lunes, 29 de abril de 2024

Isaías y Tulio Vázquez, Raso del Portillo, Palha, Conde de la Corte y Dolores Aguirre. Crónica de la III Feria del Aficionado en San Agustín de Guadalix. José Ramón Márquez

 

 Isabel Lipperheide Aguirre recibe la montera de Damián Castaño
 en la III Feria del Aficionado


JOSÉ RAMÓN MÁRQUEZ


Es harto conocida y harto certera la frase del escritor y periodista francés Jean Cau que sostiene aquello de que «amar los toros es, cada tarde, a eso de las cinco, creer en los Reyes Magos e ir a su encuentro», con la que se explica que una de las principales componentes de la afición a la Fiesta está compuesta de ilusión. Quien va a escuchar a la Filarmónica de Berlín acude con la certeza de que va a ser testigo de una  perfección técnica casi sobrehumana y la sorpresa nace de que al frente de ella esté Kiril Petrenko o Sir Simon Rattle para extraer de ese extraordinario conjunto, de esa máquina formidable, los más audaces registros.

 

En los toros nada se puede dar por supuesto, pues no hay quien sepa ni pueda garantizar el resultado de una tarde, ni por la parte del ganado ni por la parte de los coletas. La bobada ésa del «toro de garantía» sólo garantiza de manera inequívoca que el animal que saldrá por chiqueros será una inmunda babosa que se arrastrará por el ruedo durante sus quince minutos de vida pública. Y en cuanto a los toreros, lo mismo. Hay veces que un diestro está en racha y todo le sale bien… el día que le sale bien.


Viene esto a cuenta de la recién acabada III Feria del Aficionado que, organizada por el Club 3 Puyazos, acaba de tener lugar durante el pasado fin de semana en San Agustín del Guadalix. Los de Tres Puyazos, como los  tres Reyes Magos de Cau, nos han tenido con la ilusión en la cabeza aguardando y relamiéndonos, esperando que llegase el día que pudiéramos ver a los Tulios, a los Conde de la Corte o a los Dolores Aguirre en un entorno favorable al toro, al desarrollo ordenado de la lidia y al respeto a la Tauromaquia, en una cita que ya es imprescindible para ese pequeño grupo de aficionados -valencianos y aragoneses, franceses y catalanes, andaluces y madrileños, castellanos de las dos Castillas- que van buscando el toro por la geografía de Iberia como Diógenes buscaba un hombre honesto con su candil encendido a plena luz del día.

 

La propuesta para este año consistió, como los años anteriores, en dos corridas de toros y una novillada. Para la mañana del sábado se dio la novillada de Isaías y Tulio Vázquez y Raso del Portillo, para los desconocidos novilleros Joao D’Alva, de Setúbal (Portugal),  y Miguel Andrades, de Jerez. La ilusión por ver a los Tulios, después de tantos lustros, era enorme y cuando, al salir el primero, le vimos con los crotales en las orejas la verdad es que no gustó. Como si (que Dios me perdone) al Cristo de Mena le pones un piercin, vamos. Luego, el novillo arreó un cabezazo fortísimo en el burdadero, que ahí estaba el capotito ése que siempre dejan los peones como si nada, y tras un fuerte chasquido se partió el pitón. Se cambia el toro y sale otro de Tulio, de buena planta, que remata en tablas y se entera de todo lo que pasa alrededor, no le vuelve loco la cosa del caballo, saliéndose más bien sueltecito y no se entrega a la muleta de D’Alva, que nos dio un buen segundo tercio pareando con decisión, sin darle facilidades y con ganas de irse. El segundo de Tulio, Llorón, es el toro al que habíamos ido a ver. De preciosa lámina y trapío, Llorón peleó en varas empujando con riñones, se arrancó de largo al caballo, acudió a los cites con una embestida vibrante y hermosa y, a medida que el trasteo se iba desarrollando, fue tomando conciencia de que el amo era él con lo que las iniciativas de Andrades, que le había recibido con unas pintureras verónicas, no llegaron a nada. El bicho acabó en tablas donde le pegaron una puñalada más digna del tempranillo que de un coso taurino. Merecidos aplausos en el arrastre para el novillo.


Los del Raso del Portillo echaron por delante a un cárdeno claro, bien criado y lustroso, que remató en tablas y que no destacó de manera sobresaliente en su vis a vis con el que iba montado en el jamelgo. El toro acude en banderillas, que D’Alva le clava como si le fuera le vida en ello, con un buen segundo par, y llega a la muleta con una embestida clara y noble que el portugués ahoga sin dejar aire entre él y el novillo. Un espadazo de ínfima catadura moral echó al suelo al de Raso. El segundo fue un entrepelado con bragas también muy bien criado al que picaron de pena y cuya pelea no nos puso en pie. Banderilleó el jerezano y se esforzó en el último tercio, enganchando al toro y dando el mejor toreo que se vio en la matinal. Antes no se le había ocurrido otra que irse a porta gayola, a no se sabe qué, y como final, se abalanzó en plena cellisca contra el testuz del novillo, recibiendo un fortísimo golpe, cosa que le valió una oreja.

En general da la impresión de que los novilleros se fiaron más de los del Raso del Portillo que de los de Isaías y Tulio Vázquez.

 

 

Andrew Moore al pie del cañón


Por la tarde, desafío ganadero entre Palha y Conde de la Corte. Palha siempre nos interesa, pues esa ganadería de ignoto origen y mezcolanza es capaz de dar lo mejor y lo peor y del Conde de la Corte se hablaba bastante de su recuperación. En principio un atractivo cartel que, a la postre, resultó ser el garbanzo negro de la Feria y el peor festejo de los nueve que ha organizado la Peña 3 Puyazos. La gran decepción es que esa corrida podría haberse dado en cualquier sitio: en Granada o en Don Benito, que la tarde no tuvo nada de lo que se busca en esta Feria del Aficionado y que fue una tarde más, de tantas como llevamos. Ni por presencia, pero sobre todo por comportamiento los seis toros de la tarde nos echaron el jarro de agua fría que menos nos esperábamos, tras la fría lluvia de la mañana, y los actuantes estuvieron a la misma altura. Deleznable tercio de varas -que es parte esencial de esta Feria- y falta de interés por lo que pasaba en el ruedo fueron las señas de esta corrida para olvidar. Sanchez Vara pasó por allí, Morenito de Aranda se empeñó en citar colocándose la muleta en la entrepierna y Ángel Sánchez pajareó lo suyo. El sexto tenía dos escobas en vez de pitones, y por más que miramos las termografías ésas no encontramos explicación a ese despropósito. Por poner algo bueno, reseñaremos los pares de banderillas de Víctor del Pozo al tercero. Luego, a la salida, ya aparecieron el habitual derrotismo hispánico, la consabida mala leche y los comentarios acerados contra los organizadores, como si ellos tuvieran culpa de lo que había pasado.



Y el domingo Dolores Aguirre, que se trajo a San Agustín toda la casta que había faltado el día anterior para darnos una espléndida mañana de toros y poner un punto final a la Feria del Aficionado a la altura de las expectativas con una corrida seria y cuajada, de gran trapío y de impecables pitones que puso a todo el mundo de acuerdo. Sergio Serrano, Damián Castaño y Francisco Montero fueron los diestros ajustados para dar muerte a estoque al encierro.


La espectacular salida del cuajado primero fue saludada por la afición con vítores. El animal no defraudó las expectativas, acudiendo por cuatro veces al caballo y apretando con poder. Sergio Serrano parece que no se enteraba de las condiciones del toro, que demandaba series cortas y muy mandonas, al quererle aplicar un toreo de ese de todos los días. Tampoco es que el hombre brille por su colocación ni por su mando, con lo que el toro da la impresión de quedar por encima del torero. Los aplausos en el arrastre son el reconocimiento del público a la sinceridad del toro en los tres tercios. El cuarto, un pavoroso chorreado, parecía sacado de una lámina de La Lidia. El animal impuso su ley en los dos primeros tercios, cuatro entradas al caballo descabalgando a Cristian Romero en una impecable caída de latiguillo de las que emocionaban a nuestros abuelos, y sembrando el pánico en un tercio de nones, porque allí no hubo nadie que fuera capaz de poner un par. Y, al sonar el cambio de tercio, el toro se apaga y aquel vendaval de intenciones aviesas y de sustos se queda como uno de los toros de Guisando, paradito como si fuera de piedra y sin comerse a nadie.


Damian Castaño se fue a porta gayola (¿a qué?) para recibir a su primero. Nadie le demandaba esa tontería, porque el tipo de aficionado que se va a Guadalix a los toros un domingo por la mañana no es de los que buscan esas emociones, pero allá que se fue el hombre para continuar con verónicas certeras al doloresaguirre que ahí ya demostró su clase y la refrendó en varas ante Juan Francisco Peña, acudiendo con nervio y fuerza a los cites. Castaño toreó con mucha generosidad al toro, luciendo su distancia, que ya había cantado en banderillas, sin ahogos y sin precipitaciones y componiendo una faena de gran empaque y torería, primero sobre la mano derecha y luego sobre la zurda, la mano muy baja con mando y temple. Una combinación perfecta de series medidas, buena colocación y claridad de ideas, acompañadas por la esplendida embestida del toro para componer una faena maciza y a más. Se perfila el diestro para entrar a matar y tira la muleta, entrando sin ella como hacía Antonio José Galán, nos recuerda la aficionada C, pero sin la efectividad del cordobés, con lo que Castaño se lleva un formidable porrazo que le tiene medio groggy durante un rato. Vuelta al ruedo al toro y vuelta al ruedo al torero. En su segundo vuelve a lo de la porta gayola (¿por qué?) y esta vez el toro le arrolla, pegándole un tremendo topetazo que le pone fuera de la corrida sin ton ni son.

 

 Sergio Serrano se hizo cargo del toro, siendo lo más reseñable de su actuación la estocada con la que echó a tierra al doloresaguirre.
El primero de Francisco Montero acudió cuatro veces a la caballería, saliendo suelto y llegó a la muleta  con clase y recorrido, sin que el toreo bullidor de Montero acabase de hacerse con los resortes que llevan al triunfo. Su segundo fue un toro de mucho cuajo, aplaudido de salida, que peleó de aquella manera en el caballo y que llegó al tercio de muerte con una embestida vibrante ante la que las mañas de Serrano resultaron de poco provecho, con más voluntad que acierto y adoleciendo de falta de una adecuada colocación para las condiciones del toro. Claro es que había que estar allí abajo con el toro y tratar de tener la cabeza fría ante la presencia y la casta del toro y la violencia de su embestida. Ovación en el arrastre para el toro y silencio para el torero. El toro fue picado por Gabin Rehabi que dio una lección práctica de buena monta y del óptimo manejo del caballo, de cómo se puede torear con un caballo de picar. Se lució con los palos Francisco Javier Tornay.


Con una ovación de la Plaza a la señora ganadera, presente en un tendido, y la vuelta al ruedo del mayoral de la ganadería se dio por finalizada la III Feria del Aficionado. Ya estamos esperando las primeras noticias que nos vengan para la IV edición, que a buen seguro no tendrá lugar los días 5 y 6 de enero, por más que sea esa la fecha más adecuada.

 

 

Matinal III Feria del Aficionado

San Agustín de Guadalix

Los Araúz de Robles. Toros que se ofrecieron, toreros que no estuvieron. Pepe Campos & Andrew Moore



PEPE CAMPOS

Plaza de toros de Las Ventas.
Domingo, 28 de abril de 2024. Tercera corrida de toros de la temporada. Alrededor de dos tercios de entrada. Tarde primaveral, algo fría.


Toros de Araúz de Robles (mezcolanza de orígenes, base lejana de Saltillo con Samuel Flores, refrescada con sangre Domecq), bien presentados, en general dieron juego; mansos, algunos flojos, primero y tercero boyantes, segundo inválido, cuarto noble desrazado, quinto sin celo, sexto serio y tardo.


Terna: Curro Díaz, de Linares (Jaén), de grana y oro, silencio y palmas; veintiséis años de alternativa. David de Miranda, de Trigueros (Huelva), burdeos y oro, con cabos blancos, silencio y palmas; siete años de alternativa. Calerito, de Sevilla, de blanco y oro; palmas y silencio tras aviso; ayer confirmó la alternativa.



La mayoría de los toros de Araúz de Robles se brindaron para ser toreados, ya fuese sin las apreturas propias del toreo neomoderno o con el sabor que pudiera proporcionar el toreo clásico. Es decir, los matadores ayer tarde, en distintos grados, tuvieron la ocasión de obsequiar, con su particular tauromaquia, a la notable concurrencia de espectadores que acudieron a ver la corrida de toros. Parece como que hay ganas de ver toros, lo cual viene a ser una buena noticia, en este preámbulo de la temporada madrileña que precede a la Feria de San Isidro. Ayer vimos toros —sin que fuera una corrida para tirar cohetes— cuyo juego ofreció garantías para el lucimiento de los toreros, que no alcanzaron el triunfo y, en cierto modo, pasaron desapercibidos porque el respetable tenía ganas de ver torear, y esto no se dio debido a la poca fiabilidad que atesora el actual modo de concebir la tauromaquia por parte de la mayoría de los matadores de estos tiempos. ¿Cuál es esa manera de entender la tauromaquia por los lidiadores de ahora? Principalmente, entre otros tantos aspectos, se fundamenta en el empeño de torear con la muleta retrasada.
Si el torero, ante un toro franco, cita con la muleta a la altura del cuerpo o por detrás del mismo, el pase pierde una parte de su posible recorrido, e impide el dominio y el temple sobre el astado, pues los pases no se trazan con largura, no salen completos para poder someter al toro y domeñarle mediante el necesario temple que propicia el toreo verdadero. Si se cita con la muleta retrasada es muy difícil atemperar al toro, si no viene él ya templado o sometido —condición que suele caracterizar al actual toro de procedencia Domecq—. Este encaste hoy hegemónico ha propiciado que la mayoría de los matadores estén acostumbrados a un tipo de embestida «teledirigida», donde sólo con presentar la muleta al astado, a la altura del cite que sea, éste va, entra, con una entrega prefabricada —por su embestida seleccionada—, para que se produzca un toreo sin riesgos y sin alma; a excepción de si ese astado, y su deambular en el ruedo, se encuentre con un torero «artista», que los hay, cierto, pero son muy pocos. Además, de esa ausencia de un toreo de dominio, con esos cites de muleta no adelantada, lo que el torero gana es ver venir al toro en el pase y saber si va o no a por su cuerpo, por consiguiente, un artificio de la técnica de torear que avala evitar la cornada, e impide el dominio del toro, clave y base del arte de lidiar toros.


El cite que estamos describiendo con la franela «pospuesta» respecto a la figura del torero es una característica del toreo de los tiempos que vivimos. Tarde tras tarde es lo que observamos cuando vamos a ver toros y a ver torear. Hay, a su vez, una norma de echar la culpa al toro cuando el cometido de dar pases y su efecto no prende en el conjunto de la faena o lidia. Entonces, se suele decir que «el toro no sirve» —frase que introduce un rodeo, o que contiene un escamoteo, sobre la cuestión principal, de que se pueda torear, o no se tenga que hacerlo—. Al mismo tiempo, se achaca al toro todo tipo de carencias que puedan imposibilitar al torero de hoy que se «exprese» en su tarea. Si vamos al diccionario de José Carlos de Torres, Léxico español de los toros (1989), encontramos una reflexión sobre esa agudeza de que el toro no sirve: «Indica la época de crisis actual de los toros, pues todos tienen su lidia». Curiosamente, como ejemplo del uso de la expresión, de su terminología, nos dice este diccionario: «El conjunto de la corrida de Aráuz de Robles ha servido —tomado de una corrida de los años ochenta del siglo XX—». Parece como que el autor, con esa cita, estuviera refiriéndose a la corrida a la que asistimos, pues los toros de Araúz de Robles de ayer sí sirvieron, es decir, ofrecieron la posibilidad de que se les pudiera torear. ¿Cómo?, seguramente, aplicándose la técnica taurómaca de toda la vida o de los tiempos añejos, sustentada en echar, por parte del diestro, los trastos o avíos hacia adelante, por delante de su figura, para enganchar al toro desde el inicio del pase, que debe ser completo, para que la muleta recorra todo el frente de la planta del torero, con el toro metido en el engaño, y que termine atrás del cuerpo del espada, donde se debe rematar el pase —se produce así un redondeo del trazado del pase—, antes de iniciar el siguiente.
Pienso que esta condición técnica o tendencia del cite retrasado, impide, en numerosas ocasiones, que se produzca el toreo. Aparte, podríamos hablar de la predisposición hacia el triunfo, del posible acierto de los matadores, o de infinidad de avatares que el hecho de torear encierra y lo sitúan como un arte; harto difícil.

 

Si entramos en el análisis de la corrida de ayer, se puede comentar que Curro Díaz no tuvo suerte, ni él mismo se centró en su labor. Ante su primer toro, un inválido que no fue devuelto, sí pudo lucir su mejor versión en la interpretación de la verónica en los lances de recibo, acentuados con su característico empaque. Después, ante ese toro —que se le caía en cada intento de llevarle— no le quedó más remedio que matarlo y lo hizo con un pinchazo bajo hondo antes de que el toro se echase y fuera apuntillado. En el cuarto toro que no fue excelente pero que se ofrecía al toreo, por ser pronto y claro, utilizó toda esa martingala del cite con la muleta retrasada, enseñándosela al astado en arco, utilizando pico, por fuera, sin apreturas, ni acople y con mucho punteo de la pañosa por parte del astado. Lo mató de una estocada sin relieve en la suerte natural.


David de Miranda, en su primer toro, de muy buen son, se manifestó en la capa con verónicas a pies juntos y con un quite de frente por detrás; con la muleta, en los medios, aplicó muchas tandas con la derecha, con la muleta retrasada en arco, sin templar la buena embestida de «Pimentón», con un toreo veloz y superficial, sin aprovechar el excelente pitón izquierdo del animal; finalizó con usuales manoletinas y le recetó al morlaco una estocada baja en la suerte natural. En el quinto, se le vio dentro del mismo planteamiento, en los mismos terrenos, con la variedad, en el final del trasteo, de invertir la muleta en el pase por alto —de perfil, a pies juntos— en lo que se denomina «bernadinas». Mató al toro de una estocada baja fulminante.


Calerito, en el toro de su confirmación, un ejemplar noble y resuelto, lo toreó con disposición con el capote —verónicas y chicuelinas—; inició la faena de muleta de rodillas, para después al recuperar la verticalidad, en los medios, torearlo con el «neotoreo», en una faena que se fue diluyendo por no embarcar la embestida del astado; lo mató de una estocada baja en la suerte contraria. En el último toro del festejo, un bello cornúpeta barroso, de mayor poder que el resto de sus hermanos, volvió a emplearse Calerito más con la derecha, sin mando, de perfil y metiendo pico; finalizó su trabajo con la versión de las bernadinas, y con un último pase de pecho largo y templado que fue lo mejor de su actuación; mató al toro de una estocada baja en la suerte natural y cuatro descabellos.

 

 

ANDREW MOORE

 

 
Díaz

Sánchez


"Una ola de campo" (Foxá)

 

De Miranda

FIN

"Rope-a-dope" blanco en Manchester



Ignacio Ruiz Quintano

Abc


La cuestión según las ranas del Relato antimadridista: “Y si el Atlético hiciera un planteamiento como el de Ancelotti en Manchester ¿qué diríamos de Simeone?” La respuesta es: nada. Porque el Atlético hubiera perdido. Todo el mundo ha oído hablar de la máxima maquiavélica atribuida a los jesuitas: “El fin justifica los medios”. Pero muy pocos la completan como lo hizo Maquiavelo: “El fin justifica los medios… si ganas”. Si pierdes, pues, eres Simeone, pero si ganas eres Ancelotti, un tipo inexplicable. Todos los personajes que salen en su biografía coinciden: “Carletto es inexplicable”.


I whis he would explain his explanation –fue la dedicatoria que Byron hizo de su “Don Juan” a Coleridge.


Es decir: “Ojalá me explicara su explicación”. Ese “ojalá” que Ancelotti, al tirar de la ceja hacia arriba, deja en “joalá!”. Ahí es nada, aguantar ciento veinte minutos al City en el Ethihad sin recibir más que un gol, y no de jugada, sino de rebote. Contra Haaland, que es un Morata pasado por los “kenningar de la poesía escáldica que volvía loco a Borges. Contra Grealish, que es una Karen con gemelos de sátiro, y que no pasó de bailar algunos “agarraos” con un cuñado de Leganés como Carvajal. Contra Rodrigo, a quien Lillo le ha dicho que es el mejor del mundo y él se lo ha creído, hasta el punto de no saber reprimir al zoquete que lleva dentro cuando dice que él sólo vio a un equipo en el campo, y fue el que perdió. (Rodrigo viene de la cultura atlética, y se nota, pues como tiene dicho Joao Félix, es una cultura que se reduce a pensar en el Real Madrid). Contra Pep, a quien alguien podría decirle que a su edad no se puede ir vestido de Narciso oscuro lanzando lapitos de llama andina por la banda, porque se revuelve el estómago a la hora de la cena. Sin Courtois, sin Militao, sin Aureliano (el “pasillo de seguridad”, que decía el Sabio de Hortaleza). Y sin Cubarsí, el Pepito Arriola (el niño prodigio, primo de Hildegart, la niña prodigio) de La Masía, cruce de Beckembauer y Baresi para la prensa y para el seleccionador del Combinado Autonómico, ese ministerio de Asuntos Extranjeros del Barcelona.


Qué manera más cojonuda de perder –desafió al final de la eliminatoria Guardiola.


El Real Madrid no tiene sentido –tuiteó al mismo tiempo Militao.


Militao resume la filosofía de la historia del Real Madrid, y Guardiola resume la fenomenología del espíritu de su tiquitacón. “Qué gusto perder”, viene a decir, y los pelos se nos ponen como a Lillo. “Qué manera de palmar”, cantaba Sabina en el centenario del Atlético. El antimadridismo unido por el fatalismo.


El City de Sampedor murió de su propio estilo. Esto no lo verá Guardiola en Martí i Pol, sino en Montesquieu (¡y en Maquiavelo!): “Si el azar de una batalla, o sea, una causa particular, arruina un Estado, había una causa general que lo debía hacer perecer por una sola batalla”.


Se nos viene la Quince, pues cada vez que el Real Madrid se cruza con el campeón y lo elimina, gana la Champions. Es como la leyenda del bosquecillo de Nemi estudiada por Frazer, fundador de la antropología, en “La rama dorada”: el rey del bosquecillo tenía que dar muerte a su predecesor, pero antes de matarlo debía arrancar la rama de cierto árbol que la opinión general de los antiguos identificaba con la rama dorada de Virgilio, que aquí es la vara de avellano de don Santiago Bernabéu.


Como es natural, el Clásico con el City en Champions se ha comido al Clásico con el Barcelona en la Ligueta española, y fiferos, ueferos y superligueros andarán echando cuentas para repetir el espectáculo varias veces al año. Son los dos pesos pesados del fútbol, y un amigo comparó el partido del miércoles en el Ethihad con el mítico “The Rumble in the Jungle” del 74 con Clay y Foreman en Kinsasha (“Alí bumayé”), donde Clay presentó al mundo su “Rope-a-dope”, expresión que en el inocente lenguaje de la Wiki da nombre a una estrategia de pelea en la que “una de las partes se pone a propósito en lo que parece ser una posición perdedora, tratando con ello de convertirse en el vencedor final”, idea sugerida, según el entrenador Angelo Dundee, por el fotógrafo de boxeo George Kalinsky.



City-Real Madrid


El plan es hacer que el oponente “se noquee a sí mismo” y cometa errores que el boxeador que lo aplica puede utilizar en un contraataque.


En Manchester este “Rope-a-dope” dispuesto por Ancelotti hubiera sido perfecto de haber acertado Rudiger su remate en la prórroga, pero, como roto para un descosido, los penaltis sirvieron (¡Con Nacho, Lucas y Rudiger! ¿Cómo no recordar de la ruina de Mourinho ante el Bayern con Kaká, Cristiano y Ramos fallando sus lanzamientos en el Bernabéu?). En Kinsasha, Alí se recostó contra las cuerdas, cuya elasticidad absorbe la energía de los golpes: cuando Foreman se cansó de pegar a Alí, Alí respiró, contraatacó y noqueó a un hombre agotado. En Manchester, de cuerda hizo Camavinga, el madridista que más corrió. Si Ceferino quiere ser famoso como Don King, querrá proteger esta diversión mundial.


¿Ancelotti? Antes del partido lo pillé bostezando –ha dicho Bellhingam–. Lo miré y me dijo: “Sal al campo y enciéndeme”.


Su sucesor, Xabi Alonso, ha ganado de calle la Bundesliga, competición que tiene dos clubes en semifinales de Champions.


[Sábado, 20 de Abril]



Primera Copa de España
@realmadrid

Lunes, 29 de Abril

 


Valle de Esteban

mi bloque de hielo sobre su amapola

domingo, 28 de abril de 2024

El alterne

 


Frida Kahlo

 

Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    Los novelistas de ahora no pueden con Proust, que noveló la traición, y el sanchismo va a distraer un millón de euros del contribuyente europeo para costearles dos meses de alterne en el extranjero por ver si se les ocurre algo.


    –Basta con abrir un manual griego o latino para constatar que las bellas épocas literarias duran medio siglo, mientras que las decadencias duran seis siglos –avisa el autor de “La traición de los clérigos” (en España, “intelectuales”).
    

Bueno, pues así se explica que España no haya dado un solo novelista extraordinario desde Cervantes ni un solo novelista ordinario desde Cela.
    

Los estudiosos sostienen que los editores del 76 otearon el mercado y vieron tres grupos de consumidores: el de lectores cultos, pequeñín, e inmune a la propaganda, que no les valía; el de los analfabetos, inservibles hasta que se descubriera cómo hacer comprar libros para no leerlos, que se descubrió en seguida; y el de aquellos que no habían leído nunca y satisfacían su necesidad de fabulación con el cine y la TV, “y decidieron conquistarlo”, mediante la misma confusión de poderes del sistema político, descrita por un crítico ferino:
    

El legislativo es el editor, que dicta al autor lo que tiene que escribir. El ejecutivo también es el editor, que asimismo ejerce el poder de juzgar, pues las sentencias las despachan críticos a su servicio en medios de su propiedad.
    

Como la marquesa de “Los Santos Inocentes”, Iceta repartirá en la cola diez mil euros a cada paniaguado para una vida de alterne, beber benjamines (“crecimiento personal” y “reflexión artística”), en el extranjero, donde las “soritas” les dirán que tienen novio, y al volver nos lo contarán.


    –Pero estos artistas ¿cuándo trabajan? –se le escapó decir en Madrid a Rufino Tamayo en los 80.
    

En los 30, en París, su paisana Frida Kahlo dijo cosas con peores humos: “Viven como parásitos, a costa del montón de perras ricas que admiran la ‘genialidad’ de los ‘artistas’: mierda y sólo mierda, eso es lo que son”.


Septiembre, 2021 

De la Revolución


Luis XVI



Martín-Miguel Rubio Esteban

Doctor en Filología Clásica


Con motivo de la presentación de una nueva versión y notas de la obra de Tocqueville, El antiguo régimen y la Revolución, llevada a cabo por mi amigo Fernando Caro, he pasado unos días repensando en la Revolución Francesa y expongo aquí, sucintamente, mis humildes reflexiones. La Revolución estuvo precedida durante sesenta años de una literatura política, casi alucinante, de pensadores políticos de baja estofa –no todos eran Diderot o Rousseau, con ser estos inmorales y de sensibilidad morbosa, como Morelly, d'Holbach o La Mettrie, que no tenían ninguna experiencia política y cuyas obras kioskeras fueron envenenando al pueblo francés con monstruosas quimeras que se oponían a toda realidad y al mínimo sentido común. Es por ello que Voltaire cuando en 1764 entra en contacto con algún literato de revoluciones alucinantes, llega a escribir: “A mi modo de ver creo que el rey tiene razón, y ya que es preciso obedecer creo que más vale hacerlo bajo un león de buena casa, y nacido mucho más fuerte que yo, que bajo doscientas ratas de mi calaña”. Diríase que el gran escritor francés presentía las barbaridades revolucionarias de los años 1793 y 1794 si esa literatura se convertía en vademécum de la acción de gobierno. También nuestra IIª Repúplica vino al mundo tras ser engendrada por una demagógica literatura de quiosco que ya venía del siglo XIX (Ayguals de Izco, etc.). En el siglo XVIII algunos salones de grandes casas pilotadas por mujeres audaces llegaron a ser verdaderas “bolsas de ideas”. Los dos salones más famosos fueron los de madame Geoffrin y el de la marquesa de Du Deffand. La primera atrajo a su reino de la rue Saint-Honoré, con magnífico chocolate y licores sublimes, a Fontenelle, Montesquieu, D'Alembert y Galiani. De hecho, la Enciclopedia se realizó en gran parte en su casa. Y aunque prohibida teóricamente, cuando el rey Luis XV buscaba un dato acerca de la composición de la pólvora o del carmín para pintarse los labios, madame de Pompadour le hacía traer un ejemplar de la obra prohibida. Madame du Deffand, sabia joven libertina, al final, vieja y ciega, descubrió finalmente el amor y se aferró desesperadamente al inglés Horace Walpole, el gran autor del Castillo de Otranto, y el más grande escritor de cartas de la literatura inglesa, al decir de Churchill, que le inspiraron. Voltaire era la principal columna de la casa de Du Deffand. En tiempos de Luis XV estos salones filosóficos representaban una oposición amable y tolerada. Bajo Luis XVI, con madame Necker, amante del gran historiador Gibbon, se convertirán en la cámara del poder. Gibbon llevó a su amante la pasión por la República Romana –de la que el inglés no escribió, prefiriendo la decadencia agónica de Roma– y esta pasión se convirtió en una manía entre todas las grandes damas letradas. La pobre madame Roland lloraba a los doce años porque no era ni romana de la época republicana ni espartana. La República Romana y Esparta fueron los dos grandes referentes históricos para la Revolución Francesa. Sólo razones de índole moral o espiritual trajeron el morbo maldito de la Revolución. En los colegios, los jóvenes se formaban con influencias de Rousseau –todo un pervertido muy bien descrito por David Hume, que lo protegió en Inglaterra y luego abominó de él; en “Luis el Grande”, estudiaron Robespierre y Camilo Desmoulins; en el Colegio de Troyes, Danton y Buzot; Saint-Just en los “Oratoriens”, de Soisons. Durante el reinado de Luis XVI Francia era el reino más feliz de Europa. El Rey había suprimido los impuestos inventados por Luis XIV, como el de la capitación y el de la veintena para robar más al Tercer Estado, y contra el impuesto de la corvea, trece años antes de la Revolución, tuvo palabras más duras que las de un girondino a la hora de abolirla: “Al forzar sólo al pobre a mantenerla, obligándole a entregar su tiempo y su trabajo sin retribución, se le sustrae el único recurso del que dispone contra la miseria y el hambre para hacerle trabajar en beneficio de los ricos”. Sólo quedó el impuesto de la talla, y lo mejoró. Los franceses vivían económicamente bien, y después de la revolución tuvieron que pasar cuarenta años para que Francia volviese a tener la prosperidad de la época de Luis XVI. El reino estaba gobernado por liberales, como Malesherbes, Turgot, Calonne, Necker y Lomènie de Brienne, que iniciaron proyectos terminados en los dos primeros años de la Revolución. El 1787 el Rey acometió la reforma municipal. Los vecinos sólo podían elegir al Tercer Estado para formar las corporaciones, quedando los curas y los nobles secluidos de los Ayuntamientos. Todo un adelanto de lo que va a ser la Asamblea Nacional en 1789, de acuerdo a las ideas de Mirabeau, y según la voluntad del Rey. Francia siempre había tenido a sus reyes, fieles a su misión histórica, como los verdaderos guías o caudillos hacia la conquista de la libertad. Luis XI había domado a las dinastías señoriales; Luis XII había sido el “Padre del pueblo”; Enrique IV se había impuesto sobre los partidos religiosos; Luis XIII cortó las alas a los príncipes de la sangre; Luis XIV controló a los Parlamentos de notables –“not able”, incapaces, dirá en su día La Fayette, jugando con las palabras, y se esperaba que Luis XVI terminase con los últimos privilegios en una monarquía constitucional con división de poderes. La Revolución Francesa no empezó por un tumulto, sino por un idilio. Al anunciar Necker el 1º de enero de 1789 que el rey convocaba los Estados Generales, concediendo al Tercer Estado una doble representación, la noticia fue acogida con entusiasmo enternecido, la bondad del bueno de Luis XVI –que lo era– hizo verter torrentes de lágrimas de gratitud al pueblo. El propio Robespierre hablaba entonces del rey como de un hombre providencial, predestinado por el cielo para dar cima a una revolución “que habían intentado Enrique IV y Carlomagno, más que en los tiempos en que estos reyes vivieron no era todavía posible”. El día en que se aprobó la Constitución Talleyrand dijo la misa; La Fayette juró, en nombre de los federados, sostener la Constitución; finalmente el rey prestó juramento, siendo aclamado por todo el pueblo. Desgraciadamente, el rey tenía dos muy malos consejeros para con la constitución de una Francia moderna, su mujer y el Papa Pío VI. María Antonieta exigía al rey continuamente que hiciera uso de su poder de veto a toda medida progresista del gobierno. Por su parte el Papa Pío VI condenó la constitución civil del clero. ¿Y qué podía hacer Luis? Era muy piadoso, y le importaba su salvación eterna más que su trono. A partir de aquel momento el rey se convirtió en un traidor a la Revolución. La huida a Varennes, de la que en un principio el gobierno mintió al pueblo, inventando la historia de un rapto de la familia real –comenzaban las mentiras de la máquina del Estado moderno– y el descubrimiento en un armario de hierro de las Tullerías de ciertas cartas comprometedoras que demostraban cómo el rey estaba preparando un golpe de Estado, acabaron con la posibilidad de una monarquía constitucional y con la vida del propio rey, que era, con todo, un hombre bueno. Después de los horrores de la Revolución –que el propio rey provocó en parte, vino Napoleón. El destino había elegido en un principio al rey Luis XVI para cumplir una misión histórica, pero incapaz éste de llevarla a cabo, suscitando años de terror, lo sustituyó Napoleón. La familia Orleans no tenía posibilidades, después de haber votado el jefe de la casa en la Convención la muerte del rey, cosa que se le echaría en cara hasta la época de Mac Mahon, época en que Francia estuvo a punto de volver a la monarquía. 


[El Imparcial]

Domingo, 28 de Abril

 


Valle de Esteban

Esparteras

Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada

DOMINGO, 28 DE ABRIL


En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:


-Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento que no da fruto en mí lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto. Vosotros ya estáis limpios por las palabras que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará. Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos.

 Juan 15, 1-8 

sábado, 27 de abril de 2024

Hughes. Real Sociedad, 0-Real Madrid, 1. Gulería, gulería...


@realmadrid



HUGHES

Pura Golosina Deportiva

 

La Real Sociedad se jugaba la Europa League, que, cierto es, tampoco es para suicidarse estadio abajo como hacían los de Maracaná, pero sorprendía la poquita fuerza y garra, y en general, dramatismo de los locales ante un Madrid que parecía ganar sin desearlo mucho.


Equipo con suplentes, y Guler entre ellos, gran interés del partido para un viernes noche en el que hay muchas cosas mejores que hacer como ir a un restaurante, el que sea, a ser desvalijado con alguna excusa gastroconceptual.


La Real le daba a Silva un pequeño homenaje y ya la noche quedó noche de bajitos: Guler, Brahim, Kubo, Modric...


Guler se escribe Güler, pero tengo prisa , aunque tengo comprobada la fugacidad de las diéresis. A Ozil fue irse y dejar de ponérselas... Son una cortesía. Volveré al Güler.


El partido era de una amabilidad ya de final de temporada. La Liga está ganada y ya aparece el verano en la pérdida de 'intensidad' de algunos partidos. En el fútbol el verano se nos manifiesta como una tristeza.


Era tan flojo el partido que se hablaba del césped o de la lluvia insistente. De los elementos. Hubo un primer plano a la lluvia, que sigue cayendo desde arriba. ¿Habrá críticos de lluvia? Era como un tapiz elegante, una lluvia densa, fina, consistente. Lo suficiente para que el locutor dijera lo de "jarrea".


El partido era tan amable que este locutor, de inequívoco soniquete exclamativo, sonaba como un clásico de la BBC.


De estos desvaríos nos sacó un gran cambio de juego de Militao, que era titular. Uno de esos pases con los que llegar a Vinicius, muy echados de menos. Militao pareció fino y en forma, con ese paso suyo propio y alegre. La pareja con Yoro puede ser un escándalo estético, lo digo con todas las letras: un deleite estético, y no me refiero a las pintas, condenables. Militao ha vuelto del retiro con un peinado de trenzas con el que parece solemnizar un trauma, un nuevo yo.


Advertimos a Militao y, en nada, el gol, el único gol: pase a la banda de Tchouamèni (otra cortesía ortográfica), y asistencia a primer toque de Carvajal con remate de llegador de Güler. El gol estaba compuesto de tres grandes acciones. Carvajal acomodó su cuerpo de un modo característico para recibir la pelota y, a la vez, alargarla hasta el compañero. La disposición de su cuerpo era perfecta; quizás el lateral derecho deba ser bajito. Al atravesar todas las partes del campo, ha de tener una funcionalidad adaptativa. Pero lo sorprendente fue que Güler, al que hacíamos en la derecha, llegara por la izquierda. Su zurda es de altísima fiabilidad y el gol contenía un caño al portero.


Hizo otro más, en una jugada enrevesada por la banda. El caño se ha generalizado entre los más técnicos. Se "tiran" muchos, tan rápidos y buenos que a veces ni los percibimos.


Güler lo volvió a celebrar como un Elegido. El Elegido. Se quedó quieto, una mano la llevó al corazón y la otra, alargando el índice, la dirigió al cielo. La cara, mientras tanto, muy seria, con esos ojos suyos picassianamente tristes, picassianos de ser él Picasso.


Hay en el Madrid dos facciones claras: los que celebran bailando y los que celebran con algún tipo de solemne gesto de reivindicación egocéntrica.


Hubo una pequeña reacción de la Real cristalizada en el gol anulado a Kubo. Venía de una falta muy clara a Tchouamèni que el árbitro tuvo que descubrir en el VAR. Muy rápido y técnico el gesto de Take Kubo, amplificado por su flequillo, igual que a un violinista el flequillo le subraya el virtuosismo.


Se enfadaron los de la Real con la anulación, pero poco. La presión duró tres minutos.


La Real tuvo algún acercamiento peligroso de Oyarzabal y poco más. Kepa, también titular, hizo una gran parada a inicios de la segunda parte. Dio buena impresión. La verdad es que todo en el Madrid sale bien. No es triunfalismo, oficialismo ni forofismo. No es ningún ismo, es que el equipo está atrapado en un círculo virtuoso que se ha hecho bucle.


Hasta Modric parecía joven. Sus pómulos tienen una tensión cadavérica. Tiene pómulos de Rolling Stone.


Güler demostró ser fuerte en el cuerpo a cuerpo y nos enseñó otro atributo además de la zurda: su culo. Es peleón de culo, fuerte de caderas, y eso lleva a pensar que pueda tener un futuro en el centro del campo, por el que puede transitar sin ser barrido. Su juego deslumbró por los controles. Casi todo lo que hizo, por no decir todo, nacía de un primer control cualitativo y pensado. Sus controles contienen la jugada siguiente y son extremadamente técnicos. De ahí nace con una ventaja (de tiempo-espacio, diría Xavi). Sus controles son sintéticos a priori kantianos. Hubo una acción especial; un balón más en el centro de campo lo ganó con un toque que era, a la vez, un taconazo o espuela, un sombrero y un autopase. El balón venía de Modric, que no es cualquier cosa, y parecía vulgar por comparación.


Güler no regateó en carrera, a la Vinicius, sino por gulerías, con controles. Entre la cordillera de Tchouaménis y la desembocadura de los brasileños y Mbappé, Arda está en un intermedio transfigurador donde el curso de la jugada ha de coger velocidad y eso que llamamos magia.


El MVP se lo dieron a él, pero se lo podían haber dado a Tchouamèni, que estuvo muy bien de mediocentro. Fue casi divertida su frustración cuando interpretaron como falta un tackling perfecto. Era un gesto de gran técnica que no tiene a veces ni la consideración ni, por supuesto, la protección. Tchoua, por abreviar, mandó y sorprendió (o ya menos) con pases finísimos que firmaría un Xabi Alonso, especialmente uno, sorpresivo y muy recto, cerrado, dirigido al área. El jugador está aprovechando los partidos ligueros fuera de casa para confirmar su estatus con exhibiciones. No es casualidad que estén siendo ese tipo de partidos. En ese nivel de incomodidad/dificultad, en una escarpadura que no es la del Bernabéu, está siendo fácilmente el mejor.


Salió Vinicius y los de la Real ni le pitaron, como ajenos al antimadridismo. Esto entristecía, paradójicamente, porque, en cierto modo, confirmaba la singularidad de esa gente. Guipúzcoa vota lo que vota, lo vota masivamente, y ver la falta de inquina con Vinicius parecía la confirmación de una falta de españolidad.


El Madrid tiene una gran relación con ese club y ese estadio, que inauguró. A veces parece el primer campo europeo, como jugar en Champions, como si la grada, al menos mucha parte de ella, estuviera ya ajena a la animosidad españolísima del antimadridismo.


Con los cambios, el equipo se fue llenando de titulares. Cuando el árbitro pitó, el equipo ya estaba en Múnich. 

Primos




Ignacio Ruiz Quintano

Abc


En un artículo de la NZZ (Neue Zürcher Zeitung), el periódico que leen los que dan el dinero, se habla de España como “Estado fallido”, es decir, poco de fiar para préstamos, que es lo que necesitamos para pagar nóminas y alargar otro par de generaciones el Mejor Período de Nuestra Historia.


Para compensar la impresión de la NZZ, los de Libres e Iguales, o liberalios de meñique levantado (“izándose en la falangita del meñique”, que diría Vallejo), le han arrancado a Rajoy un video gritando “¡Viva el Rey!” que no servirá a la causa republicana porque ahora mismo muy pocos españoles saben razonar la diferencia entre monarquía y república.


En el “viva” mariano se nota la mala “mili” de Rajoy, que recuerda en sus maneras al Fernando (luego Fernando VII) que obligó a Napoleón a escribir a su ministro Talleyrand la siguiente nota:


El príncipe Fernando me llama su primo al escribirme. Trate de hacer comprender al duque de San Carlos que eso es ridículo y que debe llamarme simplemente Señor.


Los Napoleones odiaban a los primos. El Príncipe Napoleón, o Plon-Plon, era primo de Napoleón III, y tan tonto, que decía no tener que ver con Napoleón I. “Sí, ¡tu familia!”, le decía el Tercero. Pero Plon-Plon, que iba de anticlerical, insistía en hacer el primo comiendo salchichón el Viernes Santo y hablando bien de Proudhon.


Somos un pueblo de arreón y, si no nos llegan los dineros, acabará llegándonos el valor, pero cuando sólo necesitemos de la resignación, porque somos un Estado, más que “fallido”, constitucionalmente “deconstruido”, donde los gobiernos aplican los decretos de alarma antes de publicarlos llenos de solecismos que los hacen nulos de pleno derecho sin que los damnificados los demanden por daños y perjuicios, desaparecido aquel “vivaz espíritu jurídico” que Albornoz atribuía a los españoles por el roce con el invasor romano, que dónde estará.


 Sólo sabemos que seremos sancionados “con arreglo a las leyes”. ¿Qué leyes? ¡Ah! Las del barullo constituyente.


Octubre, 2020 

El mito del Estado de Derecho y el nihilismo jurídico (III)


Macron


Dalmacio Negro


17.- La disputa con el positivismo jurídico, cuando sus leyes contradicen a las leyes naturales, es muy antigua en la civilización occidental. Es célebre el relato de Sófocles (491-406 a.C.) en Antígona del diálogo entre la protagonista, Antígona, que quería enterrar a su hermano Polinices, y Creonte, Rey de Tebas, que había prohibido darle sepultura. A la pregunta de Creonte, “¿te atreviste a transgredir estas leyes?”, respondió Antígona: “No fue Zeus… el que decretó esto, ni la Justicia que cohabita con las divinidades… No pensaba yo que tus proclamas… siendo mortal, pudieran pasar por encima de las leyes no escritas y firmes de los dioses”.  Cicerón (106-43 a. C.) afirmaba  en De Republica: “La verdadera ley es una recta razón congruente con la naturaleza, general para todos, constante, perdurable, que impulsa con sus preceptos a cumplir el deber, y aparta del mal con sus prohibiciones…”.  San Pablo escribió en el capítulo 2º de la Carta a los Romanos: “Siempre que los gentiles que no tienen la ley cumplen los preceptos de la ley, son ley para sí mismos, ya que demuestran que tienen escrita en sus corazones la norma de conducta puesta en la ley, teniendo por testigo su conciencia”.


18.- San Agustín (354-430) llamaba ley eterna en Contra Faustum (XXII, 27) a “la razón divina o voluntad de Dios, que manda conservar el orden natural y prohíbe perturbarlo” y se llama ley natural desde santo Tomás de Aquino “la participación de la ley eterna en la criatura racional” (Summa theológica. 1ª. 2ª, q. 91, a. 2). Romano Guardini decía, que lo que constituye la esencia del cristianismo, como lo peculiar y exclusivo de él, que no se da en ninguna otra religión, es la distinción entre la «razón natural» y la «razón creyente». Formas de la razón  que no son opuestas sino complementarias. El hombre es un ser religioso por naturaleza y la razón creyente perfecciona el Derecho conocido por el sentido común de la razón natural.


      La moralidad utilitarista dominante, acentuada por la mentalidad economicista, es en cambio un problema, pues el utilitarismo es de suyo enemigo del Derecho, que impone limitaciones al poder. Escribe John Breuilly: «Si las limitaciones fueran producto de la utilidad y/o de circunstancias históricas determinadas, no se las podría defender como principios y dejarían de tener vigencia en cuanto cambiaran el cálculo utilitario o las circunstancias. Por el contrario, si la limitación era una cuestión de principios, surge el problema de definir e imponer los principios al Estado sin menoscabar por ello su soberanía».[1] Como ideal, el Estado de Derecho recordaba, y sigue haciéndolo como una ficción útil, que el poder tiene que ser limitado. Después de la Gran Guerra de 1914 dejó de ser un ideal, transformándose tras la siguiente en un típico mito político. La libertad, que no garantiza ya el Derecho, bien por nacionalismo exclusivista, bien por cosmopolitismo, bien por economicismo, bien por el auge del nihilismo y, con él, de la voluntad de poder, es hoy el gran problema existencial.


19.- Resumía Álvaro d’Ors: «El pensamiento estatal moderno, la teoría “política”, que depende fundamentalmente de la griega, ha sentido siempre repugnancia ante una autoridad que no se confunda de algún modo con la potestad».[2] La revolución sustituyó la religión tradicional por el culto deísta al Ser Supremo o la Razón y atribuyó al pueblo —en realidad a la Nación Política, una fracción de la Histórica—, representado por el Parlamento, en tanto depositario de la Razón Universal, la auctoritas eclesiástica como si fuese la Rational Will de Michael Oakeshott.[3] El Parlamento como portavoz de la voluntad general de Rousseau, se consideró la fuente de la Justicia y el Derecho según la verdad del orden estatal  y se instituyó la República de derecho divino: «Republicanos franceses, ¿no ha sido el Ser Supremo, decía su apóstol Robespierre, el que decretó la República desde el comienzo de los tiempos?». 


 La Republique en que se confunden la autoridad y el poder, sacralizó la potencia de la Ley emanada de la supuesta opinión pública y comenzó la destrucción del sentido común mediante la Legislación. Había escrito el marqués de Sade: «La ley sólo existe para los pobres; los ricos y los poderosos la desobedecen cuando quieren, y lo hacen sin recibir castigo porque no hay juez en el mundo que no pueda comprarse con dinero». Y la Legislación impone a los jueces que no se venden, cómo han de interpretar el Derecho. El mismo Montesquieu reconocía en El espíritu de las leyes (XI, VI), que los jueces son una “mere bouche qui prononce les paroles de la loi” (una boca que pronuncia las palabras de la ley).  Eso preparó el camino para la destrucción del Derecho, su reducción a la política jurídica que obliga a los tribunales de los gobiernos burocráticos más o menos totalitarios a adoptar decisiones ideológicas. Hasta en la liberal Inglaterra se persiguen los delitos de pensamiento, entre ellos, el de rezar ante las clínicas abortistas.   Sorprende que sea posible ir a la cárcel por crímenes de pensamiento o de expresión. Pero hasta la cultura es hoy objeto de la Legislación. El lenguaje inclusivo es sólo un ejemplo. 


20.- El Estado de Derecho y el Rechtsstaat recuerdan ciertamente, que el poder tiene ser limitado. Después de la Guerra civil europea de 1939-1945  se intensificó la politización, los gobiernos se hicieron tecnocráticos y el postmodernismo y las ideologías progresistas, que centradas en sus fines se desentienden de las personas individuales, la crisis cultural y la descivilización, en suma, el nihilismo, han degradado, o están degradando, el Estado de Derecho de ideal o mito a fantasía.


Los Estados de Derecho son hoy, en puridad, Estados Totalitarios. Eufemísticamente se suele decir Autocráticos. No es demasiado exagerado afirmar, que el Derecho —la Legislación— es hoy die Hure der Politik, la prostituta de la política. Bajo la inspiración, quizá, de la famosa máxima de Orwell “quien controla el pasado controla el futuro; quien controla el presente controla el pasado”, se legisla sobre el pasado, el presente y el futuro, sobre lo divino y lo humano incluyendo a los animales, para concienciar al pueblo, al que se supone idiota o malvado, normativizando la conducta.[4] Se parecen cada vez más a la URSS, donde la  política jurídica suplantaba al Derecho. El “terror disfrazado de ley” se decía en la URSS. Su fundamento era, según el jurista nacionalsocialista H. A. Grunsky, la reducción del Derecho por Benito Espinosa, quien reconocía deber mucho a Francisco Suárez, a mero poder. Actualmente, la political Correctness de origen norteamericano limita, condiciona o  prohíbe con diversos pretextos la libertad de expresión. Ernst Jünger se percató  hace tiempo, de que «el Derecho  se ha convertido en un arma».


21.- Con independencia de su contenido, las innumerables leyes, decretos, etc. que produce la Legislación que sustituye al Derecho, politizan la esfera personal y humana regulando hasta la intimidad: vidas, haciendas, hijos, parientes, enfermedades, vicios, lenguaje, etc. Incluso el género: es el caso de la “mujer registral” de que habla Hughes: si un hombre se siente mujer y se inscribe como tal en el Registro civil, tiene que ser tratada como una mujer. Si un juez duda de sus sentimientos, puede incurrir en el delito de  prevaricación. Derecho y ley, dice Peter Sloterdijk,  no son ya más que otros nombres para los caprichos de los gobernantes. «La ley —“la razón sin pasión” (Aristóteles)— es, decía el jurista italiano Calamandrei, la última frontera de protección de los ciudadanos». Era. «Los seres humanos, escribía Jünger en La emboscadura (1951),[5]  están insertos de tal manera en colectivos y constructos, que se encuentran muy indefensos». Recomendaba a quienes se sintiesen o quisieran ser libres, refugiarse en los  bosques, que se encuentran incluso en las ciudades. La ley ha devenido un instrumento para condicionar o determinar la conducta y el Estado de Derecho un mito de la propaganda política. [6]


22.- Decía ingenuamente Hayek, que “bajo el Estado de Derecho … son libres los individuos para perseguir sus objetivos y deseos, con la garantía de que los poderes del gobierno no se usarán deliberadamente para frustrar sus esfuerzos”. No cayó en la cuenta de la naturaleza del Estado y la Legislación, cuya consecuencia es, a medio o largo plazo, el nihilismo jurídico carente de ethos y de nomos, en el que impera der Wille zur Macht, la voluntad de poder de Nietzsche. Una respuesta al pesimismo, la “forma preliminar” del nihilismo decía el filósofo alemán. Pesimismo que nace del sentimiento de carencia movido por el resentimiento. In politicis, se manifiesta como lo que llamaba Jesús Fueyo “la erótica del poder”.


        Tras la muerte o ausencia de Dios, al faltar las verdades objetivas que justifican los juicios morales, el único criterio del relativismo es el poder, como ha mostrado la “teoría crítica” y la ética utilitaria sin religión da paso a la amoralidad, una patología del corazón diría quizá Pascal. En ese contexto, es  natural que proliferen los psicópatas y orates en el mundo político. Su consuelo, o su vanidad, que, decía Hobbes, es un achaque frecuente del político, se satisface ejerciendo destructivamente el poder. «El declive de la fe religiosa, dice el famoso psiquiatra Theodor Dalrymple, conduce a un aumento del nihilismo». “La disposición del alma, según Walter Schubart, de los que reconocen que no existe el mundo que debería ser, mientras el que es, no debería existir”. La situación histórica en la que el fantasioso Estado de Derecho es el nuevo Minotauro de Bertrand de Jouvenel.[7] 


Ante el panorama de la entreguerra y la apropiación del Estado por el nacionalsocialismo, publicó Heinrich A. Rommen Die ewige Wiederkehr des Naturrechts (El eterno retorno del Derecho Natural) en 1936. Y muchos juristas intentan desde entonces vincularlo con la Legislación para contener la expansión del Estado. Tarea inútil.[8] Lo intentó también Benedicto XVI en su famoso discurso en el Bundestag.[9] Se ha dejado de creer en la vida eterna mientras se intenta ‘naturalizar’ lo sobrenatural regulando legislativamentelo divino, lo sagrado y lo humano. La confusión sobre la naturaleza del Derecho y, por ende, del Estado de Derecho, llega al punto de que se tiene la impresión de que la Legislación, aunque sea tan nihilista que legisle contra la especie humana, es tan natural como el Derecho Natural, dándose el fenómeno de que el Derecho Natural se oponga al Derecho Natural.[10] “Cuando se construye un mundo sin Dios, se hace siempre contra el hombre” (H. de Lubac). 


23.- Tres ejemplos recientes sobre el desprecio del Derecho por la Legislación nihilista a la que ha abocado el positivismo jurídico. Legislación más “bestial” que el Derecho que denunciaba Jouvenel hace casi un siglo pensando en la soviética y nacionalista, que tenían por lo menos unos objetivos concretos: el triunfo del proletariado y el de la raza aria. 1) La Ley de 28 de marzo de protección de los derechos y el bienestar de los animales (Ley Belarra por su inspiradora), que protege más a las bestias que a las personas y la Ley de 28 de febrero (inspirada por la ministro o ministre Irene Montero) para la igualdad real y efectiva de las personas trans y para la garantía de los derechos de las personas LGTBI. Leyes redactadas, por cierto, por analfabetos. 2)  La instauración en Francia del primer Estado Moloch  al constitucionalizarse el aborto: de estar despenalizado se convierte en un derecho fundamental contra el que no cabe la objeción de conciencia. El presidente francés Júpiter Macron, se envanece  de haber blindado el derecho a matar seres humanos, personas, demuestra la biología, con la complicidad de la gran  mayoría de los representantes de los franceses en la Asamblea y el Senado. Orates, psicópatas, feministos y feministas, piden ya que imite la Unión Europea a la dulce Francia. 3) Un tercer ejemplo del nihilismo jurídico es el empeño del dr. Sánchez, un mindundi egópata, quizá resentido,  más allá del bien y del mal, carente del más elemental sentido del Derecho y aspirante a tirano —es normal que vulnere protocolos, leyes y la Constitución,[11] lamentablemente sin oposición apreciable—, con la ley sobre la amnistía, que, por lo pronto,  liquida —no hay mal que por bien no venga— el sistema, devenido fatídico, de 1978. Esa ley modifica, rebaja o elimina  los  delitos de terrorismo, traición, cohecho y malversación de fondos públicos, para amnistiar a  delincuentes y separatistas ¡a fin de conseguir 7 votos que necesita para ser investido presidente del gobierno y seguir disfrutando del avión Falcon!, aunque sea a costa de disolver la Nación.[12] Si lo consigue, seguiría arruinándola como ha venido haciendo. Dados sus antecedentes como gobernante inútil, demagogo y, además, en la línea guerracivilista y de desgobierno de Zapatero, ¿por qué volvió a  investirle el rey? Hay que añadir, ciertamente a posteriori, el escándalo monumental de los negocios ilegales de sus amigos y quizá parientes. Hechos que, salvo acontecimientos imprevisibles, quedarían probablemente impunes como los del Gonzalato et alii por “razones de Estado”.


24.- Los ejemplos de los efectos de la concepción mecanicista del Derecho del mítico Estado de Derecho fundamentado en el contractualismo son infinitos. La frase de Tocqueville en La democracia en América, la Nación se ha convertido en «un rebaño de animales tímidos e industriosos cuyo pastor es el gobierno», es aplicable a pueblos como el español y el francés —no son los únicos—, que se limitan a contemplar el espectáculo, en vez de  invocar el ius resistendi contra los gobiernos nihilistas que los explotan y envilecen. Es lo que procede políticamente cuando las demás instituciones políticas y sociales pertinentes son cómplices o permanecen pasivas. Salus populi suprema lex esto.             


[1] Nacionalismo y Estado. Barcelona, Pomares-Corredor, 1990. Concl., p. 375.    


[2] Ensayos de teoría política. Pamplona, Eunsa 1979. “’Exousia’ en el Nuevo Testamento”.  


[3] Hobbes On Civil Society. Oxford, Blackwell 1975. I, II, p. 7


[4] Por ejemplo, en el Reino de España, con disparatadas, y delictivas, leyes guerracivilistas  como la de la “Memoria histórica”, ampliada como ley de la “Memoria Democrática”. Sánchez Cámara la rebautiza Ley de mentira antidemocrática, pues su contenido es ambas cosas. Otros prefieren “Ley de Memoria del Resentimiento antidemocrático”.  Una estúpida damnatio historiae también orwelliana: «si el líder dice de tal evento esto no ocurrió, pues no ocurrió. Si dice que dos y dos son cinco, pues dos y dos son cinco».  La decadente Iglesia española la aplica solícitamente, aunque el Derecho Canónico conserva todavía el sentido común y el del Derecho: leges respiciunt futura, non praeterita, nisi nominatim in eis de praeterita caveatur (Las leyes miran al futuro, no a lo pasado, a no ser que se haga en ellas nominalmente referencia al pasado). Curiosamente, esa ley liberticida desmiente el dicho, bastante cierto, de que la historia la escriben los vencedores. Hasta que la corrigen o rectifican historiadores serios.


[5] Barcelona, Tusquets 1988.


[6] Sobre la evolución del Estado de Derecho, M. Ayuso Torres, “El Estado de Derecho y sus metamorfosis”. Verbo, Nº. 615-616, 2023.


[7] A. Zerolo Durán, Génesis del Estado Minotauro. El pensamiento político de Bertrand de Jouvenel. Madrid, Sequitur 2013.


[8] Vid. M. Ayuso, “Las aporías presentes del Derecho  Natural  (de retorno en retorno)”. Verbo. Nº 437-438, 2005. La Legislación ha devenido francamente nihilista desde esta fecha. Los Estados son decididamente totalitarios y  el Derecho  Natural es un recuerdo. La Legislación se utiliza incluso contra la Constitución para satisfacer caprichos de los gobernantes y sus amigos o clientes o imponer el terrorismo fiscal. Un ejemplo flagrante es el del dr. Sánchez con sus decretos —una fórmula legal inventada por Napoleón III para utilizar la ley contra  la ley—, su ley de amnistía y el aumento continuo de los impuestos. Sobre el terrorismo fiscal en España, E. Inda, “Terrorismo fiscal”. OKdiario.com (17. III. 2024). Ruíz-Jarabo. “en España hace tiempo que fiscalidad y legitimidad circulan en sentido contrario”. La más grave corrupción en la historia de la Agencia Tributaria. Theobjective.com  (20. III. 2024). En el “Estado de Derecho” sanchista, empieza a ser normal, que, con la colaboración de la falsa oposición del partido popular, no se ejecuten las sentencias de los tribunales que afectan a los gobernantes o no interesa que se cumplan.


[9] Vid. el comentario del cardenal A. Mª. Rouco Varela, “¿Un nuevo retorno del derecho natural? A propósito del Discurso de Benedicto XVI en el Bundestag”. https://repositorio.sandamaso.es


[10] Cf.. el libro, de reciente aparición, editado por Miguel Ayuso,¿El derecho natural contra el derecho natural? Histori.a y balance de un problema. Madrid, Marcial Pons 2024.


[11] Para el dr. Sánchez, “la Constitución no es ya un límite, el Presidente ha comprobado que puede saltarse las reglas constitucionales”. F. de Carreras, “Como un castillo de naipes”. Theobjective.com (21. III. 2024).?  


[12] L. Mª Anson, “Los 7 escaños, a tanto la pieza”. El Imparcial.com. (19. III. 20024). 


Leer en La Gaceta de la Iberosfera