lunes, 21 de octubre de 2024

Cruzados de leyenda

 

La lista


Ignacio Ruiz Quintano

Abc


El cruzado de Carvajal, rota la rodilla en una noche del Bernabéu como en las noches de Pasapoga se rompían los sostenes de las vicetiples, en inocente estallido, tiene a los supersticiosos cavilando, y sus cavilaciones los han llevado hasta la final de París de 2022, cuya línea defensiva (CourtoisMilitaoAlaba, Carvajal) ha caído, hombre por hombre, víctima de los cruzados, a salvo de Mendy, que se convierte en El Soro del cartel de París. ¡La maldición de Sandení!, que diría Varsavsky.


El Soro es el torero superviviente del cartel de Pozoblanco, con Paquirri, muerto por “Avispero” en septiembre del 84, y Yiyo, muerto en el 85 por “Burlero” en Colmenar Viejo, donde sustituía a Curro Romero. Como El Soro, Mendy es duro fajador, es decir, blando con las espigas y duro con las espuelas, que juega a contracorriente de lo que esa banda izquierda ha sido en el Madrid moderno, con Gordillo, con Roberto Carlos o con Marcelo, estando la ilusión en que algún día por ella corra Davies. En la derecha nos quedamos con las ganas de Cafú, y nos conformamos con la rodillera de Chendo, el trote de Salgado y el ímpetu leganense de Carvajal, para que se vea delo que es capaz un labriego a dieta de gluten. El secreto del Madrid está en el ímpetu. Pero, como dice mi ensayista, ¿qué fueron las cruzadas, sino un ímpetu que se lanzó hasta Oriente disparado por la Cristiandad y que regresó de Oriente trayendo, en buena parte, el Renacimiento, la Banca, la Economía y la Política nacionalista?


El ímpetu del Madrid nos ha traído la cacharrería de Copas de Europa que se almacenan en el Paseo de la Castellana, y que representa contemporáneamente el Renacimiento, la Banca, la Economía y el Nacionalismo español, que no tiene ya de qué presumir, salvo de esa latonería gloriosa.


Entre las ventajas de Ancelotti, cantemos la de no ser supersticioso: con su tormenta de cruzados, y en el arte que a él más le gusta, que es el defensivo, Napoleón hubiera salido corriendo. Madame de Staël, que lo padeció en sus flaquezas, cuenta que el general corso mantenía una especie de fe supersticiosa en la fortuna que no le permitía avanzar sin ella. De sus oficiales, antes de ascenderlos, se informaba por amigos y compañeros si eran hombres que solían “tener suerte”.


El día que sintió que el infortunio se apoderaba de él, dejó de luchar, y desde el momento mismo en que su destino se torció, se desentendió del de Francia.


Tras de la derrota final, Napoleón intentó embarcarse en Rochefort para huir a Estados Unidos, pero halló el puerto bloqueado por la Armada inglesa. Con todo el aparato defensivo alterado, Ancelotti levanta la ceja, pero no se hace grabar (que sepamos) para un documental pegando gritos de animador de gym, como Luis Enrique con Mbappé (mal Mbappé, consintiendo la publicación de la grabación), que debió responderle, en vez de con un “sí”, con el “quebranto” de Manolo el del Bulto (padre de Manolo Caracol) a la locomotora que le había traído de Sevilla y que en el andén de Atocha le agredió con un resoplido de vapor: “Esos cojones, en Despeñaperros”.


Esos cojones, con Tassotti.


De hecho, Mbappé no ha vuelto a correr para tapar a nadie, y el que le pida que corra a defender como Mendy, que le pida a Mendy que corra a atacar como Mbappé, y se acaba la demagogia del correr por correr para ganarse la estima de Tote, el de la rabona, o de Mijatovic, el hombre que trajo a Gago (“Con Gago nos ha tocado la lotería”, repetía Calderón). Lo que de veras nos sorprende es que corra lo que corre Bellingham, con el que hemos perdido un Benzemá para ganar un Gravesen. Luego están los que hacen que corren, como Rodrygo, cuyo fútbol es como de pegatina de kiwi, delicado y untuoso. Y con Kroos en el palco y Modric en el campo, ¿qué nos queda? Vinicius, inconmensurable. Un castizo diría que el mecanismo del campeón es más simple que el de un chupete: achicar balones atrás y, cuando se puede, pelotazo a Vinicius por si se le ocurre algo. Vinicius se pasa los partidos cruzando el Rubicón para pescar.


[Sábado, 12 de Octubre] 

Lunes, 21 de Octubre

 


Valle de Esteban

Las horas muertas

domingo, 20 de octubre de 2024

Hughes. Celta, 1-Real Madrid, 2. Cómo colocar los muebles del salón


@realmadrid

Hughes

Pura Golosina Depòrtiva

 

Ancelotti hizo contra el Celta una declaración: reconoció un problema de concepto. Aún no sabe cómo ha de jugar el Madrid, cómo juntar los elementos y por eso probó con una defensa de tres o de cinco, según se mire, un 3-4-2-1 con Tchouameni de central central, valga la redundancia. Al verla sobre el campo lo primero que pensó todo el mundo fue que era un sistema condenado pasase lo que pasase, precisamente porque ni siquiera hay tres centrales, solo dos más uno, Tchouameni, al que aceptamos como "animal de compañía", y nada más en el banquillo.


La idea era una genialidad. Jugar con tres centrales cuando apenas los tienes sería una cosa digna de Cruyff, pero sobre todo era una declaración, era el resultado de haberse pasado muchos días pensando. Las pizarras de Valdebebas han echado humo. Aún hay tiza entre los dedos ya un poco sarmentosos de nuestro querido Carletto...


Pero ¿no era eso lo que le pedíamos? Que se calentase la cabeza, que pensase, que probara cosas... Además el 3-4-3 es una tarea pendiente para el Madrid, que ha pasado esta última década en que estuvo de moda sin probarlo, épocas en las que tuvo abundancia de centrales y los mejores laterales del mundo... Entonces no lo hizo. El sistema es querido por muchos porque, en cierto modo, ganó una Copa de Europa, la Octava, cuando Del Bosque recurrió al "módulo", vedado entonces por la crítica, como forma de resetear un auténtico desastre.


Y algo así tuvo que pensar Ancelotti, lo que pasa es que en ese Madrid coincidían Hierro, Helguera, Karanka, Iván Campo, Sanchís, con Salgado y Roberto Carlos de laterales; ahora los tres centrales no tienen repuesto, así que verlo en el campo daba esa sensación estival de "no te enamores, Compostelana".


El balance en el primer tiempo fue desigual. Tampoco es justo sacar conclusiones de ese sistema culturalmente maltratado por la improvisada cosa que nos enseñó Ancelotti. Se veía que todo estaba cogido con alfileres. Una sensación habitual llevada al extremo. Había desajustes, huecos clamorosos, lapsus y colapsus, y los futbolistas gesticulaban con la mímica del desconcierto.


El sistema era en sí mismo una confesión porque separaba al tridente. Mbappé, con Vinicius a la izquierda, más centrado, y Bellingham a la derecha, demasiado a la derecha. Los separaba conceptualmente del resto, como objeto de distinta atención, harina de otro costal.


El sistema ponía en el centro a Tchouameni, dentro de una caja que le fabricaban dos centrales y los dos pivotes. Era como un cuadro valioso cambiando de museo. Era el centro de todo y estaba mejor, imponía su ley de tacklings, su gran presencia física y oscilaba por delante y detrás de los centrales. El equipo fluctuaba con eso entre la defensa de cuatro y la de cinco, que era también una forma de modificar y aclarar la salida porque, con los laterales muy arriba, los centrales se abrían y el resultado era como una ampliación de cauce de salida del juego, una reconsideración de las amplitudes. Ancelotti estaba planteando una obra de ingeniería fluvial.


Eso era algo digno de explorar. Tchouameni pareció, cuando no estaba desconcertado, más cerca de su potencial y había, por momentos, una mayor compactación que juntaba al equipo y hacía posible momentos fugaces de presión alta. Así llegó el 0-1, cuando de ella derivó el robo de Camavinga y el golazo de Mbappe, un tiro de una elegancia distinta tan preciso y tan combado que tocó la red, no la de fondo sino la lateral. Su cuerpo se dobla de otra forma al chutar. Es un crack porque es distinto.


Eso pudo ser lo prometedor del sistema (sistema condenado), lo malo fue que no estaba coordinado, que separaba claramente al tridente, que los laterales no terminaron de estar, y que los lapsus defensivos eran muy grandes. El partido lo ganó el Madrid por Courtois, que hizo dos o tres milagros mano a mano.


¿Cuántos de esos problemas defensivos son subsanables con algo de trabajo?


Pude que nunca lo lleguemos a saber. Había además una alternancia de sistemas demasiado sofisticada. Hubo un momento, por ejemplo, en el que Tchouameni se colocó de lateral derecho. En una hora jugó en tres posiciones.


El empate del Celta en la segunda parte obligó a Ancelotti al cambio y entonces volvió a confesar, a cantar la Traviata: sólo tiene a Modric, su plan es Modric.


Lo sacó cuando creemos que hay que sacarlo, en la media hora final, y él arregló el partido con un pase vidente a Vinicius, que definió con esa seguridad a la que, pese a todo, no nos terminamos de acostumbrar.


Modric obligó a reformular el catastro(fe). Un 4-2-3-1 que generó inmediatamente una sensación de tranquilidad. De saber dónde están las cosas. De despertarse a oscuras y saber dónde está la mesita, dónde la puerta... Ese sistema centraba en la mediapunta a Bellingham, ahora el Guernica era él, el protegido por una caja era él (los dos pivotes, los dos delanteros) y apareció más.


Bellingham se desgañita. Literalmente, como cuando a puerta vacía lamentó que Vinicius no le pasara la pelota, y corriendo, se desgañita corriendo. Parece un caballo exhausto que se quiere ganar el tiro de gracia galopando. Lo peor es que parece un árbitro, corre en una diagonal al Madrid, cerca pero siempre lejos, acompañando de una manera imposible, incomunicada, la jugada, como si los separara un cristal. Bellingham juega en un plano paralelo al Madrid, nunca o muy pocas veces se encuentran. Y ese es el gran reproche que cabe hacerle a Ancelotti. El Madrid no sabe a qué jugar porque, para empezar, no sabe qué hacer con Bellingham, que de mayor quiere serlo todo pero no encuentra quien le enseñe por dónde empezar.


Lo de Bellingham es dramático. Lo del Madrid es melodramático porque tiene, sin discusión, a cuatro de los diez mejores jugadores del mundo, el tridente y Courtois, pero no sabe bien dónde apoyarse porque el equipo es una irregular distribución de lujos y alguna insuficiencia.


El Madrid no sabe cómo colocar los muebles del salón y ya ha orientado el sofá en todas las direcciones. Sospechamos que Ancelotti sospecha que no habrá solución cómoda…


Mucha gente a la que le toca la lotería acaba mal. La crisis conceptual de Ancelotti es la de no saber bien cómo gestionar lo que Florentino le ha regalado. Ese regalo despótico de El Modelo. “Tengo siete abrigos de pieles, pero a veces una chica sólo quiere una tostadora y alguien que la escuche”. Él, Ancelotti, que tantas veces lo consiguió. Ancelotti sabe que el millonario italiano toma forma de cavaliere, el ruso de oligarca, el árabe de emir y el español de Ser Superior que repite siempre el mismo traje.


Algo tiene la defensa de tres que volvió a acabar con ella. Y no eran tres, eran cuatro, cinco, seis, con Rodrygo de lateral del lateral, contrachapando el sitio, como muchas noches ya... El Madrid huye del caos cambiando de sistema. Ancelotti no sabe bien qué hacer y así ya lleva 42 partidos sin perder en Liga.



 @realmadrid

Tradicional Festival de Chinchón 2024. Los festivales y los viejos maestros




PEPE CAMPOS


Chinchón (Madrid), 19 de octubre de 2024. Tradicional festival taurino, con lleno en los graderíos. Tarde excelente de otoño. Maravilloso ambiente.


Terna: Juan Mora, Paco Ureña, David Galván, Alejandro Mora, Aitor Fernández y Álvaro de Chinchón.


Novillos (desmochados) de las ganaderías, por orden de lidia: Cayetano Muñoz, José Vázquez, Domingo Hernández, Victoriano del Río, Ginés Bartolomé y Jandilla



Hubo un tiempo en el que los viejos maestros, ya retirados o en la etapa final de su carrera, dieron lecciones taurómacas en los festivales taurinos que se celebraban a final de temporada o a comienzos de cada año. Hablamos de lo que muchos aficionados alcanzamos a ver allá en la década de los años ochenta, e incluso en la de los noventa, del siglo pasado. Entonces, por fortuna, fue posible que se anunciaran en distintos festejos de estas características toreros como El Litri padre, Jaime Ostos, Andrés Hernando, Joaquín Bernadó, Andrés Vázquez, Diego Puerta, Paco Camino, Antoñete o El Viti. Se convertían en ocasiones únicas para degustar la tauromaquia de estos matadores de toros que ya no era posible verlos o se encontraban muy cerca de su adiós. Recuerdo de manera particular un festival homenaje a Rafael Ortega Gallito en Aranjuez, años ochenta, donde pude ver a El Viti en una faena a un novillo manso que no embestía por la izquierda, y, cómo, tras llevarle y ahormarle por ese pitón izquierdo, conduciéndole con la muleta con mando, y con cadencia, manejada con la mano derecha en sentido inverso: toda la faena se desarrolló al natural en tandas de muletazos muy templados. Fue aquél un momento de poder ver una manera de torear que con acusada personalidad atesoraba El Viti. Del mismo modo aquellos festivales mostraban formas añejas y peculiares de entender el toreo, que se perdían porque eran propiedad de cada uno de aquellos veteranos maestros, el valor, la torería, el dominio del toreo fundamental, en la verónica, el redondo o el natural. En definitiva, imágenes añejas que desaparecían y eran mostradas de manera postrera para que alguien las guardara o las recogiera, los aficionados en su memoria o los aspirantes a matadores de toros para aplicarlo en su incipiente tauromaquia.


Estas oportunidades de ver aquello que formaba parte de los usos antiguos y clásicos del toreo —existencia de festivales taurinos, con figuras del ayer— se ha ido espaciando con el tiempo, por no decir que ha desaparecido. Por otra parte, nos lleva a pensar como que existiera hoy ausencia de viejos maestros que en estos eventos pudieran decir algo nuevo —por desusado—, ya sea porque estos experimentados matadores deciden no prodigarse, al estar definitivamente retirados del toreo, o porque esos posibles veteranos docentes, en realidad, ostentarían procederes similares a los que emplean hoy los aspirantes a matadores de toros, es decir, porque poseían y se moverían hoy en el mismo registro del toreo moderno o neotoreo que actualmente pueden reproducir muchos de los jóvenes novilleros, pues en su día —aquellos toreros— no albergaron maneras clásicas, tradicionales, personales o puras. Es una cuestión que nos haría reflexionar sobre la evolución del toreo dentro de los mimbres de la neotauromaquia que se ha visto en las corridas de toros de los últimos tiempos, practicada por las figuras del toreo más cercanas a nosotros, de modo generalizado, en los años finales del siglo pasado y en lo que llevamos de siglo XXI. Una etapa verdaderamente neotaurómaca. Para entendernos: con faenas de mucha ligazón, y dilatadas, y poca verdad. No obstante, de manera sorpresiva ayer en el clásico Festival de Chinchón estaba anunciado el matador de toros Juan Mora, y ello, por sí solo, le daba un especial interés al hecho de desplazarse a la localidad madrileña —a disfrutar del festival— poseedora de uno de los enclaves taurinos más bellos de España, por desarrollarse este tipo de festejos en su plaza mayor cercada la arena con los tablones de la antigua barrera de la plaza vieja de Madrid, la que desapareció en 1874.


En cierto modo podríamos decir que «nuestro gozo en un pozo», pues el novillo que le correspondió al maestro Juan Mora no le permitió explayarse en una clase magistral sobre el toreo, y sólo pudo exhibir viejos aires de torería al ensayar la verónica mecida y templada en un par de ocasiones y el natural pleno de preciosismo y sabor añejo en algunos cuantos muletazos que nos transportaron a la tauromaquia de Juan Mora, aquÉlla que pudo manifestar allá por los años ochenta como joven matador de toros. Un torero en aquEl tiempo de enorme talento y de formas artísticas, y después con una carrera que tuvo sus momentos álgidos y con su «canto del cisne» en la Feria de Otoño de Madrid en 2010, cuando caló en la afición madrileña con profundidad con una faena, a un toro de Torrealta, intensa y breve —algo ya no usual— rematada con prontitud por llevar la espada de verdad sin uso de estoque simulado —algo a lo que debería dársele una vuelta, para que los finales de faena no se conviertan en eternos—.

 

Ayer Juan Mora volvió a torear con la espada de verdad en su mano derecha, y tras esa faena que podríamos definir de «detalles al natural» y con algún pase del desprecio candoroso, la empleó para matar sin dilaciones de un pinchazo y estocada caída. A continuación, el mejor toreo correspondió a lo realizado por Paco Ureña, en sus ensayos ceñidos de la verónica, y, sobre todo, en su toreo



en redondo, donde en algún momento toreó con clasicismo, con compás y mando. No vamos a descubrir ahora a Paco Ureña, un torero con corazón, no del gusto de los aficionados a las figuras del toreo, pero sí de los que valoran el compromiso y el ajuste. De la actuación de David Galván quedaron Las Poncinas, que parece ser va a ser su seña de identidad una vez ido el torero que las inventó, el maestro de Chiva. De los tres novilleros anunciados, comentar que hubo pocas cosas que reseñar, pues si lo hiciéramos con rigor nos moveríamos por los caminos del desánimo y de la decepción.





FIN 

Cary Grant



Ignacio Ruiz Quintano

Abc Cultural


         De Cary Grant, en el lecho de muerte, a su hija Jennifer: “Amadísima Jennifer, vive tu vida plenamente, sin egoísmo. Sé comedida, respeta el esfuerzo ajeno. Esfuérzate por lograr lo mejor y el buen gusto. Mantén el juicio puro y la conducta limpia. Da gracias por los rostros de las personas buenas y por el dulce amor que hay detrás de sus ojos... Por las flores que se mecen al viento... Un breve sueño y despertaré a la eternidad. Si no despierto como nosotros lo entendemos, entonces seguiré viviendo en ti, amadísima hija.”


         –En cierto modo, suena a católico –comenta el periodista Peter Seewald, que ha entresacado los párrafos de la carta del actor, al cardenal Joseph Ratzinger en una de sus inteligentes conversaciones.


         –En cualquier caso, es una carta preciosa. Si era católico o no, lo ignoro. Ciertamente es la expresión de una persona que se ha vuelto sabia, y que ha recibido el sentido del bien e intenta transmitirlo, además, con una amabilidad asombrosa.


         Hace tiempo que uno sólo descree, persuadido por el muy chinche Antonio D. Olano, que lo aprendió de Picasso, de dos clases de artistas: los toreros norteamericanos y los cineros españoles. Esta actitud le evita a uno poner los ojos en blanco cuando el cinero Bardem, para entusiasmo de nuestros agnósticos –“angósticos”, dicen los líderes sindicales– declara con ánimo de proporcionar un titular científico: “No creo en Dios, pero creo en Al Pacino”.


         ¿Y tanto jaleo en Hollywood para eso?


         –Tan sólo el hombre inteligente y el estólido saben ser sedentarios. La mediocridad es inquieta y viaja.


         Eso escribió Gómez Dávila, que también dejó escrito que al que nace sin talento alguno se le debe aconsejar una carrera científica. Estoy pensando en nuestro señor el ministro de la Salud –“la Salut”, dice él–, D. Bernat, un “angóstico” que, con metro y jaboncillo, anda midiéndoles el lomo a las señoras, por ver si son diábolo, cilindro o campana. “Si eres campana, ¿dónde está el badajo?”, preguntaba Quevedo a la del guardainfante.


         D. Bernat, que, como Bardem, es viajero y podría caer en Mississippi, donde estudian impedir a los gordos el paso a los restaurantes, no sabe que hay dos cosas que le gustan a casi todos los hombres y que ninguno confiesa: las mujeres gordas y la ópera italiana. D. Bernat es el demócrata que olvida que la democracia ignora la diferencia entre verdades y errores: sólo opiniones populares e impopulares. 

Domingo, 20 de Octubre

 


Valle de Esteban

Arco Iris de Otoño

Ya sabéis que los jefes de las naciones las gobiernan como si fueran sus dueños y los poderosos las oprimen

 DOMINGO, 20 DE OCTUBRE


En aquel tiempo, se acercaron a Jesús Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, y le dijeron: “Maestro, queremos que nos concedas lo que vamos a pedirte”. Él les dijo:


-¿Qué es lo que deseáis?


Le respondieron: “Concede que nos sentemos uno a tu derecha y otro a tu izquierda, cuando estés en tu gloria”. Jesús les replicó:


-No sabéis lo que pedís. ¿Podréis pasar la prueba que yo voy a pasar y recibir el bautismo con que seré bautizado?


Le respondieron: “Sí podemos”. Y Jesús les dijo:


-Ciertamente pasaréis la prueba que yo voy a pasar y recibiréis el bautismo con que yo seré bautizado; pero eso de sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo; eso es para quienes está reservado.


Cuando los otros diez apóstoles oyeron esto, se indignaron contra Santiago y Juan. Jesús reunió entonces a los Doce y les dijo:


-Ya sabéis que los jefes de las naciones las gobiernan como si fueran sus dueños y los poderosos las oprimen. Pero no debe ser así entre vosotros. Al contrario: el que quiera ser grande entre vosotros que sea su servidor, y el que quiera ser el primero, que sea el esclavo de todos, así como el Hijo del hombre, que no ha venido a que lo sirvan, sino a servir y a dar su vida por la redención de todos.


Marcos 10, 35-45

sábado, 19 de octubre de 2024

Capello



Ignacio Ruiz Quintano

Abc Cultural


El “florentinato” fue la “belle époque” del fútbol, cuando la vida empezaba después de comer, cuando aún no se había descubierto oficialmente eso de la angustia.


Ruano tiene dicho que durante los bellos y lánguidos años de la “belle époque” los maharajás traían a los escenarios europeos un vago perfume de lejanos sándalos, de sedas, collares de perlas y bailarinas hieráticas en el tapiz bordado por la fantasía. Pero el “florentinato” voló con Florentino Pérez. Ahora, en su puesto, está un tal Calderón que no se cansa de repetir a quien lo quiera oír que él es un elefante blanco, una máquina de atraer a la suerte, una herradura en el zapato impar del azar, extremo, por cierto, que todavía no ha sido confirmado por su socio taurino Fidel San Román.


Hola, soy Calderón y doy mucha suerte.


¿Y si este Calderón fuera aquel gran señor musulmán del cuento de Fernández Flórez que, al ver repetirse tres veces el mismo número, comprendió que había algo extraño y superior a los cálculos y se retiró al desierto para dedicarse al ayuno y a la meditación?


La suerte, decía Foxá, es una sirena abominable y seductora. Algo de eso debe de haber, porque Calderón ha traído a Madrid a Capello, que es Fabio, pero no Testi: cada día se parece más a Juan Luis Cano, la cara flamenca de Gomaespuma. Capello, que habiendo dejado a la Juventus en segunda y con diecisiete puntos de deuda era un mito local, por nada del mundo quería salir de Turín, pero Calderón –la “sirena abominable y seductora” de Foxá– lo atrajo a Madrid.


La segunda etapa de Capello en Madrid es un “déjà-vu” que apaga cualquier resistencia. “Primero resistencia, después velocidad”, es una de las dos máximas futbolísticas de Capello. La otra, aunque enunciada de forma más grosera, es que el triunfo es cuestión de tendones.


El triunfo es cuestión de tendones.


De su fútbol se dice que es cuartelero porque en sus equipos sólo juegan los “bisas” del vestuario. “Rejuvenecer y españolizar” eran las dos consignas de Calderón contra el “florentinato”, y Capello se presentó en Madrid con Cannavaro, que, en efecto, parece más “joven” que Calderón y más “español” que Diarra. Unida a la promesa incumplida de Kaká, la venida de Diarra sólo ha servido para excitar el ingenio de los chistosos de portal. A orillas del Manzanares estaba escrito: “Calderón cumple: prometió caca y ha traído diarrea.” Que no cunda el pánico: el culo, dice Peter Sloterdijk, es el plebeyo, el demócrata, el órgano quínico –cínico– por excelencia. 

La nación según De Gaulle



Javier Bilbao


Imaginemos acudir a un partido de fútbol en el que se nos permitiera abuchear al rival y señalar airadamente cada una de sus faltas, reales o imaginarias, pero en cuanto tomase el balón nuestro equipo sólo cupiera mantener el estricto silencio de quien observa una partida de ajedrez, ah, y nada de agitar banderolas o lucir camisetas con sus colores, no fueran a tomarnos por hinchas energúmenos. Pues bien, ya podrán hacerlo bien los jugadores sobre el terreno, porque tal partido difícilmente se ganará en esas gradas de semejantes pechofríos… Algo así podría decirse que ha sido el debate público en España durante las últimas décadas en torno al separatismo. Los proyectos secesionistas acaparaban el término «nacionalismo» y sobre él se echaban sapos y culebras asociándolo a los fascismos europeos de la primera mitad del siglo XX (en realidad ha habido nacionalismo desde hace siglos y en todo el planeta), mientras lo que se podía oponer a ellos era la UE, la ciudadanía, la Constitución, el cosmopolitismo… y por supuesto una abundante provisión de citas célebres, siendo una de las más recurridas por políticos y periodistas aquella de Charles de Gaulle: «Patriotismo es amar a tu país, nacionalismo es odiar a los otros». Hay que reconocer que al menos rescata aquí el patriotismo, aunque sería engañoso situarlo en un campo semántico diferente al del nacionalismo. En realidad, el propio De Gaulle fue un notorio y perseverante nacionalista; lo fue toda su vida y en diferentes contextos. Si acercamos el foco a su biografía y su acción política tal vez podamos sacar algo más provechoso que aquella frase. Vamos a ello.


Nació en 1891 en una ciudad del norte de Francia tan próxima a la frontera con Bélgica que su familia, hondamente católica, lo envió allí en el contexto fuertemente anticlerical de las primeras décadas de la Tercera República para que pudiera estudiar en un colegio católico. Esa formación influyó notablemente en su carácter y valores, que mantendría el resto de su vida, como al hablar de su querida hija con síndrome de Down («una gracia de Dios en mi vida. Me ayuda a permanecer en la modestia de los límites y las impotencias humanas. Me guarda en la seguridad de la obediencia a la soberana voluntad de Dios. Me ayuda a creer en el sentido y en la finalidad de nuestras vidas, en esa casa del Padre donde mi hija Anne encontrará finalmente toda su estatura y toda su felicidad») y haría posible que como presidente pudiera reconciliar a la Iglesia con el Estado francés, sin renunciar a la laicidad de éste. Probablemente también influyó en la trascendental amistad que mantuvo con su correligionario Adenauer.


De su familia también adquirió un gran interés por la historia, que le llevaría más adelante a entender la actividad política con una perspectiva que abarcaba siglos, más allá de las disputas efímeras y la gestión cotidiana. Posteriormente volveremos a esto. Vinculado a la historia, concretamente a la guerra de 1870, surgió también su interés por desarrollar una carrera militar. Ingresó en la Escuela Militar de Saint-Cyr y allí, según cuenta el historiador Pablo Pérez López se articula su idea de lo que es una nación: un «mito» que hay que entender como «un acto de solidaridad viva con raíces históricas», basándose en autores franceses como Renan, pero también en otros como Goethe. De manera que la concepción alemana del nacionalismo dejaría huella en él. Fue allá también donde pudo desarrollar su patriotismo, concepto este que más allá de lo que diga nuestro protagonista podemos entender genéricamente como la lealtad del individuo a su tribu. Sentido del deber y hasta del sacrificio que pudo aplicar por primera vez en la Primera Guerra Mundial como combatiente y luego como prisionero, pues intentó fugarse en cinco ocasiones. Le faltó acierto, pero de voluntad iba sobrado.  


Posteriormente, De Gaulle fue enviado a Polonia a combatir logrando grandes reconocimientos y a su regreso se convierte en profesor de historia militar, aunando así sus dos pasiones. Durante los años de entreguerras trabó amistad con Petáin aunque luego se distanciaron, en parte porque se convirtió en un abanderado de la guerra mecanizada que desdeñaba la Línea Maginot como algo anticuado. Tras la fulminante derrota francesa se exilió a Londres el 17 de junio de 1940 y al día siguiente ya estaba arengando a sus compatriotas desde la BBC. Sus discursos fueron sucediéndose (como éste, ya con imagen) de tal manera que fue labrándose un prestigio como líder, aunque a menudo menospreciado por los gobiernos inglés y norteamericano —no así Stalin, a quien acudió en busca de apoyo—, lo cual tendría consecuencias en su futuro posicionamiento durante la Guerra Fría. En esos años, señala Ian Kershaw en Personalidad y poder, fue cuando con muy pocos recursos fue capaz de construir su propio mito y el de la «Francia libre» al que estaba indisolublemente vinculado. Francia no había sido derrotada ni ocupada —quiso hacer creer a quien le oyera— sino que aún permanecía luchando siquiera de manera simbólica y llegaría a liberarse a sí misma: una fantasía que termina materializándose (al menos en parte) a base de ser repetida y asimilada por muchos. Ésa es la magia del poder. El ejercicio de prestidigitación fue tan prodigioso que Francia logró una zona de ocupación en la derrotada Alemania y un asiento en el recién creado Consejo de Seguridad de la ONU.


Una vez de vuelta en Francia, De Gaulle fue proclamado presidente del Gobierno provisional, sin embargo él estaba para hacer historia y no para bregarse en las disputas partidistas de un sistema demasiado sujeto al parlamentarismo y sus frágiles mayorías. Así que presentó su dimisión en 1946, a la espera de tiempos más propicios que permitieran su vuelta al poder en un régimen más estable que privilegiase, como él quería, el liderazgo del presidente. Su olfato de nuevo estuvo afinado porque en esa IV República recién estrenada que duró hasta 1958 hubo nada menos que 22 gobiernos, algunos no duraron ni una semana. Eso, unido a la guerra de independencia de Argelia (que ya tratamos aquí ) lograron traerlo de vuelta con un apoyo masivo que le permitió proclamar la V República, con un presidente escogido por elección directa (garantizando así la separación entre el legislativo y el ejecutivo, a diferencia del caso español) y con el territorio argelino ya escindido.


Porque De Gaulle, como buen nacionalista, no era imperialista. Sabía que la realidad cultural, demográfica, histórica de la metrópoli europea no era la misma que la del norte de África, aunque el universalismo abstracto republicano fingiese (sin mucho esfuerzo, hay que añadir) que todos eran ciudadanos en igualdad. Por eso favoreció el proceso de descolonización tanto francés como de otras potencias. Cuando se reunió con Kennedy, por ejemplo, la primera frase que le dirigió fue «¿Y ustedes por qué no se van de Vietnam?». Tal vez le hubiera hecho caso, según ciertos indicios, pero su asesinato posterior trajo consigo la total implicación estadounidense en aquella guerra.


Para De Gaulle existían las naciones como protagonistas de la historia. Por ello, aunque fue artífice de los primeros pasos de la construcción europea, siempre reclamó una Europa de las patrias sin un poder supraestatal que las sojuzgase. También, por la misma razón, solía referirse a la URSS llamándola Rusia, pues consideraba el comunismo una doctrina pasajera que aquel país «se bebería como el borracho la tinta», de ahí que no dudara primero en acudir a Stalin pidiendo ayuda en la II Guerra Mundial como antes hemos señalado, así como a buscar ahora una tercera vía durante la Guerra Fría con la vista puesta en una alianza a largo plazo entre Rusia y el continente europeo (es decir, lo opuesto a la tradicional geopolítica angloamericana de Mackinder y Brzezinski). Como dijo en cierta ocasión, «no es el vodka el que está conquistando el mundo, sino el whisky». No olvidaba los agravios. Aquella búsqueda le llevó a dotar a Francia de armamento nuclear para garantizar su independencia, a retirarse del mando militar de la OTAN, a reconocer a la China comunista antes que cualquier otro país occidental y a realizar una gira por Hispanoamérica. Es significativo que al recalar en Argentina el peronismo —con su líder ya exiliado— lo acogiera al grito de «De Gaulle y Perón, tercera posición”, y es que el marido de Evita los había emplazado desde España así: «Recíbanlo como si fuera yo».


En conclusión: a la política de bloques y poderes supranacionales antepuso siempre la independencia y el interés nacional de Francia. En eso consiste, entre otras cosas, ser nacionalista y no en aquello de «odiar a los otros», mal que le pese.




Leer en La Gaceta de la Iberosfera 

Sábado, 19 de Octubre

 


Costa de Esteban

viernes, 18 de octubre de 2024

El señor Cubí


Don Mariano Cubí y Soler


Ignacio Ruiz Quintano

Abc


En la grande polvareda del Muro de Berlín, perdimos a don Beltrane, que era la derecha búmer, la que se las echaba de haber ganado la guerra.


¿Por qué –pregunta el autor de “Ateísmo estético, arte del siglo XX”– la estética bolchevique de Malevich, Kandinsky y Klee, en lugar de ir al ostracismo, donde reposa empolvada la obra marxista, se ha convertido en paradigma del arte imperante en el capitalismo, siendo Marx muy superior, en el terreno de las ciencias sociales, a la de esos pintores en el mundo del arte?


Un místico de la geometría infantil, Malevich, creyó dar la última palabra a la pintura con su “Cuadrado negro” de 1913, pero cuatro años más tarde descubrió que la pintura definitiva sería un “Cuadrado blanco sobre fondo blanco”, hazaña consumada en 1917, y guardada en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, hoy capital mundial del wokismo, ese comunismo pijo que se receta a los pobres.


Yo no he inventado nada –explicó Malevich–. Sólo he sentido la noche dentro de mí y he percibido el nuevo tema, que llamo suprematismo, una construcción de formas a partir de la nada.


Lo que el suprematismo al arte, es el wokismo a la política occidental, que asiste en sardana a la apoteosis de la “patocracia” (cuando una minoría de psicópatas gobierna a una mayoría de personas normales), concepto teorizado por el psiquiatra y sociólogo polaco Andrzej Lobaczewski, que partió del estudio del nazismo y el comunismo para crear una disciplina, la ponerología, el mal aplicado a la política.


En este escenario, la derecha búmer, pepera con pies de Hermes (“aladitos” para no hacer ruido), que es Borja Sémper, se quedó en las ideas que don Mariano Cubí, el frenólogo catalán, ídolo de Pla, expuso “negro sobre blanco”, como un Malevich de La Maresma, en su “Al pueblo español, sobre las causas que hacen el comunismo imposible y el progreso inevitable”, editado en 1851.


Para el señor Cubí, el comunismo (“y todas las doctrinas que sientan en sus obras Owen, Fourier, Cabet, Proudhon y otros proyectistas célebres”) va contra la ley natural, y “oponerse a ella es tirar coces contra el aguijón”.


No hay raza alguna de hombres en que se desconozca el sentimiento de propiedad individual; en que un individuo no sienta el deseo de llamar “mío” a algún objeto, suponiendo este “mío” la existencia de lo “tuyo”.


Ni raza de hombres… ¡ni raza de brutos! “¿No defiende el perro el hueso que le echan? ¿No vuelve la cigüeña a la misma torre, la golondrina al mismo techo, después de una larga ausencia? Si un ave hace la tentativa de tomar posesión del nido de otra, ¿no lo defiende ésta a todo trance? El argumento de la Gazza-Ladra está fundado en un abuso de ese sentimiento que posee la urraca”.


Necesidad de pan y tendencias al exceso de población: he aquí el principio y contraprincipio naturales para perpetuar el mejoramiento humano.


No sabemos qué hubiera votado el señor Cubí sobre soltar a Txapote.


[Viernes, 11 de Octubre] 

Viernes, 18 de Octubre

 


Lubina a la espalda

jueves, 17 de octubre de 2024

Haro/ Campmany



Haro


Ignacio Ruiz Quintano

Abc Cultural


Las tres primeras señas de identidad europeas que, con nostalgia, enumera Steiner son los cafés, los paisajes a la medida de los pies y la costumbre de poner a las calles nombres de escritores del pasado, algo inconcebible en América. A Borges, por ejemplo, siempre loco por dar la nota, el hábito de dar nombres de personas a las calles le parecía una horrible costumbre francesa:


Lugones prohibió que se le diera su nombre a una calle, pero no le hicieron caso. Yo tampoco quiero convertirme en una calle, una esquina o una estación: es muy triste.


El Ayuntamiento de Madrid ha resuelto poner a una calle el nombre de Eduardo Haro Tecglen, por unanimidad, y a otra, el de Jaime Campmany, con la oposición de las fuerzas de progreso. ¿Por qué?


Por fascista –argumentó como una centella la señora de los comunistas, gracias a los cuales el “fascismo” es, como se sabe, la primera idea política que se concede como un cargo honorífico y gratuito, sin intervención del candidato.


Porque trabajó para la Dictadura –argumentó, más reposadamente, la señora de los socialistas, hija, por cierto, de un comisario de policía de la rama dura de aquel Régimen, es decir, de la Dictadura.


Como sea que de mí los dos hablaron públicamente bien –más y mejor Haro–, uno ni quita ni pone rey. Pero conviene retratar aquí la categoría, no moral, sino cultural de las fuerzas de progreso municipales.


La propuesta de las calles de Haro y Campmany partió de la Concejalía de las Artes, donde la señora Moreno, hija, por cierto, de un falangista de primera, sólo veía, curiosamente, una objeción a la candidatura de Campmany: “¡Es que fue falangista!”, musitaba en privado. Luego, en público, consciente de que vivimos en un país donde el fascismo, cuando no está prohibido, es obligatorio, apeló al “afilado ingenio” del personaje.


¿Afilado ingenio? Echar vitriolo a las razones de los demás es ser fascista –contestó la señora “Yo Soy De Leer”, como gusta de presentarse la señora comunista, repitiendo, como loro, las triquiñuelas ideológicas de la arraigada Unión de Escritores Soviéticos pasadas por el “glamour” del tenebroso Coronel General Zhdanov.


Yo puedo dar fe personalmente (?) de lo aficionado que era [el callejeado] a denunciar gente (?) –contestó, no menos tenebrosamente, la hija del comisario.


Ante lo cual un vicealcalde centrista, Cobo, sólo pudo hacer votos porque nunca haya en Madrid un Gobierno que pueda quitar la calle a Campmany. Ni a Haro.

Jueves, 17 de Octubre

 


El ídolo de Haaland

miércoles, 16 de octubre de 2024

El pisito




Ignacio Ruiz Quintano
Abc


    El pisito es la patria de la clase media.


    Del “¡A mí que no toquen el cocido!” de la República al “¡A mí que no me toquen el pisito!” del franquismo, que es la cuna de nuestra socialdemocracia (orgánica).

    
La epopeya española del pisito está en el cine: “El verdugo” de Berlanga, “El pisito” y “El cochecito” de Ferreri…, y Rafael Azcona es su Homero.


    La obsesión del español por el pisito es la obsesión del español por la pequeña propiedad, esa rama del realismo, pues como sabemos por el Quijote en las edades doradas y mitológicas se ignoraba el “tuyo” y el “mío”.

    
La culpa fue del franquismo, que puso en marcha el plan falangista de vivienda con que dar al español un motivo para gritar, en vez de “¡Viva Rusia!”, “¡Viva España!” Para los falangistas, era la verdadera forma de volver a la Naturaleza, no en el sentido de la égloga, que es el de Rousseau, sino en el de la geórgica, que es la manera rotunda de entender la tierra, que en Madrid es el piso.

    
¿Para qué quiero yo un sillón? –contestó Camba a los académicos que se lo ofrecían –. Yo lo que necesito es un piso.

    
Camba venía de Galicia, donde todos, menos él, eran propietarios, y por tanto, un poco abogados. ¿Era la marrullería gallega consecuencia de la subdivisión de la propiedad o la marrullería gallega había conseguido que la propiedad se subdividiese?

    
No lo sé, pero las dos cosas se relacionan, dando origen a una tercera: la política.

    
La desatada demagogia del desahucio nos lleva al socialismo a la gallega, donde la tierra es de todos, que vale como decir que no es de nadie, pero tan pronto como un gallego traspone su propio ferrado cada paso que da le cuesta un pleito.

    Desgraciadamente, hace falta ser muy rico para sostener una vida modestamente pobre.


Noviembre, 2012

(La) Calvo


La Calvo, de Menipo en la pandemia

Ignacio Ruiz Quintano

Abc Cultural


Tiene dicho la Calvo, ese mármol egabrense, que hace más por el español un concierto de “rock” duro que todos los institutos de piensos Cervantes. Y lleva más razón que un santo, la Calvo, cada vez más parecida a Camacho, ese mármol ciezano, y cada día más enloquecida por el “heavy”, ese ruido radicalmente contrario a los tres ruidos prescritos en la Alianza de Civilizaciones: la risa de la mujer, el rumor del agua y el galope del caballo.


Decía Foxá que la música estridente simboliza a lo deforme: se exalta al ruido, que es el monstruo de la armonía. Y la Calvo vibra con la banda segoviana “Lujuria”, cuyos miembros, que se declaran “comuneros”, embisten en el viejo debate de Umberto Eco sobre “apocalípticos” e “integrados” confesando estar “¡hasta los cojones de tanta puta publicidad..., joder, nosotros ya sabemos dónde comprar condones y no nos interesan una mierda los yogures desnatados ni los cedés de Ricky Martin, así que a tomar por culo la publicidad en la web!”.


Ánimo, chicos –les ha dicho la Calvo, por carta, a estos embravecidos balanos segovianos–. Hay que seguir teniendo ideales.


Desde luego, parece la victoria de lo asimétrico, de lo caótico, de lo oscuro elevado a la categoría estética. La voz de la Calvo quiere ser la voz de Jehová movilizando a la Nada. ¿Es egabrense la lujuria? Un paisano suyo –de la Calvo, no de Jehová–, don Juan Valera, se refería a un compadre suyo de Cabra que tenía tres hijos: “las dos de ellas, monjas, y el varón, seminarista”, por lo que le decían en el pueblo “polla santa”. La cita, no se vaya la paisana de “polla santa” a creer, está sacada de una de las catorce cartas manuscritas de Valera encontradas en el archivo de don Mariano de Pardo Figueroa, el doctor Thebusem.


Pero la Calvo lleva razón: el “rock” hace más que el Cervantes por el idioma. Todo el vocabulario que se necesita para poder decir que se habla español hoy en día –“cojones”, “puta”, “joder”, “condones”, “mierda” y “tomar por culo”– está en esa declaración de “Lujuria” que tanto gusta a la Calvo. En cambio, Garzón, que ahora habla el inglés como la Calvo el español, ha mandado a sus abogados a visitar a una banda de música cuyos miembros habían tomado su nombre, “Garzón”, ignorantes del verso de Ullán pasado por la túrmix de Lope en Lepe: “Negro lo tiene el garzón / por llamarse Baltasar.” Ahora la banda se llamará, y ya hacen falta ganas, “Grande-Marlaska”. 

Miércoles, 16 de Octubre

 


Octubre, octubre

martes, 15 de octubre de 2024

Cerrar el pico



Ignacio Ruiz Quintano

Abc


España pasó de la opinión única de la dictadura a la opinión unánime del consenso impuesto por la chusma de la Santa Transición, y si sentimos que cada día nos falta más el aire (“donde perduran los gobiernos corrompidos ya hay un pueblo corrompido”) es porque nadie se siente libre sin tener la seguridad de que lo será mañana.


El hombre no es libre por naturaleza: lo es por civilización. La libertad no es un instinto; es una pasión, producto de la cultura… y la civilización –nos recuerda Rubio Esteban en sus “Recuerdos de Trevijano”, ya en la calle.


Rubio arranca tirando de Eurípides (“éste es el sino del esclavo, no poder decir lo que piensa”), de quien Milton tomó, para su “Discurso al Parlamento” contra la censura, una idea de “Las Suplicantes”. “Ésta es la verdadera libertad, cuando los hombres que han nacido libres pueden hablar libremente”.


La libertad política fue un descubrimiento de los rebeldes colonos angloamericanos, los únicos que la han disfrutado. Nosotros no la conocimos y, a estas alturas, tampoco la esperamos. Aquí, “a la modernidad fascista sucedió, sin ‘ruptura’ moral, la posmodernidad cultural del consenso”, o repartija, cuyos hampones tienen decidido cerrarnos el pico, que una cosa es la libertad, y otra, el libertinaje, cantinela que ya tenía que oír el Quevedo que no había de callar, por más que con el dedo, ya tocando la boca, ya la frente, le representasen o silencio o miedo.


Si la libertad política cayera en América, como parece ser el propósito del partido demócrata (hoy el comunismo/wokismo no viene de Moscú, sino de Washington), en esta “banlieue” del Imperio ya podemos comernos los mocos.


El papel de los medios en una democracia es mantener una postura feroz de escepticismo hacia el gobierno. Pero, en la última década, los medios se han convertido en portavoces de las políticas gubernamentales –denuncia Robert F. Kennedy Jr.


Kennedy no se ha vuelto loco. Viene de oír a Hillary Clinton, bruja de Macbeth disfrazada de bruja Adelina: “Si se permite la libertad de expresión, perdemos el control total”. A John Kerry, la mula Francis del partido: “La Primera Enmienda representa un gran obstáculo para nosotros en este momento”. Y al candidato Tim Walz: “No debe haber garantía de libertad de expresión en materia de desinformación o discurso de odio”.


Se llama Constitución de los Estados Unidos, Tim –responde RFK–. Eso es exactamente lo que impide que el gobierno reprima el disenso etiquetando algo como “discurso de odio” o “desinformación”. Sí, lo entiendo, algunas formas de expresión son repugnantes, como las expresiones de intolerancia racial. El problema es que la categoría de discurso de odio se expande para incluir todo lo que los censores “odian”. En cuanto a la desinformación, ¿quién decide qué es verdadero y qué es falso? ¿El gobierno? En los países autoritarios, sí, el gobierno. Por eso la libertad de expresión es el corazón mismo de la democracia.


[Martes, 8 de Octubre] 

La Segunda División. 11.- El Mirandés


Con éstos empezó todo: Iriome, de Cerio, Mújica, el capitán Iván Agustín, Pablo Infante, Txomin Nagore, César Caneda... y Carlos Terrazas "el Gabardinas", de entrenador



Ayuntamiento de Miranda de Ebro

                  

        Francisco Javier Gómez Izquierdo


            Tengo leído que "Rusia es un acertijo envuelto en un misterio, dentro de un enigma", frase que al parecer soltó Winston Churchil, pozo sin fondo de dichos recurrentes. Así, entre interrogantes, habría que definir al Mirandés, el "otro" equipo de Burgos que tanto molesta en Miranda cuando se le dice así: "el otro de Burgos".


       El Mirandés pasa por ser el club de menos posibles de Segunda, el de menos abonados (escasos 4.000), el de menor capacidad de localidades en el legendario Anduva (5.579),  y como el sistema de competición español ("si no ingresos, no gastos", dice don Tebas) penaliza a los pobres hasta la "aburrición", el Mirandés, con directores deportivos en verdad brillantes, una temporada sí y otra también se rompen la cabeza estudiando y buscando futbolistas capaces -muchos de ellos sin que se les haya afilado aún el talento- para proponerles un máster de un año o lo que consideren oportuno a la orilla del Ebro. Les procurará no sólo prosperidad económica en el futuro, sino también capacidad de sacrificio, fortaleza mental y sobre todo perfeccionamiento y desarrollo de las propias habilidades físicas y técnicas que con otros entrenadores y geografías es posible no cabrían en el temario formativo. No sólo el Máster en Miranda es provechoso para los futbolistas, repasen los matriculados con excelencia desde el 2012 (toda España se hizo del Mirandés de aquel calvo Pablo Infante incansable corredor, al que veo galopando por Fuentesblancas cuando voy a Burgos) cuando por primera vez pisó la Segunda hasta hoy:  Jackson, el delantero del Chelsea, cedido en su día por el Villarreal, Camello y Riquelme por el Atleti de Madrid, el sevillista Juanlu o el bético Raúl, hoy mueve de Osasuna. Un tal Homechenko que saltó ayer a El Plantío no es ruso sino mejicano y está cedido por el Pachuca. No sólo acompaña la suerte, como cree Ricardo el de mi peña, por la relación de vecindad con los vascos, aunque es cierto que ayuda.  Sí, Vivian o Prados ayer y hoy Hugo Rincón o Izeta por el Athletic (mi favorito de lo leones, Íñigo Vicente, hoy alma del Rácing de Santander); Guridi o Merkelanz hace poquitos años y Gorrotxategui o Dadie hoy mismo por la Real; con el Alavés ha habido suerte y ha cedido a Parada y al 9 Panicheli.., hasta el Burgos con Ander Martín ha tenido a bien colaborar con una plantilla en la que hay creo ¡¡¡12 cedidos!!! de los que tengo entendido sólo pueden jugar siete juntos en un partido por lo que ¡¡más trabas y cálculos para el pobre Mirandés!! Así se apaña, con cedidos y con entrenadores que quieren abrirse paso, que éste es quizás el asunto más admirable. Se busca un entrenador que empieza y se le dice que va a tener que apañarse con jóvenes retoños a los que hay que guíar por el buen camino. Estos entrenadores son tipos escogidos pero aún desconocidos entre la formalidad militante y así fíjense en el abulense Borja Jiménez, todo discreción, que ascendió al equipo en la segunda etapa del 2019 y acaba de hacer lo mismo con el Leganés, o en Iraola el sucesor de Borja del que los hay que no recuerdan el antecedente jabato... o Joseba Etxebarría, actual míster del Eibar. Alessio Licci, nacido en Roma es entrenador que continua de la anterior temporada. Ha demostrado y demuestra conocimiento, tacto y capacidad estratégica, que es la virtud mas visible y admirable entre los entrenadores condenados a practicar malabarismos con plantillas menesterosas.


 -Pero Raúl Fernández, el portero del que escribiste cuando Iríbar, es reconocido y veterano, me dice otro de la peña.


 Sí, Raúl tiene ya 36 años y para mí es el portero mas fiable de Segunda. Llega en plan prejubilación. No tiene presión y sí mucha experiencia y ahí está con sólo tres goles en contra en nueve partidos. El otro veterano es el central Postigo, muchos años en Primera que forma el más fiero y  sorprendente muro de la categoría con Tachi, el capitán, y un tal Juan Gutiérrez, joven que se ha dejado escapar el Rácing de Santander tras cesión en Ceuta y que servidor por lo menos ya le ha echado el ojo. Como al lateral derecho Hugo Rincón, autor del 0-1 en El Plantío y que volverá al Athletic y Gorrotxategui a la Real y así la mayoría. Los medios titulares Reina y Lachuer son propiedad del Mirandés, pero seguro que a no tardar también les pondrán contratos ventajosos ante sus ojos y...


 Bueno, no voy a pasar lista porque se está haciendo esto largo y a los futbolistas del Mirandés se les reconoce cuando acaban la temporada. Mientras tanto todo en ellos es aplicación y muy buenos ejemplos para sus colegas y sobre todo para los aficionados veteranos. El domingo en El Plantío el "otro" pasó por encima del Burgos sumando otros tres puntos que van a venir bien a la espera de las malas tardes que supongo llegarán, aunque no parece que esté dispuesto a permitirlo. Cuando la derrota llegue que no sea como ante el Granada en la penúltima jornada, donde el VAR y un árbitro de la escuela de Don Mateu Lahoz, valiente con los débiles y sumiso con los fuertes, contribuyeron decisivamente en una de las dos sufridas tras nueve jornadas disputadas. Repito el dato: sólo 3 goles en contra en 9 partidos... y es que en Segunda, lo primero y básico es saber defender.