martes, 21 de mayo de 2024

Serpientes



Ignacio Ruiz Quintano

Abc


Europeos preguntándose cómo hemos llegado del “Requiem” de Mozart al “Zorra” de Nebulosa. Muy simple: “Pedetemtim progredientes”, que diría Lucrecio, primero en emplear, nos dice Robert Nisbet, el término “progredientes”, de donde procede ese chicle de nuestros logreros que es la palabra “progreso”. De Mozart a Nebulosa se llega progresando gradualmente, mantra de la Ilustración, térmite o comején del Cristianismo.


Isabel, española de 17 años, multada con 1.800 euros por rezar en la calle Ferraz.


“Lo que Europa debe al Cristianismo” es un ensayo de Dalmacio Negro que a los liberalios se les hace bola por abundoso en conceptos que escapan a la “peperidad” en que viven, ese “Zeitgeist” setentayochista que el sábado les ofrece Nebulosa en la televisora del Estado, y el domingo, una urna para ir a votar al ministro del Covid, con su cara de enterrador de Lucky Luke, para cacique de Cataluña, cuya historia natural tanto recuerda a “The Natural History of Iceland”, uno de cuyos capítulos fascinaba al Dr. Johnson, que recomendaba aprenderlo de memoria, pues consistía en una sola frase:


En toda la isla no hay serpientes.


Con el cuento de que en Cataluña no hay serpientes, la Brunete mediática canta (de pago) a la derrota del independentismo con el triunfo de un partido socialista, sea eso lo que fuere, que levanta el puñito de jugar a los chinos “por el catalanismo y la España federal”. La balcanización de España es la forma setentayochista de resolver lo que Denis Gabor llama el “trilema”, hoy, de la humanidad: la posibilidad cierta de una guerra nuclear, la superpoblación de la tierra, y la más importante, una “era del ocio” para la cual la humanidad no conoce remedio.


Gabor no ve nada en nuestra evolución física y social que nos haya preparado para el ocio, y sugiere planes de condicionamiento que, en unas generaciones, compensen la herencia neurológica de millones de años. Quizás el confinamiento fue uno de ellos, y por eso el rebaño, agradecido, se restriega como el gato de una venta en las piernas filiformes de Illa. Si Nietzsche viviera hoy, antes que al exhausto caballo turinés, se abrazaría a cualquier súbdito español, no menos exhausto, que tiene Illas y Puentes por cocheros.


Se ve que el atractivo de ir a votar está en las colas: la cola del supermercado es la única trinchera donde el españolejo se muestra dispuesto a luchar. “Yo por la cola mato”. En América el cinismo va más lejos: la Junta Electoral de Georgia acaba de certificar el “pucherazo” electoral de 2020 contra Trump, lo que ilegitima la presidencia de Sleepy Joe, pero como salta a la vista que Sleepy Joe no es el presidente, los medios optan por ignorar la noticia que supone el fin de las instituciones que los Founding Fathers crearon para dos milenios y que no han llegado a los tres siglos. Extraño periodismo, incapaz de ceder a “la más noble y la más apasionada de las pasiones humanas”, que es la curiosidad.


[Martes, 14 de Mayo] 

La revolución religiosa de Koalemos (I)


“El problema de la humanidad es que los estúpidos están seguros de todo y los inteligentes llenos de dudas” Bertrand Russell


Dalmacio Negro

“El problema de la humanidad es que los estúpidos están seguros de todo y los inteligentes llenos de dudas”, decía Bertrand Russell. Es la causa del éxito de la revolución en marcha en Occidente, en realidad una contrarrevolución, para instaurar la religión de Koalemos. Un dios muy importante desde el origen de los tiempos, pero relegado a la oscuridad por otros dioses. Stultorum infinitus est numerus decían ya los sabios en la antigüedad, la población se ha multiplicado desde entonces y con la ayuda de los fieles al dios, cuyos sacerdotes son los políticos, aumenta la estupidez.[1] Si triunfase esta gran revolución contrarrevolucionaria, la humanidad tendría por fin una sola religión, la más adecuada la naturaleza humana pues  reinaría la paz perpetua y sería  feliz.                  

Lo que sigue son elucubraciones muy someras sobre tan interesante tema para intentar entender los grandes cambios que se avecinarían en un mundo donde  las redes sociales difunden universalmente la estupidez según Umberto Eco. La parte  del mundo llamado occidental parece estar ya en trance de devenir una tontosfera asentada además en la corrupción (del latín corrumpere, destruir completamente). Y es que la Historia está llena de sorpresas. Por eso es divertida, decía Ortega.

1.- “Vivimos en tiempos de locura colectiva”, escribe Douglas Murray al comenzar La masa enfurecida. Cómo las políticas llevaron al mundo a la locura.[2] El momento actual es mucho más revolucionario y universal que la Gran Revolución Francesa. Es tan anormal,[3] que ha devenido normal hablar del comienzo del reinado del Anticristo —la Jerusalén terrenal—, del Apocalipsis, de la Gran Tribulación o, simplemente, del fin del mundo. Contribuyen a estos pronósticos la pandemia real o supuesta o el mito cientificista del cambio climático en el que cree hasta el singular papa jesuita Francisco, “fascinado, dice Chantal Delsol, por la religión ecologista y el humanitarismo post cristiano”.

Pero, como advertía Polibio (200-118 a. C.), no se deben atribuir a intervención divina acontecimientos de los que cabe descubrir las causas que explican su origen y su fin. Es, pues, más pertinente relacionar el desconcierto existente con el hecho de que las sociedades democráticas que se consideran “liberales”,  están empezando a ser, o son ya, plutocracias oclocráticas gravemente estúpidocráticas, debido a la crítica autodestructiva de las costumbres, los usos, la historia, las tradiciones religiosas, morales y políticas por el individualismo hipermoderno heredero de la consigna de los jacobinos franceses que proclamaron 1789 —legalmente en 1792— el Año Cero de la nueva historia del hombre liberado del pasado. La combinación de las políticas “identitarias” del multiculturalismo de moda, que confunden las diferencias naturales con la “diversidad” —la colectivización de la idiotez— puede ser la mejor explicación del suicidio revolucionario de la civilización occidental al devenir multiconflictiva la sociedad multicultural desencadenando guerras intraestatales, de momento culturales.

2.- Voltaire fundó la filosofía de la historia pero no entendió su sentido profundo. Decía, que la estupidez  es «una enfermedad extraordinaria», propia de narcisistas incapaces de percibir su estupidez. Con la particularidad de que, como «no es el enfermo el que sufre por ella, sino los demás», es socialmente más peligrosa que el dominio de los malvados. Porque, la observación es también de  Ortega, “el malvado descansa algunas veces; el necio jamás”. Efectivamente, el tonto, personaje inconfundible con el inculto y el ignorante,[4] no tiene límites. Lo confirmaba Einstein: “La diferencia entre la estupidez y el genio consiste en que el genio tiene límites”. Constatación supercientífica por quien la hace, que excluye a la gente normal, que se guía por el sentido común, el mayor enemigo de la estupidez. Una razón para que intenten los estúpidos extirparlo cuando consiguen el poder, pues el estúpido es un egoísta intelectual intolerante, engreído y fanfarrón. De ahí la quinta regla del manualito de Cipolla —“la persona estúpida es la más peligrosa que existe”— acorde con Moreno Castillo.[5]

A los pesimistas Voltaire y Ortega les faltó añadir que los estúpidos, si tienen poder, se convierten fácilmente, sin darse cuenta, en canallas. Corrompen instintivamente la cultura —la peor de las corrupciones— para afirmarse en el poder, como está ocurriendo en este momento, en que los tontos encanallados pervierten a los niños argumentando que “los hijos no son de los padres”,[6] dándole la razón a Unamuno, para quien “el tonto es avieso, envidioso, mezquino”.  

3.- Se dice que la estupidez humana es una constante matemática. Observando su presencia en todas partes, Flaubert dictaminó en la novela inacabada Bouvard et Pécuchet,  que  “la estupidez es el enemigo”.[7] Realidad que suelen olvidar los historiadores: un dato importante en la historia es la lucha de Koalemos contra el sentido común como descubrió Hanlon algo tardíamente aunque no faltan antecedentes antiguos. No obstante, hay que distinguir la estupidez normal en la vida corriente, en la que todos hacemos tonterías, de la estupidez, mucho más grave, de las clases dirigentes. La primera, inofensiva colectivamente, puede ser un tema literario, teatral o del cine, que le ha dado rango de arte con Chaplin, Stan Laurel y Oliver Hardy, Jerry Lewis, etc. La segunda es revolucionaria: convierte la simple estupidez, con la que hay que contar siempre, en una enfermedad sumamente contagiosa y peligrosa que destruye los pueblos que padecen gobiernos estúpidos infectados por la ideología como una forma mentis —“las ideas tiranizan al que tiene pocas” (Gómez Dávila)—, o, sencillamente, porque los estúpidos se han hecho con el poder aupados por la masa de necios con la colaboración, no infrecuente, de negociantes que se aprovechan de la estupidez ajena. El hombre-masa de Ortega es el individuo normal contagiado de estupidez dirigido por los avispados que explotan a las masas. “Los que más han favorecido y alimentado la Estupidez del pueblo son los que han sacado mayor provecho”, decía Jean Paul Richter en 1782.[8]

Decía Oliverio Cromwell: «Un hombre nunca va tan lejos como cuando no sabe a dónde va» y el gobierno de los estúpidos es una inversión revolucionaria de las jerarquías naturales. «El que es necio servirá al sabio» (Proverbios 11, 29). La inversión del orden jerárquico en la vida pública constituye la causa de que sea hoy la estupidez colectiva un fenómeno en expansión, descrito como infantilización por los preocupados por la difusión e intensidad del fenómeno en la vida corriente.[9]

4.- El mayor peligro de la estupidez (de stupidus, aturdido) consiste en que no es totalmente incompatible con ser “listo”, palabra de origen incierto que podría estar relacionada con la alemana List, astucia. «La probabilidad de que una persona determinada sea estúpida, escribe Carlo M. Cipolla, es independiente de cualquiera otra característica de la misma persona».[10] “Toda forma de inteligencia tiene su forma de estupidez” decía Robert Musil. El estúpido puede ser inteligente, pero desconectado de la realidad, por ejemplo por la ideología[11] o las redes sociales, tiende a vivir en la irrealidad. Una causa frecuente es la vanidad, pasión frecuente en los políticos observó Thomas Hobbes. La soberbia es “un hada que satisface todos los deseos del idiota”, sentenciaba J. P. Richter. Pero, aunque el político no sea idiota, la vanidad desvía u oscurece con frecuencia la inteligencia y el inteligente vanidoso aspira a ser lo que no es y actúa estúpidamente  causando desastres colectivos.

Por otra parte, es una ley antropológica, que a los idiotas les gusta la compañía de idiotas. Y debido al gran número de políticos que requieren la democracia —¿existe tal cosa?— y la burocratización en los gobiernos estatistas —prácticamente todos— apoyados o elegidos por la masa de los estúpidos, cabe hablar hoy del predominio del “género idiota” en la vida política. A los carreristas políticos  listos o imbéciles de la demagogia que se presenta como democracia, no les importa promocionar a estúpidos manipulables o hacerse pasar ellos mismos por estúpidos, si les conviene para atraer a los tontos.  El resultado es que casi todos los gobiernos están en manos de demagogos, cuyo “secreto”, decía hace más o menos un siglo  el crítico del periodismo Karl Kraus, «consiste en hacerse tan estúpidos como su público para que se crean que son inteligentes como ellos». Lo que incrementa la estupidez ambiental.

Se suma que, en todo orden político, existe siempre, decía Wilfredo Pareto, una elite política y económica, una oligarquía, la forma real de todo gobierno como mostró Gonzalo Fernández de la Mora en La partitocracia.[12] Y puesto que el idiota (de idiotes, ιδιωτης) es el mejor amigo de sí mismo, la estupidez con poder político y cultural es muy rentable para las oligarquías económicas, sobre todo, si va unida a la falta de escrúpulos y a apelaciones emotivas al humanitarismo. Eso explica, por ejemplo, que los gobernantes herodianos y los innumerables lerdos que pueblan la tierra, promuevan o consientan la vesania del aborto —el mayor, con mucho, de los genocidios— y la eutanasia —otro futuro genocidio— por motivos humanitarios, que benefician sólo a los negociantes. Wer Menscheit sagt, will betrügen!, quien apela a la humanidad quiere engañar, decía Carl Schmitt.

5.- La decadencia de Europa, víctima del consenso político partitocrático entre las oligarquías, lo contrario del consensus omniun de Cicerón, el consenso social determinado por el êthos que unifica los pueblos, es innegable. “No hay nada que adoren más nuestras élites que el consenso: los gobernantes de la Europa institucional creen ciegamente en él, porque piensan que la política es una ciencia, denuncia inútilmente Chantal Delsol.  El cientificismo del consenso político partidocrático ha conseguido que estén casi todas las naciones europeas en manos de necios, gentes infantiles, incluso por su edad, sin que falten resentidos, malvados, delincuentes, que invocan el humanitarismo descrito por R. H. Benson en 1907 en la novela apocalíptica Señor del mundo.[13]

La decadencia europea suele compararse con la del Imperio Romano de Occidente. Se aducen diversas causas. Philippe Fabry sostiene, combinando las interpretaciones de Mijaíl Rostovtzeff y Montesquieu, que la causa principal fue la pérdida de la libertad. El principio,  ley o navaja de Hanlon —“no se debe atribuir a la maldad lo que es casi siempre consecuencia de la estupidez”—[14] podría completar la explicación.[15] La experiencia histórica enseña, que los hombres se vuelven estúpidos cuando decaen sus civilizaciones y la decadencia de la libertad pudo tener que ver con la intensificación de la estupidez colectiva. Ortega lo recordaba utilizando precisamente el ejemplo del Imperio Romano cuyas oligarquías dirigentes degeneraron en castas decadentes. Ocurrió en la URSS y está ocurriendo en la UERSS (Unión Europea de Repúblicas Socialistas Soviéticas).

6.- No es difícil explicar por qué deviene la estupidez un fenómeno colectivo ni su intensificación. La frase mencionada más arriba stultorum infinitus est numerus está escrita nada menos que en el Eclesiastés (1, 15). Su traducción latina en la Vulgata de San Jerónimo es discutida. Pero coincide con la frase del pagano Cicerón stultorum plena sunt omnia, “todo está lleno de necios”, en la Epistola ad familiares (9. 22. 4). Asertos corroborados también por Albert Einstein con su autoridad: «Hay dos cosas infinitas: el Universo y la imbecilidad humana, pero yo dudo de la primera».  Lo prueba en este momento la intensidad de la politización impulsada por la ideologización —hasta “lo personal es político”—, que promociona la estupidez para sustituir a la religión, el antídoto por antonomasia contra la estupidez al preservar el sentido común. Pues la excepción que confirma la regla son justamente los fundadores religiosos de las civilizaciones, que, sabedores de lo que decían el Eclesiastés, Cicerón y otros sabios, querían cambiar la condición humana. No es raro que se haya convertido el psiquiatra, sustituto laico del confesor, en el médico de cabecera al migrar la fe en Dios al Estado y al mercado como dice Cavanaugh.

La politización, que sustituye la religión por la política, afecta en primer lugar a las clases dirigentes. Obnubiladas por “los anticuarios de la ideología” (Gregorio Morán) y el humanitarismo maternal de las bioideologías feministas —las mujeres como la clase oprimida según la fe marxista/leninista— empieza a ser tan evidente como la influencia de la propaganda, no menos humanitarista, y, cabría añadir, misericordiosa sin dejar de ser destructiva, de los media, el cuarto poder.Decía Gómez Dávila en uno de sus famosos escolios: «La compasión, en este siglo, es arma ideológica». Arma fácil de manejar hasta por los más estúpidos, la utilizan gobernantes y negociantes para atraer y convencer a las masas —el “ser social” del marxismo— que explotan. La compasión, que es sentimental, está bien, pero no es lo mismo que la caridad.

7.- Uno de los problemas de las “sociedades opulentas” (J. K. Galbraith) actuales consiste, efectivamente, en la alianza entre las élites políticas y económicas en la época en que La rebelión de las masas (Ortega) coincide con La rebelión de las elites y la traición a la democracia (Chr. Lasch).[16] Alianza que explica, que monopolice la política, no sólo el individuo manqué, que, decía Michael Oakeshott, empezó a tener popularidad y seguidores en la época moderna, cuando se constituyó el nuevo estamento de los políticos al afirmarse el Estado como la forma de lo Político, sino también el eterno estamento de los idiotas. Contra el primero, clamaba ya el jesuita Pedro de Ribadeneyra en su Tratado de la religión y virtudes que debe tener el príncipe cristiano para gobernar y conservar sus Estados. Contra lo que Nicolás Machiavelo y los políticos de este tiempo enseñan (1595). Contra el segundo, mucho más numeroso, atestiguaba Richter en el ensayo citado en que se hace pasar por portavoz de la Estupidez como “el remedio universal largo tiempo buscado contra todas las enfermedades”.[17]  “Los engendros han jugado un papel en nuestras revoluciones”, observó Chateaubriand.

[1] Coalemo, (en griego Κοάλεμος, en latín ​ Coalemus) era el dios griego de la estupidez. Hijo de la diosa Nyx (Nox en Roma), la diosa de la oscuridad, hija del Káos y muy temida por Zeus, protegía a los   imbéciles y los  tontos. Sus rivales decían que era mentiroso, astuto y malévolo.

[2] Barcelona, Península 2020. La primera frase del libro.

[3] Vid. G. Steingart, Das Ende der Normalität: Nachruf auf unser Leben, wie es bisher war. Munich, Piper Verlag 2011..

[4]El famoso sabio conde de Keyserling gustaba conversar con los pastores de Gredos y el Baztán, que consideraba entre los hombres más cultos del mundo.

[5]C. M. Cipolla,Las reglas fundamentales de la estupidez humana. Barcelona, Planeta 2013. R. Moreno Castillo, Breve tratado sobre la estupidez. Madrid, Fórcola 2018.

[6] ¿Son res nullius o bienes del Estado? Si son del Estado, ¿copula el Estado?

[7] Vid. P. de Tena, “Lugares comunes de la estupidez humana para reírse amargamente con Flaubert”. libertaddigital.com (27. XII. 2021). Estudios sobre la estupidez: Elogio de la locura de Erasmo de Rotterdam (1466-1536) es un clásico. R. Musil, Sobre la estupidez. Erdmann. Prólogos de F. Duque y R. Breeur. Madrid, Abada Ediciones 2018. H. L. Mencken, Prontuario de la estupidez humana. Barcelona, Martínez Roca 1992. A. Glucksmann, La estupidez. Ideologías del postmodernismo. Barcelona, 3ª ed. Península 1997. P. Tabori, Historia de la estupidez humana (1999). En Internet. G. Livraghi, El poder de la estupidez (1985). Barcelona, Crítica 2010. L. Jerphagnon, ¿La estupidez?  Veintiocho siglos de opiniones sobre la estupidez. Barcelona, Paidós 2011. J. P. Richter, Elogio de la estupidez (1782). Madrid, Sequitur 2012. R. Schack, Zeitalter der Idiotie. Wie Europa seine Zukunft verspielt. Berlín, Das Neue Berlin 2023. Peter Hahne, sin duda un nazi, incita a rebelarse contra la idiotez, de la que culpa a la ideología, en su librillo Ist das euer Ernst?!Aufstand gegen Idiotie und Ideologie. Colonia, Quadriga Verlag 2024. Elogio de la locura de Erasmo de Rotterdam

[8] Op. cit. P. 102.

[9] Vid. J. Benegas, La ideología invisible: Claves del totalitarismo que infecta a las sociedades occidentales. Independently Publiished 2020.

[10] Las reglas fundamentales de la estupidez humana. Barcelona, Planeta 2013. 1, p. 22.  

[11] La Asociación de matemáticos norteamericanos ha declarado racistas las matemáticas. Dreuz.Info.com (10. X. 2020).

[12] Reed.  Fuenlabrada, NSD Editores 2024:

[13] Madrid, Palabra, 3º ed. 2015. Es curioso que el papa Francisco recomiende este libro, publicado en 1907, que recuerda la religión de la Humanidad de Comte, una religión del sentimiento. Por ejemplo, el himno de la Nueva Fraternidad  —“Señor que habitas tierra y mares”…— combina sentimientos y emociones que exaltan el humanitarismo.

[14] Ph. Fabry, Rome. Du libéralisme au socialisme. Leçon antique pour notre temps. Paris, Jean-Cyrille Godefroy 2014. Rostovtzeff, Historia social y económica del Imperio Romano (1926). Madrid, Espasa Calpe 1981.

[15] R. Moreno Castillo apostilla con razón, que es más dañina la estupidez: «la estupidez es más dañina que la maldad porque es más fácil luchar contra la segunda (porque actúa con una cierta lógica), que contra la primera (que carece de ella). Con un malvado se puede dialogar e incluso convencerle de que podría ser mucho más feliz convirtiéndose en una buena persona. Un estúpido, en cambio, es invulnerable a los razonamientos. Si pudiéramos suprimir la maldad en el mundo sería un poco mejor. Pero si pudiéramos suprimir la estupidez, el mundo sería muchísimo mejor». Intr. p.18. La estupidez es como un pecado. Vid. H. Conrad Zander, “La estupidez es pecado”.

[16] Vid. W. T. Cavanaugh, Migraciones de lo sagrado. Dios, Estado y el significado político de la Iglesia. Granada, Nuevo Inicio 2021.

[17] Op. cit. P. 19
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Leer en La Gaceta de la Iberosfera

Feria del Toro de Vic-Fezensac. Desiguales Dolores Aguirre para Lamelas, Castaño y Gerpe. Reportaje gráfico de Andrew Moore


TERNA

Alberto Lamelas, silencio y silencio

 Damián Castaño, ovación y silencio

 Luis Gerpe, ovación y oreja



ANDREW MOORE

 




















FIN

Martes, 21 de Mayo

 


Mis hijos valen oro

lunes, 20 de mayo de 2024

La Concurso de Vic-Fezensac, con Vara, Chacón y Castilla. Por Andrew Moore

 



Feria de Vic-Fezensac

Corrida concurso

 Toros lidiados, en orden de su lidia:


1. Saltillo

2. Palha

3. Prieto de la Cal

4. Vega Texeira

5. Pages Milhain (toro ganador)

6. Conde de la Corte


 












TERNA

 SÁNCHEZ VARA, vuelta al ruedo tras aviso y oreja

OCTAVIO CHACÓN, silencio y silencio

JUAN DE CASTILLA, ovación y oreja con petición de la segunda














FIN

Remate final

     

Castellón 2023/24


    

Francisco Javier Gómez Izquierdo


            Bajan tres andaluces: Almería, Granada y Cádiz en temporada poco propicia para el fútbol del Sur, donde hasta el Sevilla, club que había ido juntando temporadas más que notables, ha tenido un año convulso y algún partido poco decoroso, el penúltimo ante el Cádiz sin ir más lejos al que los que andaban con apreturas han acusado de indigno. Maquilla la debacle andaluza un Betis que va a jugar en Europa con sólo catorce partidos ganados, dos más que el Alavés, que estuvo hasta hace cuatro días peleando por la salvación. El Madrid no ha tenido rival; el Gerona ha estado suelto y gustándose con lo que cogió confianza y a sus delanteros se les agudizó la puntería, pero a servidor, dicho sea con el respeto que se debe al entrenador Míchel, le parece que los gerundenses defienden "regulero". Tan "regulero" como el Barça, pero a falta de mejores postores, ahí han estado los dos, siempre a la sombra del gigante de la capital ¡pero eso sí!... sin inquietarlo. El Atlético de Madrid, otro año a Champions sí, pero el equipo lleva las ruedas gastadas y su marcha es penosa, tediosa, atraganta... No soy quién para decir que igual el Cholo y sus obsesiones huelen a rancio (doctores habrá en el Atleti), pero como hay "atletistas" que aguantarían al entrenador hasta que él quisiera, atañe a quien decida, disponer de la mejor manera.


        Se presume en Burgos esta temporada de tener más equipos en Segunda (Burgos y Mirandés) que toda la Andalucía y es circunstancia tan curiosa como cierta, pues en el Canal Sur se va de los goles de 1ª a los de 1ªRFEF ignorando la división de plata de la que no sacan ni los resultados. La temporada que viene ya han aterrizado tres en la categoría y se espera que también lo haga el Córdoba y a ser posible el Málaga, a menos que se encuentren en el segundo partido de play off y sólo pueda ascender uno. El Córdoba suma 74 puntos, siete más que el segundo del grupo I y sólo uno menos que el Deportivo, ascendido hace dos jornadas en dicho grupo. Al Castellón, campeón del Grupo II el Córdoba lo ganó en El Arcángel y en Castalia, pero 82 puntos son una barbaridad de méritos ante los que no hay excusa ni pretexto. Felicidades al Castellón, al que vi con regularidad entre el 83 y el 85, temporada la última en la que hubo una huelga de futbolistas y entre los que vestían como la Juventus estaban Basauri, imponente guardameta, García Hernández, Botubot, Ibeas, Botella, Alcañiz... y el paisano Miguel Ángel Portugal que creo era el sindicalista del equipo y que se acercaban al circuito de karts de Oropesa en el que servidor ponía jarras de cerveza y rones con coca cola a destajo.


      ¿Y la Segunda con el Burgos? Pues mi equipo se ha desinflado de modo inexplicable. Ha perdido puntos con "los que van a morir", Villarreal B, Amorebieta, Andorra en el minuto 94 del último partido... y queda a la espera de la próxima temporada con una presidencia argentina que a servidor le tiene con la mosca tras la oreja. De entre Leganés, Valladolid y Éibar saldrán dos primeras, clasificados de modo directo. El tercero creo que también estará en el trío, aunque casi todas las temporadas asciende uno que no se espera, tal que el Rácing de Santander por ejemplo. Para emoción, la Segunda, sin lugar a dudas.

Corrida clásica de Miura, que se presentó en Madrid el mismo año de la muerte de Edgar Allan Poe. Tal para cual. Márquez (sin Moore)


Teorema pánico



JOSÉ RAMÓN MÁRQUEZ


Miura se presentó en Madrid el mismo año de la muerte de Edgar Allan Poe. Y mientras los tatarabuelos de Urtasun, ese zascandil que está ahora puesto como Ministro de Cultura (léase Propaganda), ese pijo del Liceo Francés, andaban escardando cebollinos en vaya usted a saber qué pueblo o qué aldea, el toro Jocinero de Miura ya había herido de muerte a Pepete en la Plaza de toros de Madrid, la de la Puerta de Alcalá. Y cuando del infeliz ministrillo no quede ni la raspa y su fútil memoria se haya evaporado, ahí seguirá incólume la fama de esta ganadería y permanecerá intacto el recuerdo de esta singular vacada.


A Miura no se puede ir como el que va a ver al Parralejo o a Parladé. A ver a Miura hay que ir siempre con respeto y unción, en señal de deferencia hacia una impresionante historia y hacia una misma familia que ha mantenido la propiedad y, sobre todo, las señas de identidad de su ganadería durante cerca de doscientos años para que los aficionados de hoy en día podamos tener el privilegio de vernos con este ganado tan singular en su aspecto como sorprendente en su imprevisible comportamiento. Miura puede salir más fuerte o más flojo, pero nunca decepciona y, para aquél que se dedique a observar en la Plaza las evoluciones de cada uno de los toros, hay una garantía asegurada de diversión. No hablamos aquí de bravura, pues no es ésa una de las características principales de los toros de la A con asas, sino de sus repentinos cambios de humor, sus inesperadas reacciones, sus imprevistos parones o sus súbitas arrancadas, su grave seriedad de cristiano viejo traída de otros tiempos o su palpable certidumbre de riesgo, características propias de esta singular vacada de bueyes bravos, en opinión del marqués de Saltillo, cuando le decía al Miura de las patillas:


 –Usted, don Eduardo, con sus bueyes bravos y yo con mis toros mansos, nos hemos hecho los amos de la Feria.


Seis años hacía que estos toros tan singulares no vestían la divisa verde y negra, que es la que usan específicamente en la Plaza de Madrid. Hubo una época, entre 1977 y 1987 que los Miura se tiraron diez años sin venir a Madrid, por lo que nos íbamos a Sevilla en peregrinación a ver cómo los despachaban Ruiz Miguel, José Antonio Campuzano, Manili o Víctor Mendes y después el niño Pepe Luis, el gran Domingo Valderrama o el Fundi. Ahí vimos grandes éxitos y también grandes cornadas.


Para conmemorar su retorno a los madriles los señores Miura embarcaron en Zahariche a seis cuatreños serios y bien puestos, dos de ellos cárdenos, dos castaños girones, un castaño listón y un negro entrepelado, para hacer valer la variedad de capas consustancial a este encaste. Siempre esperamos que nos traigan un salinero, tan raro de ver, recordando a aquél Escogido, número 60, salinero bragado al que toreó Ruiz Miguel con sus proverbiales suficiencia, brevedad y conocimiento en aquel otro retorno de Miura a Madrid de hace cerca de cuarenta años. Para la lidia y muerte de los seis discípulos de don Eduardo y don Antonio contrataron a Rafaelillo, que lleva una buena pechá de miuradas, Juan de Castilla, que se vino volando desde Vic-Fézensac (Francia) donde había actuado por la mañana, y Jesús Enrique Colombo.


La salida del primero de la tarde Almejito, número 9, fue saludada con una ovación a su impresionante presencia miureña de lomo recto y patas largas. Lo primero que hace el toro es destrozar el capote de Rafaelillo y a continuación entrar al caballo de José María González a dejarse pegar. Siempre pensamos en qué harían estos toros de Miura si entrasen a los caballos sin peto, cómo sería su comportamiento. El toro no anda nada sobrado de fuerzas y recibe una barbaridad de capotazos durante el segundo tercio que terminan dejando al animal más parado que los toros de Guisando. Rafaelillo, con casi veintiocho años de alternativa y con un buen saco de corridas de Miura a cuestas, ni se despeina con el marmolillo y lo mata al cuarto intento.


El segundo, de impresionante cabeza y de aspecto que evoca a lo procedente de Gallardo, atendía por Infractor, número 76, su capa era castaña, girón, bragado, meano y axiblanco y su debilidad supina. Los que se habían soliviantado con el primero llegaron al paroxismo con este segundo y no cesaron en sus censuras y protestas buscando la expulsión de Infractor al averno de Florito para ver salir a uno de El Montecillo que estaba de sobrero. Los que habíamos ido a los toros por los Miura hicimos una novena en versión reducida a San Isidro para que don Ignacio Sanjuán, que hoy presidía, no echase al toro y afortunadamente así fue. Juan de Castilla dio distancia al toro y le dejó galopar en tres tandas planteadas de manera muy decidida con las que aplacó a los díscolos y después fue componiendo una faena bastante ensamblada y viril con pases al natural de enjundia, buen trazo y buena colocación. Juan de Castilla fue desgranando su faena de manera muy ordenada y a más para rematar, como final, con una excelente serie de derechazos antes de perder la oreja con el acero a base de dos pinchazos y un bajonazo. Según los datos de la Empresa hoy había en Las Ventas 20.749 almas, de las que sólo el que escribe esto aplaudió al toro en el arrastre.


Halconero, número 77, fue el primero del lote de Colombo, un toro largo y alto de astas menos gordas que lo habitual en esta casa. A estos Miura no les puedes echar cuentas, porque el toro metió la cara con clase en las verónicas de recibo del venezolano, pero eso no implica en ningún caso que el toro fuera a mantener esa actitud en el futuro, como así fue. El toro se echó sin demora por dos veces al cite de Gustavo Martos y cumplió en varas empujando. Banderilleó Colombo como en él es costumbre dejando tres pares que fueron muy aplaudidos. Su faena de muleta comenzó dando distancia al toro, que estaba en el burladero del 10, citándole desde los medios en una serie algo atropellada en la que dejó confiarse al toro y después otras dos en las que le bajó la mano. El toro tenía cuatro series y a partir de ahí cambia su disposición y comienza a quedarse, costándole arrancar al cite. Decía Pepe Luis Vázquez, gran amigo de la casa Miura, que en el toreo «es mejor que digan: ‘qué pena que ya ha acabado’, a que digan: ‘gracias a Dios que ya ha acabado’» y pensamos que Colombo alargó en demasía su trasteo cuando las condiciones del toro ya sólo iban en contra del torero. Con una estocada baja y no sé cuántos descabellos acabó su obra.


El segundo de Rafaelillo fue Gorronsito, número 45, que era la repetición del segundo pero con casi 100 kilos más. El toro husmeó un poco las tablas como con ganas de saltar al callejón, pero seguramente las 54,4 arrobas que llevaba encima le disuadieron de tal acción. Cumplió en varas metiendo los riñones y Juan de Castilla le quitó por gaoneras. En banderillas no da facilidades. Rafaelillo, muy suelto, porfía con las incertidumbres que plantea el toro e incluso consigue medio sacarle una serie a derechas, sin que lo que viene después sea reseñable salvo la buena estocada en los medios y la espectacular muerte del toro, apenas aguantándose en pie y con la boca cerrada hasta que rueda como una pelota, que levantó aplausos entre el público.


Divorciado, número 60, fue el segundo de Juan de Castilla. Para darnos una idea de lo que era tan común en el siglo XIX, el toro decidió saltar por dos veces al callejón. Toma el primer puyazo con convicción y en el segundo la cosa cambia, aunque tampoco podemos decir que la tarde de Iván García sobre el équido fuera como para darle ni siquiera un premio de consolación. De nuevo brilla la disposición de Juan de Castilla frente al Miura. Su faena se basa en el temple y en buscar la buena colocación. El toro es cambiante y aunque Juan de Castilla le va sacando muletazos de uno en uno el conjunto no acaba de ensamblarse, aunque el torero deja buena nota. Mata de estocada desprendida.


Para cerrar la miurada, el de más peso: Escandaloso, número 85, de 637 kilos, castaño con un listón que parecía una flecha, un señor toro que cumple en su entrevista con Pepe Aguado, arrancándose de largo al segundo puyazo. Vuelve a banderillear Colombo con dos pares de exposición dando ventajas al toro y otros dos pares que fueron nones. El toro sacó su otra cara en el último tercio no dando ni media facilidad a su matador, pues a su imponente presencia se unían sus cambiantes intenciones que lo mismo se frenaba en medio del muletazo que amagaba con embestir y no lo hacía o que le colocaba los pitones en el pecho. Colombo no se amilana e intenta diversas maneras de buscarle las vueltas a Escandaloso hasta que, finalmente, tras un pinchazo le deja una estocada que pone punto final a la corrida de Miura, de la que salimos dando gracias a Dios porque, al fin, no hemos visto salir al de El Montecillo de los chiqueros.



Divorciado

Imagen: Botán.

 



FIN

La topera del Bernabéu


Vaginas peligrosas, Roland Topor
Fragmento


Ignacio Ruiz Quintano

Abc


En el país de la leyenda negra, ese rencor español que brota de la envidia igualitaria contra cualquier asomo de excelencia, el Real Madrid agranda su leyenda blanca con una “ligueta” nacional ganada de calle y una final de Champions en Londres que, de ganarla, sumiría al antimadridismo, único elemento de cohesión espiritual de la Españeta pobre, en la misma postración histórica de la España del 98.


Los barandas del fútbol español entregarán el título liguero al campeón en una ceremonia clandestina en algún hangar del Área 51 de Valdebebas, por cierto sin la felicitación oficial del Atlético, que no olvida que una vez a Ceballos no le sacaron la segunda amarilla. Algo así como cuando, en lo más oscuro de la Dictadura, el gobierno prohibía la cena del Cavia en la sede de ABC por temor a los alegatos monárquicos de los invitados, y la entrega del premio se hacía en el domicilio de Juan Ignacio Luca de Tena. (Mateu Lahoz, el “Toño” de Movistar, tiene contado cómo fue enviado a la nevera arbitral por participar en un pasillo de campeón al Real Madrid). Es la forma oficial que el fútbol español tiene de complacer al antimadridismo, que el miércoles completó su colección de camisetas con la amarilla del Dortmund, que unida a la roja del Bayern y a la celeste del City le da para diversas combinaciones: Rumanía, Mongolia, Congo, Chad… Si el Real Madrid levantara en Londres la Decimoquinta, Vinicius ganaría el Balón de Oro que le sería entregado por Eric García en una gala presentada por el gagman Joaquín, aquél que en Lopera veía a Jesucristo y en Vinicius a un futbolista “muy malo”, lo que redunda en la leyenda de Vinicius, a quien muchos comienzan a elogiar ahora, pero sólo porque viene Mbappé: en España todos los elogios son siempre contra alguien.


Sea usted orgulloso, y, sobre todo, oiga bien lo que le dice un viejo: siembre odios. El odio da la vida al que es odiado. A propósito… ¿tiene usted una leyenda?


Ese consejo dio a Ruano el poetastro Vargas Vila, y lo redondeó con las instrucciones para obtener una leyenda: “Cuide mucho de tener una leyenda. Si no tiene difamadores, haga por tenerlos. Si no tiene usted una leyenda monstruosa, horrible, no será nunca nada. Ya sabe usted, ser audaz, hacer elogios crueles y meterse con los maestros. Ahora procure usted que lo difamen. ¡No hay tiempo que perder!


El poetastro conocía de sobra este mundo de roedores hispánico: somos como comadres que vivimos de la vida ajena a falta de la propia, murmurando de todo, decía Pérez de Ayala al indio Guillén: “Ensayando el palillo de dientes en el nombre del amigo. Dando mordisquitos de ratón en...”


Cuánto mejor la gracia de Simplicíssimus del portero del Bayern, Neuer, que los periodistas pronuncian “Noya”, “prima donna” del fútbol mundial que justificó su fallo en el gol fatídico del Bernabéu, ese gol que todo lo incendia, culpando… ¡a una topera! ¡Neuer ve toperas en casa de Casillas! Esas toperas que cree ver Neuer serían como las “Vaginas peligrosas” de Topor, hijo de polacos (¡como Marciniak, el árbitro que cortó con el pito un ataque alemán por fuera de juego!) y polifacético del grupo “Pánico”. (En realidad a Marciniak le salió del pito un Gil Manzano: para arreglar el borrón, montan un “ecce homo” de Cecilia la de Borja. Marciniak alargó un cuarto de hora el juego, y si el Var no lo llega a obligar, todavía estaríamos en el estadio).




Lo del miércoles en Madrid, donde una esquina de alemanes se comía al resto del estadio hasta que Joselu, consagrado como el nuevo Corazón de Jesús del madridismo laico, acertó en el 88 con el gol que en Champions y en el Bernabéu hace de picadura de cobra mortal, y ves cómo quien lo recibe, al paso del veneno, se necrosa por instantes, la cabeza se le nubla, el cuerpo se le descompone y su alma se entrega. Entre esas nieblas, Neuer tiene la pesadilla de la topera, siente el peligro vaginal de Topor (“No entiendo nada, pero ¡qué arte!”, solían decir los lectores de Topor), que murió como el Bayern, sin darse cuenta.


El mundo (para admiraciones, España no cuenta) acepta que el fútbol tiene al Real Madrid como tuvo la tauromaquia a José Gómez Ortega. Lo llaman naturaleza competitiva, una fuerza apagada por los amaneramientos ochenteros de la Quinta, que luego, sobre los restos avaldanados de Queiroces y Pellegrinis, fue rescatada por Mourinho (“señorío es morir en el campo”), que inculcó en los jugadores esa hambre como de perros de caza (¡aquellas controversias bizantinas de perros y gatos!) que devolvió al club a la lucha por la Champions. Hoy, a los visitantes europeos del Bernabéu, para intentar sobrevivir sólo les queda probar el método de Mitrídates, que se alimentaba de veneno para resistir el envenenamiento.


Un alineador (Ancelotti) y un meme (Vinicius) se cargan al City de Pep (¡el inventor del fútbol!) y de Haaland y al Bayern de Tuchel (¡qué manera la suya de bilardear en el Bernabéu cuando se puso por delante en el marcador!) y de Kane (¡menuda bala de plata esquivó con este tío Flóper!) y tienen cita en Wembley para levantar la Quince.



[Sábado, 11 de Mayo]

Lunes, 20 de Mayo

 


Valle de Esteban

Balcón

domingo, 19 de mayo de 2024

Despedida de Pablo Hermoso de Mendoza, Su Serenísima, fundador de dinastía. De padres a hijos. Pepe Campos

 


PEPE CAMPOS




Plaza de toros de Las Ventas.
Sábado, 18 de mayo de 2024. Octavo festejo de San Isidro. Primera corrida de rejones. Lleno (23.000 espectadores). Tarde primaveral, algo fría
.

Toros de El Capea y Carmen Lorenzo (4º y 6º), de sangre Murube, que dicen ideal para el rejoneo, con los pitones cercenados, comodísimos, de escasísimo trapío, nobilísimos, obedientes y colaboradores —Bos Taurus Oboediens et Cooperator—, flojos, para su deshonra lucieron crotal. Todos los toros tuvieron el mismo comportamiento, en un «todos por igual» o con «igualdad bovina apabullante».


Toreadores: Pablo Hermoso de Mendoza, de Estella (Navarra), traje y tocado rondeño, grana y plata, silencio y oreja; treinta y cuatro años de alternativa. Lea Vicens, de Nimes (Francia), traje campero, chaquetilla azul, silencio y palmas; diez años de alternativa. Guillermo Hermoso de Mendoza, de Estella (Navarra), traje campero, chaquetilla azul noche, silencio y dos orejas, salió por la puerta grande; cinco años de alternativa. Tarde de despedida de Madrid para Pablo Hermoso de Mendoza
.



Con cincuenta y ocho años cumplidos se ha despedido de Madrid Pablo Hermoso de Mendoza, tal vez, el mejor caballero del rejoneo moderno, dado que en momentos cumbres de su carrera llegó a emplear a sus caballos como si fueran muletas, para describir y ejecutar, en numerosas faenas, pases templados, ligados, en redondo y al natural, mediante trincheras y pases del desprecio, con el pecho, los lomos y las grupas de sus monturas; dejando como propia suerte «la hermosina» que es llevar al toro pegado a la cola del equino, en carrera, ofreciéndole alternativamente ambos lados de la grupa, en cambio continuo. Histórica fue su actuación una mañana de abril en Sevilla en 1999, cuando con su caballo Cagancho, un equino verdaderamente torero, toreó con la máxima precisión, de costado, llevando enganchado a un toro de Fermín Bohórquez a la cola de Cagancho, a lo largo de todo el óvalo del ruedo de la Maestranza, y repitiendo esa demostración de temple tras el pase de trinchera de la montura cambiando la dirección del viaje de toro y caballero. Loor a Pablo Hermoso de Mendoza por sus logros dentro del mundo del toreo a caballo, aún más por no proceder de ninguna dinastía taurina, sino haberse hecho como toreador a sí mismo y haber creado escuela, que ha consistido en poner al mismo nivel el canon de la tauromaquia a caballo con el de la tauromaquia a pie, con su saber parar al toro en el terreno adecuado, citarle en el momento preciso, templar con cadencia y armonía, mandar —en ese llevar al toro enganchado—, en cargar la suerte, por lograr reuniones próximas y en curva, y por ligar las acciones, es decir, por coser las suertes, unas con otras. Hacia el año 2000 podríamos localizar su cumbre y esplendor.


Ayer Pablo Hermoso de Mendoza se despidió de Madrid. Han pasado muchos años desde aquella cumbre que hemos aludido. Su actuación de ayer tarde no se situó en aquellas cotas antaño alcanzadas. El tiempo no pasa en vano para nadie. Aún así, el caballero navarro dejó muestras de su conocimiento y de su valía, porque manifestó un desarrollo armónico en su planteamiento taurino a lo largo de la tarde. Esa serenidad alcanzada, a la hora de torear y enlazar las diversas suertes, podría ser el legado de su despedida. No hay que torear a caballo a marchas forzadas, ni mediante galopes violentos, ni con exhibiciones constantes de doma; sino ajustarse a las condiciones de los toros, y no castigarles en demasía —un pecado que llevan en propia carne los rejoneadores contemporáneos— con demasiadas banderillas, ya sea a una o dos manos, o con el empleo de las rosas; en labores que se eternizan y devalúan el espectáculo, y donde se pierde el respeto por el toro. Por cierto, un tipo de toro, el de las corridas de rejones, de procedencia Murube, tan dócil, que no engrandece el toreo en absoluto, sino que lo rebaja y lo pone en un callejón sin salida. Debemos recordar que al toro hay que valorarlo y en el rejoneo —para empezar, ese cercenar los pitones de los astados— no se le suele honrar, por decirlo de manera amable. A pesar de esta realidad, si hablamos de Pablo Hermoso de Mendoza tenemos que reconocer una dimensión en el concepto táurico, que pasa por un clasicismo con la ligazón de las suertes, y una contención y una elegancia en las formas.
Si entramos en el análisis de lo ocurrido en la corrida, con toros a modo de El Capea y Carmen Lorenzo, tenemos que referir que público más amable no existe en el orbe del entretenimiento. Todo fueron reacciones de admiración hacia los toreadores y sinceros deseos de que triunfaran. La plaza lució un lleno completo. Las localidades fueron ocupadas por gentes de toda condición, en tendidos, gradas y andanadas, según un criterio de libre elección. Si bien, en esto, los tiempos han podido cambiar, pues según declaraban ciertos analistas de sociología moderna de «la escuela española de la transición a la democracia», en los tendidos de sombra se deberían haber situado los aficionados de mayor potencial económico y en los tendidos de sol quienes tuvieran que mirar —a la hora de gastar, por estar justos de liquidez— por cada peseta, lo que hoy viene a ser, por cada euro. En fin, en la España actual, este aspecto sociológico puede que esté superado y cada cual se sitúa en la plaza, más, por gustos y deseos que por razones exclusivas de determinismo económico. Vimos que los tendidos de sol y los tendidos de sombra vibraron igual y aplaudieron igual, en ejemplo de igualación social. Sin que sea cierto o no, a todo esto merece la pena darle una vuelta. Bien. Si hablamos de la actuación de
Pablo Hermoso de Mendoza, tenemos que comentar que al toro que abrió plaza lo recibió a contra querencia con el caballo lusitano Regaliz, que enceló al astado en los medios en círculos concéntricos para llevárselo de la misma manera por diferentes terrenos de la plaza, con ello quedó expuesta la razón taurina del rejoneador navarro, alcanzando con ello lo más notable en este su primer toro, en el que no siempre le quedaron los hierros arriba. En banderillas, con Basajaun, toreó con cadencia por las tablas en los tendidos de sol. Después, a la hora de matar le costó llegar a un toro muy disminuido, lo cual trasladó nula emoción al respetable que silenció su labor. Al toro de su despedida, lo recibió con Nómada, para colocar dos rejones de castigo, uno delantero y otro trasero. Su labor fue a más en banderillas, donde clavó al estribo con un toreo más de verdad. El acople entre montura y toro subió, y las distancias se estrecharon con el manejo del caballo Esencial, para, al clavar el rejón de muerte por delante, le posibilitara cortar una oreja de despedida.


La amazona
Lea Vicens, intentó un toreo más espectacular, principalmente, con el extraordinario caballo Bético, el caballo más torero de la tarde de ayer, que peinó con su cola, con parsimonia, a cada uno de los dos toros en los que actuó. A pesar de ello, Lea Vicens, no logró templar las endebles embestidas en cada uno de sus toros, con el acusado defecto de clavar de lejos y por detrás de la grupa. A la hora de matar expuso falta de fuerza en el golpe de rejón de muerte, pinchando en exceso, emborronando cada una de sus labores. Por su parte, Guillermo Hermoso de Mendoza, se reivindicó como heredero de su padre y quiso dejar constancia que con él comienza una dinastía de caballeros, lo que quiere indicar que los Hermoso de Mendoza pretenden transmitir a sus descendientes, aficiones y valores. De padres a hijos. En su primer toro, imitó a su padre —en el toreo en círculo— en el recibo con el equino Alquimista. Después con Ecuador, Malbec y Esencial, ensayó el toreo de frente al quiebro, y sorprendió, en el remate, poniendo «una amapola», cerrando una tarea que fue silenciada. La verdadera reivindicación surgió en el sexto toro. Entonces se enfrentó al toro, clavó al estribo, se ajustó más y destacó con Esencial en «las rosas», y en banderillas cortas a dos manos, por dentro, con colocación ceñida y clavando al estribo. Al matar de manera aparatosa le dieron las dos orejas, que le abrieron la puerta grande y poder tomar el relevo de su padre.

 

 

 

 

 

 


FIN