de Trento (el periódico global), martillo de herejes (digamos antivacunas) y espada de Roma” (Bruselas) a que se reduce, caricatural, España, con la derecha liberalia bordando una ley de pandemias la mar de fascista.

[Viernes,13 de Agosto] 

Viernes, 20 de Agosto

 

Sobre héroes y tumbas

jueves, 19 de agosto de 2021

Ochenta millones de votos...

 

 

James Woods @RealJamesWoods
 

80,000,000 votes…

La luz

 

José-Miguel Ullán

 

Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    En la semana del récord histórico de la subida del recibo de la luz, Jordi Sevilla, enchufado (¡y a qué precio!) en la Red por el partido socialista, hace humor inglés (cuajo se llama eso) en su “Diario de la ansiedad”: “Parece que hoy España tampoco se ha hundido, Sánchez sigue en Moncloa”. Es la lucecita de El Pardo.
    

Los socialistas, partidarios entusiastas del sistema de los enchufes, rechazan la palabra con indignación, calificándola de plebeya –escribía aquí Camba hace casi un siglo sobre el Estado como central hidroeléctrica de sueldos, dietas, gratificaciones, bonificaciones, cesantías, extras, automóviles, material, pensiones, retiros, excedencias…
    

“Electrificar” fue el lema de Lenin, que murió con el dibujo de una central eléctrica trazado unas horas antes. Y con el recibo de la luz en la mano, comprendemos mejor lo que Abiel, un ingeniero civil cuya pasión es el venadeo, dice a José-Miguel Ullán en Zihuatanejo: “Es una lástima que el hombre sea el único animal sin luz propia, ni rojiza ni blanca ni nada. ¿Se dio usted cuenta antes?”
    

¡La luz de Abiel en la España de Abel! Según Abiel, de todos los animales sale una luz rojiza, menos del venado, del que sale una luz tan blanca que te hipnotiza:


    –No hay nada tan hermoso como la luz blanquísima del venado.
    

Que es la que nos cobra el gobierno cuando, midiéndonos los cuernos, sale de venadeo, y entonces nosotros nos indignamos con la tía Chus, que atribuye la subida del recibo a los peperos, aprovechando un tuit del portavoz Almeida que presume de la luz por las nubes, con premio de la Unesco, cuyos enchufados también comen: “Lo hemos conseguido, Madrid. El Paisaje de la Luz ya es oficialmente Patrimonio de la Humanidad”. Y te lo imaginas posando con el último recibo de la luz en la mano, como Mayra con el cheque cuando en el “Un, dos, tres…” los concursantes pegaban el pelotazo.
    

En este juego de luces, Abiel enseña a Ullán a orientarse en el cerrito con las serpientes:


    –Pueden ser jovencitas, pero ya te ahogan.

[Jueves, 12 de Agosto] 

Jueves, 19 de Agosto


 Duchamp campero

miércoles, 18 de agosto de 2021

París

 


 

Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    Circulan videos de las terrazas del centro de París patrulladas por los maderos de Macron que compiten en actitud fascistoide con los de Merkel y que, entre las mesas, exigen a los mansos clientes el certificado de estar al día con las pipetas covidianas que dispensa el Comité de Salud Global, heredero del Comité de Salud Pública creado por la Convención.
    

Son escenas propias de la ocupación nazi, y hay que admitir que desde Hitler nadie ha repartido en el continente más porrazos que Macron. Debe de ser un problema de los bajitos (no se me quitan de la cabeza los guindillas de Almeida pidiendo los papeles a Antonio López por pintar en la Puerta del Sol), y Macron es un Napoleón con alzas. Cuando caiga, que caerá, toda su satisfacción será decir, al cruzarse con un vecino más alto: “Yo a éste le he zurrado la badana”. Claro que Napoleón es la cumbre de la Revolución francesa, y Macron sólo es el pequeño masón que la refuta, revolviéndose contra sus dos únicos inventos, el Tuteo (adoptado en España por los falangistas y luego por toda la purrela progre) y la Nación. Para Macron, y lo que representa, la libertad no es más que lo que el totalitarismo liberalio llama “una mariconada”.

 
    –Los esclavos de la antigüedad –observa un español titánico– renunciaban a su libertad a cambio de la vida, pero los siervos de hoy se mueven, se organizan y votan, sin libertad de elegir a sus amos, a cambio del reconocimiento de su impotencia política.
    

Las escenas de los maderos de Macron en las terrazas de París, o te repugnan, y entonces eres un ser pensante, o te engorilan, y entonces eres un centrista militante o liberalio que bebe vino y lee “Le Monde”, que explica científicamente la conveniencia de convertir a todas las personas en conejitas, pero no del “play-boy” de Hugh Hefner, sino de la “pfeiffer” de Bill Gates.
    

¡Pero éste es el fascismo de la mano izquierda! –exclamó otro Foxá ante un De Gaulle golpista saludando a las masas en el “Forum” de Argel con blanda mano izquierda.

[Miércoles, 11 de Agosto] 

Miércoles, 18 de Agosto


 

Galgos percherones

martes, 17 de agosto de 2021

Recuperar Kabul

Las feministas de El País (y no solo), definitivamente hartas

 

Hughes

Abc

(Escrito el domingo 15)


Mientras escribo estas pobres y temblorosas líneas, los talibanes entran en Kabul. Aunque han prometido orden en la transición, se teme una carnicería. No se les llama talibanes por nada.


El mundo no sabe qué hacer. Las personas más humanitarias se quitan las gafas de leer y oprimen sus lagrimales en gesto universal de cansancio y preocupación mientras repiten “no podemos permitirlo, no podemos permitirlo”, pero ¿quién es ese nosotros? Hay ya un nosotros global para el cambio climático, pero ¿quién mete en vereda a los talibanes? ¿Acaso China responde a ese nosotros?


Seamos quienes seamos, nos enfrentamos a un hecho terrible: las mujeres afganas verán reducidos a nada sus derechos, oprimidas como progresistas en Madrid. Podríamos decir que las mujeres afganas están hoy más lejos, infinitamente más lejos de poder leer, traducida, a Elvira Lindo y que el ideal emancipatorio de llegar a ser una brillante mujer española de izquierdas, incluso, a lo mejor, ser médica y madre, queda de repente lejanísimo para esas mujeres a las puertas de “una nueva edad media”.


¿Y qué hacen las españolas? No podemos decir que nada. La periodista Soledad Gallego-Díaz, adelantándose a la toma de Kabul, emitió un valiente artículo en el que pedía pasar a la acción, a la fuerza, movilizando la furia femenina. Tras matizar, por si hubiera alguna duda, que los talibanes no son el islam, sino una ideología aparte, opresiva (quizás más cerca de Vox que del Islam), la periodista pide movilización. Esto puede ser un hito, algo muy importante: mientras llega Kamala Harris, comandanta en jefe, el feminismo oficialista español, a la vanguardia del mundo, se hace beligerante, activo, se hace feminismo-Furia mitológica.


Los talibanes han despertado y despertarán aún más las Furias españolas. Este antagonismo, de alcance planetario, está servido. ¿Saben en Kabul y Pakistán que su mayor enemigo planetario está en España?


Pero ¿cómo responder? Invadir Afganistán en nombre de la democracia sería un poco redundante, así que habrá que ser imaginativo. Javier Solana tuiteó “Afganistán nos apela” y como el know-how lo tenemos, yo propongo (humildemente) bombardear Afganistán, pero por supuesto no con bombas, sino con un arma más poderosa, mucho más efectiva y letal para el cerebro radical heteropatriarcal: con libros. Con literatura.


Deberíamos empezar desde ya a traducir al pastún las obras de nuestros mejores escritores y escritoras actuales (en la mente de todos) y lanzarlas desde los cielos afganos para que caigan en manos de ellas, que así tendrán aliento y consuelo y la iluminación de sus hermanas libertarias españolas, y quizás en las de ellos, barbudos talibanes, que ante la revelación de las prosas prisaicas sonando en persa (¡belleza irresistible!) podrían cambiar como cambiaron las mentes y corazones de los franquistas, como cambiamos nosotros muñozmolinamente saliendo cada día de la noche negra del fascismo. ¡Enseñémosles libertad, enseñémosles igualdad, enseñémosles Estado de derecho! Hagamos con nuestra Cultura lo que los americanos no han podido hacer con sus soldados. Esta gran operación de ilustración y civilización debería ser financiada con fondos europeos (aunque esto obligue a incluir la novela de González Pons) e implicarnos a todos para lograr que en Afganistán no florezca sólo la amapola.

(Han pasado un par de días y ahora hay dos alternativas al bombardeo cultural que yo propongo: una es la batalla cromática que ha sugerido Almeida, que considera que proyectar los colores afganos en Cibeles “en garantía de los derechos femeninos” tendrá algún efecto. Otra es recibir toda la inmigración afgana que se pueda, e incluso más, opción que prefiere y abandera Baleares, que se centrará en acoger mujeres menores y preferiblemente sin padres).