martes, 31 de mayo de 2022

Censo macareno


 

Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    Un chiste que nos hacían los frailes en el internado era el de un Jesús tan humilde que, pudiendo nacer en Bilbao, nació en Belén. Pero el evangelio lucano nos aclara que Jesús nació en Belén con motivo de un viaje de María y José para empadronarse en un censo romano por un edicto de César Augusto.
    

Desde Augusto no se hablaba tanto de un censo como ahora con el empadronamiento de Macarena Olona en Salobreña, el pueblo donde anduvo de recaudador Cervantes y cuya alcaldesa, socialista de “la Psoe”, ha roto en beata pemaniana.
    

Para Pemán, España estaba defendida por los Pirineos y por las beatas, y a las beatas, según le tenía dicho D’Ors, “conviene escandalizarlas de quince en quince días”. La típica beata pemaniana era aquélla que en tiempos de Primo había bordado un banderín y en tiempos de Gil Robles había copiado un censo. ¡Un censo! Es decir, una lista de vecinos.
    

–Ama a tu vecino como a ti mismo, y a tu patria más que a ti mismo –fue el resumen, recogido por Hannah Arendt, de lo que para Jefferson constituía la esencia de la moralidad privada y pública, santo y seña, al parecer, del socialismo de Salobreña, donde un vecino, de acuerdo con la etimología anglosajona que nos recuerda Scruton, es alguien que “construye al lado”.
    

En un país de cuneros, ya sabemos que el lío de Olona con el padrón de Salobreña sólo puede ser una triquiñuela electoralista propia del antequerano Romero Robledo, que hoy se pondría colorado si tuviera que recurrir a una cosa así en un Régimen que se pasa por el forro de la Constitución (con todo el mundo mirando, sin mover un dedo) el confinamiento ilegal de la población, y en una región cuya Autonomía salió de un referéndum que no salió, pero que se arregló saltando sobre la Constitución con un consensete (“se optó por reformar ad-hoc una Ley Orgánica para dejar sin efecto un precepto de una Ley de rango superior, la Constitución Española”, dice la Wikepedia) que dejó al mundo admirando la creatividad de nuestros jurisperitos.

[Martes, 24 de Mayo] 

San Isidro'22. Samueles de aquella manera para Robleño, mandón; Morenito, gritón; y Castaño, confirmado en un corral de cuernos. Márquez & Moore

 


 Corral de cuernos


JOSÉ RAMÓN MÁRQUEZ


Encaramos la última semana de la Feria con las vistas puestas en la corrida del martes, la de Pepe Escolar, que es la única que de verdad nos ilusionó cuando vimos publicados los carteles. Hoy, de prólogo, decidió la parte empresarial levantar la cuarentena a lo de Samuel Flores, después de más de dos lustros sin traer ganado a Madrid tras los fiascos ganaderos que provocó aquel famoso semental que “abueló”, según confesó el propio ganadero a los medios que le inquirían por la debacle en la que se sumía la vacada.

Trece años exactamente sin los toros albaceteños por los madriles y, como siempre que se habla de estos, aquí va el correspondiente recuerdo para aquella inolvidable corrida de Beneficencia del 91 en la que el ganado de  Samuel Flores protagonizó, junto a César Rincón y Ortega Cano, una imborrable tarde de toros. Y ahora que hablamos de Beneficencia, de un Rincón imparable y un Ortega Cano que fue el único que tuvo bemoles de todo el escalafón para darle la réplica, ya podemos compararla con esta basurienta Beneficencia que tienen amañada este año, desde antes de salir los carteles de la Feria, en la que han metido de recuelo al pelmazo de Julián, a ver si se le logra lo de la Gatera Grande, que le tiene obsesionado. Cuando todo el mundo sabe que la Beneficencia que se cotizaría, la que se tendría que dar sí o sí, sería la que pusiese frente a frente a Tomás Rufo y a Ángel Téllez, dos estilos y dos jóvenes abriéndose paso frente a frente, en el caso de que alguien pensase en el aficionado y en crear pasión, pero ahí están los tíos esos con su cálculo infinitesimal y no se les ocurre otra cosa que ofrecerle la sustitución a un tío más visto que el TBO, que en Madrid no ha empatado a nadie, sólo porque el pobre hombre anda como loco en ganar a Puertas Grandes a Morenito de Maracay. Si en el 91 la Beneficencia se hubiese regido por este asqueroso planteamiento de 2022, nunca habríamos contemplado aqurl impresionante choque de trenes que fue el de Rincón y Ortega.
 

Decimos Samuel Flores, pero en realidad lo que habían anunciado en los carteles eran toros de Isabel Flores y de Samuel Flores, cuatro de la dama y dos del señor, aunque el pañuelo mágico del color del Islam nos brindó la contemplación de uno más, en este caso de uno de los Daniel Ruiz de la ganadería de José Cruz, no se nos fuese a olvidar por un día que Juan Pedro Domecq y Núñez de Villavicencio compró a principios de 1930 la ganadería del Duque de Veragua.

Los de los hierros titulares, los chuchos de Samuel, no están afectados por aquella mítica compra y, según el programa oficial representarían a la estirpe de Gamero Cívico, que no sé, no sé. Lo de Gamero lo mismo puede ser, aunque la cosa de las cuernas tiraban más a venado que a gamo, y lo de Cívico no se vio por parte alguna, más bien incivismo, que hasta salió herido un penco, y mira que es difícil con tanto refajo. La corrida no se va a llevar el premio a la corrida de la Feria, pero no quepa duda de que ahí hubo ocasiones para quien quisiera sobreponerse a la descomunal arboladura del ganado y a las complicaciones que plantearon los toros. Para el despacho de los cinco màs uno los expertos en contratación taurina demandaron los servicios de Fernando Robleño, Morenito de Aranda y Damián Castaño, que venía a confirmar la alternativa que Javier Castaño le confirió en Gijón, ciudad donde una tía ha decidido que ya no debe haber toros. 22, 17 y 10 años de alternativa sumaban los tres coletas.
 

Traía leña en la cabeza el primero, Peinanovias, número 15, como esos montones que se ven por Valsaín cuando bajas las Siete Revueltas, pero era más feo que Picio, lo que se dice feo y que me perdone la vaca que lo parió. Muchos espectadores aplaudieron la presencia del animal, cuyas hechuras eran más de buey que de toro de lidia, ni Gamero ni Cívico: lo que se dice un perchero. También es verdad que el bicho por delante, visto a ras de suelo, debía impresionar lo que se dice una barbaridad y por eso nadie se va a poner exquisito si a la hora de cambiar el tercio había las mismas banderillas tiradas en el suelo que las que el animal llevaba en la espalda: cuatro y cuatro. Tras la ceremonia, allá que se fue Damián Castaño a ver qué se podía urdir con el toro de Isabel, y el urdimiento fue escaso porque el Peinanovias parecía que lo que quería era hacerle el afeitado en seco al salmantino. A raíz de un desarme el toro cambia a un poco peor, como si hubiese descubierto el truco ese de la muleta y, tras dos infructuosas intentonas de hacer circular al bicho, Castaño decide cortar la faena dejando media estocada desprendida que Jarocho, hábilmente, transforma en entera.
 

El castaño Peinanenas, número 7, se fue a la carrera al burladero del 6 y trató de saltar, pero no calculó bien y no hubo manera. Luego se fue al burladero del 9 a lo mismo y le pasó igual: que no atinó en cómo tenía que hacer el salto, que estos son Gamero Cívico, no Fossbury. La cosa saltarina tuvo el efecto de que el Gerente Abellán se guareció en su burladero, que estaba allí más a gusto que cuando echa el rato en Sinsombrero, y lo mismo la gentil alguacililla doña Rocío en el suyo, con la única diferencia de que ella jamás ha pisado el Sinsombrero. El toro tenía diversos problemas de motricidad o lo mismo es que no era un toro sostenible, pero el pobre se caía y en sus ojos se veía que no era eso lo que él quería. Pese a no ser tan cérvido de cuerna como el precedente la cosa banderillera tampoco funcionó estupendamente, en la primera pasada hay dos banderillas en el suelo, una en el toro en la segunda, dos en toro en la tercera, pasada en falso la cuarta y dos más en el toro en la quinta pasada. Objetivo conseguido. El toro, también del rancho de doña Isabel, era sensiblemente más bobalicón que su predecesor y, acaso porque Robleño demanda más lucha, no llegó el torero a emocionar a la parroquia con esos 545 kilos de descaste y sosería. Metisaca y estocada haciendo guardia es su balance.
 

Morenito de Aranda venía vestido como el enterrador de Lucky Luke pero sin chistera. Traía un vestido gris plomo y azabache que era la demostración de que la combinación de colores oscuros no es en absoluto afortunada, por si alguien no se había dado cuenta. Tras la expulsión del toro de Isabel y el pequeño entremés del adiestrador de cabestros don Florencio, subrayado con sinceros aplausos, apareció el negro Estornino, con el número 23. En la segunda vara entra sesgado, con distancia y velocidad, dejando lucirse a Manuel Sayago. Con este juampedritis la cosa banderillera se produce de una manera más sosegada que con los cérvidos titulares y ya tenemos a Morenito brindando el toro a un señor con americana beige que andaba por el callejón antes de citar al toro desde los medios y aguantar su largo viaje por dos o tres veces. El toro se mueve y entonces Morenito ya ve claro que ahí tiene la clave para el desarrollo del neotoreo del TíoVivo que tanto ilusiona al público en general. Puede decirse que no da un solo muletazo que no sea hacia afuera y que no cesa en su manía de esconder la pata, pero lo que más exaspera son los gritos que le mete al toro todo el rato, como un albañil en lo alto del andamio llamando al capataz: “¡Ahhhhh!, ¡Ehhhhh!, ¡Ahhhhhh!... y así sin parar, gritando un montón y sin cruzarse una sola vez. Diremos que el Moreno estuvo por debajo de las condiciones del toro, al que despachó mediante estocada desprendida.
 

Media hora estuvieron saliendo cuernos por la boca del toril hasta que por fin apareció el cuerpo de Recobo, número 51, que portaba el hierro de Samuel. Recobo llevaba en su cabeza los pinares de Vinuesa, que ahí había material como para hacer un bargueño. Robleño, a quien estas cosas ya no le afectan, lidia al toro con suficiencia, oficio y solvencia antes de que salga a escena Francisco Javier González, clásico tipazo de picador de los que ya casi no hay, a lomos del Teneguía. Como tantas veces pasa en la vida todo se queda en la primera impresión, pues de la labor del picador lo más reseñable es el propio picador. Todo lo que había sido lidia acertada por Robleño es luego un descalzaperros de trapazos en manos de Jesús Romero. Cuando comienza lo de la muleta ahí no vale esa bobada que dicen ciertos toreros de que se han “sentido muy a gusto”, porque lo que se plantea es un combate de boxeo de los pesos pesados, entre la conocida bravura de Robleño, tantas veces demostrada, y las artimañas de Recobo para tratar de amargarle el día. El vis a vis de Recobo y Robleño es un emocionante combate en el que Robleño acierta cambiando el terreno al toro y se luce aguantando los gañafones que le lanza el toro, derrotes secos con olor a hule. Por la izquierda el toro no humilla y en el embroque lanza unos ganchos de muy mala intención a la cara del torero. Tras haber planteado su pelea al de Samuel le caza al encuentro de puro oficio y el toro se va a morir a tablas, a los pies del hijo de Barajas-Adolfo Suárez.
 

Jovencito, número 11, fue el segundo de Morenito de Aranda. Le picó con gran entereza Manuel Piña aguantando con valor y oficio las oleadas del toro, que hiere en la mano derecha al caballo, cosa relevante por la cantidad de refajos, enaguas, calcetines y manguitos con las que atavían a los pencos. Banderillea estupendamente una vez más Fernando Sánchez y, tras el tercio de banderillas, el toro que era otro chucho sin raza detectable, ni Cívico ni Gamero, queda descompuesto y desabrido, aunque con el tiempo que duró la faena, que fue mucho, después se atempera, creando en Morenito la ilusión de que lo mismo podía reconducir la lidia. En cualquier caso estábamos deseando que finalizase, porque Morenito otra vez comenzó su particular berrea de voces y más voces al toro y era harto desagradable estar oyendo esos bramidos. Su labor, además de la cosa gutural, se basó en recortes y banderazos y en no atreverse a ir al sitio, que si con el potable no lo hizo cómo lo iba a hacer con éste. Cazó al toro de navajazo a la segunda y el animal, imitando al precedente, fue a rendir cuentas al Creador echándose, también, a los pies del hijo del aeropuerto.
 

Para final dejaron a Cuchillazo, número 57, castaño, listón y chorreado con el que Castaño estuvo porfiando sin que, por desgracia, podamos reseñar algo de su labor salvo que lo echó al suelo a base de dos pinchazos, estocada que hace guardia y descabellos.



 

La confirmación


ANDREW MOORE

 



LO DE ROBLEÑO

 



LO DE MORENITO

 


LO DE CASTAÑO

 


FIN

Martes, 31 de Mayo

 

Valle de Esteban

Habas

lunes, 30 de mayo de 2022

San Isidro'22. Segunda de Rejones. Triunfalismo de gente poco principal


 

 

Pepe Campos

Toros «desmochadísimos» de Carmen Lorenzo y El Capea, nobles «desrazados», de sangre Murube, seleccionada para los eventos de rejones, bajos de agujas, algunos cinqueños pero sin desarrollo propio de esa edad. Menos el cuarto toro, de mayor trapío, todos los toros terciados. Mansos. Flojos. Colaboradores. Alguno que otro llevó crotal. Las Ventas lució un aparente lleno total.

A pocos aficionados se les escapa que la corrida de rejones que ha alcanzado notable desarrollo por la afluencia de público tan poco principal, necesita cambios o una seria reforma. Viene a ser un aspecto importante que ya comentábamos en la anterior crónica, sobre la primera corrida de rejones de este San Isidro de 2022. No es de recibo que a toros tan a modo, en su comportamiento de obediencia ante los propósitos de los jinetes, se les clave rejones, banderillas y rosas por el solo hecho de lograr el caballero un triunfo. Sin que el toro cuente para nada, dado que se le desmocha y se le elige, para este espectáculo señero y antiguo, por su falta de casta y de raza.

 
La corrida de rejones fue una función pública notable en nuestra alta Edad Moderna auspiciada por la Monarquía Hispánica, representada por los nobles de aquella sociedad, que intentaba trasladar, y enseñar, los modelos de vida nobiliaria al pueblo para que adquiriesen a través de la escenificación de las lidias de los toros, en la suerte del rejón, brío, arrojo, orgullo, modestia, sentido de la justicia, equidad, armonía y elegancia. Todo ello en pos de magnificar la belleza (el barroco).

El festejo del toreo caballeresco se representó en las plazas mayores de la península ibérica, y también en la América hispana. Muchos de los personajes nobiliarios que se midieron a los astados en la alta Edad Moderna escribieron reglas (tratados) para que los toreadores pudieran sortear a aquellos toros con éxito y para que el público y los aficionados pudieran guiarse en el suceso e ir aprendiendo.
 

Puede que uno de los motivos esenciales de la corrida de toros consista en ese aprender cómo hacer más bella la vida y en adquirir los principios morales que nos sepan conducir con gallardía por ella. Desde este punto de vista, la moderna corrida de rejones, que surgió con Antonio Cañero, lleva a una mera diversión sin calado en los principios funcionales. Hablamos de cuando la planificación del toreo a caballo la elaboró aquella nobleza principal, de tiempos de nuestro Imperio. Entonces los caballeros toreadores valoraban ir de frente al toro, reunirse con él y clavar el hierro, arriba del animal, a la altura del estribo. Fijémonos en lo que escribió el tratadista Villasante (1659): «Todo el toreo se reduce a una forma de suerte, ésta es de cara a cara, entiéndase el asta derecha (del toro) a la espaldilla derecha del caballo», y, recordemos, lo que aconsejaba el preceptista Gallo (1653), «siempre… ganando la cara al toro».
 

Por ahora no demos más vueltas al asunto, ante un contenido que está en nuestra tradición del toreo a caballo. Ahora bien, vueltas sí que dieron los rejoneadores anunciados ayer en Las Ventas. Fue un mano a mano entre la bella amazona francesa Lea Vicens y el joven caballero navarro Guillermo Hermoso de Mendoza. Al comienzo del acto hubo muchas cortesías, si bien en la plaza no había gente principal; de ahí posiblemente uno de los ligeros motivos del triunfalismo al que asistimos. Las cortesías en origen se hacían ante las instituciones y los notables de la Corte, tras el despeje del ruedo de las personas del pueblo que querían vivir de cerca todos los detalles del festejo. Hoy el despeje o despejo de la plaza en la corrida de rejones no se hace completo, como en la corrida de a pie, a pesar de que el origen cronológico de los festejos sea inverso.
 

Describiendo lo que vimos en la corrida de ayer, observamos, en primer lugar, la cesión del rejón de castigo por parte de Lea Vicens a Guillermo Hermoso de Mendoza, ceremonia que confirmaba la alternativa al joven hijo del excelso caballero de Estella, Pablo Hermoso de Mendoza. La ceremonia de confirmación de Guillermo la iba a realizar el padre, pero no pudo ser, pues una lesión lo impidió. Todos somos conscientes de lo que ha representado Pablo Hermoso de Mendoza en la reciente historia del rejoneo, al conseguir llevar el legado de Manuel Vidrié a un escalón superior, en propuestas y en logros, al pretender torear con lentitud e imán a los astados de nuestra época.
 

Entrados en las lidias, Guillermo Hermoso de Mendoza, mostró una refinada monta de su caballos, de la misma cuadra que su padre, y un aire clásico en sus formas. Un concepto equilibrado, que si no lo abandona le hará situarse en la línea correcta, de que sea el público el que se emocione por lo que haga, y no al revés, que es lo que normalmente vemos en rejones, cuando el jinete busca y rebusca el favor de público, con sombrerazos y constantes llamadas de auxilio para ser premiado. Guillermo Hermoso de Mendoza ha demostrado conocer las suertes de su padre: la hermosina y el toreo por los adentros, montando a Berlín, luso-hannoveriano, de once años. A su vez, ha pretendido en ocasiones torear de frente. Montando a Ilusión, lusitano cruzado, nueve años, ha querido torear como si el caballo fuera una muleta, y con Ecuador, lusitano, doce años, quiso subir el nivel de vibración para tocar pelo. No estando mal no ha merecido las tres orejas cortadas.
 

Lea Vicens, ha mostrado estar pendiente del público y del presidente para obtener orejas, en la línea de obsesión de la neotauromaquia. Se la ha visto con buen dominio de sus equinos, pero sin lograr reuniones ajustadas, ni clavadas al estribo. Con Bético, español, quince años, montura de nervio, y con Diluvio, español, de temperamento, ha intentado atraer la atención del respetable «orejero» para alcanzar una salida «pobre» por la puerta grande de Madrid.

La "cobra" de Mbappé

 

m


Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    Ante al pesimismo de la inteligencia, el optimismo de la voluntad: expresión del mundo de Gramsci (pensamos en los feroces ferreras y errejones que cada sábado cantan “a capella” el himno de la Décima como si fuera “La Internacional”) salida de un artículo del Nobel Romain Rolland, autor del “Juan Cristóbal”, intentando convencer a Mussolini para que sacara de la cárcel al filósofo sardo.
    

El pesimismo de la inteligencia: ni Haaland ni Champions ni Mbappé. El optimismo de la voluntad: vamos a París a ver qué pasa con el Liverpool, y si luego no viene Mbappé, nos pagará con su “cláusula Figo” –esa cláusula florentina que da por firmada todo quisque– la reforma del Bernabéu, que va a quedar una cosa en cualquier caso francesa, mitad Beaubourg o Centro Pompidou y mitad casa de Jacques Tati en “Mon oncle”, pues se supone que así lo habría pedido Mbappé para jugar en el Madrid para seguir sintiéndose como en su casa, más la Llave de Oro que Almeida, que gusta de hacerse la víctima declarándose colchonero (con la “cobra” de Mbappé a Florentino ya tiene motivo para hacerle pasillo al Madrid), entregó al emir de Catar, como guinda dorada para el nuevo megacontrato del Aladino del PSG.


    La primera víctima de la “cobra” de Mbappé es el periodismo de pomada (“los que estamos en la pomada”), que se revela como un periodismo igual que los demás, es decir, un oficio que habla por hablar. Es el mismo periodismo que ahora llama “pesetero” a Mbappé, un futbolista con madre, como la Pantoja, que ha obrado como obraban los periodistas que se hicieron ricos cuando en el periodismo había dinero de verdad: agenciarse una oferta con contrato de una empresa de la competencia para presentarlo en la propia y disponerla así a doblarles el sueldo. No les fallaba nunca.


    Supe que el Barcelona estaba tieso de dinero cuando sus terminales mediáticas cantaron como niños de San Ildefonso que Pedri es el Mejor Futbolista Joven de la Historia. Y supe que podía haber “cobra” de Mbappé cuando los medios madridistas deslizaron, de repente, que Hazard, una vez retirada la placa metálica de su tobillo, volvía a ser el del Chelsea, y que qué bien, que ya no se iba del club, y que ojo con Hazard el año que viene.
    

Hazard es importante porque seguro que es el modelo que tiene Mbappé en su cabeza. Se dice que el francés renueva con el PSG para tres años con bono de fichaje de trescientos millones más otros cien en concepto de salario neto más especias varias como poner y quitar entrenador, o decidir altas y bajas en el vestuario. Tres años, y otros tres, y después, a la edad de Hazard, a modo de dorada jubilación al sol de España, el Madrid, entonces, de las Veinte Champions, si todo discurre por la vía de la normalidad. Mbappé habrá dilapidado su carrera deportiva, como Neymar, pero será megamillonario en un año, 2030, que sólo seremos felices quienes no tengamos nada, pues no estaremos invitados a sentarnos a la mesa con los Soros y los Klaus Schwab (el Cabeza Huevo del Foro de Davos).
    

¿Y qué dice de la “cobra” de Mbappé la Uefa uefera del Gran Ceferino que hace de embajador de los clubes de Estado?
    

Ceferino el de la Uefa dice que hablar de los clubes de Estado es populismo, la misma respuesta que da Infantino el de la Fifa cuando le preguntan por los seis mil caídos en la construcción de los estadios del próximo Mundial.
    

Pero los clubs de Estado arruinarán el fútbol de competición como los Ayuntamientos de la Santa Transición arruinaron la industria musical de la Movida, pues competían con pólvora del rey pagando a los “suyos” cantidades a las que no podían llegar los propietarios de salas de conciertos, que así se disparó Sabina, cuando en “La Mandrágora” el popular (¡populismo! ¡populismo!) había sido Krahe.
    

El mérito de La 14, de confirmarla ante el Liverpool, para el Madrid será haberse pasado futbolísticamente por la piedra a dos clubes de Estado que representan a la Uefa de Ceferino, el self-made man de Liubliana, el París de Mbappé y el City de Guardiola, que han sepultado en dólares a las dos novias del Madrid, Haaland, cuyo ídolo es Michu, gerente del Burgos, y Mbappé, cuyo ídolo es el Señor (“In God we trust”). Los culés ya pueden ir a Canaletas, y los colchoneros, a ensayar su pasillo. Pero sin Mbappé la Liga española pierde aún más interés.




 Real Madrid, 1981

 Agustín, García Cortés, Sabido, García Navajas, Camacho,

 Del Bosque, Ángel, Stielike, Juanito, Santillana y Cunningham


MISA EN PARÍS


    París bien vale una misa y a su misa mayor en la Champions acude esta semana el Madrid a París, sede que sustituye a San Petersburgo, que a todos nos daba mejor espina: el Madrid perdió una final en París con el Liverpool, al que ganó en la final de Kiev. Esta vez el Liverpool parece un equipo superior en la táctica, pero muy inferior en excelencia y en oficio. Lo normal es que el Madrid pase sobre el Liverpool en París como pasó el Madrid sobre la Juventus en Cardiff, y eso significará el título número 14, de donde viene la parodia de Guardiola cuando dice que es más difícil ganar una Premier que una Champions, una cultura que sale de Barcelona: para que Messi mereciera el Balón de Oro frente a Cristiano, un año contaban los goles, y al otro, los títulos, según conviniera. ¿Qué título es importante? El que gane Guardiola.

Lunes, 30 de Mayo

 

Valle de Esteban

Esparteras

domingo, 29 de mayo de 2022

Contumaz & Pertinaz

 


Francisco Javier Gómez Izquierdo


        Contumaz es adjetivo que solía emplearse para reprender al sujeto tozudo, obstinado, cabezota... que no cambiaba de opinión ni de comportamientos ni ante mil razonamientos supuestamente "objetivos".  Otro palabro de connotaciones digamos negativas era y es pertinaz. La pertinaz sequía franquista que en el nuevo siglo han bautizado como cambio climático y que no sabemos cuándo tiene pensado matarnos. Como no quedarán sustantivos ni adjetivos elogiosos para cantar las hazañas del Real Madrid, permitan que con buenas intenciones haga yunta emparejada con esas dos antiguas palabras en mi modesta opinión sobre esta decimocuarta -catorceava, en parla de unas preclaras doñas cordobesas- Copa de Europa.
       

"A Carvajal le falta una puesta a punto. Se le van todos, no sólo Mbbappé" "Militao está irreconocible. Tiene errores de cadete" "¿Qué le pasa a Alaba?". "Mendy, ¡ay Mendy!" "Casemiro tiene un bajón preocupante" "Kroos no es el que nos tiene acostumbrados"...  Estos comentarios están hartos de leerlos ustedes esta temporada hasta el día del fenómeno inexplicable ante el City, a partir del cual todo fueron muletillas paranormales en mágicas atmósferas. Courtois, Modric, Benzema y Vinicius -éste tras una rehabilitación tan meteórica como ancelótica ¡lo que se han reído de Vinicius!- llevan varias temporadas ejerciendo sin pecado y ante semejante santidad hasta los antimadridistas aplauden su ejemplaridad.
    

 Contumaz es persistir en el error y si el Real Madrid ha ido repitiendo alineaciones y tácticas defectuosas, conforme el parecer del ejército de comentaristas, el Real Madrid es ejemplo de terquedad y como con los maños -baturros- habrá que empezar a entender que lo que parece defecto tendremos que trocarlo en virtud por la firme convicción de andar a desmano por un camino correcto. Por el camino que lleva a la meta metida entre ceja y ceja.
     Ancelotti no gasta la cejijuntez asociada a la cabezonería. Por el contrario, tiene las cejas tan independientes que incluso hablan y expertos hay en traducir sus ágiles arqueamientos. El truco de Ancelotti está en dar el pego. Parece tranquilote y como que no hace caso pero enseña muy bien lo importante a quien corresponde: calma del vestuario, firmeza atrás, transición-relámpago en el contrataque, saber quién es su jefe... Ancelotti ni trae ni crea problemas. Ancelotti ofrece soluciones incluso a problemas ajenos. Su tranquilidad cuesta dinero y por eso se permite el lujo de elegir a los mejores pagadores.
     

Ya saben lo que ha pasado en la final. Entre el dominio del Liverpool y la experiencia del Real Madrid apareció por el lado del "peligro red" -Alexander-Arnold y Salah- el veloz Vinicius para certificar lo que Inglaterra y Francia temían y en España se dudaba: la victoria del "Terrible Real Madrid". ¿Que la clave ha estado de nuevo en el portero como en la del 2018 en Ucrania? Sí. Pero lo normal es que en una final de Copa de Europa se presente el mejor del portero del Mundo y no un apaño cualquiera. Si además el mejor portero del mundo juega en el club más competitivo del mundo, no es descabellado acusar al club de pertinaz en las cosechas porque si recuerdan los de mi quinta y aledañas, tan pertinaz era la sequía como la lluvia. Courtois, el héroe de la 14ª, lo matizó: "Es cuestión de ponerte en el lado correcto" para entender ciertos matices significativos.

 
      -Oiga ¿y Salah, con lo bueno que es?


     -Pues mire usted, como Kroos ante el Chelsea, pero Klopp al parecer, también es de los que se agarra a los clavos ardiendo
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San Isidro'22. ¿A qué algoritmo se le ocurre poner una corrida de Algarra con Román, Caballero y Miranda jugando el Real Madrid la Final de Champions? Márquez & Moore


El trompazo de Caballero


 JOSÉ RAMÓN MÁRQUEZ


Hay días como el pasado viernes en que ves en las taquillas que han puesto un cartel que dice “No hay billetes” y hay otros días, como hoy, en que tenían que poner uno que rezase: “Se regalan billetes”. No somos capaces de ponernos en la mente del algoritmo programador de la Empresa que gestiona los designios del vertedero de Las Ventas a la hora de idear que el mismo día de una final de la “Champions” con el Real Madrid de por medio, había que programar una corrida de toros. Hay que ser muy, pero muy algoritmo para tener esa idea. ¿Qué podría salir mal? El caso es que, según me cuenta un señor muy familiarizado con los asuntos de la reventa y de los cajones del 20%, hoy se regalaron cientos de entradas, tantas como para llenar los tendidos altos y bajos del 6 y del 5, la plena solanera, y la prueba de que hubo regalo masivo es que estaban ocupadas las localidades caras de los tendidos mientras que las más económicas, las de las gradas y las andanadas estaban prácticamente vacías.
 

La cosa ganadera venía hoy avalada, tal y como manda la diaria tradición, por un importante aviso, insertado en la página 7 del programa según el cual “Juan Pedro Domecq y Núñez de Villavicencio compró a principios de 1930 la ganadería del Duque de Veragua…”, que ya la podía haber comprado don Santiago Bernabéu, en esa época Secretario del Madrid, y haber lidiado los toros con divisa blanca, como los antiguos de Raso del Portillo. La ganadería anunciada para hoy era la de don Luis Algarra Polera, a quien desde aquí felicitamos si es cierto, como nos cuentan, que ha finalizado su relación de parentesco político con el mamarracho audiovisual. Desde La Capitana mandó don Luis a Madrid un encierro que pareció chico de tamaño y en algunos casos algo debilucho, pero con su picante y su interés. Es verdad que éste no es el “Toro de Madrid” por el que clamaba el otro día una enorme pancarta desde el tendido 7, pero en su descargo diremos que esta corrida ha salido con más interés que otras de la Feria, por variedad de comportamientos, y si hablamos de pesos, esta arroja un promedio de casi 553 kilos y la de su toma de antigüedad, San Isidro de 1983, 526 kilos, en plena “era Chopera” del toro grande, que decían los escribidores. Tampoco es que nos vayamos a batir en duelo por los Algarra, y si alguien estima que eran unas cabras anovilladas impresentables para Las Ventas, esa opinión también vale.

En la parte de los que se ponen un postizo que simula una coleta teníamos hoy a Román, Gonzalo Caballero y David de Miranda, bien conocidos de la afición. Al romperse el paseíllo, los imprescindibles aplausos para hacer salir a saludar a uno, en este caso a Román, que invita a los otros a acompañarle, declinando Caballero la invitación.
 

La tarde empieza arriba con un derribo de Retozón, número 8, al camión de ladrillos sobre el que montaba Santiago Morales. Tal y como suele ocurrir el caballo se llevó la mejor ovación de la tarde al ser puesto en posición vertical por la grey monicaca. La segunda vara explicó lo del derribo en la primera al dejarnos ver que el piquero no está ni para aprobar el examen de jinete. Lo que sí se va percibiendo a medida que avanza la lidia es que el toro tiene unas excelsas condiciones repetidoras y humilladoras. En las fases del inicio de la faena Román le pone de largo a su cite, al cual acude con alegría y sin poner de manifiesto maldad o recelo sobre el juego que se le propone con la muleta. El toro va y va y Román va desgranando su tauromaquia festivalera y optimista, ayuna de drama. Hay un momento en que al toro ya se le ve como harto de tener que ponerlo todo él y comienza a pararse entre pase y pase, como para dejar en evidencia la exigua consistencia del toreo de Román. Si decimos que estuvo por debajo del toro no mentimos. Tras una estocada trasera y tendida el toro se echa y las gentes se ponen a pedir la oreja, petición que es atendida por el Senado del Palco, presidido por don Ignacio Sanjuán. Ésa va directamente dedicada a los que criticaban la de Téllez.
 

El primer vis a vis de Gonzalo Caballero y Recauto, número 31, no puede ser más desafortunado: el torero le cita y cuando entra en jurisdicción el toro le hace un extraño y se le echa a los lomos, le golpea con la barrera y da la impresión de que le ha calado. Tras unos momentos de confusión con amago del toro de volver a por más, de cabeza al callejón y allí a tratar de reponerse del trastazo. Pone el toro también en dificultades a “Jabato hijo” en un fuerte arreón que el picador es capaz de gestionar con oficio y bravura sin que el toro llegue a echar al suelo al descomunal penco ni a su jinete. Hace hilo Recauto a “El Algabeño” cuando le clava por el derecho siguiéndole hasta el burladero del 9 y se queda parado por el izquierdo cuando Fernando Sánchez le cuartea en corto. También parece que quiere repetir la monería en la segunda entrada a banderillas por el derecho, pero en seguida se entretiene con un capote. El toro no tiene la claridad del anterior, presentando más complicaciones y Caballero, entre el golpazo y que no lo ve claro, no es capaz de sacar la artillería que el toro demanda. El toro está poco quebrantado y a Caballero le cuesta igualarle. Cuando lo consigue le deja una haciendo guardia y otra entera.


 Casi lo mejor de la tarde han sido las verónicas y la media verónica con las que David de Miranda ha recibido a Recauto, número 31, toro bastante cobarde para el asunto caballar. No sabemos qué le ha podido pasar a Jesús Arruga a la salida de su par, pero ha ido cayéndose todo el tercio adelante y a toda velocidad, que parecía que se iba a estrellar contra la barrera del 10. Mientras el solícito Gerente Abellán acompaña hacia la enfermería a Arruga por el callejón, David de Miranda despliega un aire de cierto gusto en sus maneras y, sobre todo, mucha parsimonia. Una vez que comienza su trasteo se encuentra con la dificultad de lo blando que está el toro aunque comienza desplegar una panoplia de pases sin alma que se interrumpen cuando el Algarra cae al suelo. Continúa David de Miranda su labor de acompañamiento, que no de toreo, hasta que el toro le arrebata la muleta de un cabezazo. Tras algunos pases más del mismo jaez decide amargarnos la tarde con las bernardinas, dos y trompicado, luego otra u otras dos. Son las 8:13 de la tarde y una voz conocida grita “¡Gol del Madrid!” como para dar el pistoletazo de salida a una huida masiva en el conjunto de la Plaza.
 

El segundo de los astados apartados para Román es Peletero, número 19, que lo primero que hace es quitarle el capote. Luego, cuando Peletero se estrella contra el Monte Santa Elena sobre el que cabalga Manuel Jesús Ruiz se emplea con ganas, recibiendo hierro a modo en el primer encuentro y nada en el segundo. Buen par de Chacón. Cuando Román se va a los medios a brindar asoma de pronto Vicente Ruiz “El Soro” con una trompeta al lado de la banda, en el palco 29, y le toca una melodía votiva, que deben ser amigos. El castaño es un rato exigente y Román, con toque de trompeta o sin él, no está dispuesto a darle la fiesta que el bicho está pidiendo y se dedica a pajarear sin asumir riesgos laborales y dejando una impresión poco positiva, en un derrote el animal le quita la herramienta, aumentando su desconfianza, por lo que abunda en su trasteo light en el que no manda y no quebranta. Cuando parte a por el estoque Chacón aprovecha a pegarle al toro cuatro lances de mucho quebranto, para echar una mano al matador que cobra media estocada con la que el toro se va hacia el tercio a morir tragándose la muerte hasta que se desploma sin puntilla. Antes el toro cazó al torero dejándole un puntazo en el gemelo. Toro con mucho que torear, para jugársela y para triunfo de importancia.

 
Tras las consabidas cucamonas de los mulilleros a la caza de la propina si hubiese orejilla, que no hubo y se quedaron sin prima, salió a escena Torrecillo, número 37 a recibir la ración de puya de manos de Manuel Cid y, como curiosidad de las que le gustan al enciclopédico aficionado Juan Salazar, dejaremos anotado que en la corrida que Algarra tomó antigüedad, en la cuadrilla de José Antonio Campuzano y también de segundo estuvo Eduardo Cid, padre de Manuel, que el tiempo se nos pasa volando. Manolo Cid pica poco y mal a la primera y traseramente a la segunda, que hoy no era su día. En banderillas, un desgarrador par de Fernando Sánchez que se arranca en corto como suele, dando ventajas al toro y a favor de querencia y en el momento de clavar, el toro le ha ganado terreno y clava el par sobre el pitón izquierdo de manera muy comprometida y torera. La segunda salida a escena de Caballero se mueve en las mismas coordenadas que la primera en cuanto a torear por las afueras, por la banlieue. En esta ocasión va saliendo a susto por tanda y manda al tendido, pleno de partidarios, la sensación de que no hay Plan Director, vamos, que ahí estamos todos a ver qué pasa, y lo que pasa es nada. A las 9 en punto dobla el toro y se produce una huida más masiva casi que la que hubo a las 8. Sólo los muy recalcitrantes se quedan a ver las pintas de Tentador, número 27 a quien banderillea Fernando Sánchez con su facilidad de siempre por la lesión de Arruga. En esos momentos ya la Plaza no está más que para irse y David de Miranda trata de atraer la atención proponiendo un pase cambiado por la espalda en los medios, como aquel día de hace tres años, pero esta vez cuando el toro llega el torero se aparta un poco y ya, desde esa renuncia, sabemos que no va a haber cera alguna que arda. De Miranda se pone muy por afuera todo el tiempo y aunque quiere ponerse así como solemne en su manera de andar por la Plaza no consigue transmitir otra idea salvo la de que estamos contemplando a un señor trabajando. El toro suelta de vez en cuando sus cabezazos que frustran los intentos del matador y en suma su trasteo nada dice y además, por qué no decirlo, es un poco pesado, especialmente con lo de las bernardas, como queriendo recuperar aquel día de hace tres años. Con un pinchazo y un bajonazo termina con la vida terrenal de Tentador y antes de que doble huyo de la Plaza, que he quedado a cenar y llego tarde.


El puntazo de Román


Las que entran por las que salen

 

ANDREW MOORE

 



LO DE CABALLERO

 



LO DE ROMÁN

 



LO DE MIRANDA

 


FIN

Remembranzas trevijanistas (V)



 

MARTÍN-MIGUEL RUBIO ESTEBAN
Doctor en Filología Clásica


Antonio García-Trevijano y Joaquín Navarro subieron hasta Alcañices para acompañarme en mi dolor. Estas cosas no se olvidan jamás, porque son prueba de amistad sincera y comprometida. Por cosas como ésta uno no es incondicional jamás de la propia ideología, que la puede estar representando un imbécil nauseabundo vendedor de feria, sino de las personas con humanidad, y hay personas con humanidad en todas las naciones, credos e ideologías. Yo soy un incondicional de la memoria de mis amigos Antonio y el juez Navarro. Joaquín siempre llamó a Antonio “nuestro tribuno” y en el cuerpo de su voz con dejes almerienses parecían entreverse los hermanos Graco o el mismísimo Saturnino. Joaquín era primo carnal del que fuera portavoz de la Santa Sede durante veintidós años y tocayo suyo, Joaquín Navarro Valls. Este gran médico y profesor de medicina, así como numerario del Opus Dei, tuvo una gran relación con su travieso primo y amigo mío en el Colegio Hermanos Maristas, de Cartagena, durante la adolescencia. Cuando el futuro opusdeísta trataba de dirigir al futuro juez por la senda de la más estrecha virtud, nuestro amigo solía decir: “Contra la castidad, cantidad”.

Durante la presentación de uno de sus libros, Antonio me presentó a Lita Trujillo. La antigua actriz mantenía aún parte de su gran belleza, y era extremadamente delgada, y lo que más me impresionó fue su delicadeza, sencillez y cercanía directa a la gente. La verdad es que era una mujer encantadora la esposa viuda de Ramfi Trujillo, y miraba a Antonio con verdadera devoción. Quizás con demasiada devoción. Luego he leído en los periódicos –ya muerto Antonio
que éste le debía 350.000 dólares que nunca le devolvió. No sé nada del tema, y no entro ni salgo. Sólo sé que en aquella época Antonio actuaba como una especie de padre espiritual, o mejor, como tutor de aquella divina actriz hollywoodiense, que parecía también tener problemas económicos con sus hijos, según Antonio llegó a revelarme. La dulzura que me mostraba sólo se explicaba por mi amistad con “su” Antonio. Era de esas mujeres que dejan huella.

Antonio, extraordinario abogado, tenía entre su clientela altas damas de la sociedad madrileña que sufrían maltrato, físico y moral, por parte de sus egregios y poderosos maridos. Fue entonces cuando me di cuenta de que la violencia del hombre contra la mujer –violencia sexual– no estaba focalizada en pobres borrachines ignorantes, sino que esta violencia familiar atraviesa todas las clases sociales, y que sólo puede ser erradicada por la educación y el código penal, claro.

Cuando uno lee a Trevijano te das cuenta en seguida del rigor etimológico con que utiliza las palabras. Trevijano usa las palabras en su sentido más original y prístino, lo que a veces le puede hacer algo oscuro para el que es lego en latín y griego. Y es que Trevijano adoraba el léxico de Roma (no conocía el griego clásico). Ahora bien, no permitía la “frivolidad” de escribir en latín en los periódicos, y tuve serios encontronazos con él cada vez que yo mandaba a la Prensa artículos en latín como modo de reivindicar la principal lengua de cultura occidental perseguida con saña por la barbarie de la nueva clase política ignara. Así lo debía entender Anson cuando en los tres medios bajo cuya batuta de capitán he navegado me ha permitido estas “frivolidades”. En el propio MCRC casi se produjo un cisma por haber salido en el periódico digital del Movimiento, Diario Español de la República Constitucional, mi artículo Calumniae Veteres Redeunt. El cisma se paró porque mandé inmediatamente la traducción. Todavía hoy se puede leer el texto en latín en ese Diario. Estoy seguro de que detrás de aquel posible cisma no estaba Antonio, al que le molestó mucho mi desobediencia reiterativa, pero no tanto como para entrar en estertóreas jeremiadas. Había otras personas algo oscuras que le intentaban instilar veneno.

En una de las grandes fiestas anuales que hacía La Razón de Anson, esperaban a Antonio en una salita del periódico varios líderes de la oposición guineanoecuatoriana para mostrarle su cariño y apoyo frente al Dossier antitrevijano que había en su día pergeñado el PSOE con el apoyo de algún traidor guineaenoecuatoriano, a fin de quitarle de la dirección política de la Platajunta, que pugnaba por la ruptura, y así poder desactivarse a la misma y optar por la Reforma pilotada por los demócratas vendidos. Yo creo que fue una grata sorpresa preparada por Anson, amigo de Trevijano. El Dossier había relacionado a Trevijano con los crímenes perpetrados por el dictador Macías Nguema, al que sucedería su sobrino Obian Nguema, y a un enriquecimiento con la preciosa madera guinieanoecuatoriana, gracias a la prevaricación orquestada que cometieron las propias autoridades guineanas a favor de Antonio. El líder de la oposición Andrés Moisés Mba Ada manifestó aquella noche que ambas acusaciones habían constituido una mentira podrida, “y que Guinea Ecuatorial jamás sería el perro que mordería la mano de su verdadero libertador, que era Antonio García Trevijano”. La verdad es que me emocionó oír llamar a mi amigo “nuestro libertador” por parte de seis guineanos ya mayores que le esperaban en aquella salita de La Razón antes de comenzar la fiesta. También me conmovió el hecho de saber por ellos que miles de guineanas habían puesto de nombre a sus hijos el nombre de aquel libertador amigo mío. Antonio García-Trevijano había sido el epónimo de su verdadera independencia. Trevijano había ideado una independencia con una constitución democrática fundamentada en las grandes virtudes de la negritud guineana, como la hospitalidad y la fraternidad. Una Democracia clásica apoyada en la antropología milenaria de los habitantes de Guinea Ecuatorial. Pero pronto la independencia liberadora y humanista ideada por Trevijano topó con la “cupiditas regni” y el numen basileólatra de Macías, que quería perpetuarse en el poder de un modo autocrático y violento. Si Trevijano lo apoyó con claridad como líder en los inicios, cortó con él en seguida, en el momento en que comenzó a verle hechuras de tirano. Respecto al falso enriquecimiento aquellos mismos guineanos, amigos y representantes de Severo Moto, dijeron que la independencia de Guinea a Antonio sólo le había traídos gastos, al alojar, corriendo él con los gastos, en los hoteles de la capital de España a todos los líderes independentistas que negociaron con el régimen de Franco la independencia de la colonia española.

En la comida Antonio era de gustos sencillos y tradicionales. Le encantaban los chuletones de Ávila, y un plato especialmente grato para él eran los huevos fritos con patatas fritas, que solía pedir en los restaurantes de carretera cuando viajaba, pero que dejó de pedir cuando descubrió que la cocina de sartenes había desaparecido casi por completo en nuestra cocina, y que los nuevos bárbaros cocineros solían freír los huevos en la misma plancha de la cocina. “La cocina española desaparece si desaparecen las sartenes”, me dijo un día.

[El Imparcial]

Domingo, 29 de Mayo

 

Valle de Esteban

Flores blancas

"Y mientras los bendecía se separó de ellos, subiendo hacia el cielo"

 DOMINGO, 29 DE MAYO

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

-Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto. Yo os enviaré lo que mi Padre ha prometido; vosotros quedaos en la ciudad, hasta que os revistáis de la fuerza de lo alto.


Después los sacó hacia Betania y, levantando las manos, los bendijo. Y mientras los bendecía se separó de ellos, subiendo hacia el cielo. Ellos se postraron ante él y se volvieron a Jerusalén con gran alegría; y estaban siempre en el templo bendiciendo a Dios.


Lucas 24,46-53

"Y mientras los bendecía se separó de ellos, subiendo hacia el cielo"

 DOMINGO, 29 DE MAYO

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

-Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto. Yo os enviaré lo que mi Padre ha prometido; vosotros quedaos en la ciudad, hasta que os revistáis de la fuerza de lo alto.
 

Después los sacó hacia Betania y, levantando las manos, los bendijo. Y mientras los bendecía se separó de ellos, subiendo hacia el cielo. Ellos se postraron ante él y se volvieron a Jerusalén con gran alegría; y estaban siempre en el templo bendiciendo a Dios.


Lucas 24,46-53

sábado, 28 de mayo de 2022

Nihilismo cayetano

Marqués de Vinent

 

Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    Cuando el mundo asiste, ojiplático, al reajuste geopolítico del nuevo siglo, España se despereza con discusiones sobre los “piolines” de Pedro, la regla (“saignant”) de Irene o el nihilismo ruso, con perdón, de Cayetano, un hombre Alba, que ve en el rechazo al aborto un “prejuicio religioso” incompatible con las conquistas espirituales del siglo, como la eutanasia, la eugenesia o la gimnasia.
    

Este nihilismo cayetano, pareciendo ruso, no daría para un papel en “Los demonios” de Dostoyevski, pero es muy nuestro. Ahí está el marqués de Vinent, grande de España y “sordo como un gato de lujo”, según Ruano, que lo trató en sus casas, donde ejercía de gran snob de un Madrid “todavía pequeño, chulo y provinciano”.
    

El marqués le dijo al Caballero Audaz que lo único que le interesaba de la vida eran el pecado y la noche, “el encanto hechicero de las noches de Venecia y Constantinopla”.
    

De amigos prefiero los que son muy inteligentes; luego, los que son muy ricos. El dinero es lo que más se parece a la inteligencia. Un amigo inteligente sin dinero evoca cosas maravillosas. Un amigo muy rico no las evoca, pero las compra.
    

Para Carretero este marqués tarambana representó una decadencia, “uno de los estados morbosos de espíritu que más habían de contribuir a la enorme tragedia de España en tres años de guerra”.
    Gozó, por nacimiento, de inteligencia y de dinero, y como literato, de enorme popularidad, pero “un extraño rencor social le fue inclinando disparatadamente a las izquierdas”, donde en realidad, dice Ruano, nada se le podía haber perdido. En la guerra escribió artículos de señalamiento en “El Sindicalista”, cabecera anarquista tras la incautación de “La Época”.
    

Murió en la cárcel, medio ciego y miserable, intencionadamente abandonado por los que pudieron hacer algo por él.
    

Al final, un nihilista, o un centrista, es como todo en España: “Mira, hijo, de torero a sinvergüenza no hay más que un paso –dijo Belmonte a su hijo, que quería ser torero–. Así que ten cuidado de no darlo”.

[Sábado, 21 de Mayo]

San Isidro'22. Un día, llega uno que hace el toreo, el de verdad, y todo ese castillo de naipes urdido mentira a mentira se va por el desagüe. Se llama Ángel Téllez.Márquez & Moore

 


 

JOSÉ RAMÓN MÁRQUEZ

 

Ahí está Téllez, Ángel Téllez, dando un trastazo al muñeco, lo que se dice un soberano trastazo, desmontando de un plumazo todo lo que te dicen que no puede ser, enviando al hoyo a la deplorable forma de torear de cada día, de todos los días, riéndose en la cara de los tres tenores del día anterior, del pobre Rufo, de Julián el poderoso, con los argumentos de verdad encima de la mesa, los argumentos del toreo que a todo el mundo pone de acuerdo, sin necesidad de que un tío listo te lo tenga que explicar. Ahí está Téllez toreando de la manera que los cansinos esos dicen que “no se puede torear”, riéndose en la cara del mamarracho televisivo y de la caterva de engañadores profesionales que venden el humo de los pases que se dan por darlos como si eso fuera el toreo: luego, un día, llega uno que hace el toreo, el de verdad, y todo ese castillo de naipes urdido mentira a mentira se va por el desagüe. Téllez esta tarde en Madrid ha tirado de la cadena del wc para que se vaya en buena hora, camino de la depuradora, esa mendaz farsa de cada día y todos los engañadores profesionales que la avalan.


El prodigio ha ocurrido con un toro viejo, Viajero, número 173, diciembre del 16, negro, con el que Ángel Téllez ha construido una emocionante faena en la que se ha ido creyendo a sí mismo a medida que esta avanzaba. Podemos decir que hemos sido testigos hoy en Madrid de cómo crecía y se consolidaba el torero conforme se iba haciendo dueño de la situación y se iba dando cuenta de que su toreo sin trampas calaba honda y naturalmente en los tendidos.
 

Comienza Téllez su labor sacándose hacia los medios al toro con tres muletazos a la larga distancia, andando, muy personales y muy lejos de lo de todos los días. Una vez el toro está en el terreno elegido, los medios frente al 6, le propone una serie con la derecha a la que el toro acude con un buen son, pegando dos redondos extraordinarios al final de la serie. Se cambia la muleta de mano y ahí, al natural, comienza a dejar clara su disposición a hacer el toreo de verdad, el de estar cruzado con el toro en el cite y en el de mandar, dictando él la velocidad de la embestida, y templar para no ser enganchado. ¡Qué cosas! Parar, templar, mandar y cargar la suerte, como si hubiera que inventar algo, que aquí todo está ya inventado. En esta serie, cruzado con el toro en el sitio en el que se producen las cornadas, aguanta el parón del animal, resolviendo emocionante y valerosamente el muletazo y desde ahí ya sabe netamente que él es el amo. Remata esa serie con un torero molinete y cuando el toro quiere más, un pase de pecho de muchísimo cuajo.
 

Cuando Ángel Téllez vuelve a tomar la muleta con la mano derecha, ya sabiéndose triunfador sobre el toro,  torea a una velocidad lentísima, a la que él dicta que debe ser, proclamando la verdad del toreo sin trampas ni artificios. Toma la espada de verdad y deja una serie de naturales que vemos de pie, puro desgarro, y luego el pase de pecho de verdad el que hay que dar para quitarte al toro de encima, y antes el cambio de mano, y antes el derechazo largo y en redondo. Con todo eso la Plaza es un manicomio de gentes viendo torear, viendo el toreo que no te tiene que explicar nadie porque aunque sea el primer día de tu vida que vas a los toros y no sepas cuál es la razón, te emociona desde adentro y te levanta del asiento a aplaudir. Muchos de estos jóvenes que vemos cada día por los pasillos hoy es el día en que han visto torear por vez primera en su vida y, los que se aficionen, algún día dentro de muchos años contarán que el veneno por los toros se lo metió un tal Téllez un viernes de mayo en Madrid, cuando comprendieron en qué consiste el auténtico toreo.
 

¡Y qué manera de torear! ¡Qué velocidad de cámara lenta! ¡Que pase de pecho!, probablemente el primer pase de pecho de verdad que vemos en la Feria. ¡Qué manera de pasarse al toro! Aquí no sirven las monsergas ésas de perder pasos, de que si pones o repones, de que si para ligar hay que hacer esto o aquello, aquí sólo hay la emoción a flor de piel de contemplar a un muchacho de veinticuatro años que se viene a Las Ventas sin apoderado, que se mete en una sustitución a costa de las buenas maneras que demostró en su actuación de hace diez días y que es capaz de poner a todos de acuerdo, porque la verdad sólo tiene un camino. Y la verdad la dicta un joven torero con maneras propias de la madurez asolerada y elegante, que posee el secreto del mando, del temple y de la ligazón, que no se esconde del toro y que posee una portentosa mano izquierda, la mano de los billetes, como apuntó en su anterior comparecencia.
 

Parece un sarcasmo que Téllez dejase en su anterior comparecencia, el día 17, una de las mejores estocadas de lo que llevamos de Feria y hoy, en su faena cumbre, nos haya atizado un pinchazo y una estocada tendida que es como si nos las hubiese puesto a todos y cada uno de los que estábamos en Las Ventas. Nadie es perfecto, pero hay que ver qué cosas tiene esto de los toros.


Realmente no merece la pena relatar más del festejo en el que, además de Téllez, hicieron el paseíllo Diego UrdialesAlejandro Talavante. Los cinco primeros toros eran de Victoriano del Río y el del faenón de Téllez de Toros de Cortés, evidentemente el programa oficial en su página 7 nos olvidó recordarnos que “Juan Pedro Domecq y Núñez de Villavicencio compró a principios de 1930 la ganadería del Duque de Veragua…” El Presidente don Jota el orejero, don Gonzalo Jota de Villa Parro, presidió hoy por última vez en Las Ventas y desde aquí le auguramos que una vez que su nombre deje de salir en el programa ya nadie va a acordarse de él jamás.
 

Es ésta una noche para paladear los recuerdos y para envidiar al hombre que hoy hizo el toreo. El planeta Tierra tiene 7.9 billones de habitantes y de ellos sólo 22.964 hemos visto, nos hemos emocionado, hemos vibrado y hemos aplaudido a un muchacho que, espada en la derecha, muleta en la izquierda y corazón en medio, hoy ha toreado en Madrid. Somos afortunados.

 



ANDREW MOORE

 

 



 Y el de pecho al toro del prodigio, Viajero,

 número 173, diciembre del 16, negro, de Cortés

FIN