martes, 14 de julio de 2020

Es esto


Baltasar Gracián



Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    La República fue la contestación a una dictadura que ya no existía, y las Autonomías, lo mismo. Programa de ambos fenómenos: “Delenda est Hipania!”

    Con la República teníamos un filósofo que pegaba aldabonazos: “¡No es esto, no es esto!” No era “esto” lo que deseaba, aunque “esto” era lo único que debía esperar.

    –¡Es esto, es esto!

    “Esto”, hoy, es la consolidación de Galeuzka, más el café de recuelo para todos, fórmula del liberalio Clavero. Con la Nación, que es el gato, ausente, las nacioncillas, que son los ratones, se divierten. ¿Qué celebra la derecha tonta?
    
¡La tierra de España! ¡Las naciones de España! –exclama Azorín para glosar un opúsculo de Baltasar Gracián sobre las diferencias que hay para el gobierno entre España (“muchas cosas la hacen difícil”) y Francia, donde todo ocurre para que sea fácil, y añade Gracián: “Pero en la monarquía de España, donde las provincias son muchas; las naciones, diferentes; las lenguas, varias; las inclinaciones, opuestas; los climas, encontrados; así como es menester gran capacidad para conservar, así mucha para unir”.
    
Luego está el elogio azoriniano al federalismo americano, cuyo gobierno lo ha invitado en el 18 a visitar su ejército en las trincheras de Francia: “¿De qué manera esta nación o federación de naciones se ha determinado a intervenir en los asuntos de Europa?”, inspirado en Walt Whitman (“Here is not merely a nation but a teeming nation of nations…”)
    
El movimiento oligárquico que promueve esta España carreterista (de Anselmo Carretero) que tenemos encima me excede en naciones (¡diecisiete campanas extractoras!), y una vez privado de la verdadera, me contento con las dos de Disraeli en Gran Bretaña: la de los ricos (Galeuzka) y la de los pobres (las otras catorce).
    
Señores autonomistas: ahórrennos la Agrupación al servicio de la República, pues ni siquiera tienen ustedes un Ortega, y de paso, la Agrupación al servicio de las rectificaciones. Cómanse al Niño Jesús, pero déjennos echar la siesta.