Javier Bilbao
Hace poco más de una semana Trump alertaba de que Estados Unidos está convirtiéndose en una república bananera, similar advertencia respecto a España que escuchamos meses atrás al CGPJ señalando el control por parte del Gobierno del Tribunal Constitucional. El caso es que Platón en su día nos instruyó acerca de la república, pero sin añadirle adjetivo alguno, así que desde este rincón y con la debida humildad, ejem, ya va siendo hora de actualizar y prolongar al ateniense de anchas espaldas para saber exactamente hacia dónde estamos dirigiéndonos y articular entonces una república bananera como es debido y no de cualquier manera.
En esta tarea nos resultarán de ayuda el libro Bananas: How the United Fruit Company Shaped the World del veterano corresponsal británico en Centroamérica Peter Chapman y Secret History: The CIA´s Classified Account of Its Operations in Guatemala, del historiador estadounidense Nick Cullather. En primer lugar, para ir perfilando de qué hablamos cuando nos referimos a una república bananera es inevitable aludir a la doctrina del Destino Manifiesto que inspiró al nacionalismo estadounidense para su expansión territorial desde finales del siglo XVIII y, estrechamente vinculada a ella, a partir de 1823 la doctrina Monroe, concepción geopolítica sintetizada en el lema «América para los americanos» (entendiendo americanos, claro, a la manera en que se definen a sí mismos y a nadie más los estadounidenses).
La consecuencia para sus vecinos del sur fue una intromisión cada vez más osada.
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Sin embargo, hubo consecuencias inesperadas a la manera de una mesa de billar en la que unas bolas golpean otras. En aquel momento un joven médico de origen argentino, apodado «el Che», vivía en Guatemala tomando buena nota de todo lo que estaba ocurriendo y, según dejó escrito refiriéndose a la United/El pulpo, «he jurado ante una estampa del viejo y llorado camarada Stalin no descansar hasta ver aniquilados estos pulpos capitalistas». El acontecimiento, además, fue inmortalizado por el muralista Diego Rivera en la obra Gloriosa Victoria, que llevó a cabo durante el duelo por la muerte de su mujer Frida Kahlo y que pueden ver tanto en el encabezado de este artículo como en este excelente análisis.
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