sábado, 23 de noviembre de 2024

Curro


Curro

Ignacio Ruiz Quintano

Abc Cultural



Al ir a escribir de Curro el académico, se entera uno, por la publicidad, de que vuelve el otro Curro, el paradigma de español demócrata que monda gambas, vota a Zapatero y veranea en el Caribe. A nadie le interesa su opinión sobre el mundo, pero te la suelta, y de balde: Charlton Heston, según él, era un fascista porque tenía un rifle. ¿Cómo explicarle a Curro el veraneante que la América de los padres fundadores, la de los valores constitucionalmente “evidentes por sí mismos”, no tiene que ver nada con su Españeta del “¡A mí que no me toquen el cocido!”, y que allí el derecho a la propia defensa fue el primero de los derechos hasta, al menos, la invención de las armas de repetición?


Vuelve Curro y vuelve Goytisolo, que culturalmente vienen a ser lo mismo, pues los dos presumen de democracia, de Zapatero y de Caribe. Goytisolo, que fue existencialista y en París llevaba botellas de Chinchón a la cueva de Sartre, vuelve con una novela, género que detestaba –y que le detestaba–, sobre los cumplidos amores entre moros y cristianos, trama que bien podría valerle la piñata del Cervantes con que Gamoneda socorre a los pobres. ¿Será pobre Goytisolo?


Pemán visitó a Evita en Buenos Aires y, viéndola abrirse paso por los salones atiborrados de público que aplaudía, vitoreaba y le besaban la mano y el borde de la falda, se acordó del cuadro de Murillo de “Santa Isabel de Hungría socorriendo a los pobres”...


Aunque los pobres parecían menos pobres y la reina menos reina.


Precisamente académico de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría ha sido elegido el torero Curro Romero, que siempre escatimó en verónicas, de las cuales, por cierto, media, sólo daba una por toro, y no a todos.


¿A qué más de media? ¿Es que usted se despide dos o tres veces de la gente que se encuentra por la calle?


Que Curro sea académico de Bellas Artes no parece ninguna extravagancia –la extravagancia, como se sabe, es la estética del necio–, dado que las únicas bellas artes que permanecen en nuestra civilización ya sólo pueden encontrarse en la fiesta de los toros. El gesto, más que el verbo, es el verdadero transmisor de las tradiciones. Testigos, juntos, José Tomás, con niki y sin afeitar, y José el de la Tomasa, con traje y un ramito de romero que era lavanda. Al fondo, Gómez Dávila:


El tonto busca el secreto del genio de un individuo en flaquezas que el genio comparte con todos. 

Sábado, 23 de Noviembre

 



Al aire de su vuelo

viernes, 22 de noviembre de 2024

Caritas de azucena


Maurice Tillet


Ignacio Ruiz Quintano

Abc


Algo hemos sacado en limpio de la riada, y es por qué los que mandan nos llaman fascistas a todas horas: “El Estado somos todos”. (Si el Estado somos todos, todos somos fascistas). Lo dice el déspota de La Moncloa, que ahora es Sánchez, como lo son todos los jefes de gobierno en el infausto Estado de partidos. Conque el “deseo” del obispo Uriarte de que el Estado pidiera perdón a la Eta por haberse “propasado” se ve cumplido ahora que todos somos Estado.


No hay gobierno de progreso en el Estado español, si los que nos queremos marchar del Estado español no sostenemos esa oportunidad –dice Otegui, matando dos pájaros de un tiro: la teoría política y el relato liberalio.


Luis XIV no dijo nunca “L’Etat, c’est moi” (no confundir con el “Emma, c’est moi” de Flaubert a la Bovary); tampoco lo necesitaba: era déspota de cuna (y de cuño español, en tanto que hijo de Ana de Austria). Madame de Staël atribuye su real despotismo a una concepción supersticiosa de su propio poder que le había sido inculcada en la infancia: “Nunca tuvo la menor idea de lo que significa una nación”. Sólo admiró a Boileau (como Sánchez a Broncano). Tras su muerte las finanzas estaban tan desamparadas que hasta Luis XVI no se pudieron enderezar. “El pueblo cubrió de insultos el cortejo fúnebre de Luis XIV y el Parlamento anuló su testamento”.


Sánchez, en cambio, sí ha lanzado la fascistada tremenda, “El Estado somos todos”, y no le falta razón, si tenemos en cuenta que el absolutismo de un jefecillo del Estado de partidos excede con creces al del empolvado garañón de Versalles. Le sobra, acaso, el sadismo de solicitar, haciéndose el tuno, un aplauso al Estado en el balcón, asómate, asómate al balcón, carita de azucena, siendo nosotros quienes ponen la carita y la azucena. Maurice Tillet, el francés del “bear hug” (papel que hoy podría encarnar nuestro Koldo), llegó a proponer que, igual que en el pasado se exigía la etiqueta, en las invitaciones a estrenos se avisara: “Se exige el aplauso”. Y esto cada vez que “el Estado en toda su plenitud está presente”.


Rebajemos el fascismo de garrafón que Sánchez propone con un sifón literario de Gecé sobre el “concepto nube” de Estado, un “sustantivo proverbial”, cuya sustancia procede de una acción: la acción de estar. “Estado” es el participio pasivo del verbo “estar”: algo que participa pasivamente de un verbo que de por sí tiene un sospechoso cariz de pasividad: el “estar”.


Etimológicamente, todos los indicios nos inducen a afirmar que “Estado” es un concepto antidinámico: quietista.


En España, sostiene Gecé, “estar” denota la cualidad pasajera en un sujeto (Juan “está” malo), y “ser” señala la cualidad permanente en un sujeto (“Juan “es” malo). Así, pues, por lo que dijo de la riada, Sánchez “es” malo. Y por lo que hizo (nada), Sánchez “está” malo. Y ésta, caritas de azucena, es la explicación más fina de su decisión de tocar (y tocarse) los huevos. Estamos buenos.

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[Viernes, 15 de Noviembre] 

Primer tercio de Liga

     


Marianín, el "jabalí del Bierzo"

"Siete Pulmones" Mesa



Francisco Javier Gómez Izquierdo


Cumplido el primer tercio de Liga en Segunda División, llama la atención la solvencia del Rácing de Santander, que con treinta y seis puntos saca diez al Oviedo, segundo clasificado, y veintiséis al último, Cartagena. Lo que no sorprende al seguidor habitual de la liga de plata es que tres puntos de este Cartagena salieron de El Sardinero, la jornada que al presidente cartagenero le dio por cambiar de entrenador -Jandro por Abelardo-, vicio al que hay mucha inclinación entre los barandas de lo que algunos llaman el submarino albinegro. En Segunda cualquiera puede con cualquiera y casi todos los cualquiera padecen o disfrutan de rachas que arrastran a horribles profundidades o de repente se agarran a un ascensor providencial que en cuatro partidos te saca del descenso y te planta en la liguilla de ascenso.


       El Rácing está muy bien entrenado por José Alberto, asturiano de Oviedo, muy ligado al Sporting de Gijón, que supo desde que dejó al Sporting que un tipo como él debía curtirse en el Mirandés, la mejor academia -así lo cree servidor- para talentos con ganas de trabajar. El sistema actual de José Alberto -no es cerril en sus ideas- es como el del Barça de Flick. El otro día aburrió a la delantera del Burgos obcecada en el desmarque, como Mbbappé ante Koundé y Cubarsí, y no en salir del propio campo y jugársela al sprint con Montero, Saúl o Pol Moreno. A mi modesto parecer el sistema es vulnerable, pero está claro que resultados mandan... y mandón sobre todos, Íñigo Vicente, el futbolista más determinante de la competición. Tras el Rácing empujan los asturianos, dos clubes de los que servidor no olvida sus días grandes. Uno de los mejores rivales que uno ha visto alineaba a los Mesa, Joaquín, Quini, Ferrero.. -¡¡qué partido en El Plantío, un día que se jugó por la mañana y nos plantaron un 0-3!!!- y todos recuerdan al Oviedo, afamado criadero de centrodelanteros. A los Lángara o Herrerita no los conoció servidor pero sí vi bullir a Marianín, Carlos, Oli... y hasta me pilló de bodas en Ovieda el por las fechas que se ganaba una Sampdoria de Génova en la que jugaba un gigante checoslovaco -dos cosas que ya no se puede ser a la vez- conocido como Skhuravy.  A los asturianos pueden pasarlos el Levante, en el que servidor confía pero que no acaba de cuajar, Granada y Almería por plantilla, el Zaragoza al que no le acabo de ver...; tampoco me están gustando ni el Éibar. 

Viernes, 22 de Noviembre

 


Gato

jueves, 21 de noviembre de 2024

Cruz


Alberto Guillén


Ignacio Ruiz Quintano

Abc Cultural


Es ingenuo, como el santo de Fontiveros, que también se llamaba Juan, y menudo, como el benjamín de los Beckham, que también se llama Cruz, pero con una sencilla serie periodística de verano, “Aquí unos amigos”, ha puesto patas arriba al mundo cultural como no se hacía en España desde los días de “La linterna de Diógenes”, de Alberto Guillén, el perulero bajito que detestaba la modestia:


La modestia es una especie de cerrojo. El cerrojo que ponen algunos sobre sus cofres vacíos.


Si no conociéramos sus obras, diríamos que “Aquí unos amigos” de Cruz es un plagio de “La linterna de Diógenes” de Guillén, a quien, bien mirado, tampoco le hubiera importado. “La luciérnaga es un plagio –tenía observado Guillén–. Pero la estrella no protesta.”


Guillén se presentó en la España boba de 1920 lleno de prejuicios literarios y en seguida descubrió que los españoles, a falta de ideas, ofrecían pitillos. Entonces cogió una linterna y se puso a alumbrárnoslos: treinta y cuatro españoles y cuatro hispanoamericanos en la túrmix de un enano iconoclasta. Era “La linterna de Diógenes”, editado por la editorial América y reeditado ochenta años más tarde por la editorial Ave del Paraíso. “Un libro panfletario, cruento, fabricado con saña preconcebida”, a juicio de Guillermo de Torre. “Un libro que nos pone en ridículo ante el extranjero, revelando las pequeñeces y chismes de portería de nuestros ‘grandes literatos’”, en palabras de Carmen de Burgos, Colombine. Y Gonzalo Zaldumbide: “Pensándolo bien, no deja de tener su gallardía el decirles esas cosas enormes a los españoles en sus barbas.”


Es la misma sensación que uno ha tenido al ojear a los amigos “crucificados” en el retortero canicular de Juan Cruz, a quien, más que con una linterna de Diógenes, imaginamos con una vela de la “ouija” de Pitita Ridruejo. Con mimo guillenesco, Cruz nos ha presentado, una por una –o mejor, dos por dos–, a las cabezas progres que han hecho posible este Siglo de Oro que la hegemonía cultural nos mete en la boca al estilo como el barbero metía la manzana en la boca de los parroquianos. Estas cabezas son nuestros ases del pensamiento y se expresan con la ambigüedad de los oráculos, injuriante para nuestra comprensión. Destilan ideas de camiseta, huecas, cascadas, adormilantes, como dispuestas para ser gala de artículos de fondo progresista... Ideas, en fin, que dejan en uno la deprimente impresión de vivir en un melonar. La idea, ay, de que no cabe un solo tonto más en España, lo cual no puede ser ni más Diógenes ni más Guillén, que dijo:


El triunfo es cuestión de tendones. 

Jueves, 21 de Noviembre

 


Alcorque madrileño

miércoles, 20 de noviembre de 2024

Cortés



Ignacio Ruiz Quintano

Abc Cultural


En un sentido homenaje literario a las bodas gays (abajo la Inquisición, enorme zancada histórica, ya somos Grecia –claro que en pimpollos, no en filósofos– y otros lugares comunes del momento), Raúl del Pozo, columnista de mucho progreso, afirma lo siguiente: “Y a Hernán Cortés le cabían las Montañas Rocosas”.


Esto, desde luego, no viene en mi Madariaga. (“Tres mendas hay en España: Solyenitsin, Albornoz y Madariaga”, cantaba, ay, el nieto del picador, allá en la mina.) Tampoco viene en mi Prescott. Ni en mi Gómara ni en mi Sahagún ni en mi Pereyra ni en mi Martínez. Ni, por supuesto, en mi Bernal.


Bernal Díaz del Castillo, que era de Medina del Campo, escribió el mejor castellano que se conoce para contarlo todo de Cortés, incluidas sus continuas exhortaciones a los indios para que se dejasen de sodomías, pues aquellos indios, cuenta Bernal, eran amigos de “embudarse” y tenían “muchachos vestidos en hábitos de mujeres”. Hasta Cervantes el Loco, bufón de Diego Velázquez, gobernador de Cuba y fiera corrupia de Cortés, hablando del general, por chinchar a su amo, dice: “Mas temo, Diego, no se te alce con la armada, porque todos le juzgan por muy varón en sus cosas.” Es verdad: medía uno cincuenta y cinco, pero sus conquistas femeninas sólo admiten parangón con sus conquistas políticas y militares.


Cómprelo, señor; fue el primer presidente de Méjico –le decía un indio del Yucatán a Foxá, ofreciéndole un anillo con la efigie de Cortés.


¿Puto, Cortés? No sé, no sé. ¡Qué más hubiera deseado el Indio Fernández! (“No cabe duda de que los españoles nos dieron en la madre”, acostumbraba refunfuñar el Indio, imaginando el descomunal espectáculo de la conquista. Aunque su hija cuenta que un día el Indio, que odiaba a los afeminados, rescató al joven Memo Mayodom de unos borrachos que gritaban “¡a este puto lo vamos a hacer barbacoa!”: lo llevó a la cantina, hizo que comiera tortilla quemada para el susto y, abrazándolo, le dijo: “Yo voy a hacer de ti un hombre”. Le enseñó a bailar zapateado jalisciense y se lo entregó al Mariachi México para que lo enseñara a cantar. A los pocos meses, Memo vestía de charro y cantaba ranchero.)


Yo creo que decir que Cortés era una señora para convencernos de lo bueno que es ser señora es tan tonto como aquello que le soltaban a Thomas Bernhard para convencerlo de que aceptara una invitación a la pesebrera universitaria del verano español: “¡Ah! ¡Y Umberto Eco ha aceptado ya!” 

Miércoles, 20 de Noviembre

 


Flor de otoño

martes, 19 de noviembre de 2024

El bulo supremo


Joy Reid

Ignacio Ruiz Quintano

Abc


El bulo supremo: “Esto es una democracia”. Y de aquí, ay, todos los malentendidos que padecemos.


La mayoría de los malentendidos –recuerda Schmitt en “El concepto de lo político” –, y ciertamente los más groseros de entre ellos (de los cuales viven, por cierto, muchos estafadores), son una traslación incorrecta de un concepto cuya raíz está en un cierto campo (sólo en la metafísica, o sólo en la moral, o sólo en la economía) a los demás dominios de la vida espiritual.


Eric Voegelin atribuyó a la secularización del espíritu la descomposición que atraviesa el mundo occidental. El terremoto de Lisboa suscitó una riada de literatura moralizante, en tanto que un acontecimiento como la devastadora gota fría en Levante, de tener alguna consecuencia política, no será en el dominio intelectual, sino en el psiquiátrico, como corresponde a la patocracia que nos hemos dado y que, vista por Voegelin, conlleva la pérdida de la primera realidad (la real) para situarnos en la segunda realidad (la imaginaria), esa realidad paralela creada por la ideología.


El rechazo de percibir lo real no es resultado de la ignorancia, sino fruto de la voluntad deliberada de no comprender. El conflicto entre las dos realidades obliga al engaño, y el resultado no es la estafa, sino la mentira, con el fin de hacer pasar la segunda realidad por la primera.


En España, a los escolares de once años (no lo reprocho, pues yo soy de “La sociedad desescolarizada”, de Ivan Illich, y allá quienes insistan en pasarse por la escuela) les embudan el libro “Conocimiento del Medio Natural, Social y Cultural”, de SM, donde se les informa, justo antes del epígrafe “De nuevo la democracia”, que en nuestra guerra civil el bando rojo “recibió la ayuda de la Unión Soviética, que compartía su ideología liberal”. Como “boutade” no es inferior a las que suelta Joy Reid en la MSNBC, como ésa de que Trump deportará a los inmigrantes ilegales sólo “si son morenos”. 


Han creado un odio entre los grupos de color, de modo que cuando empiecen a sacar a la gente de sus hogares y a ponerla en campos de concentración, tendremos un mundo hutu-tutsi en el que a la gente no le importará.


La versión, aquí, del diario gubernamental es que la victoria de Trump (la gente sin estudios, como sabemos en este círculo vienés que es el sanchismo) da alas al movimiento feminista 4B en Estados Unidos (“¡Divórciense de sus maridos, dejen a sus novios!”), un “agit-prop” intersexual que nos hubiera escandalizado en la época de Polanco y Thomas de Windsor. Es la agonía del viejo periodismo, según Elon Musk, que para el futuro apuesta por el “citizen journalism”, que no hay que confundir con el del cómico Fésser, que extrae corazonadas electorales de pintadas pompeyanas en los baños de señoras, y luego en los pueblos de la riada tiran a los periodistas al pilón.


Como dice Aznar, nuestro Lawrence de Iraq, algo pasa en un país… cuando pasa algo.


[Martes, 12 de Noviembre] 

Martes, 19 de Noviembre

 


Por eso esta tarde, como nunca, voy

con este búho, con este corazón


lunes, 18 de noviembre de 2024

SARRI (FRONDOSO)

  

Árbol fosilizado y encarcelado para que ni escape ni le saquen

 en la Sierra de la Demanda


María Jesús San José 

        

Francisco Javier Gómez Izquierdo


          A usted, pastor de ovejas, ¿qué le parecería que un mozo simpático con certificado de buen chico por ser "verde", le trajera un lobo amarrado para cuidar de su ganado? Se supone que muy mal. Es más, si servidor fuera ese pastor, me parecería un insulto ¿Y si tras negarse a tan estrafalaria ocurrencia el "verde-verde animal" le obligara a aceptarlo esgrimiendo una orden ministerial?


        Pensará usted que he perdido el juicio este último mes entre las encinas de los montes de Toledo y los robles de la Demanda preguntando semejantes disparates, pero no otra comparación se me ocurre, (¡bueno, sí! que en mitad de una misa en catedral el obispo reparta cantos de río entre los fieles para ver quién tiene más puntería con un Cristo Crucificado) y lo peor es que cualquier día serán corrientes indignidades semejantes al sindiós de este fin de semana en la cárcel de Martutene.


       La máxima autoridad en los asuntos penitenciarios de las Vascongadas ha permitido, mejor pongamos propiciado, que un grupo abertzale humille y se recochinee no sólo de los funcionarios de prisiones de servicio este último sábado en la prisión donostiarra, sino de todo el colectivo al que servidor ha pertenecido casi cuarenta años. Cuarenta años se cumplirán el día de San Fermín del 2025 de la fuga de Joseba Pikabea (asesino) y Joseba Sarrionandía (secuestrador) metidos en altavoces de los grandotes tras un concierto de los de buena voluntad penitenciaria, fuga que convirtió a Sarrionandía en célebre gudari, merced al "sarri sarri" de Kortatu que servidor y demás compañeros tuvimos que soportar hasta la náusea en los tiempos de funcionarios en Pamplona. En los sanfermines del 86 y 87, las choznas del entorno al parque Antoniutti, eran un continuo  "du bi falta direlakoz / rekuento generalean" y aquel "sarri sarri sarri sarri sarri..." leñador que llamaba a la danza descoyuntada en los jardines de la Ciudadela. No ha de negarse el ingenio en la huida, pero en casos como el concierto aquél procede un recuento antes de que los músicos abandonen el último rastrillo. Es ésto cosa sabida entre los de mi gremio, pero ya se sabe que donde hay patrón no manda marinero.


     A la consejera de Justicia y Derechos Humanos del País Vasco le ha parecido bien y oportuno rememorar como merece la gesta de Pikabea y Sarrionandía y ha invitado a viejos conocidos de servidor como Henri Parot, integrante hogaño de cierta aristocracia presidiaria muy estimada por el barandeo carcelario, a la actuación en el patio, supongo, de la prisión del cantante de Kortatu, Muguruza de apellido. A los funcionarios de servicio creo que les conminó a mirar y padecer en silencio. Es la consejera mujer que uno no sabe si cree que todo le está permitido por la santidad de su nombre, María Jesús San José, o es un simple peón con el que juegan cabezas tan abyectas como inmorales. 

La crisis blanca



Ignacio Ruiz Quintano

Abc


El estado futbolístico del Real Madrid es señal de crisis, y de las gordas, esto es, digna de figurar en las crisis de la Historia de Jacob Burckhardt, que en eso consiste el peso de la púrpura. La púrpura supone la excepcionalidad de la crisis, cuando en los demás (los “despurpurados”, para entendernos) constituye la regla. Y hacen memes: cuando el gato se ausenta, los ratones se divierten.


En la antigüedad, igual que hoy, ante la riqueza, el sentimiento más ordinario no era de respeto, sino de envidia, que es lo que hay detrás de los tinglados de todos esos personajes menores que viven del fútbol en los organismos nacionales e internacionales, pues el fútbol, igual que la política, socialmente no es más que un emperejilado de juglares y bufones.


Normalmente en las crisis aparece una mujer con fuerza: Kamala Haris ha revolucionado la política –dice la Rosa Luxemburgo pepera, Cuca Gamarra, que ha visto jugar al Logroñés del Tato Abadía y David Vidal, aquel gallego genial que tuvo el valor de presentarse un día al periodismo deportivo (¡deportivo!) como “católico, apostólico y romano, ¿pasa algo?” Y como viera todas las cejas en alto, subrayó:


Ad pedem littere!


La crisis blanca (Liga y Champions mediante, pues no es lo mismo la caída de Roma que la caída de Brunete) viene de lejos, pero se hizo manifiesta la noche de Flick en el Bernabéu, que era la noche del cambio de hora y ahora se nos aparece como un cambio de época, aunque tampoco será tanto… si se “actúa”. Esa “actuación” baila psicológicamente entre la crisis del City, que también anda haciendo el ridículo, y el cohetazo del Barcelona, que ha dejado sin excusas a Ancelotti con el cuento de los jóvenes sin experiencia. Forzado por las circunstancias (no hay un duro en la caja), Flick ha fabricado un juguete bonito (¡y competitivo!) con material de la cantera, mientras que Ancelotti, que en las tremendas derrotas se muestra desarbolado en la banda, insiste en priorizar su cargo de gestor de la pensión de Modric, animado por el piperío del Bernabéu, que ovaciona al croata porque juega con andador, y silba (instigado por el “pranato” mediático) a Aureliano, que tiene que vérselas como en una zodiac parando, solo, en mar abierto la invasión de Normandía en cada partido. No es normal (ni culpa de los futbolistas, ratándose de un juego colectivo) que Barcelona de Casadó pareciera el de Messi ni que el Milán de Fonseca pareciera el de Sacchi. En ambos, para colmo, se perdió el sorteo (Lucas y Modric, respectivamente, que es que ni suerte tienen), obligando al Real Madrid a cambiar de campo y a hacer la apertura, cuando Ancelotti no es Capablanca. Hoy viene al Bernabéu el Osasuna de Vicente Moreno, que en Pamplona le pintó la cara a Flick, y Ancelotti podría dar por vendido todo el pescado liguero (tampoco es un título que apasione), teniendo en cuenta que con el Barcelona tiene perdidos seis puntos “y el average”, más los doce de todos los años correspondientes a los cruces culés con el Valencia de Lim y el Atlético de Cerezo. Más “hazañoso”, si cabe, se presenta lo de la Champions (eso es oscuridad, y no el reinado de Witiza). Lo natural, si el año se nos viniera en blanco, sería pastorear a los jóvenes Güller y Endrick (más laterales y centrales canteranos, que tiene que haber por autobuses) para foguearlos, en lugar de gestionar la pensión de Modric y su estado de forma para batir el récord de edad en un Mundial como si fuera Robert Milla (que no lo es). Hacer depender de Modric la temporada es como hacer depender  de Carlos Escolar Martín, Frascuelo, la Feria de San Isidro. “Es que Frascuelo tiene un no sé qué que sólo lo tiene Frascuelo”. Sí, pero no le dan la corrida de Dolores Aguirre para que nos lo enseñe.


Es la hora de los profesionales –te dicen los profesionales, que no llevan una sola alma a los estadios.


A Solari (el tipo que rescató a Vinicius) se le ve joven y con pelazo (buena señal). Lo insufrible es esta escabechina de jóvenes… ¡y de veteranos! Ver desmoronarse a Aureliano, a Bellingham, a Valverde… porque el problema es… ¡Mbappé! Hombre, por Dios. 


[Sábado, 9 de Noviembre]

Lunes, 18 de Noviembre

 


mi bloque de hielo sobre su amapola,

más fuerte que su “No seas así!”

Felicidades a Catalina

 


CLIC

(Bambino, con cierto aire al juez Pedraz)


domingo, 17 de noviembre de 2024

Copito de Nieve



Ignaciuo Ruiz Quintano

Abc Cultural



Es un misterio la fascinación que, junto con el doctor Robert, Copito de Nieve ejerce en nuestra izquierda intelectual, principalmente la de raigambre catalana. ¿Influencia de Darwin, de Edgard Rice Burroughs, de Desmond Morris o, simplemente, de Anís del Mono?


¡Caramba! ¡Caramba! ¡Un gorila blanco!


Eso es lo que el primatólogo Jordi Sabater Pi recuerda con nostalgia que gritaban en Guinea Ecuatorial en la mañana, ciertamente genesíaca, del 5 de octubre de 1966. “Era un día nublado. Yo estaba en casa. En la calle el griterío era impresionante. Todo el mundo gritaba: ‘¡Akié! ¡Akié! ¡Nfumu-Ngui!’ Que quiere decir: ‘¡Caramba! ¡Caramba! ¡Un gorila blanco!’” Después de todo, aquellos pobres subsaharianos de Guinea tenían delante de sus ojos al único gorila blanco del mundo. Hay que imaginarlos gritando con el mismo entusiasmo que los pobres subsaharianos de Zaire gritaron “¡Alí, bumayé!” cuando Don King llevó a Cassius Clay a Kinshasa para que Norman Mailer hiciera periodismo literario, o periodismo “au ralenti”, como lo llamaba Octavio Paz: para comprender un poco al movimiento hay que quedarse quieto un instante. “¡Alí, mátalo!” No a Mailer, que era el blanco, sino a Foreman, que era el afroamericano que había vendido su alma a los blancos. Sería, pues, un rencor como el que el toro guarda al caballo, traidor y colaboracionista.


Una de las cosas que más chocan al turista que llega a Panamá es despertarse en el hotel por el griterío de los monos al amanecer. Según la leyenda, Dios prometió a esos monos hacerlos hombres cuando saliera el sol, y cada amanecida chillan y lloran su ilusión defraudada. Los cartesianos, en cambio, siguen creyendo que los monos podrían hablar si quisieran, pero que han resuelto guardar silencio para que no los obliguen a trabajar. ¿Fue Copito de Nieve un gorila cartesiano? Nadie recuerda de él un grito más alto que otro, cosa, por cierto, que tendría que hacernos dudar de su naturaleza progresista.


¡Caramba! ¡Caramba! ¡Un gorila blanco!


La raza blanca, como tiene establecido Susan Sontag, es el cáncer de la civilización. De cáncer, precisamente, murió Copito de Nieve, a los cuarenta años de su llegada a Barcelona, ciudad a la que aportó el “hecho diferencial” de su albinismo. El filósofo de progreso Mosterín, cuyo pensamiento consiste en extender mediante artículos de fondo la declaración universal de los derechos del hombre a la selva en que, según la nueva opinión gubernamental, reina Bambi, no perdió la ocasión de proponer la “eutanasia” –sin comillas en el documento del profesor– de Copito de Nieve como modelo de buena muerte. Eutanasia, o muerte con jersey de cuello vuelto, vaso y pajita, frente a cacotanasia, o muerte natural, es decir, mala muerte. Al menos, arguye el filósofo, “mucha gente comentó con envidia que ya les gustaría a ellos ser tratados como el gorila”.


Luego está la entrevista de Serrat, el poeta del menudo, en “Las cerezas” de Julia Otero, una cosa que anda entre Rousseau y Soto Vergés. De Rousseau, el mariposón que presumía de buen talle, lindo pie y pierna fina, tiene el cursilerío insufrible del idilio de las cerezas: “Yo trepé a un cerezo, y les arrojaba racimos. Ellas, a través de las ramas, me iban devolviendo las semillas. Un momento en que Mlle Galley recogía su delantal y alzaba la cabeza, se me presentó tan bien y tuve tal tino que le eché un racimo por el seno. Todos reímos.” Y de Soto Vergés, la lírica con dos c... para campesinos: “Contempladme / hijos del campo, dinastía muda: / vengo a traeros el cerezo herido...” En semejante cerezal, las reflexiones de Serrat maduraban por racimos. Por ejemplo, ésta:


Hay muchas cosas que no entiendo de esta vida, como cuando Copito de Nieve, el gorila albino, tiraba sus excrementos a los visitantes del zoo.


A lo que la Otero –“nadie esta flauta suene, si no es el mismo Pan”–, que intelectualmente no puede ser más de progreso, contestó:


¡Como Esperanza Aguirre!


Pues sí, señor. La fascinación que, junto con el doctor Robert, Copito de Nieve –y Chávez, el Gorila Rojo, y Kim Jong II, el Panda Amarillo– ejerce en nuestra izquierda intelectual es un misterio bien gordo.

Domingo, 17 de Noviembre

 


Geometría

En verdad os digo que no pasará esta generación sin que todo suceda

 DOMINGO, 17 DE NOVIEMBRE


En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:


-En aquellos días, después de la gran angustia, el sol se oscurecerá, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, los astros se tambalearán. Entonces verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y gloria; enviará a los ángeles y reunirá a sus elegidos de los cuatro vientos, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo. Aprended de esta parábola de la higuera: cuando las ramas se ponen tiernas y brotan las yemas, deducís que el verano está cerca; pues cuando veáis vosotros que esto sucede, sabed que él está cerca, a la puerta. En verdad os digo que no pasará esta generación sin que todo suceda. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. En cuanto al día y la hora, nadie lo conoce, ni los ángeles del cielo ni el Hijo, sólo el Padre.


Marcos 13, 24-32

sábado, 16 de noviembre de 2024

Conthe



Ignacio Ruiz Quintano

Abc Cultural


Con su cara de “extra” de Roger Corman, en la charca española del momento Conthe brilla como un cisne entre patos. ¿Qué hace un hombre como Conthe entre ágrafos como el presidente Rodríguez o su valido Sebastián? En el apretón de las citas, el presidente Rodríguez puede llegar a soltar algún ripio de Serrat, y el valido Sebastián, alguna frase incompleta de “¿Quién se ha comido mi queso?”, el librillo con que durante un tiempo te asaltaban en los “Vips”, al descuido, los tipos como Sebastián:


¿Lo ha leído? ¡Es genial!


Los libros de Conthe, un loco suelto de la extinta cultura libresca, no se venden en los “Vips”: Aristófanes, Lope, Gresham, Carroll, Twain, Jardiel, Russell, Concha Piquer... y por supuesto, Camba, aquel que dijo que la genialidad no es nada más que la idiotez metodizada, “una limitación de la inteligencia”, razón por la cual un genio es un hombre del que la gente acaba siempre por decir:


¿Y éste es el genio?


Un genio no es un caso de locura, insistía Camba. Es un caso de estupidez.


Yo ya he hablado del especialista en enfermedades de la mano derecha, que no tiene la menor opinión sobre las enfermedades de la mano izquierda. Este especialista puede ser un genio, mientras que el hombre inteligente, el que tiene la facultad de asociar y relacionar ideas, ése no es un genio jamás.


Un genio, para entendernos, es Sebastián, que construye frases inconexas como ésa que se le atribuye de “vosotros tenéis el dinero, pero nosotros tenemos el BOE”. Conthe, en cambio, sería el hombre inteligente que sabe asociar y relacionar ideas. Por eso Conthe, hoy, escribe artículos como ningún articulista sabe hacerlo. Ahora que sabemos lo que en la Bolsa vale un peine (o una cena de Arenillas, ese Heliogábalo), su “Parábola de la buena moneda” en ABC resuena como las tesis de Lutero en la puerta del castillo de Wittemberg: la moneda mala acaba siempre por desplazar a la buena. Embebido en la solera de la metáfora monetaria, Conthe se valía en ese artículo de “Las ranas” de Aristófanes para tirar un canto al agua del estanque. O de la charca.


Nuestra ciudad hace lo mismo con los hombres y con el dinero. Tiene hombres honrados y de valía. Tiene también monedas de oro y plata pura. ¡Pero no las usamos! Circulan las de cobre y baja ley. Lo mismo pasa con los hombres de vida intachable y buena fama, que son arrumbados por los de latón. 

Sábado, 16 de Noviembre

 



Colosimo

viernes, 15 de noviembre de 2024

¡De rodillas, liberalios!



Ignacio Ruiz Quintano

Abc


En el 92, y al hilo de la caída del Muro de Berlín, Pedro Schwartz publicó en el diario gubernamental su “J’accuse…!” liberalio, que tituló “¡De rodillas, infelices!”, dirigido a los fans ideológicos del Muro, que siempre fueron muchos en esta España de cesantes de hombres libres y pájaros cantores hoy liderada por un tipo que hace suyo el grito de Max Estrella en el calabozo de Serafín el Bonito: “¡Que me asesinan! ¡Que me asesinan!”


Los ricos y los pobres, la barbarie ibérica es unánime.


Los “infelices” de Schwartz son hoy los “liberalios” de James Woods y su “He’s back, bitches!” para saludar el regreso de Trump: “Lo degradaron, saquearon su casa, lo enjuiciaron falsamente dos veces, emprendieron una guerra legal falsa contra él en cada agujero de mierda progresista e izquierdista de Estados Unidos, lo llamaron ‘Hitler’ y a sus seguidores ‘basura’ y, cuando todo lo demás falló, le dispararon en la cara. Y, sin embargo…”


No he visto a los demócratas tan enojados desde que los republicanos liberaron a sus esclavos –resume Roger Stone.


A Trump lo han traído de vuelta los ciudadanos americanos (no los generales, que apoyaban a su rival, incluido el bombardero de Yugoslavia, el guapo Wesley Clark, cuya belleza, manipulada por unos estafadores, cautivó trágicamente a una vecina de Morata de Tajuña), pero los medios españoles opinan que la vuelta de Trump supone “malos días para la democracia y las libertades”, ellos sabrán de qué democracia y de qué libertades hablan. Medio siglo llevan hablando de la “democracia representativa” con los presupuestos de la partidocracia liberalia (Estado de Partidos), que es como hablar de fútbol con los presupuestos del balonmano. El 78 es donde la confusión shakespeariana hizo su obra maestra. Un simple que atiende por Viciosa y que ignora la ley de la causalidad (que define la inteligencia): “Votar a Trump es una burla a las víctimas de Valencia”. Un letraherido al que se le hace bola el concepto de separación de poderes: “Trump tendrá Casa Blanca, Cámara de Representantes, Senado y Tribunal Supremo. Por si estáis pensando en la separación de poderes”. Y un Aquinate conocido por Ferreras y que no se ha leído ni un renglón de “El Federalista” ni de ninguno de los cinco volúmenes de los debates recogidos por Elliot sobre la Constitución del 87 creadora de la “democracia representativa” de Hamilton: “¡Es que Trump se carga los consensos de los Founding Fathers!”. Ni aceptando a Tocqueville como “padre fundador”, como pretendía un tal Palomo, nos cuadra el disparate. El consenso, decía Trevijano, presupone un estado de barbarie cultural y una visión profundamente pesimista y arcaica de la sociedad. El consenso es la ley de la oligarquía (la ley de la democracia es la regla de la mayoría). Y frente al consenso de los partidos y los medios, “el disentimiento queda recluido en la esfera de la locura o del crimen”. Lo nuestro.


[Viernes, 8 de Noviembre] 

Viernes, 15 de Noviembre

 



Limusina

Felicidades a Ariel

 


Stairway to heaven



El Receso. Óleo, 1992. César Leal Jiménez



@MarilynDiary

jueves, 14 de noviembre de 2024

Confucio



Ignacio Ruiz Quintano

Abc Cultural


Inauguración del Instituto Confucio en Madrid, réplica del Instituto Cervantes en Pekín. A nuestros viejos misioneros en China siempre los preocupó la compatibilidad de la catequesis cristiana con la “no agresión” al culto de Confucio: culto puramente civil a un filósofo, como el que hoy, aquí, se tributa a un Goytisolo o a un Ferlosio. ¡Había que ver a la ministra de la Educación más fracasada del Occidente, la señora de Arenillas –quien, por cierto, cada día se parece más a Keith Richards (la señora, no Arenillas)–, bajo el retrato de Confucio!


Al igual que el Instituto Cervantes, el Instituto Confucio sirve para colocar de funcionarios a los amigos cursis del Gobierno. La prueba es que el último director del Instituto Cervantes es ahora ministro de Cultura de Rodríguez, y no nos sorprendería que el primer director del Instituto Confucio acabara siendo ministro de Cultura de Hu Jintao.


Gabilondo, rector de la primera universidad española en el “ranking” mundial, la Autónoma, que debe de encontrarse a la cola de las primeras doscientas, no dejó escapar la inauguración del Instituto Confucio de Madrid para decir lo del “referente”, que es la aportación universitaria de España al arte de la retórica occidental:


Espero que este nuevo Instituto sea “un referente” (sic) para la enseñanza del chino (sic).


Si Gabilondo no fuera lugarcomunista tampoco sería rector. Por otro lado, ¿qué le importa Confucio a ningún rector? El invicto zoólogo británico Desmond Morris ha escrito “El hombre desnudo” para demostrar que los “gays” son “niños creativos”. ¿Qué entenderá Morris por “creatividad”? “Creatividad” a mí me parece la de estos funcionarios de la política –ministros, rectores y demás ralea– que, con la cosa de enseñar la lengua, viajan por los cinco continentes a cuenta de Cervantes o de Confucio, que todo cuanto anduvieron lo hicieron a pie. 


Los occidentales somos unos “parvenues”, unos nuevos ricos de la cultura comparados con los chinos –nos advirtió Foxá–. Cuando tallábamos la piedra, ellos ya usaban tarjetas de visita y libros impresos.


Pero vaya usted a explicarle esa obviedad a Gabilondo o la señora de Arenillas, espiritualmente más próximos a Mao que a Confucio. De hecho, los maoístas consideraron las teorías confucianas como venenosas, y para demostrarlo, su líder, un delicado poeta, fusiló a unos cuantos millones de caballeros, mientras hacía poesías a la garza en el río y al nido de golondrinas junto al almendro, y comparaba a Norteamérica con un tigre de papel. 

Jueves, 14 de Noviembre

 


Peluquería