martes, 31 de diciembre de 2013

La espiral


El camino de Chirino


Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    Al final, del Mensaje del Rey sólo quedará la espiral de Martín Chirino, el gran elegante de la cultura española, a cuya exposición en Madrid no había acudido ni un representante de la cultura ministerial, regional o municipal.

    Las grandes firmas del republicanismo castizo se han vuelto locas con la chirínica espiral que, durante el Mensaje, aparecía iluminada en el jardín real, como si el jardín real fuera “El Libro de la Selva” de Disney, y Chirino, la serpiente Kaa con que el Rey intentara hipnotizar a estos Mowglis.
    
A Chirino le pasa con la espiral lo que a Dante con el terceto. ¿El terceto, cuya justificación es Dante, o Dante, cuya justificación es el terceto? ¿La espiral, cuya justificación es Chirino, o Chirino, cuya justificación es la espiral?
    
Cuando Barceló ilustró la “Divina Comedia”, presumía en una entrevista de no haber leído un puñetero terceto de Dante, “para evitar influencias”, decía él, cosa que fascinaba al periodista cultural del periódico que lo patrocinaba.
    
Los periodistas culturales acosan ahora a Chirino para preguntarle qué ha querido decir con esa espiral del jardín real, cuánto ha cobrado por la idea, qué nuevas “performances” prepara…
    
No es para menos.
    
Como hipnotizados por Kaa, los Mowglis han “visto” de todo en la espiral real: uno cree ver que el año 14 es un 14 como el de abril, que eso es ir del caño al coro; otro, que “en muchas cenas giraban preguntas sobre si la familia del escultor (¿le daban por muerto?) recibiría algo por derechos de imagen”; y otro, el laberinto de “La huella”, de Mankiewicz, pero pasada por Ozores.
    
Esto es lo que da de sí la imaginación nacional.

    Foxá atribuía al triunfo de la razón la ruina de la imaginación (el hombre antiguo todo lo reducía a símbolos):

    –La Revolución Francesa destrozó los símbolos, pero, jubilado el Dios cristiano, Robespierre paseó con una rosa en una mano y una espiga en la otra en la procesión del Ser Supremo.
    
Feliz Año Nuevo.

Paracaidista, ¿para qué?

Andrés Merino Benito se reincorporó a la vida civil el 25 de octubre de 2013, tras diez años en las Fuerzas Armadas y dos accidentes en acto de servicio. Después de pasar por dos operaciones y ser declarado con una incapacidad del 16%, Merino causó baja mediante resolución sin ningún tipo de compensación. Como protesta, el ex soldado ha recorrido a pie durante 16 días los 400 km que separan su domicilio del Ministerio de Defensa.

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OTROS CASOS, OTRAS COMPENSACIONES
 
Tres millones de euros, cantidad proporcional atendida, entre otras, "la ruptura de su proyección deportiva (balonvolea), incluida la merma de ingresos previsibles".

Martes, 31 de diciembre

Chac - Mool

lunes, 30 de diciembre de 2013

Martín Chirino. Poética de la espiral*


MARTÍN CHIRINO

POÉTICA DE LA ESPIRAL


Ignacio Ruiz Quintano

 De la fragua de sueños de Martín Chirino han salido en los últimos cincuenta años ríos de espirales: raíces, aeróvoros pajaroideos, inquisidores, faunos, atlánticas, afrocanes mitrados, penetrecanes, sabinas, alfaguaras y, por supuesto, ladies: inglesas fire-proof, radiantes e intrigantes con su castidad de hierro, que nos miran sin curiosidad ni comprensión desde otra especie zoológica.

    Tener presencias de más de medio siglo es como medio vivir entre sombras, y uno se ha hecho aquí el propósito ramoniano de alumbrar con luz de fragua para que se vea el milagro del artista –su respiración sagrada–, no la cosa consuetudinaria y pedagógica del arte por el arte.




Lo que define a Chirino, hombre de un pudor culto para las emociones, es su lucha y conquista permanente por ser un elegante: el gran elegante de la cultura española.

    “Menos es más”, respira Chirino.

    Y al respirar riza en el aire el rizo de la espiral, como una mariposa que nunca se acaba.

    El hombre es un “animal que crea espirales y habita espirales”, podría afirmar Chirino jugando el juego de Nicolás de Cusa.

    Tiene para sí Ruano que ser una criatura elegante exige casi todo el tiempo de una vida, y que por eso va fallando la elegancia en la existencia contemporánea.

    Ser en la vida romero, / romero solo, / romero / que cruza siempre caminos nuevos.


 La obra de Chirino es como un meteoro lento, y lo que sostiene el edificio de nuestra imaginación al contemplarla es la idea de la gran elegancia de Chirino rodeada de los salvajes encantamientos que sugiere su oficio de señor del fuego, que es decir, para empezar, señor del hierro. Porque en el principio siempre es el hierro.

    El arte del herrero –como el del toreo, dice la copla– viene del cielo. Cuando los conquistadores españoles preguntan a los indios de dónde sacan sus cuchillos, estos les muestran el cielo. Del cielo cae el hierro meteórico cargado de sacralidad celeste: es la manifestación inmediata de la divinidad. Y un rumano olvidado, Mircea Eliade, nos recuerda que la palabra más antigua para designar al hierro, constituida por los signos pictográficos cielo y fuego, se traduce por metal estrella.

    El hierro cae del cielo: hierro estrellado. Es un nudo sideral. Un signo mineral del más allá. Y las herramientas del herrero participan del mismo carácter sagrado: el martillo se convierte en el símbolo de los dioses fuertes. Dioses forjadores. Al batir su yunque, el herrero imita el gesto ejemplar del dios forjador. Los metales proceden del cuerpo de un dios inmolado: la obra metalúrgica exige la imitación del sacrificio primordial.

    El herrero mítico es el héroe civilizador: ha sido encargado por Dios de perfeccionar la Creación, de organizar el mundo y, además, de educar a los hombres, es decir, de revelarles la cultura y de guiarlos en el conocimiento de los misterios.

    En el universo de Chirino, a la edad de la magia precede una edad de la razón. Un español –siendo español el que no puede ser otra cosa– puede ser un escultor, pero un escultor no puede ser nunca un bohemio. Un día Chirino se va de España por el escaso estímulo que tiene ser elegante en un ambiente triunfalmente zafio y para no dar pie a que otro día se diga de él que es un Picasso que no ha salido de España, que es lo que en España acostumbra decirse de un artista, en cuanto se queda.

    –Mira, muchacho –es el consejo de Belmonte a uno que empieza–: cuando tú veas que ya no puedes más, sigue para adelante, que todavía te faltan un par de metros para llegar al toro, ¿sabes?, ¿oyes? –y continúa fumándose su puro.

    Chirino sigue adelante (da El Paso) y sale de España.



Chirino sigue la tradición –ese pasado inmemorial que es también un perpetuo comienzo– del extremismo español: los primeros en dar la vuelta al mundo y los inventores del quietismo. “Sed de espacio, hambre de muerte”, lo resume Octavio Paz.

    Al regresar, Chirino viene ya con ese ladeo de cabeza que se le queda al español cuando oye música y no sabe dónde. ¿Todos tenemos el oído pendiente de una canción lejana que el ruido de los hombres, de nuestros propios pasos, no nos deja oír exactamente? ¿Será, Dios mío, una misma canción? Es probable, contesta Ruano, que esa música sea la nana dulce del pobre niño que todo hombre lleva dentro martirizado por el hombre que lleva fuera.

    Chirino comienza oyendo la canción del expresionismo abstracto, ese automatismo que viene del surrealismo y de una contradicción transparente: abstracción, por una parte, y por la otra, expresión. Ser y decir. ¿Qué son las esculturas de Chirino? Dibujos en el espacio. ¿Qué dicen? Se dicen a sí mismas.

    “Dibujar en el espacio” es la fórmula espiritualista con que Julio González nos descubre el Arte Nuevo: “¡No hay más que una aguja en la catedral que pueda señalarnos un punto en el cielo donde nuestra alma queda en suspenso! Como la quietud de la noche, las estrellas nos indican los puntos de esperanza en el cielo; esa aguja inmóvil nos muestra un número infinito de ellos. Son esos puntos infinitos los que han sido precursores de ese arte nuevo: dibujar en el espacio.”

    Dibujar en el espacio como se pinta en el agua.

    ¿Qué es el espacio? Como el tiempo, sólo se sabe si no se pregunta. El espacio, se nos dice, es lo que está más allá, al otro lado, lo cerca-lejos, lo siempre inminente y nunca alcanzable. Apenas lo tocamos, se desvanece. Y lo que se toca es el espacio exterior, porque el espacio interior –la energía encerrada en cada forma– es lo que se oye: “El espacio canta un canto que no oímos con los oídos, sino con los ojos.”

    (La solidaridad entre el oficio de herrero y el canto –volvemos a Mircea Eliade– queda de manifiesto en el vocabulario semítico: el árabe q-y-n, “forjar”, “ser forjador”, está emparentado con los términos hebreo, sirio y etíope que designan la acción de cantar.)

    En su avance, la física va dándose cuenta de que la vista, como fuente de nociones sobre la materia, es menos engañosa que el tacto. Medíamos las cosas a ojo, pero las precisábamos a mano. El tacto, pues, nos daba el sentido de la “realidad”. Sin embargo, ¿cómo tocar el cielo?

    “El ojo con que veo a Dios es el mismo ojo con que Dios me ve.” (Maestro Eckhart)

    Los físicos nos enseñan que lo que aprendemos por el tacto sólo es un prejuicio. En el ejemplo de las bolas de billar, la aparente simplicidad de la colisión es ilusoria: en realidad, las dos bolas nunca llegan a tocarse del todo. Música y silencio de las esferas. Paz sostiene que las esculturas son trampas de hierro para apresar lo inaprensible: el espacio, que hay que oír con los ojos (ya que están tan distantes los oídos).



Música callada y soledad sonora de la mística: porque es inteligencia sosegada y quieta sin ruido de voces y así se goza en ella la suavidad de la música y la quietud del silencio:

    ...las ínsulas extrañas / los ríos sonorosos / el silbo de los aires amorosos / la noche sosegada / en paz de los levantes de la aurora / la música callada / la soledad sonora / la cena que recrea y enamora...

    Puro Chirino.

    En Chirino el dibujo antecede siempre a la escultura, de elegancia alada: esa geometría de reflejos que adopta la forma fascinante de la espiral que vuela, ondea, flamea o revolea, símbolo del viento y de la palabra. El caracol, explica Paz, es la casa de los ecos: el eco se adentra en el caracol hasta volverse silencio o se dispersa en la trompeta.

    La espiral es universal: el caracol marino de Dalí es también un ojo, Neruda tiene una colección de caracoles, Brancusi hace un retrato a Joyce en forma de espiral y Mallarmé recurre a la espiral –el gesto por incapacidad de explicación verbal que hace uno cuando le preguntan qué es una espiral– para describir el movimiento de su escritura.

    Ahora, recién salidas de la fragua de sueños de Martín Chirino, ven la luz –¿no es el ideal de la inteligencia alcanzar la mayor velocidad conocida: la de la luz?– nueve espirales, o nueve musas distintas y una sola espiral verdadera, como nueve regalos de Oriente, que es donde los regalos se dan en número de nueve, si han de llegar al mayor grado de esplendidez y magnificencia.

    Menos es más.

    Chirino hace suya la ventaja del silogismo minimalista “Menos es más”, título del manifiesto de Van Der Rohe (nada que ver con la cháchara posmoderna de Barry Schwartz y su tiranía de la abundancia), que viene a ser como la “navaja de Ockham” –no multiplicar los entes sin necesidad– del puro Arte chirinesco: las espirales, el viento, los alisios, los sueños de Canarias, la alfaguara, la iberia y el árbol de luz y de sombra que se derrama sobre la memoria de Manuel Padorno, el poeta que apacentó a un rebaño de rocas que dormía echado en la orilla final, el amigo (lo mismo Manuel Millares) con quien tanto quería Martín Chirino.

 “Y se va quedando uno solo como en una selva en la que no dan sombra los árboles...”

    ¿Existen los espíritus arbóreos?

    Entre los antiguos son corrientes los bosques sagrados: Frazer deduce la severidad del culto de las penas feroces que señalan las leyes germánicas para el que se atreve a descortezar un árbol vivo: cortan el ombligo (que es una espiral) del culpable y lo clavan a la parte del árbol que ha sido mondada, obligándolo después a dar vueltas al tronco (que es otra espiral) de modo que queden sus intestinos enrollados al árbol. Vida por vida. Hombre por árbol. Espiral.

    Peter Sloterdijk, filósofo de la esferología, afirma que, en cuanto hombres de tradición, desde nuestro ombligo ampliamos la sensación de espacio, organizando en círculos concéntricos el mundo circundante que nos es más significativo: “Construimos, pues, el mundo como una circunferencia que se extiende en torno a este punto central. Este soñar, imaginarse, ensancharse de la imagen de mundo propia de la función umbilical que llega al borde del Todo es una actividad cosmopoética: en ella han estado atrapados siempre los pueblos de la Tierra hasta la irrupción de la era moderna.”

    El árbol de luz y de sombra, la iberia, la alfaguara, los sueños de Canarias, los alisios, el viento, las espirales... Cada paso es simultáneamente una vuelta al punto de partida y un avance hacia lo desconocido. Chirino es un desprendimiento de Canarias, que es un desprendimiento de África. Paz tiene observado que aquello que abandonamos al principio nos espera, transfigurado, al final: “Cambio e identidad son metáforas de Lo Mismo: se repite y nunca es el mismo.”

    Chirino concibe sus grandes series por décadas, como se conciben los grandes amores y los grandes boxeadores. ¿Por qué las grandes obras, como las grandes frases, son grandes? Estas grandes espirales de Chirino son como la verdad de su Arte en números redondos. ¿Y si Borges llevara razón y nuestro hermoso deber fuera imaginar que hay un laberinto y un hilo? “Nunca daremos con el hilo –aclara el ciego–; acaso lo encontramos y lo perdemos en un acto de fe, en una cadencia, en el sueño, en las palabras que se llaman filosofía o en la mera y sencilla felicidad.”

    Menos es más.

    La delicadeza de Chirino –“par délicatesse / j’ai perdu ma vie”, canta Rimbaud en la torre más alta–, con sus diáfanos ojos primitivos y una larga paciencia para ver siempre las cosas como si fuera la primera vez, está presente tanto en las formas del viento –“el escultor que vio el viento”, se dice de Chirino– como en las de la iberia, ese pisapapeles de eses ferruginosas –la S es más misteriosa que la X– que parecen sostener la inmovilidad de España y evitar que se levanten sus puntas. Cuerno, sombra, sol y hierro: la catástrofe del toro. El toro, la muerte y el agua. Inspirada en las turbulencias del agua, la espiral es un hundimiento en las “aguas de la muerte”. El sol se pone y vuelve a salir: muerte y resurrección en el redondel.

    Arte de birlibirloque: “Don Juan –anota Leiris–, una vez saciado de estoquear a sibilas culonas, con la misma unción con que se entra en religión, tomó el hábito de la tauromaquia.” Sin pasión, concluye Chirino, no hay vida. En palabras de Jorge Eduardo Eielson: “Vivir es una obra maestra”. Y a Chirino siempre se lo encuentra, solo, en medio de la corriente.

    –La liga en la media –dice el poeta más verde– puede llegar a ser un pecado venial. Lo que debe empezar a preocuparnos son unos pies descalzos por la hierba fresca...

    Hierba fresca. Pies descalzos. Esta colección de árboles, iberias, alfaguaras, sueños, alisios, vientos y espirales iba a llamarse Laberinto: un laberinto de hierro forjado, no fundido; retorcido por ciclópeas manos rumanas hechas al oficio en las fraguas donde el hierro fue el pan de Rusia. Forjas formidables de la escultura contemporánea que iban a agruparse al hilo de un laberinto: el laberinto como una grieta en las entrañas que encierra la esperanza del retorno. Laberinto de símbolos. Laberinto –invisible– de tiempos.

    Nueve –el número de espirales que iban a componer el laberinto– es un número perfecto, pues está formado por el tres, que también es perfecto y que nos trae de regalo el soniquete contento de aquel estribillo guillenesco que cantaba Merceditas Valdés: “¡Chi-ri-no / con su tres!”

  (La bemba grande, la pasa dura, / sueltos los pies, / y una mulata que se derrite de sabrosura...)

    En la idea borgiana de laberinto hay también una idea de esperanza, o de salvación: para sentirnos seguros, nos basta saber con certeza que el mundo es un laberinto. Porque el laberinto es orden: hay un centro, y en el centro está el Minotauro. Pero no sabemos si el Universo tiene un centro. Tal vez no lo tenga, y uno cree que ésta es la razón que lleva a Chirino a renunciar finalmente al nombre del laberinto: es probable que el mundo no sea un laberinto, sino simplemente un caos, y en ese caso estamos perdidos. Chirino, que ha vivido por entero el siglo veinte –nació en los flecos de la belle époque, cuando la vida empezaba con desmayada elegancia después de comer–, parece estar ya más en la idea de que el Universo no es explicable, y ésa es ya la idea más terrible.

    Al toro final, el toro de la despedida, ese toro chirinesco de la iberia, que es una catástrofe de toro, porque está todo estrellado de cielo –¿una consecuencia birlibirlológica de la Teología?–, hay que mirarle bergaminianamente las orejas: o para prevenir la arrancada, como aconseja Pepe-Illo, si las mueve las dos; o para saber de qué lado sabe cornear, si mueve una, como aconseja Montes.

    El toro del laberinto es un caos de toro.


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*Cátálogo Marlborough Madrid
19 de octubre -19 de noviembre de 2005

¡Lo que hay que oír!

ROBLEÑO EN 2013
Valdefresno en Valencia
Miura en Valencia
Victorino Martín en Arlés
José Escolar en Las Ventas
José Escolar en Nimes
Cebada Gago en Vic-Fezensac
Celestino Cuadri en Las Ventas
Celestino Cuadri en Céret
José Escolar en Céret
José Escolar en Mont-de-Marsan
Raso del Portillo en Orthez
Victorino Martín en Tafalla
José Escolar en Dax
Miura en Béziers
Saboya en Alcalá de Henares
Cebada Gago en Bayona
Miura en Nimes

Y luego, encima,  hay que oír por ahí que el torero poderoso es el July....
J. R. M.

A lo mejor esto explica el ruido inducido alrededor del aborto

Los presos se rinden  a la ley, dice El País.

Claro que han reconocido siempre el sufrimiento. Lo reconocía el asesino Iñaki de Juana Chaos tras el asesinato del concejal Jiménez Becerril y su mujer en Sevilla: ”Sus lágrimas son nuestras sonrisas y acabaremos riendo a carcajadas. Con esta acción, no necesito comer en un mes”.

Este mismo fin de semana, vecinos de Eibar y otros pueblos de Bildustán reconocían a los miembros de la AVT que se manifestaban, su consciencia del daño que ETA les había producido, de que ese daño era irreversible y su identificación con los asesinos: “¡Los nuestros en la calle y los vuestros en el hoyo!”

 “Se rinden a la ley”, proclama El País, pero eso no quiere decir que acepten el cumplimiento de sus condenas como reparación por el daño y el sufrimiento. Es justamente lo contrario: aceptan los procedimientos legales que les permitan salir de la cárcel y volver a sus casas.  Los nuestros en la calle y los vuestros en el hoyo.

Qué titular perdido: “ETA hará lo posible con total generosidad”. A veces pienso que la mayor parte de mis colegas viven y trabajan en Disneylandia.

Tal día como hoy hace siete años, a estas horas, una furgoneta cargada con 800 kilos de explosivos reventaba el aparcamiento de la T-4 de Barajas y se cobraba las vidas de Diego Armando Estacio y Carlos Alonso Palate
.

Disciplina urbana

Calle de Lista
Estacionamiento sólo motos

Oda a Casillas

SE EQUIVOCA QUEVEDO...

A la Generación Mejor Preparada de la Historia

Buscando a Kiko Argüello

Rasca chinchonera


Ignacio Ruiz Quintano
Abc

       Durante el parón invernal toda la energía madridista se ha ido en el diseño de la Grada Joven, que ocupará el Fondo Sur (¡la portería de los goles!) de los ultras desalojados por la prensa, que se tomó por la tremenda sus gritos de “las manos de la prensa fuera del Real”, o así.
  
La prensa, pues, sería ese Poder Fáctico Fácilmente Reconocible (PFFR) que dirige el fútbol.

 La primera razón que se dio para el desahucio de los ultras fue que algunos de sus miembros tenían problemas con la justicia, pero por esa regla de tres habría que desalojar la tribuna donde alguna vez fue visto el empresario Ferrán y repoblarla con niños cantores de San Ildefonso.
  
Entonces se hizo pública la segunda razón: los ultras son partidarios de la repetición del Holocausto, asunto que escapa a los dominios culturales del “As” y el “Marca”, pues daría para un curso de verano en El Escorial sobre Hannah Arendt y la banalización del mal, ya que se corre el riesgo de hacer creer a los niños que el nazismo consiste en ir al fútbol a cantar “illa, illa, illa, Juanito maravilla”.
  
Por si acaso, en el “As” ya han sacado para aclararlo a Esteban Ibarra, cuya juventud fue de tal edificación que, tras la amnistía del 77, se erigió en un grande líder moral de la Españeta, y con la garantía del Estado, que eso representa aquí una subvención.

    –La Ley prevé un Observatorio, del que formo parte, para hacer seguimiento de los ultras. Yo soy miembro de ese observatorio [por si no había quedado claro] y… vemos a Mourinho haciéndose fotos con ultras...
  
¡Mourinho! Como Guti. Como Figo. Como Raúl.
  
Pero Mourinho es otra cosa. Para empezar, alguien que escapa a la estabulación moral de Ibarra y el PFFR.

El PFFR arremete contra aquello que se le escapa, sea Mourinho, los lectores… o Hughes.
  
¿No se le escapó a Tácito la Crucifixión?
  
Mourinho está en Londres, pero hasta allí vuelan las V2 de nuestra sal gorda periodística, y para ver al Chelsea en TV hay que quitar el audio gamberro de los locutores.
  
Al iniciar este camino neocatecumenal de la Grada Joven del Bernabéu, más que la moral bizarra de un Esteban Ibarra (con su juventud de acrisoladas virtudes), se necesita el entusiasmo de un Kiko Argüello que inunde el Fondo Sur de pinturas (colorido) y cánticos de paz e himnos de esperanza, a tono con el fútbol-aurresku de Illarramendi.
  
Para los partidos con el Barcelona, cuando el piperío sobrexcitado se arriesgue a pedir “algo más”, siempre podría tirarse del padre Jony (rock español), del padre Gofo (rock mexicano) o del padre César (rock argentino), telonero, dice de sí mismo, del Papa Bergoglio.
  
Francisco tiene el rock adentro, aunque le guste el tango.
  
En marcha la Grada Joven, para la recuperación del Miedo Escénico sólo quedaría el regreso de Casillas, una vez padre, a la Titularidad de la Portería, cuyas llaves le serían entregadas por el padre Lino (el de la palomita con sotana en la foto de Ramón Masats), que las recibiría de Ancelotti vestido de don Camilo (Fernandel).




EL MODELO VALENCIANO
    Se dice que el Madrid tiene por modelo de Grada Joven a la “Curva Nord” del Valencia, cuyo presidente la considera “un sector clave para Mestalla, siempre que camine por el respeto, el valencianismo y la tolerancia”. Grande industria española, ésta de la tolerancia. Para asistir a semejante milagro socialdemócrata fuimos unos amigos a ver el último Valencia-Real Madrid y en el estadio pudimos comprobar que los cánticos más repetidos fueron “madridistas hijos de Pe”, y sobre todos, uno que, ausente Coentrao, parecía destinado a Cristiano: “Ese portugués, qué hijo… es”. De lo que hay que concluir que tampoco es tan difícil organizar una Grada Joven.


Lunes, 30 de diciembre

 Menú de Nochevieja en Morata de Tajuña

Schumacher en el Bernabéu


@montse_garcia
 
Schumacher en el Santiago Bernabéu junto a Ronaldo

domingo, 29 de diciembre de 2013

Domingo, 29 de diciembre

El valor del escribiente

"Herodes va a buscar al niño para matarlo"

DOMINGO, 29 DE DICIEMBRE

Cuando se marcharon los Magos, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, coge al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo». José se levantó, cogió al niño y a su madre de noche; se fue a Egipto y se quedó hasta la muerte de Herodes; así se cumplió lo que dijo el Señor por el profeta: «Llamé a mi hijo para que saliera de Egipto». Cuando murió Herodes, el ángel del Señor se apareció de nuevo en sueños a José en Egipto y le dijo: «Levántate, coge al niño y a su madre y vuélvete a Israel; ya han muerto los que atentaban contra la vida del niño». Se levantó, cogió al niño y a su madre y volvió a Israel. Pero al enterarse de que Arquelao reinaba en Judea como sucesor de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allá. Y, avisado en sueños, se retiró a Galilea y se estableció en un pueblo llamado Nazaret. Así se cumplió lo que dijeron los profetas, que se llamaría Nazareno.

 Mateo 2, 13-15.19-23

sábado, 28 de diciembre de 2013

Chabelita

 
Colunga, Asturias
 
 
Beatriz Manjón
Abc

Aunque para Marsé arrepentirse de algo es modificar el pasado, ya es tarde para pensar por qué [Pantoja] no se limitó a hacerse una foto en el Machu Picchu o cómo no le hizo escuchar a su hija «Amo a Laura» en vez de «Quítate el top».

EMPATÍA. Muéstrese empático. Recuerde cuando estuvo usted cegado por Cupido: «perdona si te hago llorar, perdona si te hago sufrir, pero es que no está en mis manos, me he enamorado…».

TACTO. Si sospecha que el novio de su hija le es infiel, insinúeselo sutilmente. Prepárele una sesión de tarde con Bambi, el polígrafo de Rosa Benito y todos los documentales que encuentre sobre toros Watusi.

NO AL EMEMIGO. Deje de maquinar planes contra el embarazador de su hija mientras ve «Mil Maneras de Morir». Fomente la convivencia en su hogar del chico con su hija, pues decía Ramón y Cajal que la mayoría de las veces nos amamos porque nos ignoramos, ergo nos odiamos cuando nos conocemos.

SAN REALITY. También puede animar a su futuro yerno a presentarse a «Supervivientes», «Gran Hermano», o cualquier otro reality show, que es el rompe parejas más efectivo después del Whatsapp.
 
SALIDA MUSICAL. Si a su hija le va la farándula, propóngale formar un grupo y ensayar en casa. Dicen que la música amansa a las fieras. Piense en «Rebelde Way» o incluso en «Santa Justa Klan». Mejor no piense en Gloria Trevi, Miley Ciryus o Justin Bieber.
 
CONSUELO. Podría haber sido peor, podría ser su hija Mary Tilford o Dana Brody. Podría haberse quedado embarazada del hijo de Ortega Cano, o enamorarse de un alcalde malversador, con querencia por el pantalón de tiro alto, las bolsas de basura y el bigote.

Fenomenología de la autofoto


(Colección Look de Té)

 Jorge Bustos

Nadie en esta triunfante civilización del infantilismo está a salvo de la tentación selfie. Ahí tienen ustedes a Obama autorretratándose en el funeral de Mandela con la sobrevalorada ministra danesa. La historia en los medios se redujo a un flirteo inexistente y a un ataque de cuernos de la parienta igualmente tramposo, como sabe cualquier fotógrafo revirado; lo que se debió de señalar es el hecho primero, desalentador, tenebroso: los amos del mundo también necesitan hacerse selfies. No hay escalafón que escape a la irrelevancia del yo, no hay lugar ya para la suficiencia del poder ni para la belleza sin testigos de una mente adulta en funcionamiento. Es horrible, joder.

Qué bello es Bosé


¡Haber matado miles de toros para acabar de papá de Miguel Bosé!


Hughes
 Abc

Si todas las navidades se emitía «¡Qué bello es vivir!», considero un acierto que por Nochebuena TVE quiera someternos anualmente al especial Bosé, que ya podríamos llamar, capramente, «¡Qué Bello es Bosé!».

También es natural que aparezca después de Raphael, pues Bosé es su digno sucesor. Nadie tiene ya ese rollo, ese mundo propio de gestos, su danza torera y kabuki, su amaneramiento juguetón y la pose de estrella por imperativo de sangre, de guapo de cuna.

En Bosé hay siempre seducción y desafío y tras Raphael mueren en él las manos como palomas, el reojo blando y la coquetería de señor.

Este año era el mismo programa del año anterior y sin embargo yo escuché en casa el comentario cuñado y bárbaro:

 –Cada año tiene más pluma.

 ¡Pero si es el mismo, cómo va a tenerla! Ahí vi claro que un vicio español ha sido verle la pluma a Miguel, que no la tiene, como antes se la miraban a Raphael.
¡Haber matado miles de toros para acabar de papá de Miguel Bosé!
Bosé es elegante y giocondo, misterioso, insoportable, divo y dandy, pijo, papito y absurdo; viscontiniano, impertinente y últimamente un ser irritable, como si le saliera el español atrabiliario que nos arruina el Apolo de ganadería afilado de gestos en Italia. Cansado de haberlo seducido todo, ojalá no se ponga «bimbo» y siga siendo él, cada vez más él, como su más decidido imitador. Que así se llega a Raphael.

Salvados


Bibí


Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    En un país donde, oficialmente, “abortar es como ponerse tetas” (Bibiana, y Aído, no Fernández), unos escolares del Campo de Cariñena reunieron mil euros, quitándoselo, se supone, de su material escolar, para arrancar de las garras de Joselillo los toros de un festival en Lerma para la restauración del santuario de San Pedro Regalado en La Aguilera, de las monjas Iesu Communio.
    
Este fogonazo de compasión schopenhaueriana (“Oh my darling Clementine”) no se veía aquí desde los días en que Pablo VI, siendo arzobispo de Milán, envió un telegrama personal a Franco para que no se fusilara (?) a Conill, un estudiante acusado de poner bombas en Barcelona que había sido condenado, no a muerte, como exagerara la prensa italiana en que abrevaba Montini, sino a treinta años.
    
El caso es que en Lerma mil euros de la santa infancia no torcieron el brazo a la España de Trento, que dio el festival, y un destacamento antitaurino hubo de desplazarse a la ciudad ducal para “increpar e insultar a la gente que compraba las entradas”, por lo que el torero retirado Ramos comenzó con ellos “un forcejeo de manos” que ahora le ha costado un multazo judicial.
    
Una vez, a la entrada de la plaza de Burgos, fui víctima del peñismo antitaurino. Protegidos por la policía, te llamaban “asesino” e “hijo de p…”, y entre concepto y concepto te lanzaban gargajos como tortillas francesas. Nada que ver, desde luego, con las flemas británicas en el recibimiento al asesino de Alcáser, y esas reporteritas que sólo acertaban a musitar palabras (“Es hipereducado y muy cachas”) por las que uno hubiera pagado en Burgos.
    
Sin toros, el futuro del ocio estaría en el cine, aunque en Madrid no sé de ninguno con colas al que acudir a gritar lo que opino de quienes compran entradas para ver cine ministerial.
    
Sin toros y sin cine, como pretendamos ser salvados, sólo nos quedará el café Gijón y que nos muelan a versos de Marcos Ana y (más lúbricos) García Montero.

Sábado, 28 de diciembre

La Brunete
Me llaman el Flecha porque ya la tengo hecha

viernes, 27 de diciembre de 2013

Celaya al megáfono



Coppini



Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    Por la ventana de la Nochebuena, con la lluvia, entraba el otro día, regalo de los vecinos, el “Getsemaní” de Camilo Sesto.

    –Igual que Ian Gillan –dijo mi hijo en ese punto en que Camilo camilea “mi camino de tres años / me parece que son treinta /¿y qué más puede un hombre hacer?”…
    
Él, que vive en la música, culpa a la escuela: “En la escuela inglesa enseñan a cantar e Inglaterra da cantantes. Aquí enseñan a tocar la flauta dulce y España da… perroflautas”.
    
En esto, murió Germán Coppini, “la voz de la Movida”, lo que da una idea de nuestras voces y nuestras movidas, pero que le ha valido una despedida mediática digna de Freddie Mercury, lo que da una idea de nuestros medios y nuestras despedidas.

    La Movida fue la última generación que pudo fumar en el bar y beber en la calle y la primera generación en declararse de “Fuera”, fuera lo que fuere Fuera”, aunque todo el mundo entendió que “Fuera” era Londres.
    
Hoy, Madrid (capital de la socialdemocracia europea), es una sucursal municipal de la granja de Orwell, cuyos jóvenes bailan el Moonwalk en la raya del bar (paso adelante para beber, paso atrás para fumar) que marca la autoridad, despojados de la desfachatez (pintar, tocar, cantar sin saber) que desplegó la generación de la Movida.

    El punk primitivo de Coppini en Siniestro Total y el determinismo primitivo de Arsuaga en Atapuerca.
    
Yo he visto a los “punks” dejar la birra en la barra de un garito de Tirso de Molina para salir a la calle a fumar como manda Ana Mato. Ni siquiera tenían la gracia de Pepe Brageli, apoderado del Faraón de Camas, que colocaba la dentadura postiza sobre el platillo de jamón para preservarlo de los buitres mientras iba al lavabo.

La Movida es la nostalgia de haber pasado de vivir al aire libre y con una presión fiscal del 21 a vivir cerrado en casa y con una presión fiscal del 67.

Viernes 27 de diciembre

Extremos militares, 2

jueves, 26 de diciembre de 2013

La Gaceta


Hughes y Alfageme la tarde que llegaron al Café Gijón
 

Hughes
Abc
 
Estuve solo una vez en la redacción de La Gaceta. Fui con Bustos a saludar a Carlos Dávila, que por entonces dirigía el periódico y que me dejó una divertida sensación de no haberme leído nunca. Al paso me salieron algunos periodistas muy serios que me miraban con desconfianza. Luego fui sabiendo que no era nada personal, que eso era la mirada profesional. Recuerdo que allí dentro yo me preguntaba quién pagaba tanta infraestructura, de dónde salía el dinero para tanto pupitre y tanto ordenador. Es algo que me pregunto constantemente, sobre todo en Madrid. Por eso me extrañó siempre la sorpresa posterior, porque todas las burbujas requieren la fingida inocencia, una cooperante credulidad.

También me pregunté siempre si había derechas para tanto papel. Lo de La Gaceta era una derecha reactiva, yerta y cruciforme que con la crisis empezó a hacerse marginal y convulsiva, como todo lo hambriento.

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De oca en oca

 La Oca primigenia

 Oie à Rôtir

 Una siesta...

 ...dos villancicos...

 ...y muchos kilowatios después...

 ...dan lugar a la Oca de Nochebuena

Y paz a los hombres de buena voluntad

Elegía mortal y rosa por el diario La Gaceta

(Colección Look de Té)
  

Jorge Bustos

El periódico La Gaceta no llegará mañana a los quioscos. Hace ya tiempo que llegaba a ellos anémica de páginas y de razones, y solo a los de Madrid, aunque eso no se decía para que la gente siguiera pensando que era un diario de tirada nacional. La Gaceta no expira sino que a su cadáver le retiran piadosamente el respirador artificial, tan artificial como los delirios de grandeza de la dirección del grupo Intereconomía que la había comprado en septiembre de 2009 con la tartarinesca idea de construir una PRISA –qué risa– de derechas contra Zapatero. Y sí, claro, por qué no, vamos a ello y a lo que haga falta mientras la nómina entre con religiosa puntualidad. Si limpia, fija y da esplendor es el lema de la Academia, dame pan y llámame tonto es el del periodismo real.
En realidad, La Gaceta fue primero La Gaceta de los Negocios, periódico económico fundado en 1989 que llegó a pelear con Expansión y Cinco Días por el liderazgo en el sector salmón. Yo me incorporaré a ella en febrero de 2008, siendo su director José María García Hoz, que leyó un par de artículos míos en un diario local donde curraba y me hizo un contrato como no me lo hará nadie, supongo, ya. Un año y poco después le estaba haciendo una huelga porque aquella Gaceta también iba a pique y necesitó de un ERE en el que salían amigos. Descubría uno el sindicalismo solidario, no ideológico, aunque supongo que el segundo no es más que la continuación cancerosa del primero en el mismo tejido de la complicidad laboral, páginas, langostinos y petacas escondidas tras el monitor en aquella primera Gaceta mía de iniciación y locura.

De algún modo Intereconomía nos salvó y nos trajo a Castellana desde el polígono de Alcobendas en donde penábamos, y aquello estaba lleno de tías buenas y de ideología, no necesariamente solapadas, y disfrutamos de todo ello con sacerdotal aplicación. Zapatero, con su delirante día a día, regaba de espuma pavloviana los titulares tonantes de Dávila (las querellas de mañana). Al compartir la redacción con las chicas de la tele –creo que había varones también, ahora no estoy seguro–, cada jornada equivalía a preparar un examen puritano de Historia Americana y a arreglarse luego para el baile de graduación.

Ya he escrito aquí que uno entró en La Gaceta siendo un ortodoxo hombrecito de derechas y salió convertido en sindicalista de pañuelo palestino, y ahora corre tanta vacuna por mis venas que no creo absolutamente en nada más allá del monarquismo metafísico de Dalí y el individualismo lírico de Ruano. Por esa rigurosa lealtad a mis afectos personales, e incluso a mis efectos personales, no puedo evitar sentir con melancolía el cierre de La Gaceta. Y no solo por los amigos allí hechos y ya inexorables, ni las farras bebidas, ni las carcajadas autorreferenciales: también por un concepto hermosamente bufo del periodismo sin gravedad democrática (¡ni autoridad para ello!), por la crónica heterogénea, por la frontera difusa entre información y opinión, por la propuesta libérrima y atendida.

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¡Alto!

Pepe Giral, el último presidente que privatizó las armas en España


Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    Hace cuatro días un segurata del Consejo Europeo dio el alto a Rajoy en Bruselas, y si la cosa no pasó de ahí fue porque en Europa no tienen una ley de seguridad como la que Rajoy prepara para España, que hubiera permitido al segurata belga apresar al primer ministro español del mismo modo que Carlos V apresó en Pavía a Francisco I, y no quiero ni pensar qué Nochebuena nos habrían dado entre todos.

    –The Spanish president! –hubo de gritar, saltándose la Constitución Española, un funcionario del séquito a fin de impresionar al segurata y, aprovechando la duda, arrancarle de las garras al primer ministro.

    Fue un grito histórico (histérico, también), en la línea del que tuvo que pegar Lincoln a unos senadores tan recalcitrantes como el segurata de Bruselas: “Soy el Presidente de los Estados Unidos, revestido de un poder colosal.”

    Lo más parecido a aquel poder colosal de que hablaba Lincoln es el poder con que la nueva ley de seguridad revestirá en España a los vigilantes jurados, cuyas empresas, algunas de ellas participadas por políticos, están sobrepasadas por la crisis, y necesitan de un impulso legal para salir a flote colocándole los excedentes al Estado. Por una vez la izquierdona de Alberto Garzón, el que hace tuis que son juanolas para progres, lleva razón: se trata de la privatización del orden público a lo Giral, y lo sorprendente es que se oponga, pues, en materia de armas, la izquierda fue siempre neoliberal.

    También es casualidad que, con todas las industrias que tenemos para echárnoslas de liberales, escojamos la seguridad para hacerlo, y sólo espero que ese liberalismo “neocon” se lleve hasta el final, que sería la apertura de una sucursal de la Asociación del Rifle en la capital.

    Podría pensarse que son milicias para la defensa de la Constitución en Cataluña (¡los vigilantes de la raya!), pero ésa es función que ya hacen los cómicos de Chus Lampreave e Iciar Bollaín en el anuncio de Campofrío.

San Esteban


Ad maiorem Dei gloriam

Tauromaquia. "Insultar", sí; "forcejeo de manos", no


José Ignacio Ramos
 

El extorero y empresarios José Ignacio Ramos y los también promotores Mariano Jiménez y Luis Miguel Rodríguez han sido condenado a pagar una multa e indemnizar a tres militantes antitaurinos por agredirles cuando protestaron contra la celebración de un festival benéfico a la entrada de la plaza de Lerma, el pasado 4 de mayo. Ramos estaba dentro del coso cuando «fue avisado» de que un grupo de manifestantes contra el ‘maltrato animal’ «estaban increpando e insultando a la gente que compraba las entradas», por lo que salió fuera y comenzó con ellos «un forcejeo de manos». El festival se organizó para recaudar fondos para la restauración del santuario San Pedro Regalado en La Aguilera, de las monjas de Iesu Communio, y su celebración vino ya precedida de polémica. Un grupo de niños, alumnos de 4 de Primaria de un colegio de Muel (Zaragoza), que tienen una protectora de animales virtual, escribió una carta a las hermanas de la congregación que encabeza Sor Verónica para pedirles que suspendiesen la celebración del festival taurino. A cambio, les ofrecían una donación de 1.000 euros.



Jueves, 26 de diciembre

Extremos militares

miércoles, 25 de diciembre de 2013

Navidad

Los Panero

Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    Navidad es cenar en familia, pero no sólo eso.

    Pujol y Martín Villa comieron como en familia el otro día en Barcelona, y no fue Navidad.

    –Bibliotecas enteras de filosofía moral no han ejercido sobre el progreso humano influencia mayor para hacer que se respete a todo hombre, por humilde que sea; a toda mujer, a todo niño, que esta sencilla escena del pesebre representada de nuevo cada año en toda la Cristiandad –explicaba Madariaga por radio a la Alemania recién salida del nazismo que había perseguido los belenes.
    
Sin pesebre, pues, no hay Navidad, que es cenar en familia porque ha nacido un Niño.
    
De hecho, en contra de la Navidad sólo se ponen los que no tienen niños: porque nunca han venido o porque ya se han ido.

    Y por meterse con la Navidad se meten con la familia como quien se mete con los ricos.

    –Las dos cosas que más molestan: la familia y el cocido –refunfuñaba Eugenio d’Ors un día que en Zaragoza, al bajar del tren, se abrazaba a su amigo maño que le convidaba a su casa para dar cuenta de un cocido en familia, con los niños.

    Sin niños, la familia se va de las manos.

    Cuando Pemán estrenó su “Edipo” en el Teatro Español de Madrid, invitó al palco al célebre ministro de la Gobernación don Camilo (“Camulo”, en los chistes) Alonso Vega, que escuchaba absorto. A falta de cinco minutos para el final, el general, casi tembloroso, tomó la mano del autor y le dijo:

    –Pero Pemán, ¡este hombre está casado con su madre!
    
Sí, don Camilo: ¡desde hace veinticuatro siglos!
    
Hace veintiuno que celebramos la Navidad, y todos los lectores de “Los errores científicos de la Biblia” aseguran que se acaba, igual que Zapatero, con ocasión de los funerales por Juan Pablo II, aseguró en su círculo de acompañantes que la religión católica se había terminado simplemente porque ninguno de sus amigos era de ir a misa.

    Decir que la Navidad sólo es el solsticio de invierno sería como decir que familia sólo es la de los Panero.

Su coño es suyo

Cuando el bueno de John Locke intentó fundamentar teóricamente el capitalismo poniendo como principio de los principios el derecho de propiedad, no podía imaginarse que al cabo de los siglos tendría tantísimas devotas dándole la razón enfervorizadamente al grito de "mi coño es mío". Este grito es el triunfo del individualismo propietario, es decir, de un neoliberalismo radical que hace del exhibicionismo indiscriminado de lo propio una conducta moral... que resulta ser tanto más noble y más moral cuanto más se presenta a sí misma como víctima, es decir como objeto, y no como sujeto. Paradojas del (post)presente: el logos se nos ha hecho victimólogo (vivimos en el tiempo de la razón victimológica).

Miércoles, 25 de diciembre

Navidad

martes, 24 de diciembre de 2013

Dree Hemingway

 Dree Hemingway

 La bisnietísima

Esquina de Lista / Alcántara

Merry Christmas

(Colección Look de Té)

Feliz Navidad

Claudia'13

Mercado de la Paz

 Casa Dani
Mercado de la Paz
Probablemente, la mejor tortilla de cebolla del mundo
Altezas Reales a la barra

 La Central
Mercado de la Paz
La pescadilla, el lenguado, la merluza, el pulpo...


Valencia

Llegada del Madrid a Mestalla
A la vez que disparan la foto gritan "¡hijos de p...!"


Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    No iba a Valencia desde los Miura, por San José (la tarde que salió Papa el cardenal que hablaba como Evita), y he encontrado a la ciudad todavía más bonita.

    Sale uno de la hojarasca madrileña, como los sapos, te subes al Ave para ir al fútbol (el Madrid, que no es ningún Miura; si acaso, un Juan Pedro gordo) y te encuentras con la ciudad “de republicanismo y democracia” (archiburguesa, pulcra, amable, oronda, regordeta y feliz) que en 1931 describiera Gecé en su “Trabalenguas sobre España”:

    –La democracia –decía Gecé mirando a Valencia– es, ante todo, urbanidad.
    
Sí, porque la democracia, insistía, es cosa de ciudad, es política de ciudad, de ciudad burguesa y sus órganos (el café, los parlamentos, los ateneos, las Universidades y los periódicos, son cosa de ciudad).
    
Y desearías ser de un sitio así, y hasta beber la horchata de Gecé: chufa que es el desierto, color de jaguar la chufa, de acento almendrado y palestinesco, judaico, próximo oriente, ojos de chino…
    
Un chino, precisamente, se ha hecho con el Valencia. En los toros nos enteramos de lo del Papa argentino y en el fútbol nos enteramos de lo del chino millonario Lim, mientras el Madrid sale al campo “a calentar”, que con Ancelotti consiste en pachanguear ante la mirada más o menos interesante de ocho miembros de la familia de Carletto en lo que la banda de Mestalla ataca el pasodoble “Españeta” en competencia con la megafonía del estadio, que la emprende con el “Je t’aime moi non plus”, de Jane Birkin y Serge Gainsbourg, que viene a sonar como el himno de la prensa.
    
Luego, el desequilibrado duelo entre la trenka (una trenka muy Hughes) de Nico Estévez, por el Valencia, y por el Madrid, el gabán de Carlo Ancelotti, quien al final del partido buscó a Diego López para chocar la mano, lo cual podría ser señal de cualquier cosa.

    –¡Ah, si no hubiese otra cosa en el gran Blasco Ibáñez que su prurito de ser como el Zola de España!

    Qué hermosa ciudad, Valencia.