viernes, 31 de julio de 2020

No comas... ¿qué?


Detrás de la protagonista de esta entrevista con títular clickbait hay una historia de dinero de dudosa procedencia que acabó en manos de su familia, sociedades en paraísos fiscales, conflictos de intereses, industria de derivados del petróleo, etc. Hilo.

Gregorio Corrochano, el cronista de conjuntos

Cien años de la muerte de José Gómez Ortega, Joselito Gallo,
 narrada por Corrochano


ABC AL PASO

El crítico de conjuntos

GREGORIO CORROCHANO PIERDE LAS NOTAS DE LA CORRIDA Y CUARTERO LE DICE QUE HAGA "UNA CRÓNICA DE CONJUNTOS"


Ignacio Ruiz Quintano

    Gregorio Corrochano, único Papa de la Crítica Taurina, tiene arranques literarios de una belleza céliniana (para los novísimos: de Céline, no de Cela). Por ejemplo:

    –Andábamos en ABC cuidando mucho la información de la guerra del 14 cuando murió Dulzuras, nuestro revistero de toros.
    
Dulzuras (que, en realidad, muere cuatro meses antes de la guerra) es Manuel Serrano García Vao, que lleva en ABC el cuento de los toros, que se cuentan de uno en uno y por su orden. Es un trabajo sin firma, y Corrochano va de pinche a la grada del 9 con Dulzuras, que le enseña (no es ninguna tontería) a seguir con la vista al toro, pues donde está el toro está la corrida. Muerto Dulzuras, don Torcuato llama a su despacho a Corrochano para encargarle la sección de Toros.
    
Cuando los periódicos eran grandes, había un instante sagrado, ese vértigo que se abre ante el primerizo cuando la mano del director (dirigir, recuerda Corrochano, es algo más delicado que mandar) se posa sobre tu hombro con la fórmula “tuyos son los toros” (o “tuyo es el fútbol”, como me dijo a mí Ansón) y sales de allí en globo y con aspecto de pianista precoz.
    
A mí con que no me confunda usted un par de banderillas con una estocada, me basta. Usted será cronista de toros –dice don Torcuato a Corrochano, que hace el relato que es la gran lección del triunfo periodístico.
    
Al empezar, se siente acechado por aquellos solicitantes “que nunca supe quiénes fueron”. Y un día, en una nota de una corrida de provincias, hay una errata. Dice: “Picando se distinguió Gamero”. Un periódico taurino arremete contra el nuevo y dice: “Cómo se ve que al frente de la sección taurina de ABC no está ya Dulzuras. ¿No sabe usted, señor Gorrochano, que el picador se llama Camero y no Gamero?” El aludido contesta: “Sí lo sabía, y para que no vuelva usted a caer en la misma errata que yo, le hago saber que yo me llamo Corrochano y no Gorrochano”.
    
Lo que se me resistía era ir paso a paso con la corrida. Pero no me atrevía a romper las normas tradicionales de ABC. Hasta que un día llegué a la Redacción y le dije al redactor-jefe, el inolvidable José Cuartero: “He perdido las notas de la corrida y no puedo hacer toro por toro”. Cuartero, masticando el puro, me dijo: “Haga usted una crónica de conjuntos”. No esperaba yo otra cosa ni otra oportunidad para variar el estilo de la revista de ABC.
    
Había nacido la crítica de toros literaria, cosa que escapa a un inteligente como Neville (“Realmente los críticos taurinos han llegado a un grado de cursilería fabuloso. De esto tuvo un poco la culpa don Gregorio Corrochano; pero éste, por lo menos, tenía muchísimo talento”).
    
A la noche siguiente, entra don Torcuato a la Redacción y dirigiéndose primero a Cuartero, como siempre, pregunta: “¿Quién ha hecho hoy la crónica de toros?” “Corrochano”, contesta.

    –Y viniendo a mi mesa don Torcuato, me dice: “Muy bien. Siga usted haciendo crónicas y fírmelas. Ya le dije que usted sería cronista de toros”.


Gregorio Corrochano

El mal que no cesa

Último diciembre en Arroba de los Montes

 Amanecer pandémico en Córdoba



Francisco Javier Gómez Izquierdo

        Conforme se va enredando el Cafarnaúm -que diría don Josep Pla- de la Liga, más evidentes se hacen los signos distintivos del español de los últimos mil años; ese individuo que galopa en busca del descuido del prójimo o del abrazo de la Fortuna, que es Diosa con la que creemos tener confianza.
    
No. No es necesario haber leído a Gracián para hacerse una idea de los tradicionales vicios y culebreos nacionales. Basta escuchar lo que se suelta en las distintas sedes de los clubes de fútbol de este pestífero 20, para hacerse perfecta idea del egoísmo que esconde tanto aire de orgullo y nobleza como “blasona nuestro escudo”. Gracián, como maño, libraba al aragonés de las debilidades de otros reinos, pero ayer era el Zaragoza el que barría como al descuido y proponía no jugar play off, y dar la plaza de ascenso a Primera al que más se la merece. Al tercer clasificado. Es decir, al Zaragoza. “No sé” son dos monosílabos que uso inconscientemente en cuanto hablo con alguien sobre lo que hacer mañana, dentro de una semana y no digamos un mes. Me sale el “no sé” por cómo amanece el mundo cada día y a pesar de pecar a conciencia de optimista -he renovado el abono del Córdoba, un equipo que no está claro aún de quién es, si va a desaparecer, si nos van a dejar entrar a ver los partidos a El Arcángel-, en el fondo creo que no se va a poder disputar la Liga que viene. Si se disputa será lo que quieran llamarla, pero no será Liga de fútbol. Si acaso se venderán, la Primera y Segunda, como series y para hacerlas atractivas en televisión se estrujará el VAR para parir penaltys de manos involuntarias y dar y anular goles por milímetros de un codo en fuera de juego. ¿Por qué se dice que es un acierto del VAR anular un gol en fuera de juego porque media bota del atacante lo estaba?  El otro día anularon al Sassuolo cuatro goles en fuera de juego por milímetros. Cuatro goles que están ahí para verlos y que en el fútbol sin tele, en el que se juega en el campo, serían goles. “En caso de duda del árbitro, debe darse gol”.  Ése error milimétrico es el auténtico fútbol. El que por desgracia sólo se va a poder ver en 2ªB y 3ª. Lo malo es que tampoco creo que nos dejen.
     
Ayer se desbarataron las intenciones de pasar San Roque, el santo de la peste que abandonado nos abandona, en los Montes de Toledo con la familia de mi doña. Allí, al pueblo donde me refugio para disfrutar con todo tipo de bichos, ha llegado el mal a traición y como al acecho y ha sorprendido a un personal que creía estar lejos de las noticias de la tele. Da reparo moverse y plantarse donde vive familia que está sana sin saber con seguridad lo que puedes acarrear involuntariamente. Está pasando en los pueblos. Llegan los veraneantes jóvenes. Confraternizan porque las cuadrillas de los pueblos chicos son como son y no es cosa de reprochar en despoblado lo que se consiente en las barriadas. Hasta el quinto día no da la cara el traidor que viene camuflado en un Pedrito, el hijo de Pedro, sano desde Madrid, Bilbao, Barcelona, Badajoz.. y ¡claro está, se lía morrocotuda! Ha pasado en uno de los lugares a los que acudo con frecuencia. No me sorprendería que pasara en mi pueblo de la Demanda, saludable descanso también de emigrantes en las capitales... o en Barbate, pueblo que con tanto cariño me ha acogido. “No sé"... De momento, me quedo en casa, con el ánimo aplastado por la tristeza que ha puesto nido en Arroba de los Montes.

     ¡Y el mundo del "fúrbo" sin echar cuentas del panorama que se avecina!

Algo en su personalidad (Trump y el voto por correo)


«Alemania paga a Rusia miles de millones de dólares al año por la energía
 y se supone que debemos proteger a Alemania de Rusia. ¿De qué va esto?»


Hughes
Abc

Trump usa mucho las redes sociales. Con todos los medios en contra, o en vías de estarlo, como la Fox, Twitter es fundamental para él, aunque a veces, cada vez con más frecuencia, le borren los mensajes. Trump vulnera sus reglas como no lo hace el ayatolá que pide acabar con Israel.

Si el tuit le sobrevive, después llega la interpretación de los medios. Con ella Trump maneja una estrategia traviesa que va más allá de lo evidente. Ayer, por ejemplo, tras referirse al voto universal por correo y a su posible manipulación, sugirió la idea de retrasar las elecciones. No lo afirmó. Lo preguntó. ¿A quién? Seguramente a los demócratas y a sus medios (a los medios), tan preocupados estos cuatro años por la limpieza y escrupulosidad del proceso electoral como para haber alimentado la fantástica trama de la injerencia rusa. A ellos, más que a nadie, les interesa la seguridad del proceso. ¿O es que ya no hay rusos?

Trump no afirmó nada, porque ni siquiera tiene el poder de retrasar las elecciones, una facultad del Congreso, pero en minutos se produjo la reacción demócrata y sus ecos internacionales, que son casi todos. Estaríamos ante una respuesta dictatorial por las malas encuestas, pero ¿acaso Trump ha tenido alguna vez una encuesta buena? Nunca, y además hay más encuestas que hablan de lo que le cuesta a un conservador confesarse como tal, encuestas que dicen que no nos fiemos de las encuestas.

Ya en 2016, el prestigioso «New York Times» le daba a Hillary el 91 por ciento de probabilidades de ganar. Trump lo asume y esta semana bromeó sobre la alta popularidad del doctor Fauci. «Si trabaja conmigo, si hago lo que me dice, si hacemos lo mismo, ¿por qué él está arriba y yo abajo? Debe de ser algo en mi personalidad».

Puestos a fijarnos en sus tuits, podríamos hacerlo en otro de ayer: «Alemania paga a Rusia miles de millones de dólares al año por la energía y se supone que debemos proteger a Alemania de Rusia. ¿De qué va esto?». Y añadió que Alemania es muy incumplidora a la hora de pagar su aportación a la OTAN. Aun inspirada por él, es una pregunta interesante: si no hay Guerra Fría, ¿por qué vivimos como si la hubiese? Quizá no sea sólo su personalidad, Trump acertó con eso como acertó con China, de cuyos uigures en campos de concentración no hablan mucho, o nada, los del Black Lives Matter. Ni los de allí, ni los de aquí.

Viernes, 31 de Julio


Divino labrador, honor de España

jueves, 30 de julio de 2020

Julio Camba, el gato en el tejado



ABC AL PASO

El gato en el tejado

JULIO CAMBA, "LA INTELIGENCIA MÁS PURA Y ELEGANTE DE ESPAÑA", PERO EN LOS 80 CITARLO ERA DE FACHA


Ignacio Ruiz Quintano


    Julio Camba es el único gato que ha dado el periodismo español. Todo lo demás han sido o perros (cuzcos) o pájaros (de cuenta).

    –¿Camba no es el que se descojonaba de la República? –oí decir una vez a un director que luego se presentó al premio Camba (¿ habrá algo más a la contra de Camba que un premio Camba, cosa que, desde luego, encantaría a Camba?).

    En los 70, en Madrid, los renacuajos de la demonarquía (gobierno de las ranas, para Alejandro Sawa) literaria se alimentan de Umbral, pero a Umbral uno lo trae leído de la provincia, y en la capital se le hace un Amilibia perdido en el cruce de la “inmensa minoría” de Juan Ramón y la “inmensa mayoría” de Blas de Otero, entre la mística un poco cochinona de don Pedro Sainz Rodríguez y la poesía pesadísima de Celaya, que era social, como la policía política.

El escaqueo del Periodismo complutense (donde te metes en un lío si opinas que la democracia representativa es cosa más de Hamilton que de Suárez y Carrillo) está en Camba, aunque citarlo en los 80, cuando nadie lo lee, es de facha. Así que, entre Umbral, el contraportadista de “El País” (lo tratamos en los cotillones de Pilar Trenas en su casa de las afueras, donde le levantas la copa al mismísimo Pepe Martín, conde de Montecristo), y Camba, el portadista de ABC (sus artículos arrancan en portada), uno mira a Ullán (¡bendecido por Ruano!), que un agosto le levanta la última de "El País" a Umbral y que te da la distancia buena en un oficio en el que todo lo que no cambia de espacio, cambia de tiempo.

No te imaginas a Camba en ese mercado de giliporcelanas madrileño de las negritas (“a cada negrita mía, diez de las tuyas”), morse del prestigio de la recita.

A Camba lo sorprende una tarde Bonafoux restregándose las legañas frente a un buzón de Correos donde ha echado un artículo, que no puede salir porque el buzón está cerrado por ser domingo y, escéptico y tranquilo, pregunta:

¿Habrá ocurrido algo importante en este país desde hace unos cinco o seis días?

Camba es gato de tejado. Es decir, la inteligencia más pura y elegante de España (Ortega); el cronista más agudo, divertido y sarcástico del periodismo (Luis Calvo).

Un gran escritor que no lo sabe, y a quien la profesión, el tener que ganarse la vida escribiendo, le amarga la vida.

Camba con Borita Casas y Juan Cristóbal

Escribe poco y corto (¡escribe a la fuerza!), pero treinta y cuarenta años después de su muerte, el primer lunes de cada mes, sus Amigos (eso que nunca tuvo) se citan en Casa Ciriaco (donde la bomba de Morral, por la que Camba estuvo declarando) para cenar a su salud la gallina en pepitoria de Ángel Chicharro. Allí nos enteramos por José María Alfaro de que Ortega llevaba en su cartera un retrato de Gary Cooper.

Borita, ven, que te embalsamo –le dice al irnos, en el guardarropa, Olano a Borita Casas, desplegando el gabán de falso astracán adquirido con los ahorros de “Antoñita”.

  ¿Cómo no echar de menos a todos esos locos fantásticos?

No sé si Camba seguirá vivo. Su muerto, el que todos llevamos al hombro, inspiró el disparo de Belmonte.


Jueves, 30 de Julio



El Porvenir

miércoles, 29 de julio de 2020

Sofía Casanova, en el antro de las fieras

Sofía Casanova por Fresno

ABC AL PASO

A vueltas con Trotski

SOFÍA CASANOVA, DE POETA EN LA CORTE DE ALFONSO XII A CORRESPONSAL EN EL ANTRO DE LAS FIERAS BOLCHEVIQUES


Ignacio Ruiz Quintano


    Sofía Casanova (“Babunitka” para su familia y “Sofitina” para los demás) es una Rosalía pasada, en vez de por la calle de la Ballesta (en el 13 de esa picantona calle madrileña escribe Rosalía “La Flor”), por la Revolución soviética, cuyos crímenes describe como corresponsal de ABC con pluma de madera y tinta Pelikán azul y negra.
   
 –Conozco España –le dice Trotski, a quien entrevista “en el antro de las fieras”–. Tengo buenos recuerdos, aunque la Policía “comme de raison” me trató mal. Mi amigo Pablo Iglesias estaba a la sazón en un Sanatorio.
    
A Trotski, a cuya caricatura cómica juega hoy en el teatrillo español Errejón, lo había entrevistado en el calabozo madrileño el Caballero Audaz, que le ve parecido con Pío Baroja. Está enchiquerado por falsificación de pasaporte.
    
La ficha está plagada de errores –se queja el futuro creador del Ejército Rojo–. Pone que soy cosaco, labrador, vagabundo y cuatrero. Procedo de una familia israelita ¡y no he montado en mi vida a caballo! Mi pasaporte está extendido a mi verdadero nombre, León Davidovich Bronstein. León Trotsky es mi seudónimo, como el de usted es Caballero Audaz. No tengo culpa de que la policía ignore esto.
    
Rubia de ojos verdes, a Sofía la dejarán ciega “en un choque de bolcheviques” en Petrogrado. Gallega de Almeiras, a los doce años se establece en Madrid, protegida por Campoamor, que la introduce en la corte poética de Alfonso XII, el rey del Pacto del Pardo (¡la otra Transición!), consenso (entonces, tejemaneje) que Sánchez-Albornoz pone en boca del Pacificador, de 27 años, en su lecho de muerte:
    
Cristinita [a María Cristina de Habsburgo, su esposa], no llores, todo puede arreglarse en bien de España. Guarda el c…, y de Cánovas a Sagasta y de Sagasta a Cánovas.
    
Se atribuye al parecido de Sofía Casanova con la infanta Eulalia de Borbón, hija menor de Isabel II, el cariño que le toma el Rey, en cuya corte literaria pulula/ulula, un polaco excéntrico, amigo de Platón y del ayuno, venido a España a estudiar el pesimismo de la mano de Campoamor, que es un optimista de paliza: se llama Wincenty Lutosławski y se casa con Sofía “porque le han predicho que el hombre que liberte a Polonia nacerá de madre española”.
    
Prestigiado por el 98, el pesimismo es la monda del momento, y el mismo Ortega se levanta contra la Real Orden de 1920 que impone la lectura del Quijote en las escuelas, por el profundo pesimismo que, según él, empapa la obra clave de la decadencia española: su lectura escolar lastraría a las promociones llamadas a levantar y modernizar el país, prejuicio que hoy se desvanece a la vista de cómo tienen el país las promociones que ignoran incluso el nombre de Cervantes.
    
En las crónicas de Sofía Casanova, que oye con los ojos (el fenómeno de la audición coloreada, tan caro a Rimbaud, lo descubre Baroja en 1899 a los lectores de “Revista Nueva”), aún conmueve su distancia espiritual para asomarse al “infierno bolchevique” echando mano de “frases chinas”, ese tipo de frases, decía madame de Staël, que contienen más reverencias que palabras.


Sofía Casanova

Miércoles, 29 de Julio


El templete

martes, 28 de julio de 2020

Julio Casares, el Pat Garrett de Valle-Inclán



ABC AL PASO

El Pat Garrett de Valle-Inclán

JULIO CASARES, LA INMORTALIDAD DEL DICCIONARIO Y UN ESCÁNDALO MONUMENTAL

Ignacio Ruiz Quintano

Lo que imponía a un becario de los 70 en ABC era echar la firma en el mismo papel que don Julio Casares, que dominaba casi los mismos idiomas, dieciocho, que años tenía uno y que era autor de uno de los dos diccionarios útiles, “el Covarrubias” (Tesoro de la Lengua Castellana o Española, 1611)… y “el Casares” (Diccionario Ideológico de la Lengua Española, 1942).

    Casares tiene en su haber las dos realizaciones que deparan la inmortalidad, un diccionario interesante y un escándalo monumental: la lectura, lápiz en mano, de la obra de Valle-Inclán, y lo que descubre lo publica en “Crítica profana”, 1916.

    –La crítica de un libro es la imagen del mismo a través de un temperamento.

    Con su lápiz y su temperamento (el mismo arte cisoria con que García Viñó desplumará los pollos sagrados de la Santa Transición), Casares (¡el Pat Garrett de Bradomín!) halla en los libros de Valle-Inclán la cueva de un perista: el estilo (religiosidad y blasfemia) de Barbey d’Aurevilly; el tresillo de adjetivos, en final de frase, de Eça de Queiroz, de quien traduce “saudoso” (nostálgico) por “suave”; y páginas enteras de las “Memorias” de Casanova.
    
La escena, el ambiente, los personajes, las “sensaciones”, el estilo, las palabras… todo, “todo” está literalmente reproducido. Es uno de esos casos en que, según Bayle, el plagiario se lleva “no sólo los muebles, sino también las barreduras; no sólo el grano, sino también la paja, la cascarilla y hasta el polvo”.
    
Niega además que Valle-Inclán, “horro de humanidades”, haya podido ser vehículo del simbolismo, que supone erudición, dominio de lenguas sabias, conocimiento de las literaturas inglesa y alemana, entusiasmo por Wagner y un concepto hegeliano del arte que produce, como tendencia, la encarnación de ideas en los personajes, y, como procedimiento, el empleo del símbolo…
    
Todos los artistas se ponen de parte del genio gallego; después de todo, la república de las letras consiste mayormente en que uno cobra lo que otro escribe.

    –Se pronuncia la palabra plagio, y he aquí a la muchedumbre arremolinada y atónita: en realidad, todo esto es sólo nuevo para el vulgo –interviene Rafael Cansinos Assens, “el gran galgo señorial y apolillado de la judería madrileña” que va por las calles, dice Ruano, como un gallo desplumado.

¿Plagio? Nuestra literatura es de rumiantes que se van pasando, de generación en generación, el bolo alimenticio de la raza.

    Con Valle-Inclán, precisamente, tiene Ruano “una extraña coincidencia amorosa”. La muchacha le enseña una carta de don Ramón diciéndole que sólo había sentido ser manco aquella tarde en que sólo pudo abrazarla con un brazo.
 
Me hizo mal efecto el inocente autoplagio: aquello de no haber podido abrazar más que con un solo brazo lo había dicho ya don Ramón a propósito de la muerte de una hija suya.
 
Nos queda la pregunta de Casares (violinista, ebanista, diplomático) al periodismo: “¿Ustedes creen que es el lenguaje una guitarra de su propiedad y que pueden poner en ella los dedos como les dé la gana?”
 
   

Querulantes



Francisco Javier Gómez Izquierdo

       Querulante: (Delirio paranoico) Lleva a la persona que lo padece a sentirse ofendido y tener necesidad de exigir reparación de las injusticias y perjuicios que cree haber sufrido.
       
Mis muchos años de talego me enseñaron a observar, a escuchar y sobre todo a detectar el arte del enredo en individuos acostumbrados a practicar todo tipo de falsificaciones verbales y escritas con ánimo de engañar. “Mirusté que no’stoy apuntao entodavía pero yo en la calle ib’al curto del Señó. Déjeme salir del módulo para ir con los hermanos”, recuerdo que me dijo un Gómez a la puerta del celular de la cárcel de Córdoba. “Usted me puede engañar a mí pero recuerde que a Dios, no. Vaya usted” le contesté abriendo la puerta. Desconcertado, el Gómez me miró sin saber que hacer y optó por volver al patio.  “..bueno, bueno, ya iré cuando me apunte el hermano Rafael”.
     
La mayoría de los internos desistía a la primera cuando veía que su trola no colaba para salir del Módulo con ánimo casi siempre trapicheante. Reconozco que me caía mejor el golfo descarado que los domingos sin actividad decía directamente: “...déjeme salir que me busque la vida a ver si los voluntarios que vienen al Módulo 1 me dan unos bisontes”.  Uno sabía que andaba entre perillanes y los años te iban enseñando a torearlos. De los que teníamos que cuidarnos era de los querulantes, un palabro que aprendí hace muchos años y que  define perfectamente a un tipo de insatisfechos y “tocapelotas” siempre quejosos de su situación. El querulante es un preso con un rimero de instancias en el “chabolo”. Rellena cinco o seis diarias denunciando al gavetero porque siempre le da el cuarto de tortilla mas pequeño, porque no le echa hielo en el gazpacho, porque se ha convertido al  vegetarianismo y no le dan un plátano que sobraba..., se queja del funcionario que le ha puesto un parte “por la cara” porque la mitad del porro no lo tenía en la mano sino que estaba en el suelo de la celda; al director porque no le permite pasar cuatro libros por paquetes; al  policía que lo detuvo y se quedó con 500 pesetas; al del “colomato” ante el juzgado de Vigilancia “porque en un paquete de Fortuna bien precintado y como nuevo, al abrirlo venía relleno con papel de periódico. “Ya me pasó en la cárcel de Alhaurín, Señoría..”. Todas estas tontadas había que registrarlas en dos libros distintos, hora, día, motivo, autoridad a la que iba dirigida, dar copia al interno... En la cárcel vieja de Córdoba, a veces el preso quejica entretenía al funcionario para que desde la calle lanzaran una bola de plastilina rellena de pastillas, chocolate ó heroína.
      
El preso querulante no descansa y se ofrece en el módulo a redactar cualquier queja, haciendo de su vicio profesión, a cambio de un paquete de Fortuna y un café doble. Sus afanes nunca tienen respuesta favorable pero se justifica con toda la razón del mundo: “Es que me tienen fichado y van a por mí”, confesaba cuando se rechazaba un nuevo "habeas corpus" interpuesto a nombre de un traficante de personas del Camerún.. ¡Con el "p'olsaco" que da que te pongan un Habeas Corpus! ¡Y encima sabiendo que no ha lugar!
      
¿A cuento de qué viene este recuerdo carcelario? Pues, mire usted: A cuento del guirigay que se ha formado en la 2ª División. Cuando he visto que el Extremadura, descendido antes de la disputa de la última jornada en cuestión, se considera maltratado por defectos en la competición y exige la permanencia poniéndolo por escrito, al momento me viene la figura del querulante. Confieso que me lo esperaba. Con Oliver por medio, no hay asunto por muy claro y adverso que parezca que no tenga posibilidad de ser interpretado a favor en un juzgado. Que proteste el Numancia, pase, pero el Extremadura o el Rácing...
     
¿Y la pretensión del Rayo Vallecano de echarla como cuando las pandillas setenteras nos jugábamos un duro en el campo del Silo, a un partido a ver quién juega el play off de ascenso? Los vallecanos no consideran que el Fuenlabrada tenga derecho, pero entienden que ellos sí. Un lío enredado con indisimulado ventajismo que no sabemos cómo acabará, pero no estaría de más que los de la UEFA, con ocasión de la Champions y en vista de lo que pudiera ocurrir, redacten lo que mejor proceda en derecho por si por un poner, en semifinales, el rival del Atlético tiene dos o tres positivos por este COVID que nos acogota.

Martes, 28 de Julio

Valle de Esteban

¿Celada es un espino tan sangriento?
¿Pluma un azote en púrpura bañado?

lunes, 27 de julio de 2020

Ciencia y Fútbol

El ojo del VAR


Ignacio Ruiz Quintano
Abc

La ciencia es la manzana que el barbero te mete en la boca para poder afeitarte. De hecho hay tantas variedades de manzanas (royal, fuji, golden, pink lady) como de ciencias. El VAR, por ejemplo, es la tecnociencia del fútbol: sus decisiones van a misa y no tienen apelación, porque el puesto de la religión lo ocupa ahora la ciencia, cuyo representante en España es el Doctor Simón, un frailón de misa y olla como aquellos zopencos que denuncia en sus memorias el dominico (y liberal, que no liberalio) mexicano Fray Servando Teresa Mier, desterrado a España por negar el milagro guadalupano. De cebones de Jesucristo (cantores y comedores jerónimos) a cebones del Estado (cantores y comedores de “Lo Público”).

    Ante un penalti en contra, con la religión, quitando a Casemiro, que parece hombre de rezo, la religión no evita la protesta, pero con la ciencia tapas la boca a todo dios. ¿Por qué los antiguos –preguntaba ya Aristóteles, que era como el Ferreras de Grecia– no consintieron que hubiese premios señalados para los que venciesen a otros en las ciencias, y los pusieron para el mayor saltador, corredor, tirador de barra y luchador? Pues porque en las luchas y contiendas, responde el filósofo, los jueces pueden dar con justicia el premio al que venciere, porque es muy fácil conocer por la vista quién salta más y corre con mayor velocidad; pero en la ciencia es muy difícil tantear con el entendimiento quién a ventaja a quién, por ser cosa tan espiritual y delicada. Y si el juez quiere dar el premio con malicia, no todos lo podrán entender, por ser juicio muy oculto al sentido de los que lo miran.

    El fútbol científico es el del VAR, siglas que ya no sé qué significan, y ha venido para quedarse, como “la Coviz”, cuya Liga, la Liga del VAR y “la Coviz” (¡la primera Liga científica!), ha ganado el Madrid.

    –El siguiente invitado es don Manuel Alvar… –dijo, tan ufana, la presentadora.
   
 –¡Eso, todos al bar! –estalló de alborozo en el plató el perulero Bryce Echenique.
    
Todos al VAR, con mascarilla en el banco y pausa de hidratación en el campo. El que, desdeñando la fe, se consagra a los experimentos y descubre el telégrafo, avisa el suicida Ganivet, no crea que ha destruido las “viejas ideas”; lo que ha hecho es trabajar para que circulen con más rapidez. Todo lo contrario del VAR, cuyos promotores han conseguido que el fútbol se desarrolle con más lentitud: a este ritmo, lo próximo será añadirle porterías.
    
El secreto del fútbol está en la competencia de las dos porterías –opinaba Corrochano, el maestro de los toros–. Quite usted una portería y no queda nada. Yo no entiendo una palabra de fútbol, pero le aseguro a usted que no queda nada.
    
La lentitud produce muermo, y la prueba es que el único aliciente (¡suspense!) de este fútbol científico lo pone “la Coviz”, y ahí tenemos al Fuenlabrada, el equipo de El Fundi (“le toreador sans cou”, dicen los franceses), que fue a La Coruña a jugarse, tan pichi, el ascenso a Primera, y se halla confinado en un hotel (el mismo hotel donde Santiago Bernabéu cometió el error histórico de tirar el fichaje de Cruyff) contando chistes verdes como los amigos de Bocaccio en el Decamerón cuando la peste negra de Florencia. En el “As”, que parece el “Ripalda” del pogre, hay más noticias de “la Coviz” que de fútbol, algunas tan espectaculares como ésa de que el diario gubernamental, haciendo un recuento que todo el mundo tenía hecho desde el principio, encuentra de una tacada 16.436 fallecidos más por “la Coviz” de los recogidos por la estadística del Ministerio de Sanidad que dirige el enterrador de Lucky Luke, filósofo sin ideas y catalán sin medida, gentes, dice el Fray Servando que citamos arriba, que sólo hablan de dinero, y para hacer limosna a los pobres “es necesario rifa”:

    –No hay lengua que tenga por eso más negaciones: “il n’y pas”, “n’y cap”, “n’y a res”.
    
Este bisiesto no es su año ni en el fútbol ni en “la Coviz”, por cuya culpa el gobierno de Torra y Pla ha cerrado todas las discotecas de Cataluña, igualando así el récord… de Ronaldinho, al decir de un tuitero zumbón.



EL MÁS LISTO

    Que dice Figo que le gusta mucho Bale y que no sabe por qué no juega. También a mí me gusta mucho Bale, y sospecho que no juega porque es, entre los futbolistas de esta hora, el más listo. Más listo que Figo, que ya es decir. Sus carreras en el Madrid podría escribirlas Plutarco, por su paralelismo. Costaron un Potosí (“The Guardian” dijo en su día que por el precio de Bale los ochocientos mil británicos residentes en España podrían conseguir una barrera en Las Ventas), arrasaron las bandas a base de arte y fuego (Bale mejoró en Kiev la volea de Zidane en Glasgow) para, al final, ser puestos a los pies de los caballos que no son caballos, que son piperos. Figo se sintió traicionado como un caballero de los Maia (no sabe que la traición es una virtud social en España). Y Bale, a quien Zidane invitó un domingo a irse el lunes, seguramente también, sólo que Bale debe de tener del fútbol una idea bastante menos romántica que Figo.

Silencio



Ignacio Ruiz Quintano

Los sabios de Grecia fueron siete, cada uno de los cuales dijo una frase famosa que les valió su reputación de sabios. Luego, los griegos se callaron y se dedicaron a la escultura, cuyo nombre tradicional es «las voces del silencio». McLuhan decía que si se dedicara todo un curso en los planes de estudios de los colegios para alcanzar la comprensión de esta frase, pronto tendría el mundo una adecuada provisión de espíritus competentes. Quién sabe si no fue ése el caso de Simón y Garfunkel, que llamaron «Los sonidos del silencio» a una cancioncilla, y aún se venden sus discos. La verdad es que los discípulos de Wittgenstein llevaban ya algunas décadas dando la murga con la idea de que más sabio que comprender el mundo era comprender sólo frases, y aclaraban, además, que éstas podían ser interrogativas, imperativas u optativas, así como indicativas, lo cual, aunque a lo mejor no parece un gran descubrimiento para una persona inteligente, constituye im hallazgo sorprendente para el Periodismo del momento.

John F. Kennedy, por ejemplo, nunca comprendió el mundo, pero sus frases continúan dando juego al Periodismo político, que todavía las estudia con la ilusión de extraer de ellas una sabiduría importante. JFK se imaginaba la guerra como a dos títeres peleando debajo de una sábana, que era la descripción que el Periodismo neoyorquino hizo de las nalgas de Marilyn Monroe al andar. Cuando le preguntaron por el resentimiento de los reservistas que, tras haber cunplido con su deber, habían sido reclamados para ir a Vietnam, JFK dijo: «La vida es injusta». Como frase suena a versículo del Eclesiastés suspirado de memoria por Marilyn Monroe al volver a casa después de mucho andar, pero algunos consideran que esa frase justificaría por sí sola la vigencia del mito Kennedy, y sobre ello ha escrito Willíam Safire, columnista de «The New York Times», el periódico católico que patrocinan los judíos para chasquear a los protestantes.

Para el Periodismo político, Kennedy sigue siendo el modelo de héroe contemporáneo, siquiera por oposición a un modelo de antihéroe que, a propuesta francesa, sería Aznar, cuya lengua es monosilábica, como la de los chinos, y cuyo pensamiento se resume en tres palabras, como el de Boskov. «¿Qué es fútbol?», le preguntaron los del «Marca» a Boskov. Y Boskov dijo: «Fútbol es fútbol.» «¿Qué es el silencio?», le han preguntado los de «Le Point» a Aznar. Y Aznar ha dicho: «El silencio es poder.» Sobre todo, se dirá, en un país de sordos donde, oveja que bala, bocado que pierde.

Algunos psicoanalisstas han sostenido que no hay nada más profundamente judío que una desconfianza final en el poder de la palabra y una confianza interna en el poder del silencio, aunque en la literatura política fue Carlyle, que no era ni psicoanalista ni judío, el verdadero apóstol del silencio, y lo fue hasta el punto de querer arreglar el mundo mediante la abolición de los Parlamentos y la enfrega incondicional del poder a hombres fuertes y silenciosos. Si el silencio fuera esa cantidad negativa que se obtiene por la cesación de ruidos, ¿a quién le cabría la duda de que Aznar es un hombre silencioso? Otra cosa es un hombre fuerte, pues, para mandar, como que hace falta voz de león, aunque, según Zarathustra, las palabras silenciosas son las que traen las tempestades, y los pensamientos que caminan con pies de paloma son los que gobiernan al mundo, lo cual que en La Moncloa, junto a los racimos de las glicinias y los tirsos de las lilas, reinarían, como en el Templo masónico, «el Silencio, la Unión, la Paz».

Pero me da que la parte silenciosa del carácter de Aznar que impresiona a los franceses tiene que ver menos con Carlyle, con Zarathustra o con los masones del Templo que con las taciturnidades de su labio superior, que es labio cornisa, como de cometa, incapaz de plegarse a una pronunciación exquisita del famoso verso de Mallarmé: «Musicienne du silence.»




 JFK se imaginaba la guerra como a dos títeres peleando debajo de una sábana, que era la descripción que el Periodismo neoyorquino hizo de las nalgas de Marilyn Monroe al andar

Lunes, 27 de Julio

Valle de Esteban

Laus Deo

domingo, 26 de julio de 2020

El moño de "Alfonsino"

ABC, 21 de Julio de 1999

Ignacio Ruiz Quintano

León mexicano, o «felis concolor», llamaba Octavio Paz a José Luis Cuevas. Entre los «Animales Impuros» que Cuevas, el puro talento, imaginó sobre otros tantos poemas de José-Miguel Ullán, la inteligencia pura, no figura el cochino, «quasi coquino», según el Covarrubias, por ser animal que nació para la cocina y la gula. ¡Fisga de imaginaciones! Dicen que en México, cuando el Indio Fernández tenía hambre, para no venderle al Gobierno su casa de Coyoacán decía: «Pueblo soy y a mi tierra me arraigo». «Pero, ¿para qué la quieres, si te estás muriendo de hambre?» «Pues para morirme a mis anchas».

Pero el Indio tuvo que marchar al festival de Cannes, y una brigada gubernamental se presentó en la calle de la Dulce Olivia [Olivia de Haviland] para derribar la barda de su jardín. Había que hablar con un tal Uruchurto, que daba las órdenes, antes de que regresara el ogro y viera su casa destrozada. Alguien se lo dijo a Adela, la hija del Indio: «Si va a ver a Uruchurto, no deje de llevarle un regalito, algo de valor, porque las cosas así se arreglan en México». Se puso a ver qué podía llevarle, y no se atrevía a agarrar ninguna de las piezas prehispánicas. De un vecino que medía la utilidad por la suculencia surgió una solución: «Pues llévele el marrano que han estado engordando desde hace dos años. Total, se pierden unas carnitas, pero de seguro que se arregla el asunto. No hay mejor regalo que un marrano». La muchacha consiguió una camionetita para transportar a «Alfonsino», tan gordo que apenas podía estirar una pata, que hubiera sido un jamón. «Eso sí, le dimos una buena bañada y le pusimos un moño rojo». Mas no los dejaron entrar en las oficinas de Uruchurto, y Adela dejó el marrano con una cartita: «Para Uruchurto, de parte del Indio Fernández». Nunca se supo del cochino, pero los covachuelistas de Uruchurto trazaron la calle sobre el jardín del Indio, llevándose por delante dos murales de Diego Rivera. «¿Qué me van a indemnizar?», voceaba luego el Indio, dándose los paseos de un tigre que tuviese bolsillos en el pantalón. «Ahora que me resuciten a Diego para que me reponga los murales.»

A Diego, el del pistolón al cinto «para orientar a la crítica», no lo resucitó nadie, aunque en la Tate Gallery de Londres el mundo asiste hoy al resurgimiento del arte del escándalo con un espectáculo, «Abracadabra», en que las ardillas se suicidan a lo Fígaro para estupor de los espectadores, que van a la exposición como iba Rubén, que era otro indio, a la casa de Mariano de Cavia: dispuestos a purificarse. Cavia abría uno de sus balcones, y, señalándole a Rubén el de Larra entre los de la casa de enfrente, decía: «Cada vez que me asomo, veo allí una página de gran filosofía». La filosofía cartesiano-leíbniziano-wolffiana sería el fundamento mental de este «Abracadabra» londinense que, curiosamente, tampoco incluye al cochino, cuya imagen de patriarcal socarronería campesina no pega mucho, por lo visto, con la idea que un público cosmopolita tiene de lo tremebundo.

¿Quieren tremebundez? En Canadá, por ejemplo, creen haber dado, mediante la manipulación genética, con el «ecochino», o cochino ecológico, que huele a esas rosas shakesperianas de cuyo «suave morir nacen las más tiernas fragancias». Una mariconada, al lado de la «solución final» a la española, según la cual, si los cochinos huelen un poco a peste, los enterramos vivos, como a los currantes en cuanto cumplen los 39 años, y con la coartada evangélica de la piara gerasena, que fue arrojada al mar por librarla de los demonios. Es la Tercera Vía, que avanza hacia la sociedad epicúrea y sonriente de las prejubilaciones con un Estado-Circe que nos echa de comer fabucos, bellotas y el fruto del cornejo hasta el día en que nos dan una buena bañada y nos ponen el moño rojo de «Alfonsino» para abandonarmos con una cartita de soborno en las oficinas de Uruchurto, que es el futuro.

José-Miguel Ullán

Es la Tercera Vía, que avanza hacia la sociedad epicúrea y sonriente de las prejubilaciones con un Estado-Circe que nos echa de comer fabucos, bellotas y el fruto del cornejo hasta el día en que nos dan una buena bañada y nos ponen el moño rojo de «Alfonsino» para abandonarmos con una cartita de soborno en las oficinas de Uruchurto, que es el futuro

Domingo, 26 de Julio


Mirando al mar

Felicidades a Ana

Santa Ana

"Allí será el llanto y el rechinar de dientes. ¿Entendéis bien todo esto?"

DOMINGO, 26 DE JULIO

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:

-El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo. El reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas que, al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra. El reino de los cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan, y reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran. Lo mismo sucederá al final del tiempo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno encendido. Allí será el llanto y el rechinar de dientes. ¿Entendéis bien todo esto?

Ellos le contestaron: «Sí.» Él les dijo:

-Ya veis, un escriba que entiende del reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando del arca lo nuevo y lo antiguo.

Mateo 13,44-52

sábado, 25 de julio de 2020

El editorial de Cuartero



ABC AL PASO

El editorial de Cuartero

JOSÉ CUARTERO CIFUENTES, PROBABLEMENTE EL ÚLTIMO ANALISTA POLÍTICO DEL PERIODISMO ESPAÑOL

Ignacio Ruiz Quintano

    José Cuartero viene al mundo en Villarrobledo el año del sufragio universal.

    Al ABC, en el verano del 79, donde me tenía citado para becario Carlos Mendo, me presenté con los artículos de José Cuartero (“Veinte años de política española”, libro homenaje de Prensa Española) en la cabeza, pero Mendo no sabía de Cuartero y así me llevé mi primer chasco profesional.
    
Cuartero, el editorialista de don Torcuato (los lectores dicen “el editorial de Cuartero”, no “el editorial de ABC”, como medio siglo después ocurriría con Pradera y “El País”), viene de Albacete, donde es apuñalado por un matón enviado por un cacique. Huye a Madrid, vive a salto de mata y en 1911 lo llama don Torcuato para el puesto de editorialista político, “el oficio”, dice él, en que se va dejando la vida a base de tabaco y horas.

    Don Torcuato propone y Cuartero dispone.

    –Don Torcuato –recuerda Corrochanoopinaba; conocía más que Cuartero el ambiente de la calle. Le daba tema para el comentario político del día.
    
Primero escribe lo largo del artículo y luego comienza con la poda de todo lo que no es esencial. Hace el editorial quitando cuartillas.

    En el 28 recibe el Cávia por el artículo “Sin bilis y sin fiebre”, una diana acribillada de dardos:
    
Nuestra dictadura es un apellido, una persona…Mis derechos naturales de hombre, los derechos de todos los españoles, han desaparecido porque estorban a otro hombre, dedicado espontáneamente a regir a sus conciudadanos… Valga lo que valga el dictador, valgan lo que valgan su obra y sus propósitos, lo que nos pone frente a la dictadura es una cuestión de dignidad civil…



El dictador detesta a Cuartero, y al lado de cada editorial “cuelga” (inserción obligatoria) su “Nota de la censura” con sus matizaciones.

    –¡Porque yo me he jugado la vida al dar el golpe de Estado! –le grita un día Primo de Rivera al director de ABC.
    
–¡Y la mía, sin pedirme permiso! –contesta don Torcuato.
    
El problema, explicará don Torcuato a un gacetillero que le pregunta por la dictadura, es que, cuando todos esperaban que Primo no fuese otra cosa que un cirujano, se ha convertido en médico de cabecera.

    La literatura política de Cuartero tiene hoy la misma actualidad que cuando se escribió.

    La República –escribe en junio del 36– nació de la protesta contra una dictadura que ya no existía… La República es la revolución en la Gaceta” [hoy, BOE], con añadiduras en la calle si la “Gaceta” se queda corta… No lograrán atención de nadie ni respeto ni curiosidad los republicanos que maldicen de la República porque no es como la quisieran… Un programa que se resume en esta conclusión: “Delenda est Hispania!” (Alusión al “Delenda est monarchia!” de Ortega en “Crisol”)… Nosotros somos enemigos de la revolución, pero también de la dictadura.
    
Y es que en España con la Monarquía se puede ser republicano, pero con la República no se puede ser monárquico.


La pescozada al señor Santiago


 
 
Hay que seguir afirmando que Santiago bajó a la batalla de Clavijo sobre un caballo blanco, y no hay que transigir ni con que fuera tordo el caballo. Ése era el consejo de Maeztu. Pero ¿qué sabemos hoy del patronazgo de Santiago?

Quevedo se dejó la piel en la defensa del patronazgo de Santiago frente al de Santa Teresa. En Madrid, los columnistas zen (tristas) de la época discutían de la depreciación de la moneda, de las hipotecas de los judíos, de la ayuda a los herejes... La reacción antisantiaguista crecía porque ya no había musulmanes contra quienes hacer la guerra santa. Y el centrismo decidió hacer la petición de que la beata Teresa de Jesús fuera elevada por el Pontífice y admitida por el Reino como patrona de todos los españoles, contando con el favor del Rey y su valido, el Conde-Duque, que miraban por lo suyo.

Quevedo también miraba por lo suyo, pero menos, pues echó todo su crédito gubernamental a perder cuando escribió su memorial por el patronato de Santiago contra la bandera de los carmelitas y el centrismo rampante. Santiago era un patrono guerrero, y Santa Teresa, una patrona andariega, casi una krausista. (Se conoce como “krausismo” a un movimiento de pedantes madrileños que dieron en sustituir la misa dominical por una caminata por Gredos.) A Quevedo, para quien las Españas eran «bienes castrenses ganados en la guerra por Santiago», el buen rollo carmelitano lo hacía sulfurarse. ¿Encomendar al sexo de mujer parte de la invocación de las batallas? «¿Qué comparación puede tener esta postura y pintura con la de un caballero joven, robusto, gallardo, denodado, despidiendo rayos de luz de su hermosísimo rostro, adornado de fuertes y resplandecientes armas, con la cruz roja en el pecho...?»

Y en Su espada por Santiago escribe:

“Los reyes, señor, armaban caballeros en España; mas a los reyes Santiago los armaba caballeros: de su altar tomaban las armas y la espada, y el bulto del Santo Apóstol les daba la pescozada en el carrillo... Pues, ¿cómo pretenderán los padres de la Reforma que Santiago os dé armas a vos y que las volváis contra él; que de su altar toméis la espada y que le quitéis vos la que él (tiene) en su mano para dársela a Santa Teresa, a quien sus mismos hijos han hecho estampar con una rueca? La pescozada, señor, antiguamente Santiago la daba a los reyes; hoy quieren los procuradores de corte que los reyes se la den a Santiago en la cara. A vos os lo proporcionen... Ni los frailes lo pueden negar, ni los procuradores lo deben proseguir; ni vos, señor, lo debéis mantener.”

Sábado, 25 de Julio

Valle de Esetban

Santiago y cierra España

viernes, 24 de julio de 2020

Enrique Gómez Carrillo, la agonía más hermosa

Enrique Gómez Carrillo / Toño Salazar


ABC AL PASO

La agonía más hermosa

ENRIQUE GÓMEZ CARRILLO, EL PERIODISTA QUE AMÓ (Y ENTREGÓ) A MATA-HARI


Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    Enrique Gómez Carrillo, Príncipe de los Cronistas, es el señuelo que el periodismo pone a los incautos que se aproximan al oficio: nace en Guatemala, hijo de español y belga, y muere, acribillado por el Pernod (“no creo en la literatura seca, es un crimen estar en París y beber siempre café con leche”), luego de una docena de desafíos, como un emperador de la China, llorado a pie de cama por las mujeres (todas de alto copete) que ha amado.

Las damas, en un elegante pugilato, evocan recuerdos de Carrillo, anota el Caballero Audaz, testigo de la agonía: elogian, unánimes, sus arrogancias, sus locuras, sus galanterías. “Y en la alcoba contigua, en los momentos de pausa, se oyen los estertores del agonizante, macabro estribillo al más raro, galante y fascinador canto funeral que jamás se haya dedicado a un hombre”.

    –Varias fueron sus esposas. Llega un telegrama angustiado de Raquel Meller, que por la noche debuta en Lyon.

La prensa del corazón, que viene de Suetonio, corona la turbulenta relación del cronista y la cupletista achacándoles la entrega de Mata Hari, la espía que le amó, a los franceses, que la fusilan (“Rechaza la venda y cae de rodillas: era la primera vez que aquella mujer, que había ‘rodado tanto’, se arrodillaba delante de los hombres”). Ruano duda que Mata Hari y Carrillo (“un hombre que empeñaba con frecuencia el reloj de bolsillo”) se conocieran siquiera:
    
Mata Hari no era mujer que perdiese el tiempo con relaciones de poca monta, y vamos a ser sinceros: un cronista español no es la aspiración, en ningún sentido, de una aventurera de la clase de Mata Hari.
    
Ruano conoce a Carrillo en el París del 25 y ya le ve aspecto de tigre cansado: mucho encanto físico y un descuido muy cuidado. Se ha afeitado sus bigotes desflecados y, al hacérselo notar, le contesta una “divertida barbaridad”:

    –Se me han debido de caer apolillados ya de tanto
    
Es el amo de París (“una recomendación de Carrillo abre en París todas las puertas”), y alterna con Verlaine, Laconte, Wilde y Rubén. Escribe crónicas para Blanco y Negro y ABC. No cree en el peligro. “El verdadero peligro es vivir: la vida es una dama coqueta que no sonríe a los débiles”.

Como buen esgrimidor, despacha una docena de duelos. Durante la gran guerra se pasea por las líneas de fuego. Y confiesa ante Carretero las tres cosas que no quiere ser por nada del mundo: diputado, actor y torero. Su sueño es llegar a empresario del Folies Bergères.

    La noche de su muerte, Ruano, por encargo, escribe de un tirón su biografía.

    –Iba dedicado a don Torcuato Luca de Tena, y la dedicatoria no trajo, por cierto, ningún provecho.
    
Sin estudios de ninguna clase (“¡No soy ni siquiera bachiller!”), Carrillo ha sabido buscarse la leyenda que tanto recomendaría el colombiano Vargas Vila: ser orgulloso y sembrar odios, pues el odio, a su entender, da vida al que es odiado.

    Odiado por los periodistas, pero amado por las mujeres.