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Por Claudio Lomnitz y Rafael Sánchez
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El 30 de enero de 2009, 15 individuos fuertemente armados tomaron por asalto la sinagoga Tiferet Israel, en el vecindario de Maripérez en Caracas, Venezuela. Sometieron a los dos guardias, robaron las instalaciones y procedieron a profanar el templo, arrojando al suelo el Torah y otra parafernalia religiosa, y culminaron pintando las paredes con frases antisemitas. Entre lo que escribieron se puede leer: “Fuera, muerte a todos”, “Maldito Israel, muerte”, “666” (marca de la bestia) junto con un dibujo del Diablo, “Fuera judíos”, “No los queremos, asesinos,” una estrella de David, un signo igual y una esvástica, etcétera.
Aun siendo extremo, este evento no es ni aislado ni carece de precedentes. En los últimos cuatro años ha habido señales alarmantes de manifestaciones contra los judíos orquestadas por el Estado, incluyendo una declaración en la Navidad de 2005 hecha por el mismo Hugo Chávez: “El mundo tiene para todos, pues, pero resulta que unas minorías, los descendientes de los mismos que crucificaron a Cristo, los descendientes de los mismos que echaron a Bolívar de aquí y también lo crucificaron a su manera en Santa Marta, allá en Colombia. Una minoría se adueñó de las riquezas del mundo…”.1
Ya en noviembre de 2004 la policía incursionó en el centro social, educativo y deportivo Hebraica con la excusa de buscar armas y explosivos. Como en el caso del ataque preventivo de su Némesis, George W. Bush, las armas de destrucción masiva nunca se materializaron. Pero encontrarlas tal vez nunca haya sido el propósito de esta incursión bizarra: el evento estuvo calculado para coincidir con la llegada de una visita oficial de Hugo Chávez a Teherán. Ésta, al menos, es la interpretación que Sammy Eppel, director de la Comisión de Derechos Humanos de la fraternidad Hebrea de Venezuela, hizo del evento: “Chávez le estaba mostrando a Irán: ‘Así es como yo lidio con mis judíos’ ”2.
De acuerdo a la Conferencia Mundial Contra el Antisemitismo, que se llevó a cabo en Londres en febrero de 2009, entre octubre y diciembre del pasado año los medios de comunicación chavistas se tornaron notablemente más agresivos: Aporrea publicó 136 textos antisemitas; y desde el comienzo del año hubo un promedio de 45 publicaciones de esta naturaleza cada mes. En los 30 días entre diciembre 28 de 2008 y enero 27 de 2009, coincidiendo con la invasión israelí a Gaza, el número se incremento a un promedio de cinco diarios. En el caso de Vea, la organización alega que el contenido antisemita pasó de un solo texto en octubre de 2008, a 13 en noviembre y 16 en diciembre. Entre finales de diciembre y finales de enero esta misma publicación también promedió más de cinco piezas por día.3
Aunque este tipo de conteo puede desdibujar la distinción entre las críticas a las políticas israelíes vis a vis, los palestinos y el puro antisemitismo, la prominencia de temas, tonalidades y sentimientos clásicamente antisemitas es tan asombrosa como innegable. Así, como mínimo, desde la guerra en el Líbano en 2006, los comentarios antisemitas se han hecho habituales en los medios de comunicación que, o están controlados por el gobierno o se encuentran ideológicamente cercanos a éste, tal como Vea, aporrea.org, Cadena Venezolana de Televisión (VTV), especialmente su programa La Hojilla, y en las estaciones de radio públicas y comunitarias. Por ejemplo, Mario Silva, el ancla del principal programa de televisión del chavismo (La Hojilla), declaró en noviembre de 2007, en un momento en que se consolidaba un movimiento estudiantil contra Chávez, que la familia Cohen, dueña de la cadena de centros comerciales Sambil, “son financistas de todo esto que está pasando. Repito, a mí no me van a acusar de antisemita. He dicho desde hace bastante tiempo que aquellos empresarios judíos que no están metidos en la conspiración lo digan. Y muchos del movimiento estudiantil que está ahorita activado tienen que ver con ese grupo”.4
El mismo Chávez ha estado a la delantera en el esfuerzo por igualar a Israel con Hitler, para luego envolver a la oposición venezolana en un halo de conspiración judía. Es así que el 26 de agosto de 2006, en una visita a China, Chávez declaró que “Israel critica mucho a Hitler. Nosotros también. Pero han hecho algo parecido, que sé yo si peor, a lo que hacían los nazis contra medio mundo. Eso es fascismo”.5 Recientemente, el 10 de enero de este año, en los días previos al plebiscito para validar la reelección permanente de Chávez, el líder venezolano metió en un mismo saco a los judíos, el imperio y la oposición interna contra él: “Los dueños de Israel, en otras palabras, el Imperio, son los dueños de la oposición”.6
Estas invectivas contra los medios desde las altas esferas del gobierno encuentran su eco en los medios de comunicación chavista, en demostraciones de hostilidad pública, actos de vandalismo, intimidación y graffiti.7 Un ejemplo flagrante, y tristemente sintomático, es un artículo del 20 de enero de 2009 escrito por Emilio Silva en aporrea.org, titulado “Cómo apoyar a Palestina contra el Estado artificial de Israel”. En éste, Silva llama a que se tomen una serie de medidas orientadas a aislar a la población judía dentro de Venezuela, así como a sus supuestos aliados, en ultima instancia la oposición venezolana en pleno; también llama a la aplicación de medidas internacionales para apoyar la lucha palestina contra Israel, llama a la destrucción del Estado de Israel y asocia al judaísmo con intereses imperiales “euro-gringos”, en lugares tan alejados y dispares como Afganistán, Congo y Colombia. Más allá de los detalles de su programa político, el tono de la crítica, que encuentra amplia resonancia en la prensa chavista, muestra claramente la impronta del antisemitismo moderno. Así, Silva caracteriza al enemigo como esos “hebreos sionistas” a quienes “les duele más el bolsillo que cualquier otra cosa (incluyendo Jehová)”, y hace un llamado a sus lectores para “emplazar públicamente a todo judío que se encuentre en cualquier calle, centro comercial, plaza, etcétera, a que tome posición vociferándole consignas a favor de Palestina y en contra del Estado-aborto de Israel”.8 El efecto general de esta retórica antisemita es el de cristalizar, bajo la figura del judío, al enemigo interno y externo del chavismo, que luego puede ser o bien expulsado del cuerpo de la nación como un elemento extraño, o sometido públicamente a los designios del pueblo.
El ideólgo
El antisemitismo juega un papel crucial en la ideología del chavismo, mejor sintetizada en los escritos del argentino ultranacionalista y negador del Holocausto, Norberto Ceresole.9 Ceresole contaba con una larga historia de lazos cercanos con elementos popular-nacionalistas al interior de varios ejércitos de Latinoamérica, más notablemente, el presidente del Perú, Luis Velasco Alvarado, a quien sirvió de consejero, y la facción putchista del ejército argentino, conocidos como los carapintadas. Fue a través de este último grupo que Chávez conoció a Ceresole, quien apareció por primera vez en la escena venezolana en 1994 y le sirvió de asesor. A Ceresole lo expulsó de Venezuela la inteligencia de ese país en junio de 1995, acusado de ser propagandista del fallido golpe de Estado de Chávez contra el presidente Carlos Andrés Pérez. Reapareció poco después de que Chávez llegó al poder, en 1999, llegando a estrechar lazos con altos miembros del gobierno. Norberto Ceresole murió en 2003.
Ese mismo año publicó Caudillo, Ejército, Pueblo: La Venezuela del Comandante Chávez, un libro que esboza las ideas y estrategias políticas de Chávez de manera mucho más cercana que los escritos del libertador Simón Bolívar, a quien Chávez rutinariamente nombra como su fuente de inspiración ideológica. Chávez ha defendido repetidamente el pensamiento de Ceresole, a pesar de su posición controversial dentro del movimiento chapista —particularmente entre el ala más moderada, para la cual la posición antisemita de Ceresole no era precisamente el menor de sus defectos—. Tan recientemente como mayo de 2006, Chávez se refirió a Ceresole en su programa de televisión Aló, Presidente como un “gran amigo” y un “intelectual que merece gran respeto”.10
El boceto que Ceresole hace del chavismo se basa en la triangulación entre el líder, el pueblo y el ejército, donde lo fundamental es la relación física y corporal entre estos tres elementos, articulados por la figura de Chávez. Ceresole interpretó el mandato de Chávez a raíz de su primer triunfo electoral en los siguientes términos: “La orden que emite el pueblo de Venezuela el 6 de diciembre de 1998 es clara y terminante. Una persona física, y no una idea abstracta o un ‘partido’ genérico, fue ‘delegada’ —por ese pueblo— para ejercer un poder”.11
Consistentemente con esta interpretación, Ceresole diferencia al chavismo del fascismo, al cual se refiere, de manera poco candorosa, como “los nacionalismos europeos de la primera posguerra”, en base al hecho que en el primero no hay una estructura de partido predominante,12 siendo en cambio lo fundamental la relación física inmediata entre el líder y el pueblo, con todas las otras instancias políticas figurando meramente como canales de transmisión entre ambos. No es, por tanto, una coincidencia que Human Rights recientemente haya declarado que “un rasgo definitorio de la presidencia de Chávez ha sido el desprecio por el principio de la separación de poderes establecido en la Constitución de 1999 —y, específicamente, la idea de que un sistema judicial independiente es indispensable para proteger los derechos fundamentales”.13 La corporalizacion chavista de la política busca obviar todas las instancias representativas en favor de una relación visceral inmediata entre el líder y sus seguidores. Dentro de una semejante figuración de la política, cualquier visión alternativa es expulsada del cuerpo de la nación y reducida a un elemento ajeno y monstruoso que debe ser aniquilado.
En un esquema como éste, la figura del judío resulta altamente conveniente y los escritos de Ceresole exhiben la paranoia antisemita más tradicional. No es coincidencia que el primer encabezado de la introducción al libro de Ceresole sobre Chávez sea “La ‘cuestión judía’ y el Estado de Israel”. El lugar del antisemitismo en un libro semejante puede resultar extraño, pero Ceresole explica sus razones con suficiente claridad: “Nunca antes en mi vida había percibido el ‘problema judío’ hasta el momento en que descubrí, empíricamente, que los llamados ‘atentados terroristas de Buenos Aires’ (1992 y 1994, a cuyo estudio dediqué hasta el momento cuatro libros) correspondían a una crisis interna del Estado de Israel y no a la acción de un supuesto ‘terrorismo islámico’. Fue en ese momento, a partir de 1995, que ‘los judíos’ irrumpen en mi vida. ‘Los descubría de pronto no tales como los había conocido hasta entonces, es decir como individuos distintos unos de otros, sino como elementos imposibles de desprenderse unos de otros, un grupo unido por el odio, y para usar el término que prefieren, la ‘cólera’ ”.14
Así, Ceresole atribuyó la bomba al Centro Judío de Buenos Aires, que ocasionó la muerte de 87 personas y dejó heridas a más de 100, a los propios judíos. Es interesante que la reacción de Chávez ante el saqueo de la sinagoga Tiferet Israel no fue muy diferente: sólo se podía tratar de un ataque perpetrado por la oposición contra su régimen.15 Igualmente, Chávez ha estado entre los promotores de la idea de que los ataques del 11 de septiembre fueron el resultado de una conspiración orquestada por el gobierno de Bush orientada a culpar a los militantes islámicos y así justificar sus planes para invadir a Irak.16
De manera más general, a pesar del romance entre Chávez y una retahíla de superestrellas intelectuales de una cierta izquierda (desde Antonio Negri hasta Oliver Stone), la ausencia de consideración por las instancias representativas en última instancia convierte a la ideología y a las ideas en general en un reflejo escuálido de los gestos y gesticulaciones robustas del líder. Para decirlo en palabras de Ceresole: “El modelo venezolano no es una construcción teórica, sino una emergencia de la realidad. Es el resultado de una confluencia de factores que podríamos definir como ‘físicos’ (en oposición a los llamados factores ‘ideológicos’) que no habían sido pre-pensados”.17 En lugar de partidos políticos, instituciones representativas y, sobre todo, ideologías, el chavismo se ve a sí mismo como una relación física entre el pueblo y Chávez, con el amor como el cemento poderoso que los aglutina, y la mierda como la sustancia íntima de la oposición.
El vocabulario
Muy en línea con el boceto de Ceresole, diez años de régimen chavista han socavado la autonomía que las instituciones representativas pudieran haber ejercido en la mediación política. Este proceso ha sido ampliamente documentado por Human Rights Watch, quien, entre otras cosas, afirma que “en 2004, Chávez refrendó leyes que hicieron posible que sus seguidores en la Asamblea Nacional a la vez purgaran y abarrotaran la Corte Suprema con simpatizantes del régimen […] desde que se consumó esta toma, típicamente la respuesta de la corte a las medidas gubernamentales que amenazan los derechos fundamentales ha sido de pasividad y aquiescencia”.18 Existe discriminación rampante contra los miembros de la oposición en las prácticas de contratación gubernamental, en la emisión de documentos de identidad y en el uso de agencias del gobierno como base electoral, etcétera. En lugar de instituciones de representación independientes, el régimen ofrece amor, desbordante y sin sosiego, entre el líder y las masas.
Así, por ejemplo, en la reciente campaña por el referéndum para abolir los límites a la reelección presidencial, el lema principal era “Amor con amor se paga”, una frase que promovía la idea de que el amor espontáneo y desbordante de Chávez por el pueblo viene con obligaciones que deben ser correspondidas. El problema con sustituir la protección institucional de los derechos con el lenguaje del amor es que cualquier señal de desencanto puede ser leída como falta de amor, como ingratitud o como una afiliación oculta a los designios del enemigo foráneo: el capitalismo, el “imperialismo euro-gringo”, o, mejor aún, el Imperialismo Sionista-Fascista-Euro-Gringo.
Más allá de las apariencias, el chavismo sufre de dificultades crónicas para fijar un enemigo estable. A pesar de esfuerzos constantes por reducir a la oposición a una minúscula oligarquía interna respaldada por el imperialismo, las fricciones sociales se multiplican y los enemigos proliferan, desde los sindicatos de trabajadores hasta el movimiento estudiantil, la Iglesia, las organizaciones de la sociedad civil, etcétera. Estas dificultades se reflejan en la incontinencia verbal institucionalizada de Chávez (con actuaciones semanales en su show Aló Presidente), así como en una arriesgada, a la vez que calculada, estrategia mediática basada en ganar perfil a los ojos del público a través de una combinación de medidas inesperadas, gestos dramáticos, amenazas e insultos. En este sentido, la personalidad mediática de Chávez es consistente con la estrategia fascista de hacer a un lado toda forma protocolar y sustituirla con la gestualidad excesiva del payaso. Chávez es el Ubu Roi de Venezuela: constantemente cambiando las reglas del juego para desorientar al oponente.
La dificultad para fijar un enemigo estable es sólo el anverso de la incapacidad del chavismo para estabilizarse a sí mismo. La inestabilidad del chavismo es endémica. Las razones para ello son varias, y este no es el lugar para analizarlas en detalle. Simplemente digamos que dicha inestabilidad nace, en parte, del intento desmesurado de instaurar una revolución de corte jacobino, con todo lo que ello implica de centralización estatal, bajo condiciones de la más intensa globalización, que hacen que un intento tal o bien continuamente se atasque o, si no, se descarrile. En gran mediada ocasionada por esas mismas dificultades, la inestabilidad también nace de una política deliberada de debilitar a las instancias representativas y reemplazarlas con “amor” y un cálculo político que permite que el líder satisfaga su propia visceralidad contra sus enemigos. El resultado más inmediato de premisas tan apasionadas y sentimentales es una percepción de la política, y de la vida política, como un combate agonístico, cuerpo a cuerpo, entre “el pueblo”, unido por el “amor”, y una serie de enemigos proliferantes, unificados sólo por el odio —la “ira” demasiado bíblica que Ceresole le imputa a los judíos.
El papel del mal como la fuerza aglutinante de la oposición es central en el vocabulario político de Chávez. Chávez representa a sus enemigos como inherentemente débiles y despreciables. Necesitan del mal para poder solidificarse como fuerza política. Chávez se refiere a sus oponentes como “escuálidos”, un término que no sólo connota suciedad y abyección, sino también insustancialidad, debilidad y esmirriamiento. No es sorprendente que las figuras que la vulgata reaccionaria canónicamente asocia con la degradación se insinúen insidiosamente en este discurso. Al igual que con su admirado “padre” Fidel Castro, la homofobia forma parte de ese repertorio; aunque a diferencia del caso cubano, donde la homosexualidad fue proscrita y los homosexuales fueron perseguidos, el chavismo deja la homofobia para la invectiva sin hacerla una política institucionalizada del Estado.
Más comúnmente, los sentimientos e imágenes homofóbicos se movilizan alrededor de la figura del escuálido. Así, por ejemplo, el tema chavista en la llamada Batalla de Santa Inés —contra la campaña de la oposición en 2004 para revocar al mandato de Chávez— fue “Florentino y el Diablo”, un relato sobre un llanero, en la versión chavista muy buen mozo y masculino, que gana un duelo contra el Diablo. En la campaña se identifica a Chávez con Florentino, quien aparece en una serie de afiches y tiras cómicas como un jinete rozagante a lomos de un caballo alto y sobreponiéndose, lanza en ristre, a un Diablo aprensivo y estereotípicamente gay que representa a los escuálidos. La lanza de Florentino apunta al trasero del Diablo, en un gesto de penetración que el mismo Chávez ejecutó verbalmente. En el programa de televisión La Hojilla, Chávez usó la sodomización como su metáfora para dominar a la oposición (vamos a jugar el juego del rojo... tú te agachas y yo te cojo). Este juego verbal no cuestiona la identidad del género del propio Chávez, ya que en gran parte de Latinoamérica el hombre sodomizador no es considerado homosexual.19
Tal vez el ejemplo más triste y marcado de la homofobia oficial ocurrió durante una de las escaramuzas con la iglesia católica que, junto a los medios, es el principal oponente institucionalizado del régimen. En ocasión del asesinato de un prominente sacerdote en un cuarto de hotel en Caracas, el fiscal general de Venezuela buscó disipar las críticas a la incapacidad del gobierno para combatir el crimen diciendo que el sacerdote “participó en su muerte”,20 prueba de ello es que “se encontró excremento, y se encontraron lesiones en el ano”.21 Otro ejemplo elocuente lo proporciona Mario Silva, el conductor de La Hojilla, quien, tras llamar pato a un columnista social que criticó el mal gusto del desfile militar, y a quien en esa oportunidad acusó de homosexual, agregó: “Yo me imagino que tú serías partidario, para ver con glamour todo lo que sería el desfile, que nuestra fuerza armada vistiera de rosado, me imagino, ¿no? O con, ¿qué te digo yo?, un uniforme de tafetán con lentejuelas, una cosa así, pues, seda pura, tú serías el primero que desfilarías delante, con unas plumas, por cierto, botándote; yo no soy homofóbico, pero cada quien tiene que asumir su condición: tú no puedes hablar del ejército, el ejército es muy ajeno a lo que tú eres y tienes que respetar”.22 Pronunciamientos como éste frecuentemente vienen seguidos de declaraciones del pretendido amor del hablante por los gay y su tierno compromiso con el multiculturalismo.
La sustancia que todos los opositores tienen en común, ya sean escuálidos, patos o Gringo-Sionista-Imperialistas, es la mierda. En un discurso agresivo que pronunció rodeado de todo el alto mando del ejército, y vestido él mismo de militar, Chávez se refirió a la victoria de la oposición el día después del referéndum clave, como una “victoria de mierda”.23 Chávez frecuentemente llama a sus enemigos plastas (de mierda) así que su victorias deben ser también de mierda, y el ejército se hizo públicamente presente como fuerza de contención. Esta metáfora es tal vez sintomática de la histeria con respecto a la oposición: nunca es fácil mantener a la mierda en su lugar. Lina Ron, la líder del ala más radical del movimiento bolivariano, refiriéndose a la oposición, escribió en su columna semanal que “nosotros los chavistas radicales somos como el Guaire, mientras más M… nos echan, más crecemos, cuando nos desbordemos los damnificaremos”.24
Alguna vez un río cristalino, hoy el Guaire es una cloaca abierta que divide a Caracas en dos segmentos más o menos iguales. Pero a diferencia de su uso más frecuente en Chávez, aquí la “mierda” no es un término de abuso reservado para los oponentes; más bien es una forma de autodescripción empleada por Ron para referirse a las propias fuerzas bolivarianas, creciendo como un río tumultuoso de heces para anegar a sus oponentes. En suma, si podemos afirmar literalmente que el vocabulario “bolivariano” está lleno de mierda, ello se debe a la inhabilidad del régimen para estabilizar al enemigo político, lo cual explica la obsesión bolivariana por identificarlos físicamente: el enemigo como mierda, el enemigo como gay o el enemigo como judío.
Dualidad de poder
Uno de los rasgos clave del gobierno de Chávez, desde su inicio, ha sido la incapacidad para doblegar completamente al aparato estatal heredado a su voluntad, o para abolirlo y reemplazarlo con su propio diseño revolucionario. Después de todo, el régimen tiene un estatuto ambiguo, ya que busca llevar a cabo una revolución —concebida como una re-fundación de la nación— dentro de las restricciones de procesos electorales, convenciones constitucionales, y las expectativas de actores preexistentes internos y externos. En otras palabras, la “Revolución Bolivariana” se ha desarrollado dentro de un marco donde se espera que ciertas prácticas democráticas continúen vigentes, y donde los derechos de los consumidores, los sindicalistas, las burocracias gubernamentales, las organizaciones comunitarias y los propietarios, sean tenidos en cuenta, si no necesariamente respetados. Una estrategia para lidiar con esta situación es reescribir las reglas del juego constantemente, redefiniendo lo que es y no es legal, criminalizando la oposición y cambiando el ámbito de acción de las instituciones estatales.
En términos más generales, sin embargo, el chavismo ha tendido a desarrollar una estructura institucional dual: la vieja, crecientemente decrépita, estructura de escuelas, hospitales, carreteras, etcétera, coexiste y compite con un gobierno paralelo, sujeto directamente a Chávez, que maneja los petrodólares con un estilo más flexible y discrecional. Confrontado con la dificultad de consolidar un régimen estable, el chavismo ha optado frecuentemente por dejar que las instituciones “del orden burgués” se pudran, mientras que a la vez importa las funciones estatales más relevantes —inteligencia, educación, salud, deporte, obras públicas— como otras tantas franquicias, principalmente, de Cuba. Así, persuasivamente, Jorge Castañeda ha contrarrestado la idea de que el Estado venezolano le da a Cuba sin recibir nada a cambio. En lugar de una simplificación semejante, Castañeda insiste que el intercambio entre los dos Estados es crucial para la supervivencia de ambos: si Venezuela le da petróleo barato a Cuba, recibe a cambio inteligencia y un aparato de seguridad que es fundamental para la supervivencia personal y política de Chávez.25
En la teoría leninista clásica, la dualidad del poder entre las estructuras del antiguo régimen y las instituciones revolucionarias emergentes estaba concebida para un breve periodo de transición. En la Venezuela de Chávez, por el contrario, esta dualidad se ha tornado endémica. Como resultado, la capacidad del Estado para rendir cuentas a la sociedad se ha visto comprometida y la incertidumbre es omnipresente. Grupos paramilitares, mafias de drogas, altos índices de criminalidad, escuadrones de la muerte y corrupción prosperan en una situación semejante. Respondiendo a las manifestaciones de alarma en la prensa y la comunidad internacional ante el saqueo y la profanación de la sinagoga Tiferet Israel, el gobierno produjo una serie de culpables que incluían ocho miembros fuertemente armados de una policía municipal. Dadas las estructuras de gobierno dual, y la difusión de armas entre grupos sociales de tendencias variadas, la significación de tal hallazgo es difícil de evaluar. La pregunta de si un grupo de esta naturaleza opera siguiendo instrucciones emanadas de arriba, o si se trata de simples vándalos ocultándose tras la retórica antisemita difusa que el gobierno ha hecho suya es, en cierto grado, irrelevante. Cuando las pandillas andan hasta tal punto por la libre, el Estado mismo se comporta cada vez más como una pandilla.
La “guerra de religiones”
El saqueo de la sinagoga Tiferet Israel claramente prendió muchas alarmas en los medios locales e internacionales. A medida que las críticas subieron de volumen, la posición inicial de Chávez se hizo insostenible. Su primera reacción fue culpar a la oposición por el ataque. Dada su tendencia a fusionar oposición, imperialismo y judíos, la posibilidad de un complot judío casi se sugería sola. Pero, confrontado con el clamor, Chávez no siguió ese curso de acción e instruyó a su ministro para que encontrara a los culpables, lo cual hizo en una semana. Paralelamente a abrir paso al trabajo de los tribunales, Chávez insistió en que la libertad de cultos era, y seguiría siendo, respetada en Venezuela, como si la libertad de cultos fuera lo que realmente estaba en discusión.
La reducción del antisemitismo a una modalidad de intolerancia religiosa es un subterfugio. Le permite a Chávez concentrarse en asuntos de pluralismo religioso y a la vez sustraer la atención pública de sus ataques impenitentes a los judíos y, de manera más general, a la figura del judío como la encarnación suprema de la abyección. Estos son sus blancos reales. Desde la época del Asunto Dreyfus, el antisemitismo moderno se ha conectado con ansiedades relacionadas con la integridad nacional y no con el pluralismo religioso per se. A Chávez le pueden desagradar los 15 mil judíos venezolanos, pero el problema más serio es que ha elegido caracterizar a su oposición como antinacional. Aquí es donde se inserta la figura del judío. La libertad de cultos nunca ha sido un problema en Venezuela —hay demasiados protestantes, católicos y hasta suficientes judíos y musulmanes para hacer de la abolición de la libertad de cultos algo políticamente impracticable y completamente impopular—. En este sentido, la “garantía” de la libertad religiosa de Chávez es un escamoteo vulgar.
Sin embargo, tampoco puede decirse que la religión no tenga importancia. En la guerra entre el “pueblo del amor” y el “pueblo de la mierda”, el simbolismo religioso viene como anillo al dedo. El editor y líder opositor de izquierda Teodoro Petkoff, ha señalado que Chávez reduce el conflicto entre Israel y Palestina a una guerra de religiones. Tras los ataques desproporcionados y mortíferos de Israel a Gaza, Chávez rompió relaciones diplomáticas con Israel. Menos destacado en los medios internacionales fue la manera provocativa del gobierno de expresar solidaridad con Palestina: el ministro del Exterior encabezó una delegación oficial, con todos sus miembros usando una kiffiah, hasta la mezquita de Caracas. Expresando su solidaridad en una mezquita en vez de un edificio del gobierno, Chávez identificó la causa palestina con la causa del Islam (implícitamente solidarizándose con Hamas, por encima de la Autoridad Palestina), e identificó a la nación venezolana con el Islam, así como identifica al judaísmo con el Imperio.26 El graffiti chavista equipara la estrella de David con la esvástica, también proclama que “Islam es nuestro Patrimonio”. Paradójicamente, este juego de identificaciones y equivalencias convierten el aclamado pluralismo religioso de Chávez en una suerte de guerra de religiones.
Está claro que el antisemitismo bolivariano tiene amplias implicaciones y efectos sobre la sociedad venezolana. Para la comunidad judía el efecto inmediato es sembrar dudas sobre la pertenencia nacional de los judíos venezolanos. Tras el incidente de la sinagoga, este mensaje no pasó inadvertido y, en una demostración de protesta, miembros de esa comunidad marcharon enseñando sus tarjetas de identidad. En años recientes la comunidad judía en Venezuela disminuyó de 15 mil a unos 12 mil individuos, y es posible, irónicamente, que al intimidar y discriminar a los judíos venezolanos, Chávez ha incrementado la emigración hacia Israel. La postura del gobierno venezolano contamina la discusión de la cuestión palestino/israelí con el veneno del antisemitismo, inhibiendo una discusión justa y productiva en el seno de la izquierda. Finalmente, la insistencia presidencial en una política denigratoria arruina la promesa del movimiento progresista venezolano, haciendo imposible una discusión franca y, sobre todo, productiva del clasismo y el racismo que sin duda anidan en sectores de la sociedad venezolana. Como en el caso de su primo lejano, el peronismo, la dependencia de Chávez de una política de confrontación y ventajismo desmedido sólo puede resultar en atrincheramiento. Tal como venimos sugiriendo, el costo del antisemitismo bolivariano es tan oneroso para la sociedad en su conjunto como para la comunidad judía. Cuando un régimen combina populismo, uniformes miliares, homofobia y antisemitismo, es hora de preocuparse.
Claudio Lomnitz. Director y profesor del Centro para el Estudio de Raza y Etnicidad de la Universidad de Columbia. Es autor de Death and the Idea of Mexico.
Rafael Sánchez. Profesor del Centro de Estudios para Latinoamérica y el Caribe de la Universidad de Nueva York.
1 http://www.gobiernoenlinea.gob.ve/docMgr/sharedfiles/ Chavez_visita_Centro_Manantial_de_los_suenos24122005.pdf; sábado 24 de diciembre de 2005.
2 “Judeofobia endógena”, El Universal, marzo 8, 2009.
3 Ídem.
4 “Antisemitic religious prosecution from Hugo Chavez’s regime”, http://www.youtube.com/watch?v=eKWGA510zbE. Accesado la última vez el 10 de junio de 2009.
5 “Así opina Chávez de los judíos”,http://www.youtube.com/watch?v=0Rnr-b1g4ic. Accesado la última vez el 10 de junio de 2009.
6 In Telesur.net.
7 Para una lista parcial de estas expresiones, ver el sitio en la red de la Liga de Anti-Difamación, http://www.adl.org/main_Anti_Semitism_International/Chavez_Venezuela_Under-Threat.htm.
8 Martín Sánchez, editor de Aporrea, removió la nota de Silva de este sitio en la red el 6 de febrero, es decir, una semana después del ataque a la sinagoga, http://www.aporrea.org/actualidad/a71876.html. Accesado por ultima vez el 10 de junio de 2009.
9 Para la negación del Holocausto por parte de Ceresole, ver Caudillo, Ejército, Pueblo: La Venezuela del Comandante Chávez, Estudios Hispano-Arabes, Madrid, 2000: 14-27. Ver también: Terrorismo fundamentalista judío, CEAM, Buenos Aires, 1996; El nacionaljudaísmo, Libertarias, Madrid, 1997; La falsificación de la realidad, Libertarias, Madrid, 1998, y La conquista del imperio americano, Al-Andalus, Madrid, 1998.
10 Programa No. 255 m- Aló Presidente; 21 de mayo de 2006.
11 Ceresole, op. cit., p. 29.
12 Ídem.
13 http://hrw.org/reports/2008/venezuela0908/pp. 1-2.
14 Ceresole, op. cit., p. 20.
15 “Chávez condena ataque a sinagoga en Caracas”, 1 de febrero de 2009. http://www2.esmas.com/noticierostelevisa/internaccional/0523/ chavez-condena-ataque-sinagoga-caracas
16 AP, 12 de septiembre de 2006.
17 Ceresole, op. cit., p. 30.
18 Human Rights Watch, pp. 3-4.
19 Hugo Chávez: “Rojo y piragua”, 12 de septiembre de 2006. www.youtube.com/watch?v=kKATJTWb_h8, 20 “Fiscal se pronuncia ante las declaraciones del CEV y CICPC en caso del padre Piñango”.
20 http://www.mci.gob.ve/noticias/1/4625/fiscal_se_pronuncia.html, 28 de abril de 2006.
21 “Isaías Rodríguez, Venezuelan Attorney General”, 26 de abril de 2006. http://www.youtube.com/results?search_type=&search_query=“Isaías+Rodríguez%2C+Venezuelan+Attorney+General%2C”++&aq=f
22 “La descarga de Mario Silva al ‘pato’ Roland Carreño”, 6 de julio de 2008. http://www.noticias24.com/actualidad/noticia/15502/la-descarga-de-mario-silva-al-pato-roland-carreno/
23 Chávez: “Fue una victoria de mierda“, 5 de diciembre de 2007. http://www.youtube.com/watch?v=ed7gB2MmSmM
24 Lina Ron: “Los chavistas somos como el Guaire…”, 12 de octubre de 2008. http://www.noticias24.com/actualidad/noticia/18666/lina-ron-los-chavistas-somos-como-el-guaire/
25 “The Plot Against the Castros”, Newsweek, 14 de marzo de 2009.
26 “Chávez y la sinagoga”, Tal Cual, 12 de febrero de 2009.