sábado, 30 de septiembre de 2023

San Miguel

  

San Miguel en la iglesia de Santa Cruz

 Sevilla


Francisco Javier Gómez Izquierdo

    En San Miguel, día grato, por ser fecha en la que servidor cobraba una paga extraordinaria cuando a finales de los 70 era productor, conforme denominación de las nóminas de la época, me he dado el capricho de hacer lo que nunca he hecho: acercarme como el Camborio a Sevilla a ver los toros. En casa de mi chico he puesto el televisor y resulta que están votando a presidente (en la votación del 81 de Calvo-Sotelo me pilló cosiendo zapatos) y un catalán al parecer se ha equivocado por no saber muy bien lo que tiene que decir: "No. Tú di no." Y nada, que no lo ha entendido. Cómo han resuelto el sí no me llama la atención teniendo en cuenta la falta de seriedad y formalidad de la mala taberna en la que se ha convertido el Congreso. Los que pasaban lista lo han hecho como servidor no tenía idea que era uso entre los nefasto padres conscriptos: apellido tal, apellido cual, Nacho, Pepe, Pachi... Ésto era falta de respeto imperdonable cuando hacíamos el bachillerato.

 
   Ya saben: con estos bueyes aramos. Servidor espera ver toros esta tarde como gustan a los grandes Márquez y don Ignacio de esta casa. Ya saben que no entiendo nada del arte por lo que no esperen explicación de lo que ignoro. Bueno, creo que ignoro menos de la tauromaquia que los congresistas españoles de democracias.

Lassalle


Lassalle


Roy Bean

Ignacio Ruiz Quintano

Abc Cultural

El espectáculo más solicitado es el sol. En Madrid, todo el mundo quiere tomar el sol. Sólo si el día está nublado a la gente le da por los museos, que este año, por la nubosidad y la crisis, han recibido más visitas.

Pero el sol es un espectáculo urbano. A los rústicos no les gusta el sol, y cuando por San Isidro se acercan a Madrid buscan las aceras de sombra. Un día los pícaros de la capital decidieron cobrarles por ir por la sombra, y así nacieron los “isidros”. Ésta es la base de lo que en la Red comenzó a conocerse como Ley Sinde y ha terminado siendo un Reglamento Lassalle, por el personaje que, enjuiciando lo nuevo con los criterios que sirvieron para lo viejo, ha puesto en marcha esa “tranche de vie” que es el Reglamento Lassalle.

Igual que Lenin, mirando a Tolstoi, le decía a Gorki que nadie había descrito tan profundamente al mujik “hasta que llegó este conde”, bien puede decirse que nadie ha descrito tan profundamente al internauta español, siempre dispuesto a descargárselo todo, hasta que llegó este “petit” Touchard de la Montaña con su reglamento: el Reglamento Lassalle.

Lassalle gasta barba y seguramente ame al ciclismo. La barba parece estudiada para recordar al mismo tiempo a Jorge Laverón (Lassalle también va a gestionar la tauromaquia) y al juez Roy Bean de Walter Brennan, es decir, un juez de la horca digital, lo cual ayudará a disipar los dengues que los más cursis ponen porque el Reglamento Lassalle se salta a la torera (volvemos a Jorge Laverón) la tutela judicial, dejando en manos de un profesor, el profesor Lassalle, la cosa liberal de chapar “webs” como Matanzo chapaba garitos.

¿Liberalismo totalitario o totalitarismo liberal?

Son conservadores los niños, los viejos, los hombres de campo y los grupos religiosos –dice Sábato–. Y son revolucionarios los adolescentes, los jóvenes y ciertos tipos de adultos: neuróticos, resentidos, inadaptados


Sábado, 30 de Septiembre

 

 Valle de Esteban

 

Duelo en OK Corral

viernes, 29 de septiembre de 2023

Kabilismo Ibérico


 Gusman Brid’oison

Las bodas de Fígaro

 

Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    España cabe ya en un barojismo con comején: “¡Crania Vascónica! ¡Kabilismo Ibérico!”. Traducido por Antonio Ortúzar: “Y si no les gusta ‘Amnistía’, le cambiamos el nombre y a hacer puñetas”. (¿Será por I+D? “No te equivoques, Erkoreka: la solución es el I+D”, le dijo una vez a Erkoreka un empresario de Bilbao en el tren). El gato por liebre de toda la vida española.


    ¿Qué mayor gato por liebre que “la izquierda” montando una charlotada de lenguas en el Parlamento? En un Estado de Partidos no hay izquierda política: todos los partidos son órganos del Estado. Por el Estado con él y en él. Cuando esto aún no era así, un izquierdista de verdad (no esos “caganers” que hoy fungen de izquierda en la Carrera de San Jerónimo), Antonio Fabra Ribas, natural de Reus y “mentor intelectual” de Largo Caballero, exponía la teoría izquierdista de las lenguas en las Cortes republicanas: “Por lo que toca a la enseñanza, no ya del castellano, sino también en castellano, la República no puede hacer la menor concesión, so pena de faltar a uno de sus más sagrados deberes, especialmente por lo que se refiere a los trabajadores. Las clases alta y media de las Vascongadas, de Cataluña y de Galicia aprenderán siempre, por la cuenta que les tiene, el castellano, y por la cuenta que les pueda tener procurarían que las clases obreras no conocieran más que el idioma vernáculo. Así los asalariados de las tres regiones se encontrarían confinados dentro de su propio país, o con grandes dificultades para instalarse en los países hispanoamericanos y para establecer relaciones y practicar colectivamente la solidaridad con sus compañeros del resto de España”.


    Fuera del Estado ¿de qué comería en España un “republicanote” de tripa lerrouxista como Rufián, convertido en “clase trabajadora” por un sapo que besó? ¿De qué comería en Francia, nación infinitamente más rica en lenguas que la nuestra y donde la República, en aras de la “égalité”, obliga a hablar el francés de la Isla de Francia?


    Bien por Ortúzar, que ofrece cambiar de nombre a la “Amnistía”. Después de todo, como dice Muray, ya no queda nada de las cosas buenas del mundo antiguo, de manera que las nuevas pueden adornarse con las viejas denominaciones sin temor a ser sospechosas de haberlas usurpado, puesto que ya no es posible compararlas con nada. Qué lucidez, la de Muray:


    –¿Qué podría ser un “desacuerdo” cuando el Observatorio Universal de Vigilancia de Pensamientos Divergentes está subvencionado por todos los estados de nuestro Archipiélago de los Niños? Y de manera aún más general, ¿qué pueden ser las “cosas buenas” de la vida, y la forma de celebrarlas con el lenguaje, cuando únicamente se pueden expresar los que parecen haberse fijado como meta hablar de manera aún más desarrollada que Don Gusman Brid’oison en “Las bodas de Fígaro”?

 
    Y remate con media verónica: cuando la Historia se ha ido, ya no es ella la que farfulla, sino los post-humanos.

 

[Viernes, 22 de Septiembre] 

Viernes, 29 de Septiembre

 

Valle de Esteban

 

Can Tebi

jueves, 28 de septiembre de 2023

Mentalidades




Ignacio Ruiz Quintano
Abc

Cuando los cubanos nos demos cuenta de que el castrismo no existe, nos vamos a caer de culo, tuitea el hijo literario de Cabrera Infante.

Como los españoles, cuando nos demos cuenta de que el europeísmo de la UE no existe.
La historia de las mentalidades (explicar las movidas políticas por el estado mental de las masas) la inventa en 1932 el francés Georges Lefebvre (marxista y, sin embargo, riguroso) con “El gran miedo de 1789”.

España ingresa en la UE en el 86: Franco había muerto (en la cama) en el 75, y los políticos, para "taparlo", necesitan la “homologación europea” a cualquier precio, sin reparar en el “nunca pertenecería a un club que admitiera como socio a alguien como yo” de Groucho.
Posmodernidad y exclusividad son la mentalidad de los 80. La posmodernidad nos viene al pelo porque se reduce a no tener que estudiar nunca más. La exclusividad nos viene del cordón rojo de Studio 54 en Nueva York, y en Madrid se escenifica en el Pachá, donde de cordón rojo hace Martín, guardia de día y portero de noche, como Helmut Kohl en la UE, más difícil de pasar que el mítico Goyo Benito, pero el premio es el Cielo de Pachá pastoreado por Marilé Zaera, donde sólo hay dos formas de alternar: ser cuentarrentista o tener tarjeta de crédito.

España ingresa en la UE empeñando la casa para los gastos de notario y con tarjeta de crédito. 

Ahora se van del club los ingleses (miren por dónde, mi único recuerdo del Cielo de Pachá es cruzarme en la entrada con el capitán Mark Phillips, marido de la princesa Ana, que salía), los griegos aguardan en la puerta al tercer rescate y los franceses se juegan (“Rien Ne Va Plus!”) la permanencia a Marine, a quien el “establishment” no presta ni un euro, y a Macron, socio de la banca Rothschild, para que los Verlaines del periodismo sujeten a la elocuencia y le retuerzan el cuello.

Prends l’eloquence et tords lui le cou.
Aquí, desde luego, “la grande peur” vendría con la visa, pues nos caeríamos de c...
 
[Publicado en Febrero de 2017]

Jueves, 28 de Septiembre

 

Valle de Esteban

Claudicación

Felicidades a Claudia


 Lastres

 

CLIC

 


 
Brighton

miércoles, 27 de septiembre de 2023

La boina



El listón político-moral de la España'78

 
Ignacio Ruiz Quintano
Abc

En el “As”, que ofrece la mejor literatura política del mercado, dicen que España es una piel (piel de buey, dijo Estrabón, que lo de toro lo inventamos luego nosotros) cosida por la Liga de fútbol, o sea la Liga de Tebas.
¡España cosida por la Liga de Tebas!

Más que el “As”, parece que uno leyera “El Federalista”, diario de los padres fundadores de América, formados en la cultura grecolatina, cosa que no se puede decir de todos nuestros académicos.

Que el fútbol constituya la atadura de la nación más vieja de Europa forma parte del “pastel constitucionario” (poder constituido que se arroga poder constituyente) de la partidocracia: íbamos a independizarnos, pero, si vais a echar por eso al Barça de la Liga, nos quedamos.

Fútbol y boina.

Con el fútbol atamos lo catalán (Cataluña no tiene otra industria), y lo vasco, con la boina.

Oh, la boina. “Sombrero sin alas ni viseras, propia de un pueblo que no tiene que ocultar nada a la luz del sol”, dijo Pemán, que de niño viajó en el tren con el líder republicano Sol y Ortega, que era de Reus e iba a Granada a dar un mitin; poco antes de llegar, se quitó la corbata, se pasó a un coche de tercera y cambió su sombrero por una boina:

La boina es como un cráneo blando y de repuesto, que le viene muy bien a este pueblo celtíbero de cráneos resistentes.
Ayer corrió el rumor de que habían arrestado a Josu Ternera, la boina de España (cantada en su día por Umbral). Fue un “burdo rumor”, por decirlo a lo Krahe, o un caso de “humor negro”, por decirlo a lo Guille Zapata, teniendo en cuenta la ola de dolorismo (Siria, Tordesillas) que recorre España.

¿Quién es Ternera? Eguiguren, el mensajero de la paz de Zetapé, ve en él a un gran militar (!) obsesionado por los niños: por los suyos, claro, no por los de la Casa Cuartel de Zaragoza, cuyos ataúdes blancos no impidieron al caudillo de Miravalles representar en su tierra a la Comisión de Derechos Humanos.


 [Publicado en Septiembre de 2015]

La chapela

Francisco Umbral

El Mundo, 19 de Enero de 2000

 

Josu Ternera ha salido de la cárcel con una leyenda a la espalda y una chapela modélica, armoniosa, bien cortada, circular, bella, que le va a su rostro afilado. Josu Ternera va a matar mucha gente -pero ahora de amor- con su nueva chapela a lo Erasmo de Rotterdam, pero sin el humanismo, ay. Esta no es una columna política porque él no es un político ni yo tampoco. Lo mío es la tinta y lo suyo la sangre, dicen. Por el País Vasco se ven muchas chapelas, pero casi siempre feas, con el vuelo mal distribuido, viejas o «históricas».

(...)

Y es que la boina es signo de condición humilde. Los señoritos no usan boina y los rojos no usaban sombrero. En cambio la chapela es democrática, la usa lo mismo un militante de base, un labriego, un rico o un líder como Josu Ternera. Estas son las pequeñas diferencias regionales por las que no vale la pena hacer una guerra. La chapela tiene un sentido estético y la boina un sentido práctico. No sé si han visto ustedes a Josu Ternera en la prensa o en la tele, recién salido de la cárcel. Digo yo que a lo mejor sale por la cosa de las elecciones. No sé. Pero la chapela que lleva es una chapela muy pensada, es la invención de la rueda, pero con un toque de gracia que le falta a la rueda, salvo que la pinte Picasso.

(...)

 El romanticismo, desviación o consecuencia del barroquismo, produce la figura del dandy, y Josu Ternera es hoy un dandy etarra que no por eso nos hace olvidar sus habilidades, pero nos prueba que en la cárcel se ha depurado de chapela y a lo mejor de alma. Dios y Setién me oigan. Los separatismos son románticos, decimonónicos, y por eso les viene bien un dandy de aldea como capitán. Mayor Oreja viste muy bien su cargo de ministro de la cosa. Sólo deja adivinar las pistolas elegantemente. Pero su deuteragonista, Josu Ternera, ha aprendido a andar por la calle como un etarra elegante, cosa que nunca hubiéramos sospechado, y esa chapela debe pasar a la historia del separatismo con el rosario de Sabino Arana.

(...)

El que sabe llevar la chistera, el borsalino, el sombrero (inmortal escena de los sombreros en Casablanca), el que sabe llevar la chapela no es uno como los demás. Si yo fuese ministro de Interior, que no hay síntomas, me cuidaría mucho de esa chapela emergente. Billy el Niño se ponía muy bien el Stetson. Josu Ternera se pone muy bien la chapela, que es de calidad. También el aura de Cristo se diferenciaba del aura de los apóstoles. Ahora comprendo que Josu Ternera, para bien o para mal, vive condicionado por su chapela.

Miércoles, 27 de Septiembre

 

 

Brotes verdes

Felicidades a Oti

 


CLIC

martes, 26 de septiembre de 2023

Don de lenguas


Enrique VIII

 

Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    Los españoles de la Santa Transición poseemos el don de lenguas, como ahora se va a poner de manifiesto en el Parlamento, donde los ciudadanos carecemos de representación política (Leibholz, ideólogo del Estado de Partidos), que se suplirá con conversación “en todas las lenguas del Estado” (?), no para comunicarse, sino para separarse.


    –Hablan un idioma que los demás no entienden para ponerse de espaldas al grupo –aclara Gustavo Bueno, algunos de cuyos alumnos de Oviedo se pusieron a inventar el bable tras una lectura indigesta de los “Discurso a la nación alemana” de Fichte.


    Darwin situó el origen del lenguaje en el canto de los pájaros macho durante la época de apareamiento. ¿Y las hembras? Bueno, eso tendrán que leerlo ustedes en Darwin, que no está el horno para bollos.


    En su ajuste de cuentas (póstumo) a Chomsky (y a Darwin), Wolfe cita el caso del mono cercopiteco verde, que emite gritos diferentes para advertir al grupo de la presencia de los depredadores más peligrosos, creando un ambiente selvático muy parecido a lo que pronto serán los debates separatistas en nuestro Parlamento, donde se arrincona al español por populista, ya que, en lógica de tertuliano del Régimen, “populismo es soluciones simples a problemas complejos”, y ninguna solución más simple para entenderse en España que el español.


    –El mono cercopiteco verde –insiste Wolfe ante Darwin, que no acaba de pillar la evolución del lenguaje desde el reino animal– tiene un grito para el leopardo, otro para el águila, otro distinto para los babuinos y otro para la serpiente pitón, además de variantes del grito de la pitón para referirse a la mamba o la cobra.


    Ahí quiero ver yo a “la Tercera Autoridad del Estado”, la presidente Armengol, y su escuela de traductores de Toledo. Claro que Darwin no pensaba en cheso aragonés, sino en inglés casi de Gales, ese idioma que los norteamericanos de ahora insisten en hablarlo (lo dice un escritor cubano que odia el inglés por sus “vocales voluminosas que no nos caben en la boca a los cubanos”) con acento de país pobre extranjero (“léase, de ‘shithole country’”), ya que así les parece más políticamente correcto y “menos dialecto neocolonial”.


    Schmitt anotó en su “Glossarium” que la “pax romana” pertenece a la “lingua latina”, cuyas palabras y frases son un símil de cosas y de un orden precisos, en tanto que el idioma anglosajón es oscilante-marítimo.


    –El idioma pendular marítimo no es capaz de gobernar el mundo. No hay “pax”, sino solamente la eliminación de la guerra de Estados y su transformación en guerra civil mundial.


    Para el autor de “El Nomos de la Tierra”, la fonética de un idioma es lo decisivo, y hace la pregunta catastrófica: ¿por qué desde Enrique VIII, es decir, desde el comienzo de su éxodo al mar abierto, los ingleses hablan el latín como el inglés?


    Por lo mismo que al leopardo le salieron sus manchas.

 

[Martes, 19 de Septiembre] 

Los mártires de la Sonora Matancera


Celia Cruz con la Sonora Matancera

 

Orlando Luis Pardo Lazo

Hypermedia Magazine

 

Con perdón de la memoria, la foto parece tomada en la prehistoria nacional.

Bien pudiera ser la última imagen de un grupo de jóvenes, ya a punto de inmolarse antes de atacar un cuartel militar.

Al alba, como corresponde. Como corresponde, un fin de semana. Cuba era un eterno verano.

Con Celia al centro del macherío. Otra Celia, otro macherío. Sus uniformes de caballeros en clave de Sí sostenido civil, esa nota musical imaginaria.

Igual son la estampa viva de la República.

Una república también musical y no menos imaginaria.

Os voy a referir una historia. Había una vez una república. Tenía su constitución, sus leyes, sus libertades; presidente, congreso, tribunales; todo el mundo podía reunirse, asociarse, hablar y escribir con entera libertad. El gobierno no satisfacía al pueblo, pero el pueblo podía cambiarlo y ya sólo faltaban unos días para hacerlo. Existía una opinión pública respetada y acatada y todos los problemas de interés colectivo eran discutidos libremente. Había partidos políticos, horas doctrinales de radio, programas polémicos de televisión, actos públicos y en el pueblo palpitaba el entusiasmo. Este pueblo había sufrido mucho y si no era feliz, deseaba serlo y tenía derecho a ello. Lo habían engañado muchas veces y miraba el pasado con verdadero terror. Creía ciegamente que éste no podría volver; estaba orgulloso de su amor a la libertad y vivía engreído de que ella sería respetada como cosa sagrada; sentía una noble confianza en la seguridad de que nadie se atrevería a cometer el crimen de atentar contra sus instituciones democráticas. Deseaba un cambio, una mejora, un avance y lo veía cerca. Toda su esperanza estaba en el futuro. ¡Pobre pueblo!

Mirar fotos viejas es un oficio vil. No sólo porque nos envejece, sino porque nos volatiliza la verdad. Vemos sus risas, sus sueños saturados de porvenir, la luz en todas las miradas. Y, en definitiva, los cubanos que quedamos somos ahora incapaces de entender nada.

Es mejor acaso no prestar atención, desviar la vista hacia cualquier otra parte. O poner los ojos en blanco. Los párpados caídos como telones de una triste y tierna historieta nacional.

Al parecer, mártires o músicos, éramos personas entonces.

Darnos cuenta de ese hecho tan simple nos humilla y amarga. En ocasiones, nos hace rabiar.

Odiamos ese pasado de humanidad. Es intolerable que los cubanos alguna vez hayan sido contemporáneos de los cubanos. Es increíble que nos hayamos querido entre cubanos.

¿Cuándo ocurrió la metamorfosis? ¿Por qué nadie nos dijo nada?

Nos sorprendieron por la espalda, clavándonos entre vértebra y vértebra la punta afinada de un fusil o de una trompeta. En cualquier caso, acompañada por el estrépito de los micrófonos a ras de tribunal o de carnaval.

En efecto, todo aquel que piense que la vida es desigual, tiene que saber que no es así. La vida en Cuba ha resultado ser insoportablemente igualita. Una imitación de la imitación que ya no imita nada. Ni a nadie.

Ay, hay que llorar.

Martes, 26 de Septiembre

 

 

crepúsculo cayendo en tus ojos, muñeca,
caracola terrestre, en ti la tierra canta

lunes, 25 de septiembre de 2023

Corrida Concurso a más a más. Toreros como siempre (bien Marín), picadores tirando a deleznables y del peonaje mejor no hablar. Márquez&Moore

 


JOSÉ RAMÓN MÁRQUEZ

 

Con una espléndida tarde otoñal y con mejor entrada que en las precedentes nos subimos a la Andanada a ver qué nos trae esta Corrida Concurso de Ganaderías previa al inicio de la Feria de Otoño, la Feria de Julián ad portas. El primer sinsabor es el de comprobar que la ganadería de La Palmosilla, que es la que venció el concurso el año pasado, no comparece porque la inveterada sapiencia de los eminentes profesores veterinarios, liderados en esta ocasión por don Francisco Javier Horcajada García, han estimado que el animal presentado a concurso no era apto para hollar el suelo de arena de miga de Las Ventas por ignotas causas que, a buen seguro, se concretarán en esa jaculatoria de la “falta de conformación zootécnica”, que es como cuando vas a una gestión a la Seguridad Social y te dicen eso de “a ver cómo anda hoy el sistema, que lleva toda la mañanita dando muchos problemas”, o cuando quedas con uno y te llama que no puede ir porque ”chico, es que estoy con el Covid”.


Entonces echamos al Palmosilla y, mirando por ahí a ver qué hay, en seguida aparece un chucho de Victoriano del Río que sirve para completar la media docena y para que a cada espada le toquen dos, como es preceptivo. Lo mismo podían haber echado otro de los Hermanos Collado Ruiz, como el castaño aquel del domingo pasado, o uno más de Fuente Ymbro, si es que acaso le quedan toros en el campo después de la hecatombe de esa ganadería que llevamos en Las Ventas.


En estas corridas concurso suele pasar que los ganaderos, o quienes elijan los toros, escojan al ganado por su aspecto más que por otras condiciones de evaluación algo más complicada y que nos gusta poner para que no se olvide que la elección basada en la nota, la reata, el tipo, la nota del padre y de la madre, la comparación con los resultados obtenidos por otros hermanos y, por supuesto, la fachada está mejor orientada que la que tan solo se dirige a esta última condición, sin hacer caso de las demás.


En primer lugar salió Cabañito, número 33, con el hierro de Pablo Romero, ahora Partido de Resina. Toro cárdeno precioso de lámina, como corresponde a su estirpe, puro trapío, que tras su primera y vigorosa entrada al caballo quedó desfondado y en condiciones blandurrias que soliviantaron a parte de los espectadores y echaron un jarro de agua fría a los que somos partidarios de esta vacada desde que nos salieron los dientes. El toro, entre su aire blandengue y su ausencia de malas intenciones, no metía ningún miedo por lo que todo el lío del peonaje se desarrolló en el tipo versallesco y amable. En los primeros lances de capa Serafín Marín dejó unas preciosas verónicas templadas, torerísimas y a cámara lenta, sin darse importancia y una media de oro puro. Y en la faena de muleta también sacó algún pase de gusto y cadencia, de torero cuajado, por ambas manos. A la postre, lo mejor de la tarde. Deja cartel y ganas de que le repitan.


El segundo, Triana, número 55 tenía muchísimas probabilidades de ser elegido el toro más feo de la ganadería, o sea que a este no le eligieron por belleza. Después de la armonía del Partido de Resina ver salir a ese bicho, con el Pinar de Valsaín por pitones, ensillado, largo y sin gracia ni finura era como si un toro de las calles se hubiera colado donde no debía. El bicho tampoco era un Hércules, pero se llevó menos censuras que su predecesor. En la cosa de los pencos tampoco quería líos, o sea que tras un breve paso por la cosa de las banderillas ahí estaba el Samuel con Pinar, que dio una impresión bastante pobretona desde que se fue al toro cavilando a ver qué hacía él con esa tómbola de cuernos. Y lo que hizo el veterano Pinar fue pajarear por aquí y por allá hasta que llegó el momento de pegarle al toro una estocada y un descabello que pusieron al animal en manos de los destazadores, e imaginamos que la cornamenta en manos de un ebanista para que fabrique con ella un bargueño bien grande.


Gómez del Pilar es torero al que se mira con atención, pues es de los que no rehúyen la lucha y ahí está su palmarés con toros de los que importan. Por compensación divina o lo que sea le tocó el de Victoriano del Río, Manisero, número 63, que ni nota, ni reata, ni tipo ni ná, vamos que cogieron a uno que andaba por allí y que habrían quitado de en medio esos connoisseurs que van a donde Victoriano a espigar los toros con los que triunfarán los príncipes del escalafón. Éste no estaba destinado a ningún príncipe, pues era desabrido, metía unos cabezazos de padre y señor mío e iba cómo y cuándo quería. Le vino bien a Gómez del Pilar para vender sus formas, de las que resalta el inicio por abajo algo enganchado y, sobre todo, comprobar el cariño y la bondad con que se le trata. Le vitorearon la faena, que no hubo tal faena en sentido estricto, y si no llega a embarullarse con el estoque lo mismo hasta le hubieran pedido la oreja.


El ensabanado Mexicano, número 47, levantó aplausos al salir de los chiqueros por su lámina y sus hechuras. Un toro que podría haber pintado Perea en las láminas de La Lidia. Lo recibió Marín con la suavidad de un par de verónicas exquisitas, de nuevo sin darse importancia. Acudió con ligereza a la primera vara y resultó tardo y meditabundo en las otras dos, arrancándose con poco ímpetu. Las gentes, no obstante, tomaron partido por el toro, con la losa que eso suele ser para su matador. En banderillas el toro se fue parando y esperando, para que se luciesen Marcos Prieto y Diego Valladar, pese a lo cual Serafín Marín se fue a brindar el público y cuando se puso frente al toro este se había convertido en una estatua blanca de purísimo mármol de Carrara a la que fue literalmente imposible hacer pasar de muleta, ni por la derecha ni por la izquierda. Tras varios intentos infructuosos de torear a esa especie de Toro Blanco de Guisando, Marín se fue a por el estoque para cobrar una estocada entera.


Como dicen que no hay quinto malo, ahí tenemos a Castellano II, número 58, de José Escolar, que fue recibido con ciertos silbidos por algún exquisito al que le parecía, desde el confort de la piedra del tendido, que el toro no tenía presencia. Cumplió en varas, que bastante bien lo hizo para las varas que le atizaron, y llegó a banderillas desafiante y pidiendo el carnet de profesional a los dos que, como un guiño al que las hace, le fueron poniendo los palos de uno en uno cuando conseguían clavar, que el toro al que aquellos protestaron de salida tenía una seriedad imponente. Y ahí que se va Pinar, tras el mitin de los peones a dar el suyo. El toro es muy exigente y demanda una colocación que el tobarreño no está dispuesto a dar. Más bien se dedica a citar muy por afuera, pero el toro eso no lo admite y no atiende al cite. Cuando se coloca el torero en una posición algo más ortodoxa, el toro acude y lo hace sin cabecear y sin derrotar y ahí consigue Pinar ligar un par de pases, pero su afán por echar fuera de él al toro malogra sus intentos. El toro es el típico toro de encumbrar en Madrid a un tío con ganas de jugársela, pero Rubén Pinar tras quince años de alternativa no parece querer jugársela como hizo aquella memorable tarde de lluvia, última de Guardiola en Madrid.


Y ya sale el de Pedraza de Yeltes, Sombrero, número 25, colorado como muchos de esa vacada, que ha sido el toro de la corrida y el que se ha llevado el premio que otorgaba un ignoto jurado. El toro fue bravo en varas, acudiendo con presteza y de largo  al cite y metiendo los riñones. El Presidente cambió el tercio tras el segundo puyazo, porque le dio la gana, cuando el toro estaba en el platillo de la Plaza aguardando el cite de Sangüesa y ahí nos dejó dando palmas de tango y coreando “fuera del palco” con esa vara que nos puso a los aficionados el Presidente don José Luis González González con su trapajo blanco. Gómez del Pilar comenzó de rodillas con mucho ímpetu y siendo muy jaleado. Cuando se puso de pie la cosa cambió y el hombre estuvo muy por debajo de las condiciones tan boyantes de Sombrero. Fue armando Gómez del Pilar su trasteo a menos sin aprovechar las largas embestidas del toro y la franqueza de su embestida, quedando muy por debajo de las posibilidades que se le abrían. Su toreo de pelea no ha encontrado forma de acoplarse a un toro que, sin ser el típico bobo de vaivén, demandaba bastante mejor trato que el que se le ha dado.


La corrida, como se ve en estas líneas, ha ido a más. La actuación de los varilargueros, por mucha raya que pinten, tirando a deleznable. Le han dado el premio a Antonio Peralta, por su trabajo con el Peñajara, pero en mi opinión deberían haber dejado el premio desierto. Del peonaje mejor ni hablar.

 

ANDREW MOORE

 

Los Toros







 Los Toreros





FIN

La Merced 2023

 

 
 La Merced de Martínez Cerrillo, hoy en el Zumbacón
 Córdoba



Francisco Javier Gómez Izquierdo

 
         En todas las cárceles de España (bueno, en estos tiempos ya no estoy tan seguro, pero sí durante mis décadas de vida penitenciaria) toca paella los domingos, pero hoy, día de la Merced, los funcionarios de alimentación, junto al administrador y el visto bueno del director, habrán cambiado el menú y es casi seguro que los presos coman langostinos, ensaladilla rusa y solomillo de cerdo más un postre aparente que los proveedores se habrán esforzado de facilitar a muy buen precio, teniendo en cuenta las cantidades pedidas. El viernes 22, en todas las ciudades y pueblos con establecimiento carcelario, se celebraron actos de homenaje a profesionales y repaso de los logros y actividades anuales en cada centro con asistencia de autoridades, concejales, jueces, fiscales, coroneles... Todos reconocen la labor de los funcionarios a los que dedican muy bonitas palabras y con los que departen al final con una copa de vino y un platito de jamón.


      En este acto se entrega placa conmemorativa a los funcionarios de prisiones que se jubilaron el año anterior y a los que cumplen 25 años de servicio. Entre los reconocidos está mi doña, que se jubiló a finales del 22 y en los corrillos en los que estuve, todos profesionales de la vigilancia y tratamiento mientras el delincuente cumple pena, no encontré alma humana que entendiera, explicara o hallara acomodo a eso que dicen que va a hacer el presidente del Gobierno con un delincuente fugitivo al que aún no se ha juzgado. Todos hemos conocido de cerca procedimientos en lo tocante a indultos. Lo que les ha costado a algunos y lo fácil que les resultó a otros, pero ¡éso sí!, siempre con pena firme mediante, arrepentimiento, perdón de los perjudicados, etc, etc... Recordamos  el viernes curiosos indultos. De amnistía ya no quedan funcionarios en activo que recuerden sus nefastas consecuencias al gremio. Aquella COPEL que protestó salvajemente por el agravio comparativo y que tuvieron que padecer mis compañeros por la torpeza de aquellos padres de la patria del 77 que fueron generosísimos con asesinos y mezquinos con los yonquis menesterosos que abarrotaban los talegos, no tendría que extrañar se reencarnara de nuevo si hay empeño en olvidar delitos gravísimos no juzgados. "¿Pero qué dices?" me salta un veterano aún en activo, "los internos son una malva. Saben cómo actuar para conseguir permisos y terceros grados. Se apuntan a terapia, módulos de respeto, programas de desenganche...la vida carcelaria es una rutina que bien entendida es el pasar de un jubilado en una residencia de categoría. Tienen todo hecho. Los más débiles se afanan en conseguir droga y comprometen a la familia en las comunicaciones vis a vis. Aún quedan tipos duros y refractarios a todo tipo de tratamiento, pero no tienen espíritu apostólico y además son demasiado cerriles para que alguien les haga caso y siga en sus reivindicaciones. Los presos, como los ciudadanos, están amodorrados y consideran que con ellos no va nada de lo que pasa fuera de la cárcel".


       Reconozco que Rafael tiene razón y que estamos condenados a que nos pase lo que nos tenga que pasar. Esta mañana, al pasar por el Zumbacón, he entrado en San Antonio de Padua a ver a la Merced, nuestra patrona, la que nos recuerda que cada cual es preso de lo que le toca: preso de adiciones químicas, ignorancia, estulticia, pereza, soberbia, cobardía, hipoteca...

Vertebrados gaseosos


 

Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    Ahora que sabemos más cosas, y todas malas, la pereza (musa de tantas revoluciones) de volver al fútbol se parece mucho a la pereza de hacer el belén cuando te enteras de que los magos son los padres.


    ¿Quién “revolucionó” el fútbol español, Cruyff con sus cuatro Ligas, incluidas las de Tenerife, o Negreira con sus tres quinquenios? El Relato, totalitario y cursi, dice lo que dice, pero lo que dice, hoy, mueve a la risa. Y sólo ahora se entiende el odio mediático a Mourinho, que no venía motivado por su carácter, sino por su conocimiento. Era el moscón en el sopón de la corrupción, y los sopistas lo atacaban como si les fuera en ello, más que la vida, la nómina. “¡El rey va desnudo!” gritaba el portugués en cada rueda de prensa. Y lo estaba. Pero todos (totalitarismo) los paniaguados del Relato elogiaban (cursilería) la hermosura y riqueza de los ropajes que “vestía” el tío corito.


    En los regímenes totalitarios, el Relato es importante. Miren que lo primero que el “fuguillas” Puigdemont ha pedido a sus cortejadores de “Madrit” para pastelear lo que sea es… relatores. La historia contemporánea de España nos enseña que las cosas nunca son como sucedieron, sino como se contaron. En la política los relatores dan gobiernos, y en el fútbol, títulos y leyendas.


    –Haaland se merece el Balón de Oro sobre Messi, porque ganar un triplete es más difícil que ganar una Copa del Mundo –ha dicho el alemán Rummenigge–. En nuestros tiempos no nos regalaron este premio por anotar penaltis.


    Rummenigge pasa por alto que el Relato siempre ha estado con Messi, el Oliver Twist de este cuento navideño. La analogía dickensiana la hizo Terry Venables, puesto entre la espada y la pared de escoger entre Cristiano y Messi, él, que pudiendo escoger en su día a Hugo, escogió a Archibald:


    –Cristiano –se explicó Venables– es un atleta y Messi es Oliver Twist: un pequeñín que llega a la estación Victoria y se lleva las carteras de todos sin llamar la atención y que tiene a un gran grupo de pícaros trabajando a su lado.


    Estos relatos gustan mucho a las masas sentimentales, y la masa culé lo es. Mas como Messi, ciertamente, ya no está en Barcelona, en Barcelona el Relato revuelve la cantera en busca de otro Messi, aunque luego los messitos duran lo que duran las rosas: Pedri, Gavi, Ansu, y ahora, Yamal, del que los Herodotos del fútbol (Herodoto pasa por ser el historiador más cotilla, y por tanto, divertido) cuentan que celebra los goles dibujando los números del distrito postal de su barrio en el Maresme. ¿Qué busca el Relato, fomentar el individualismo futbolístico o revalorizar el patrimonio culé?


    Si el Relato no le negara a Vinicius, un poner, lo que regala a los del País Pequeñito de Ahí Arriba, pensaríamos que los relatores son amantes del fútbol en busca de individualidades, que son las que hacen atractivo el juego. Un equipo de fútbol es una sociedad, y la sociedad no puede pasarse sin personalidades individuales. Lo que pasa es que la sociedad, y ésta era la teoría del autor de “El animal ladino”, hace lo que puede hacer: socializar. “Lo importante es el equipo”, repiten los entrenadores cazurros. Pero “hacer” individuos (individualizar) no es asunto de la sociedad.


    –Lo único que la sociedad puede hacer en favor del individuo es esa hermosura que consiste mitad en no estorbar, mitad en fomentar (poner fomentos: caldear y abrigar; dar pábulo al individuo; a la individualización de los individuos –lo que Ancelotti con Vinicius, para entendernos–). Y esto deberá hacerlo por una razón: la sociedad, que no puede fabricar individuos, como fabrica socios, los necesita.


    Pero advertía el autor, versado en marxismo: la dosis que de individualidad genuina tolera la sociedad es muy escasa.


    El cigarreo desatado (la estridencia del canto de cigarras) del Relato con su cuento de “¡otra figura culé!” no obedece, pues, al gusto por el individualismo, sino al negocio de la publicidad, siempre hacia el mismo lado. Estridencia por estridencia, ninguna como la no presencia de Vinicius en la piñata de la Fifa, cuyos premios se desacreditan por ridículos (o cosa peor).


    –Por cierto, los Tweets Completos de Donald Trump se merecerían un Premio Nobel de Literatura, al menos tanto como se lo merecieron las letricas guajiras de Bob Dylan –escribe el cubano Pardo Lazo en su “Espantado de todo me refugio en Trump”.


    El mítico Barcelona del Relato vendría a ser el “vertebrado gaseoso” de que habló Ernesto Haeckel, aquel alemán darwinista con mano para inventar palabros de periodista científico con cuenta en Tuiter, como, por ejemplo, “ecología”, que a tantos da de comer. Y parece curioso que los obispos y abadesas del Relato pongan ahora en duda la reputación de un colega, Piers Morgan, sólo porque entrevistó a Rubiales. Lo acusan de “amarillista”. ¡Ellos!




SUENA XABI


    Ancelotti es un italiano que ha entrenado en Inglaterra, así que, según se aproxima la hora de su sucesión, o bien por el poema de Virgilio o bien por el cuadro de Turner, conocerá la historia del bosquecillo de Nemi, en cuyo santuario el rey-sacerdote era ritualmente eliminado por su sucesor. Para suceder a Ancelotti suenan dos mourinhistas: Arbeloa, que tiene al antimourinhismo en contra, y Xabi Alonso, que tiene al antimourinhismo a favor, y con un fervorín que escama, como ocurre, en la otra orilla, con el Cholo. Desde Benito Floro, cuyo Queso Mecánico nos vendieron los periodistas-intelectuales, no se había visto una campaña igual.

 

[Lunes, 18 de Septiembre]

Empujados al abismo: suicidio masculino e instrumentalización de la LVG


Mingote

 

Manuel Mañero

 

Por chocante que nos pueda parecer, la ciencia del suicidio no ha cambiado demasiado, o al menos no de forma proporcional respecto a los pretendidos avances en materia social, en los más de 120 años desde la publicación de El Suicidio, el gran tratado teórico que lo presentó al mundo moderno, firmado por el sociólogo francés Émile Durkheim. Lo que la posmodernidad ha traído consigo ha sido su banalización, el encriptamiento, si se prefiere, de la casuística suicida. Y esto no tiene tanto que ver con el empirismo como con las obligaciones desatendidas de los Estados, lo que desemboca en lo que Durkheim ya categorizó como suicidio anómico: el que resulta de la desorientación del individuo respecto de la circunstancia social que lo avasalla. Por eso, aunque las cifras y las categorías aparenten invariabilidad —que no es el caso—, sigue llamando la atención que ni el desarrollismo de las naciones ni la ubercivilización hayan mitigado esa definitiva falla que empuja a los individuos al abismo del mal considerado mayor acto de libertad posible: atentar contra la vida propia. De hecho, en el caso del hombre (tan a menudo criminalizado, arruinado y ridiculizado) ocurre al revés.

En España, dos de cada tres personas que se quitan la vida son hombres...

 

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Lunes, 25 de Septiembre

 

Madrid

domingo, 24 de septiembre de 2023

En busca de la prevalencia de los Idiotas (XVII)

Tito Livio

 

Martín-Miguel Rubio Esteban

 

La amnistía (de amnêstía) es el olvido de los delitos políticos tras una época de confrontación nacional sangrienta en la que triunfa la libertad, dejando vivos a los enemigos de la misma sin que políticamente ya no pinten nada, y sólo respiren; es la superación generosa y fraternal de una guerra civil en la que se impone la Democracia. Ocurrió en la Atenas Clásica tras el régimen de los Treinta Tiranos, fruto de la derrota ateniense en la Guerra del Peloponeso, y en los EE.UU. de América tras la Guerra de Secesión. Así como el indulto tiene un carácter individual, la amnistía es colectiva.

Cuando los demócratas atenienses derribaron en el 403 a. C. el efímero pero criminal régimen de Los Treinta Tiranos, entre los que formaban parte Critias, Melobio, Teognis, Pisón, Dracóntides y Menesítides, como la facción más terrorista y asesina, que produjo las horribles matanzas de Salamina y Eleusis, y Terámenes, Fidón y Eratóstenes, como la más moderada, se hicieron los pactos del Pireo entre los demócratas y los oligarcas más moderados, partidarios de Terámenes, que había sido eliminado por la facción más dura del régimen tiránico, y Trasibulo, el héroe de aquella sublevación popular contra la tiranía, vencedor de Muniquia, consiguió que la Asamblea (Ekklêsía) sacara adelante un decreto merced al cual se aprobaba una amnistía para todos los atenienses que habían colaborado en el régimen de los Treinta Tiranos, salvo aquellos que tenían delitos de sangre, e incluso la amnistía salvaba al grupo de Terámenes que tras rendir cuentas ante la Asamblea del pueblo, ésta los declarase inocentes. Aquella amnistía sólo permitía llevar ante los tribunales a los autores materiales de asesinatos, y se prohibía bajo graves multas acusar a nadie que no tuviese ensangrentadas sus manos con el asesinato. Sin embargo, estas excepciones a la amnistía dieron esperanzas al gran orador y logógrafo Lisias para llevar ante los tribunales al tirano Eratóstenes, que indirectamente era el responsable de la muerte de su hermano Polemarco al haberlo él mismo detenido. Sin embargo, la mayoría de los estudiosos se inclinan a pensar que Eratóstenes fue absuelto en este proceso, dado que según el propio acusado detuvo a Polemarco por miedo a los tiranos más duros, lo que revela su poca gallardía en comparación de Sócrates, que no detuvo jamás a quien la Tiranía le señaló. Por otra parte, el pueblo de Atenas, los idiôtai, tenían razones para considerar al tirano Terámenes, que lideraba la facción más moderada en la que estaba Eratóstenes y Fidón, como el elemento más positivo y humano en la aciaga y reciente época de Los Treinta. Al fin y al cabo, Terámenes fue asesinado por los otros tiranos más radicales, como el salvaje Critias, tío de Platón. Además, la tinta de los Pactos del Pireo, que trajeron la amnistía, estaba todavía lo suficientemente fresca como para no avivar de nuevo los enfrentamientos fratricidas que tanto dolor les habían causado a los atenienses. Borrón y cuenta nueva eran el objetivo de esta Transición. Sin embargo, aquellos amnistiados, aunque salvaron la vida, ya no pintaron nunca nada en la renacida democracia, y jamás dijeron «mu» como rhêtores en ninguna Asamblea o Ekklêsía. La Democracia los dejó vivir. Nada más. Eratóstenes, tal como acabamos de decir, pertenecía al grupo del «benevolente» Terámenes, y ello explica muy bien la repugnancia con que muchos idiôtai, recién salidos del terror político, debieron ver cómo Lisias no sólo rozaba lo prohibido al presentar una acusación que, si no legalmente, vulneraba en espíritu la amnistía, sino que, además de presentarse como el campeón de la intransigencia vengativa, antipática y disonante con respecto al tono de fatigada relajación pasional que suele dominar en las postguerras, no tenía más remedio, si aspiraba al éxito, que aprestarse a derrocar de sus pedestales a los nuevos ídolos que eran Terámenes y, en menor escala, Fidón. Diríase que los atenienses en esta ocasión prefirieron el orden y la paz a la estricta justicia, y no quisieron que una venganza privada pusiera en peligro la armonía, la paz, y la restauración de la democracia tan difícilmente conseguidas. No cayeron en el rigorismo de fiat iustitia, pereat mundus. De todos modos, el olvido no fue completo. Así, por ejemplo, un año después, en una dokimasía, cuando la carrera política de un ciudadano y sus actitudes eran objeto de un examen minucioso, se adujo la lealtad a la democracia de tal idiôtês durante la Tiranía como mérito cívico. El autor de la Athênaiôn Politeia reconoce que la reacción de los atenienses ante sus desgracias pasadas, tanto personales como colectivas, fue mejor y de un espíritu más cívico e indulgente que la de cualquier otro pueblo en la Historia. Sabemos por Tito Livio que en la época de la República el Senado de Roma concedió tres amnistías en quinientos años. El Estado español ha tenido siempre una generosidad inexhausta a la hora de conceder amnistías a catalanes: la otorgada por don Juan de Austria, en nombre de Felipe IV, el 14 de octubre de 1652, y la concedida a los mismos por Felipe V en 1713.

La incuestionable conexión entre riqueza y actividad política en la Atenas democrática no muestra cuál fue la causa y cuál el efecto. ¿Los rhêtores eran en su mayoría reclutados entre la clase alta? ¿O era remunerativo ser rhêtor, de modo que un ciudadano pobre pudiera obtener buenos beneficios de la actividad política y convertirse en miembro de la clase litúrgica? Ambas preguntas pueden responderse afirmativamente. Muchos rhétores destacados procedían de familias ricas, por ejemplo, Andócides, Calias, Midias, Demóstenes y Apolodoro. Las familias ricas tendieron a monopolizar el liderazgo político. Por otra parte, las familias ricas no formaban un grupo cerrado. Un ciudadano común y corriente podría ascender al puesto de rhêtor en el sentido político, pero entonces también podría hacerse rico, como por ejemplo Esquines, Cares y Démades. Y esto lleva a la siguiente pregunta: ¿cómo podría un rhétor en la Atenas democrática obtener ganancias siendo políticamente activo? A los rhêtores no se les pagaba por presentar propuestas o realizar acciones públicas. La actividad política era un deber cívico. Todos los ciudadanos deberían turnarse, en cuyo caso la carga que incumbe a cada ciudadano sería tan pequeña que el salario ordinario por asistir a una ekklêsía o servir en la Boulê sería suficiente. Es cierto que la presentación de un proyecto de ley puede requerir mucho trabajo preliminar, pero Demóstenes enfatiza en sus discursos políticos que durante un debate la gente a menudo se beneficiaba de contribuciones improvisadas. Estas propuestas podían redactarse por escrito y presentarse a los proedroi durante la misma sesión de la ekklêsía. En principio era imposible sacar provecho de ser rhêtor. Sin embargo, numerosas fuentes afirman que los rhêtores y stratêgoí a menudo obtuvieron ganancias económicas en su actividad política. Cuando Demóstenes en 324 a. C. fue acusado de corrupción, Hipérides, su acusador, tiene el siguiente comentario en su discurso ante el tribunal que juzgaba el caso: «Es como dije en la Asamblea. Dad pleno permiso, señores jueces, a los oradores y generales para cosechar cuantiosas recompensas. No son las leyes las que les conceden este privilegio, sino vuestra tolerancia y generosidad. Pero vosotros insistid en un punto: vuestros intereses deben ser favorecidos, nunca perjudicados, con el dinero que ellos reciben». Esto es, si un político se enriquece enriqueciendo al pueblo su riqueza se perdona. Es así que nuestro rey Juan Carlos I, de acuerdo a los argumentos de Hipérides, sería totalmente inocente de su enriquecimiento, ya que el mismo supuso el enriquecimiento de grandes empresas españolas. Las cautelosas observaciones de Hipérides sobre los «regalos» a oradores y generales parecen dignas de confianza, ya que las hace un acusador que sin duda hubiera preferido decirles a los jueces que todos los obsequios eran sobornos. La mayor parte de la información que tenemos sobre obsequios específicos a oradores con nombres y apellidos es poco fiable y en la mayoría de los casos equivale a un cargo no verificable formulado contra un rhêtor por otro rhêtor. Como ejemplo podemos mencionar los sobornos que Demóstenes y Esquines se acusan mutuamente de haber recibido. Esquines recibió dinero de Filipo en el año 346 a. C, y una concesión de tierras de cultivo de las que supuestamente obtenía una renta de 3.000 dracmas al año. Obtuvo 2 talentos de los líderes de las simmoríai (conjuntos de ciudadanos que pagaban a escote la liturgia que Atenas les obligaba llevar a cabo) en el año 340 a. C. como pago por oponerse a la ley trierárquica de Demóstenes, y tierras de cultivo en Beocia. En definitiva, suficiente para llevarlo de la pobreza a la riqueza. Demóstenes, sin embargo, fue un líder político de otro calibre, también en lo que respecta a los «regalos». Obtuvo enormes sumas tanto por los decretos que propuso como por su ley trierárquica. Según Hipérides las donaciones sumaron 60 talentos. En una ocasión se dice que recibió 5 talentos «por no decir nada» en una sesión del pueblo. Además, en el año 355 a. C. recibió del rey persa una cantidad de oro que se estima entre 10 y 300 talentos. Este dinero supuestamente se utilizaría para el alivio de Tebas tras la batalla de Queronea. Sólo hacia el final de su vida (324/3) Demóstenes fue juzgado y multado fuertemente por haber sido sobornado por Harpalo, el tesorero exiliado de Alejandro Magno. En gran medida los atenienses debieron tolerar el hecho de que sus líderes recibieran «regalos», y su indulgencia explica cómo varios líderes políticos que comenzaron como ciudadanos pobres sin ser castigados pudieron adquirir tanta riqueza que tuvieron que realizar liturgias. Cuando los líderes políticos atenienses ponían en claro las cuentas ante aquella Hacienda sumaban talentos y minas, mientras que los ciudadanos corrientes sólo tenían dracmas y óbolos para hacer su declaración. El lado justiciero del panorama, sin embargo, fue que las multas impuestas a los líderes políticos eran proporcionales a los obsequios. Así, la condena por una eisangelía o por un graphê paranomôn (haber propuesto alguna medida inconstitucional) podría fácilmente resultar en una multa de 1, 5, 10, 20, 50 o incluso 100 talentos, a veces incluso en la pena capital. Una eisangelía contra un rhêtor generalmente terminaba, en caso de condena, en una sentencia de muerte, como ocurrió en los casos de Calístrato, Filócrates, Euxenipo y otros. La eisangelía consistía en una acción pública, ante el pueblo reunido en la Ekklêsía, interpuesta contra idiôtai acusados de traición, intento de derrocar la democracia o corrupción. Generalmente se iniciaba con una denuncia hecha en una Ekklesía Kýria (la Asamblea principal de cada pritanía —el año se dividía en diez pritanías o mese políticos—) que resultaba en un decreto por el cual el caso era remitido a un dikasterion o Tribunal. Las eisangelíai se entablaban especialmente contra estrategos y el resultado solía ser un veredicto de culpabilidad y una sentencia de muerte. Eran, por supuesto, los principales rhêtores quienes recibían los mayores obsequios, tanto de sus conciudadanos como de príncipes extranjeros. Pero incluso los rhêtores menores podrían enriquecerse actuando como sicofantes. El significado literal de la palabra sykophantes es «el que señala higos» —en el sentido de aquél que denuncia al ciudadano que importa higos del extranjero: los higos del Ática eran un producto nacional protegido—, y el término denota, sobre todo, una persona que obtiene ganancias haciendo mal uso del derecho de cada ciudadano a interponer una acción pública. En algunos tipos de acción pública, el delator recibía una recompensa sustancial si ganaba el caso. Un ciudadano que se especializaba en emprender acciones públicas de este tipo era considerado un sicofante. El beneficio que obtenía era legal, pero al sujeto se le miraba con desprecio. El típico sicofante, sin embargo, era el chantajista a quien sus víctimas pagaban por desistir de una acción pública que les había amenazado con emprender. La víctima podía ser un delincuente de verdad (que al pagar al sicofante evadía la pena que se merecía) o un hombre inocente (que prefería sobornar al sicofante antes que arriesgarse a un juicio contra un rhêtôr entrenado y sin escrúpulos). Esta última forma de sicofantía era, por supuesto, un delito penal, que se castigaba con la pena capital. Tanto los ciudadanos como los metecos aparecían como sicofantes, y la víctima solía ser un ciudadano común (idiôtês) o un meteco; y no un líder político.

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