viernes, 31 de enero de 2025

Comulgar


Alasdair MacIntyre


Ignacio Ruiz Quintano

Abc


En Segovia, la provincia con que allá por el 78 Modesto Fraile quiso hacer una nación, un cura de pueblo (“Segovianos, segovianos, / somos gente comunera”) niega la comunión a un alcalde socialista, que recurre al gobierno para hacer cumplir la Constitución escrita en vida de Berlanga por Abril Martorell, ingeniero agrónomo, y Alfonso Guerra, director teatral.


La Iglesia Católica no es más que un monstruoso compromiso entre dos fuerzas que se destruyen: el Derecho Romano y el Evangelio –escribió Unamuno, fecundo en paradojas.


Unamuno contaba que, “casi un niño”, al volver de comulgar, abrió el Evangelio al azar y leyó: “Id y predicad el Evangelio por todas las naciones” (eso incluiría la “nación” de Modesto Fraile, y el resto de “naciones” españolas que se sacaría de la manga otro segoviano, y socialista, Anselmo Carretero). Pero el pequeño Unamuno tenía novia, y quiso probar otra vez con el Evangelio, donde esta vez leyó: “Ya os he dicho y no habéis entendido; ¿por qué lo queréis oír otra vez?” Y esta angustia, según Pemán, motivó la tristeza agónica que acompañó siempre a Unamuno.


En la sierra segoviana las tardes de invierno deben de hacerse largas, y cabe figurarse a un alcalde socialista, pillado como el asno de Buridán entre el Derecho Romano de Bolaños y el Evangelio de San Juan, dejando volar la imaginación con las cosas de Freud sobre lo fielmente que el rito de la comunión cristiana repite el sentido y el contenido del antiguo banquete totémico, aunque tan sólo en su sentido tierno, de veneración, y no en el sentido agresivo. Que luego, en su simpática ignorancia, la ministra de no se sabe qué se ponga farruca con una fantasía freudiana y proclame que en España la comunión católica la decide el gobierno de Madrid sólo es otra conquista de la patocracia que entre todos nos hemos dado.


¿Acabar con la Iglesia? A Ratzinger le gustaba una anécdota de Napoleón, a quien un día se le calentó la boca y dijo que iba a exterminar a la Iglesia. “Eso no lo hemos conseguido ni siquiera nosotros”, contestó un cardenal. Pero al sanchismo Napoleón se le queda pequeño. El 78 se comió la Nación y ahora anda a dentelladas con el Estado. La Iglesia, dice el teólogo Cavanaugh, tiene que liberar su imaginación de las garras del Estado-Nación, que nunca ha trabajado por el bien común.


En su forma más benigna, a lo que más se parece el Estado-Nación, según la apropiada metáfora de MacIntyre, es a la compañía telefónica, un gran proveedor burocrático de bienes y servicios que nunca llega a ofrecer una buena relación calidad-precio.


El Estado como compañía telefónica. ¡Oh, justicia poética española! MacYntyre deplora que el Estado-Nación se presente a sí mismo como el guardián del bien común y el depositario de unos valores sagrados. Así las cosas, la tarea urgente de la Iglesia, insiste Cavanaugh, es desmitificar el Estado-Nación y tratarlo como a la compañía telefónica.


[Viernes, 24 de Enero] 

Viernes, 31 de Enero

 



Patriotismo

jueves, 30 de enero de 2025

Hughes. Brest, 0-Real Madrid, 3. El nunca bien ponderado Rodrygo

@realmadrid


Hughes

Pura Golosina Deportiva

 

La sensación es que cuando en el Madrid no juega el mejor jugador del mundo, en su lugar lo hace el mejor extremo izquierdo del mundo, el nunca bien ponderado Rodrygo. Es realmente difícil de ponderar: está condenado de por vida a jugar fuera de su sitio y ha elegido la Champions para desquitarse.


El Madrid acaba la liguilla fuera de los ocho primeros. El formato penaliza al Madrid, que consigue sus epopeyas gestionando la temporada de un modo radical. Sus lagunas otoñales son necesarias para llegar al final, pero lo que se camuflaba en la liguilla de grupos en este formato le ha pasado factura.


El campo del Brest parecía la versión futbolística de "la pequeña aldea gala". No resistieron mucho al imperio romano del fútbol.


Ancelotti abrazaba a Roy como si se conocieran mucho. Ancelotti está dando ya abrazos de patriarca a sus colegas, como si el entrenador local fuera siempre él. Nadie abraza igual.


Los capitanes se intercambiaban los brazaletes bajo un humo gamberro de bengala. ¿Cómo será ser una empresa especializada en fabricar banderines de fútbol? Cada uno lleva impreso el partido. Cada banderín es único. No habrá otro igual... Dentro de muchos siglos, habrá gente que pague millonadas de bitcoins para conseguir uno, y algún jeque se hará tangas con la telilla de la final contra el Stade Reims...



@realmadrid

Estas cosas absurdas se venían a mi mente (mente cansada y probablemente falta de algún nutriente básico) mientras pensaba o fantaseaba con el tratamiento que el Brest daría al banderín del Madrid.


¿No es el banderín del Madrid un trofeo ya en sí mismo? Estamos muy crecidos, también es verdad...


El partido empezaba con Lucas al lado de Tchouameni, el Bertín-Arévalo o Arnold-Danny de Vito de la temporada. Lucas luqueó un poquito, a veces es como si quisiera acabar con la carrera de Tchouaméni.


Tras la insistencia local, esa especie de folclore aguerrido que cada equipo despliega ante el Madrid, el partido recomenzó cuando Bellingham encontró a Mbappé de una cierta manera... una protocontra que inauguraba el Espacio y abría el rato de las primeras ocasiones...


Mbappé no marcó pero hizo un buen partido. Los centrales franceses sonaban a gastronomía: Chardonnet y Koulibaly, nombre como de postre.


Lucas no permite acumular mucha ira en su contra porque siempre acaba apareciendo. Parece que lo hace para dejar bien a su entrenador. Metió una banana michelera a Rodrygo, que compareció en remate capital.


Justo a la jugada siguiente, cogió un balón en el lugar del extremo izquierdo, regateó a un defensa con la derecha, quedose tronco el francés, se ladeó otro poquito para acomodarse el ángulo y luego chutó con la zurda, pegadito al palo. Tris, tras. Un gol perfecto, de líneas ideales.


Es imposible vender a alguien que marca ese gol. Rodrygo puede salvar su carrera en el Madrid si termina de ser apadrinado por los que saben de fútbol, el cultismo, los morantistas de la pelota.


Su fútbol no solo es bonito sino clásico y depurado, inteligente. Si solo regateara con habilidad... pero es que sus goles son realizaciones de una intención y precisión diríamos que sublimes. Alguien podría decir que es irregular, pero entonces contestaríamos que defiende más que muchos y él añadiría que lo que hace, además, lo hace en la Champions. Y no hace tan poco. Es un jugador que roza los 20 goles y 10 asistencias por temporada. Quizás este año lo supere.


La derecha progresaba más que la izquierda. Brahim y Modric concentraban CI y dialogaban con la inteligencia más raposa de Lucas. En el otro lado, Mendy daba algún balón a su amigo invisible. Tampoco pasa nada. A Mendy, como a Karembeu o Anelka, le pedimos cinco partidos.



@realmadrid

Iban cantando goles en Eurocarrusel. Los goles hacían pensar, ilusionantes, engañosos, que pasaban cosas maravillosas en otros campos.


Bellingham ya empezaba a calentarse. Sus jugadas siempre son cuesta abajo porque empiezan en algo dificilísimo. Sus inicios tienen un control sutil, un 'cuerpeo' impresionante, una media vuelta zidanesca (más robusta) y luego un dribling. Luego, al salir de ahí, como si estuviera sacando el coche de una plaza imposible, con nuestros ¡oh! ya en el bote, lo siguiente ya parece más fácil.


A la vuelta del descanso, el Brest marcó "por mediación de" (aunque no medió sino que finalizó) Ludovic Ajorque, un nueve con pinta de herrero medieval que colocó un remate sorprendente con un lenguaje corporal opuesto al fútbol. Parecía imposible que esa aparatosidad no dejara alguna extremidad en fuera de juego.


Lo opuesto era el fino Mbappé. Poco después fabricó un gol sin tocar la pelota. La ganó eludiéndola, como los grandes seductores, para que le llegara a Bellingham y mientras este conducía y llevaba en apariencia la jugada, él esprintaba como un socialista al que persiguiera una pala o cualquier forma de utillaje laboral. Corría con frenesí y se llevaba con él, como un falso profeta, defensas del Brest con nombre de vino o queso o postre. La jugada, creada y depurada por él por el carril central, llegó a Lucas, que apuntó su asistencia repelente para el gol de Bellingham.


A partir del 2-0, cambió jugadores el Brest y a Ancelotti, como casi siempre, le costó un raro. El Madrid se relajó, Courtois tuvo que hacer un paradón (nos imaginábamos a Casillas en casa explicándole la parada a su nueva churri, apuntando quizás la palomita) y Rodrygo hizo un jugadón por su banda yéndose de uno y de otro con regatitos pequeños pero limpios, sin grandes arrancadas pero sin dudas ni frenazos. Vinicius regatea con los riñones, Rodrygo los usa solo para su función estrictamente renal.


Su catálogo técnico tiene de todo. Después marcó el 0-3 aprovechando un rechace de Mbappé. Todo se hizo con trivela en la jugada. Y poco después se fue Modric, el actualizador de los tres dedos, ovacionado.


Rodrygo parece el hermano bastardo de una saga medieval estilo Juego de Tronos. Él ama a sus hermanos, no protesta. Tiene todo el potencial, pero carece del derecho. No obstante, hay grandes planes para él.


Mbappé intentaba su gol y fue por poco que no marcó. Le vimos alguna jugada de las suyas, esas que empiezan con un control rapidísimo tras haber echado a correr, un pelín antes, como si se hubiera declarado un incendio.


No haber quedado entre los ocho primeros de Europa con los tres mejores jugadores del mundo le debería contar a Ancelotti como hazaña.



 @realmadrid

La Cibercheka


César González-Ruano

Ignacio Ruiz Quintano

Abc Cultural


En el periódico global en español han inaugurado con fanfarria ciertamente habanera una cibercheka para husmear cualquier cosa que se salga de la regla, como los rezos de Prada o los fascisteos de Ussía.


El antifascismo, qué le vamos a hacer, es así de fascista.


¿Quiénes son los fascistas? Siempre los otros.


–Todo viene de un pequeño embrollo gramatical –explicaba Pemán, antes de que lo echaran de la dirección de la Academia por falta de fascismo–. Creemos que “fascista” es un sustantivo o un adjetivo. Pero resulta que no, que es un pronombre. Los pronombres los manejan los demás. Uno puede vigilar sus adjetivos y sus sustantivos. Pero los pronombres vienen de fuera y hay que resignarse a recibirlos. “Fascista” vale tanto como decir “el otro”.


Para Muñoz Molina, por ejemplo, “el otro” es César González-Ruano, sólo porque fue un dandy con esqueleto de palo que tuvo la suerte de no estar en casa cuando los milicianos fueron a buscarlo para medírselo... por fascista.


El “fascismo” es un casino cuyas listas administran los del casino de enfrente.


Con la cibercheka anunciada, es el periódico global en español el que se dispone otorgar los nombramientos de “fascistas”, con sus rehalas de sabuesos adiestrados para seguir por las cavernas el rastro de la reacción.


Los reaccionarios –dijo certeramente Gómez Dávilales procuramos a los bobos el placer de sentirse atrevidos pensadores de vanguardia.


A imitación de los acreditados CDR cubanos –chotas, para el vulgo–, escogidos membrillos de progreso pondrán su ojo izquierdo –“escopofilia”, dice mi psiquiatra que hay en eso– sobre los pasos literarios de los sospechosos de fascismo.


Técnicamente, el fascismo es el sometimiento del poder legislativo al poder ejecutivo, pero a semejantes vericuetos no descienden estos chotas, que prefieren quedarse en la superficie, donde uno se hace sospechoso de fascismo sólo por no troncharse de risa con la “gracia” vertida en la serie “Padre de familia” donde los guionistas hacen mofa explícita del hijo discapacitado –síndrome de Down– de Sarah Palin.


Me buscaron en Madrid con la poca elegante idea de quitarme de en medio –cuenta Ruano en sus memorias–, idea a la que contribuyó con entusiasmo el diario “La Tierra”, a cuyo director y a cuyo redactor-jefe traté años después en París como si nada de esto hubiese existido.


Y el fascista era Ruano.

Jueves, 30 de Enero


 

Virgen del Camino


miércoles, 29 de enero de 2025

Joselito



Ignacio Ruiz Quintano

Abc Cultural


Hay una ventolera de cursis que vuelven con el tabarrón de que los toros son el XIX y que el XXI es el fútbol, que es una cosa que, mucho mejor dicha, ya la dijo Foxá cuando decía que del imperio inglés sólo quedarían algunas adaptaciones de Shakespeare, el whisky escocés y, sobre todo, el fútbol, cuyo éxito consiste en avivar los sentimientos nacionalistas.


Don Mariano Benlliure tenía figuritas de toreros para su tapón de radiador cuando iba a las corridas, y estatuillas de futbolistas chutando cuando marchaba al estadio. No podían compararse unas con otras.


El secreto de los toros, dijo siempre Foxá, reside en que es un espectáculo anacrónico, y el anacronismo, como se sabe, es la ley de toda creación popular. “Cuatro arcángeles bajaban / y, abriendo surcos de flores, / al rey de los matadores / en hombros se lo llevaban”, cantó el pueblo para el entierro de Joselito, que había muerto en una plaza adosada a una iglesia con la maldición, dice la leyenda, de un ganapán de Torrijos.


El mayor mito del toreo debutó en Madrid el día de San Antonio de 1912. ¿Con novillos o con toros? Ésa es la cuestión. En el Cossío se dice que con toros –“corrida de toros, que no de novillos”–, pero porque Cossío cayó en la trampa de la hipérbole tendida por dos revisteros de época: Don Pío, gallista, y Don Modesto, bombista (y antigallista). Es la conclusión de José María Moreno Bermejo, extremeño de Trujillo y polígrafo a la española de la cosa de los toros, que ha tenido el amor y la paciencia necesarios para revolver los papeles que demuestran que lo que Joselito mató en Madrid el día de su debut fueron novillos. “Voy a ver si ‘arremedo’ a su matador de usted”, fue el brindis del crío a Don Pío en el sexto. El “matador de usted” era su hermano, Rafael el Gallo.


“¿Qué le ha parecido a usted el hermano del Gallo?”, preguntaron luego a Don Modesto. “No sé por quién me pregunta usted.” “Por Joselito.” “¿Joselito hermano del Gallo? Hombre, no. Usted se equivoca. El Gallo es el que es hermano de Joselito. Parece lo mismo, y, sin embargo, hay mucha diferencia.” “Bueno, ¿y qué le ha parecido a usted?” “¿Joselito? Pues... un fenómeno. Con el capote creo que hoy no tiene rival. Con la muleta recuerda a los mejores toreros en sus buenas faenas, y con las banderillas, un coloso. ¡Así, como suena!” “¿Y con el estoque?” “Pues, con el estoque, es un Frascuelo... comparado con su hermano.” 

Julio Romero de Torres (1874-1930)

       








Francisco Javier Gómez Izquierdo


       Si esa Inteligencia Artificial que amenaza con "el Acabose" hubiera empezado a retozar allá por los años 20, quizás hubiera intentado alargar la vida al séptimo hijo de Rafael Romero Barros y el último 9 de noviembre, Julio Romero de Torres hubiera cumplido 150 años, pero el "insigne cordobés" falleció en mayo de 1.930, lo que no quita para que cierta especie de gente considerara a Don Julio un redomado franquista "..¿no os acordáis de la Chiquita piconera en los billetes marrones de veinte duros de cuando Franco?" escuché a una señora a la entrada de la Biblioteca de Levante que se lo explicaba a un grupo de ociosos que acudían al parecer a una cosa que llaman Taller de Lectura.


     Uno cree que en todos los pueblos y ciudades hay personal respetuoso que aunque no sea capaz de apreciar como merece las capacidades de los artistas y el valor de sus artes, agradece no sólo lo que le parece bueno sin estar aún reconocido sino también el interés de los aficionados por recordarnos a los maestros consagrados, por lo general difuntos.


     Además de varias exposiciones sobre Julio Romero de Torres -una uncido a Zuloaga ha tenido carácter extraordinario-, paredes y muros cordobeses llevan ya varios días celebrando los 150 años del aniversario y como me parecen dignos de verse, aquí pongo alguno de los murales. 

Miércoles, 29 de Enero

 



La expectativa

martes, 28 de enero de 2025

Los multimillonarios



Ignacio Ruiz Quintano

Abc


Que llegan los multimillonarios, quiso alarmarnos Biden en su despedida del Bidenato, ese mandato (en realidad, el tercero de Obama) en el que él sólo puso el nombre y la jeta y que ha dañado a la República, que ya andaba con muletas, bastante más que lo hiciera la Guerra Civil.


Quiero advertir al país sobre el poder concentrado en manos de unas pocas personas ultra ricas –dijo el “clown” imperial (que venía de otorgarle el mayor honor civil de la nación a George Soros), dando por inaugurada… ¡la oligarquía! en una nación que en las últimas presidenciales repartió a sus multimillonarios en una proporción de 83 que apoyaron a Kamala por 52 que apoyaron a Trump.


Normalmente no hay discontinuidad entre las oligarquías, nos dejó dicho Dalmacio Negro, apoyándose en Pareto y su “Tratado de sociología general” del 17: “Con sufragio universal o sin él, de hecho siempre gobierna una oligarquía”. Y en la clase política (la que nos come como sabañones) distinguió los “zorros” de los “leones” (a nosotros nos habrían tocado los mistolobos), con la metáfora de Maquiavelo en la mano. Pareto observó que las oligarquías, una vez cristalizadas como clases dominantes, confunden la sociedad política con el Estado, se separan de la sociedad civil como si fueran dos mundos distintos y devienen puras “elites extractivas”. ¡Voilà el 78!


El pueblo como tal jamás ha sido soberano político ni podrá serlo más que imaginariamente. Si nadie es soberano, el pueblo le entrega la soberanía política a la oligarquía de turno.


¿Qué tenemos aquí? Hace cosa de un siglo Ortega describió aquella Monarquía como “una sociedad de socorros mutuos que habían formado unos cuantos grupos para usar del Poder público (…); los grandes capitales, el alto Ejército, la aristocracia, la Iglesia, no se sentían nunca supeditados a la Nación”. Un historiador socialista, Ramos-Oliveira, hacía un quite oportuno: “Aquella desalmada clase social (la oligarquía) se sirvió siempre del anticlericalismo para desviar de los palacios y los bancos la iracundia popular: desde el siglo XIX las iglesias son en España el pararrayos providencial que salva a la oligarquía de las terribles consecuencias de las tormentas sociales”.


Nuestra oligarquía se parapeta hoy en el sanchismo, que acaba de proclamarse multimillonario con la adquisición (“pal’pueblo”) de la compañía telefónica, que no dará para tirar cohetes con Elon Musk, pero que permite a nuestros oligarcas ofrecer a los multimillonarios trumpianos un alterne de negronis a meñique levantado mientras comentan la última ocurrencia de Cuca Gamarra, nuestra madame de Staël: “Normalmente en las crisis aparece una mujer con fuerza; Kamala Harris ha revolucionado la política”. En cuanto al agit-prop anticlerical, tenemos la controversia del cura que no da la comunión al alcalde (¡en contra de la Constitución del 78!), que podría inspirar a Sánchez una ruptura cismática como la de Enrique VIII.


[Martes, 21 de Enero] 

Martes, 28 de Enero

 



Rodilla de  cumpleaños

Felicidades al editor

 





lunes, 27 de enero de 2025

¿Almería y Racing de Satander? ¿Y el Elche?

Íñigo Pérez en el Mirandés


   Carlos Álvarez. Levante

  

        Fracisco Javier Gómez Izquierdo


           Real Madrid y Barcelona están condenados por sus aficionados y sus presupuestos a ganar la Liga cada temporada. A ambos equipos les es difícil concentrarse cada partido en semejante obligación, pero por lo general y atendiendo a la calidad y superioridad de sus plantillas sobre el resto (el Atlético de Madrid es un nivel claramente inferior que además juega como si arrastrara carros de leña) suelen enfilar el final de temporada solitos con sus peleas con los árbitros, quejicas por sus lesionados y demás coartadas que tanto entretienen. Forman el duopolio que todo lo devora, reglamentación incluida, y que goza de las glorificaciones que controlan el Gran Negocio. La emoción en Primera suele estar en el descenso, excepto la temporada pasada donde el Cádiz y sobre todo Almería y Granada se borraron de la permanencia ya en la Primera Vuelta.


        Servidor reniega de ese yin-yan que se está montando al que llaman Mbbappé-Lamine unos y Lamine-Vinicius otros, y me quedo con el Luis Suárez del Almería, el Íñigo Vicente del Rácing de Santander o el Carlitos Álvarez del Levante. Junto a los dos extremos del Deportivo, Yeremay y Mella, son los peloteros, que llegados a mitad de Campeonato más me han llamado la atención.  Almería y Rácing han venido seguidos a El Arcángel. A mi modesto parecer son los dos mejores equipos de Segunda. Consistente y ordenado el Rácing y torbellino goleador el Almería. Luis Suárez, que gasta moño airoso para no ser confundido, carrera elegante y peligro a paladas se lució aquí jugando, incomodando y ¡cómo no! goleando. El colombiano lleva el 9 del Almería con calificación de sobresaliente. No extrañaría que llegara antes de acabar enero postor con buenos dineros, para Luis Javier como pone en su camiseta y para el Almería.


       El Rácing es menos vistoso que el Almería. Mi jugador favorito, Íñigo Vicente, el 10 que me encandiló desde que pasó por el Mirandés, ha de padecer las quejas de sus aficionados que le acusan de cierta indolencia -"no defiende.., es comodón", me comentaba el sábado una cuadrilla a la que vi "rigorista" durante el calentamiento. Se le vió poco durante el partido, pero dos pases suyos: dos goles. Final 1-2 para el Rácing que se plantó de líder seguido de Almería... y Elche.


El Elche tiene buenos jugadores, entrenador muy particular pero "sobradamente preparado", Éder Sarabia. Este hombre, en vez de cerrarse en "métodos innegociables e indiscutibles" como era previsible dado su carácter, ha evolucionado y ahora defiende que da gusto. Sólo ha encajado 16 goles y este dato dice mucho más que los 32 marcados, los mismos que el Deportivo 15º clasificado. Dieciséis goles son muy pocos goles, por lo que además de los Nicos argentinos, Fernández y Castro, hay que mirar al portero Dituro, argentino también y al cuarteto defensivo formado por Álvaro Núñez, Bigas, Diaby o Affengruber y el zurdo Salinas, lateral que también hizo la mili en Miranda.


    Luego está el Levante de Julián Calero, entrenador-señor de los que nunca se quejan y además nunca dice que no se queja y ¡mira que ha tenido motivos! Un Levante al que procuro asomarme por ver al "tatinero" Carlitos Álvarez, jugador bajito al que le ves correr con el balón y ya te ha ganado para su causa. Confieso que me incomoda que estos dos excelentes profesionales en lo suyo estén en el Levante, uno de mis demonios, y no en el Burgos.


       Burgos y Córdoba. Sufrir es mi destino.

El escudo no se pita


@realmadrid


Ignacio Ruiz Quintano

Abc


Mbappé hizo un gol de Mbappé, corrió a la banda, puso su dedazo sobre el escudo… y mandó a callar al piperío ronceril que asola al Bernabéu y que llevaba toda la noche pitando… ¡a Tchouaméni!, sólo porque así se lo habían indicado al rebaño (llevan haciéndolo desde que vino) los perros ovejeros de la presa. 


“Se acabó la diversión, / llegó el Comandante / y mandó a parar”, canturreaba el becerro de Carlos Puebla cuando lo de Cuba. Y a parar mandó Mbappé el jueves a ese Bernabéu del piperío ronceril que sabe de fútbol lo mismo que sabe de toros la gorra del acomodador de Las Ventas, que también ha visto a muchas figuras.


Es que aquí hemos pitado a todos los grandes, oiga usted. A Di Stéfano. A Cristiano. A Bale. A Vinicius


¿Y a Ito? ¿Y a Tote? ¿Pitasteis alguna vez a Gravesen? No, pitan a Tchouaméni, un futbolista portentoso que juega mareado por un entrenador cazurrón que sigue sin dar con un equipo que no se deje apalizar por esa banda municipal de Casadó que es el Barcelona de Flick, el alemán vestido de mecánico de la Volkswagen, el coche del pueblo, en San Pedro de Villamayor, el pueblo de Casadó.


El piperío ronceril aguardaba la noche madrileña de Copa para patear a Ancelotti en el culo de Aureliano (me cuesta un mundo escribir Tchouaméni sin vuvuzela) por la frustración de la paliza en la Supercopa de Arabia. En el desastre de Arabia (¡el Annual del Madrid!), Aureliano jugó en el puesto que el piperío ronceril da por adjudicado a Asencio, que se quedó en el banquillo para disgusto, precisamente, de Aureliano, que, como persona muy inteligente que es, odia jugar de central, pues sabe que en ese sector está obligado a defender lo suyo, que es todo el frente de ataque, y lo de Lucas Vázquez, que es todo el flanco derecho. ¿Cómo luciría Aureliano en un centro del campo organizado por Flick? Seguramente, igual que luce en un centro del campo organizado por Deschamps. En el centro del campo organizado por Ancelotti no luce porque tácticamente, y en todas sus variantes, es un descalzaperros que hasta el propio Ancelotti da órdenes de saltárselo con patadón de Courtois a seguir, por si la fortuna hace que el balón le caiga a Vinicius o a Mbappé, sus dos bichos.


El Madrid de Ancelotti continúa malgastando en títulos menores más fuerzas que los prestigios que ganarlos procuran, y la Copa es uno de ellos, pues sólo sirve para importunar al equipo en lo más importante de la pelea por la Champions, y tal como está la cosa, para pedir por Amazon otra paliza de Casadó (¡se dice pronto!) que engorde el Relato culerón. La goleada liguera de octubre y la goleada supercopera de enero indican que aquí no se ensaya nada. ¡El “trial and error” (ensayo y error) de la ley biológica que invocaba Ortega en su célebre artículo “Bajo el arco en ruina”, que no miraba a Courtois, aunque lo pareciera.


Asencio, bien, pero ante el Celta se comió el gol de Bamba y cometió el penalti de Alonso, así que los males son más de equipo que de centrales, donde sigue ardiendo Rudiger, que no conoce el descanso. Y cuando todo apuntaba a una eliminación salutífera, salió al campo Endrick para meter al Madrid en cuartos con dos goles de arte que dedicó, no a Ancelotti, sino… ¡a Rudiger! Dijo el chico que él con Ancelotti no habla mucho, que el que le enseña lo que le conviene aprender es Rudiger. ¡Un delantero centro brasileño instruido en su oficio goleador por un defensor alemán!


En el vestuario, cuando estamos serios, me llaman Endrick, pero cuando estamos contentos, me llaman Bobby. Hoy me dicen Endrick –declaró el triunfador de la noche, un detalle que nos devuelve a lo de Franco con “don Manuel”, que para lo malo le llamaba Iribarne, y para lo bueno, Fraga.


Resultó una noche copera para estar serios: primero por la clasificación, que no traerá nada bueno. Luego, en la duermevela, amenizada por Rivero vendiéndonos a Broncano, daba verdadero coraje ver al Celta con Mingueza y Alonso en las bandas, y el campeón de Europa, con Lucas Vázquez y Fran García. Y los pitos, a Aureliano.


[Sábado, 18 de Enero] 

Don Francisco de Quevedo (1644)


 F.J.G.I.

    

"...Esta misma acusación hacen los ojos con nubes al cristal que miran, diciendo: ' está escuro '; y llaman defeto del objeto el de la potencia. Lo que no pueden ver bien, dicen que ven malo, y la ceguera propia llaman mancha ajena".

Lunes, 27 de Enero

 


La casa del hámster

domingo, 26 de enero de 2025

Hughes. Valladolid, 0-Real Madrid, 3. El Imaginado ya está aquí

@realmadrid

Hughes

Pura Golosina Deportiva


 
Los partidos en Valladolid no es que sean muy apasionantes, pero al menos no tienen la alevosía demente de otros lugares.



El Valladolid dio una impresión pobre, triste. Un equipo sin recursos. Cuando el delantero (Carlos André) ganaba la espalda, luego perdía lo ganado en la carrera. Cuando aguantaba la pelota, nadie llegaba...


En esa comodidad ambiental Ancelotti pudo poner a Asencio de lateral derecho. Asencio juega siempre con el cuchillo entre los dientes. Si tuviéramos que colocarlo en el imaginario de los laterales seria más Chendo que Cafú, pero un Chendo simplificado. Casi todas las jugadas de Asencio acaban en colisión.



La verdad es que el Madrid no piso apenas esa banda. Todo el fútbol vino por el triángulo dorado, un Manhattan de fútbol entre Rodrygo (de Vinicius), Bellingham y Mbappé.



Después del partido no quedará nadie ya que dude de Mbappé. Volvió el Mbappé de las imaginaciones, de las ensoñaciones, del erotismo. El Imaginado ya estaba aquí.



Desde el principio lo mejor fue suyo. Salía a los balcones del área y desde ahí hacía presagiar un peligro. Al principio Bellingham no participaba mucho, pero el contacto con Mbappé fue haciéndole brillar.



Mbappé tenía otro paso, otro ritmo, otras intenciones, organismo distinto, marciano en lo castellano.



No estaba mal tampoco el mediocampo. Los dos pivotes, Valverde y Ceballos, que parecían dos DJ's diligentes en sesión conjunta de breakbeat, moviéndose de formas distintas bajo un único ritmo, no muy lejos el uno del otro, complementarios sin necesidad de mirarse.



Pero fallaba lo ofensivo. Sólo había tiros de Rudiger, lejanos, que luego ponía esa cara de fundamentalista islámico.



El partido cambió en un gesto de Mbappé. Uno solo. Volvió a buscar, a "busconear" en el balcón del área, recibió la pelota y cuando le había llegado él ya había cambiado el cuerpo, como un jamaicano al recibir el testigo en una carrera de relevos; la pelota llegó y con un toque la pasó a Bellingham, que dio dos no por incapacidad, ni por tener el tiempo suficiente (estamos hablando de una exhalación) sino para atraer con ello la atención de los defensas mientras Mbappé se colocaba frente al portero; Bellingham entonces la soltó, calculando mentalmente los milímetros necesarios para que el celoso VAR no pudiera lanzar la línea destructora. La pared estaba compuesta de la máxima velocidad y de la máxima precisión y cuando se completó, Mbappé ejecutó con mayor velocidad, si cabe, un tiro curvado, colocado y fuerte, con seguridad espacial pasmosa.



En un toque había descuajaringado al Valladolid, su fútbol de castillo viejo, y con otro había batido/perforado/llevado al fondo de las mallas.



Cuando celebraba el gol ya sentimos una autoridad muy seria. Le había marcado un gol 'nazarioso' al Valladolid de Ronaldo. Una pared que era una finura al alimón, una desencriptación.



La conexión entre Bellingham y Mbappé se hizo frecuente y pareció automática. Era como un idilio al margen del resto. Quizás la ausencia de Vinicius les hacía buscarse más, necesitarse más, caminar pendientes el uno del otro. Si Ceballos-Valverde eran los dj's, ellos dos eran una pareja que bailaba en la pista, volviendo loco a todo el mundo pero sin quitarse nunca el ojo de encima.



Vimos el Mbappé de siempre, pero también otro Mbappé, porque tampoco es que aprovechase la ausencia de Vinicius para entrar por donde solía. Su caída al extremo a la banda se sustituyó por un merodeo en los balcones del área, por todos ellos, convertida el borde en una especie de mirador al que bajaba para inspirarse, como un poeta subiría a la sierra. Salir del área para volver a entrar, pero ya de otra forma, no como si entrara sino como si se volcara, con una velocidad de descarga.



Para eso, sólo necesitaba un compañero, un toque inteligente y sutil, y alguien capaz de invertir los papeles, de hacerse también nueve de apoyo, y, por supuesto, eso lo bordó Bellingham, un jugador que es todos los jugadores. En el mismo partido puede ser mediocentro, interior, mediapunta y delantero de amplias espaldas. En la misma jugada.



Mbappé había mostrado su mecanismo felino para los ataques 'estáticos' y luego mostró el del contragolpe. Ya en la segunda parte, los mediocentros hicieron su rompe y rasga (uno cortó, el otro lanzó), la contra la llevó Rodrygo, eficiente, sabio, generoso y paciente esperando a que Mbappé cogiera, como las cornadas, las dos trayectorias. Empezó por el centro y se fue yendo a la izquierda; si en los movimientos con Bellingham invertía sus posiciones abajo-arriba, con Rodrygo cambiaban el lado de la carrera. Se fue yendo a la izquierda, abriendo, rasgando a los defensas, creando espacios que se abrían de la nada, como posibilidades doradas, ilusionantes que daban a la velocidad de la carrera opciones nuevas; se abrió tanto que parecía haberse llegado a cerrar, sin ángulo apenas, pero cuando Rodrygo le cedió la pelota, su pie, que apenas se posaba en la carrera, hizo un giro completo, amplísimo y enroscador, que dio a la pelota una trayectoria melancólica e inalcanzable para el portero. Esa pelota conocía otros mundos, acariciaba otras mujeres, viajaba a otros lugares. Nunca la tocaría el portero.



Había sido un contragolpe de evocaciones mouriñistas, un gol muy serio. El partido estaba acabadísimo.



De los cambios cabe señalar alguna cosa.
El Madrid que había jugado con Valverde-Ceballos acabó con Modric-Tchouameni, lo que habla de las posibilidades, ni mucho menos agotadas, que tiene el equipo.



Modric corrió un pase al espacio que le había mandado Güler. Fue una jugada simbólica. Había nuevo profundizador, nuevo imaginativo, nuevo lanzador y Modric en cierto modo lo reconocía corriendo detrás (o más bien delante) con sumisión generacional.



Jugó Alaba. Es como si el Madrid hubiera fichado tres jugadores en el invierno: él, Asencio y Ceballos.



Mbappé es tan listo que por humildad evitaba el tercero, el hat trick. Lo tenía en una jugada muy clara, pero se lo cedió, con una gentileza de milord, a Bellingham, que en el lance fue derribado. Lo pitó el VAR. Así que el penalti le tocó tirarlo a Mbappé, pero ya no había ego ni avidez en ello. Al lanzarlo todos supimos que lo metería. En sus ojos, o más bien en su sonrisa, estaba ya la autoridad de ejecutor.

¡Joaquín Aute!



Ignacio Ruiz Quintano

Abc Cultural


Ocurrió en un aeropuerto. Entre la marabunta, y a la edad en que los narcisos desatinan, Joaquín Sabina divisó al Faraón de Camas y resolvió caer sobre él como un cernícalo, que es un pajarraco que se cierne: “¡Curro! ¡Curro! –voceaba–. Pero ¿no sabes que eres mi ídolo?” (Para todo espíritu sensible, aunque laico, como el de Sabina, decir “eres mi ídolo” a un torero de culto es como entre las beatas decir a un curita de Tardajos, Burgos, “eres tan lindo como Pío Nono”.) Ante lo cual un Romero confuso sólo acertó a farfullar:


¡Hombre! ¡Joaquín Aute!


¿No daba Otero todos sus versos por un hombre en paz? Pues ahí está: Joaquín Aute. Ahora matemos al cuáquero que todos llevamos dentro: lo que a Romero le pasó en el aeropuerto con Sabina nos pasa a todos en la Feria del Libro con... Bueno, con la mayoría de escritores que acuden a la firma. A ver, el de la tercera caseta a la izquierda, ¿es Juan de Toro o Suso Goytisolo? Da igual. También Cervantes pierde el burro de Sancho en un capítulo y habla de él en el siguiente sin decir cómo lo ha encontrado. En estos tiempos de laicismo idolátrico, la superstición intelectual de los compradores de libros (unos tres mil –siempre los mismos– en todo el territorio nacional, frente a los veinte mil –siempre los mismos, también– que vamos a los toros) sólo espera del autor una cosa, que es “una frase”.


Póngame usted una frase. Una tontería.


Dios nos libre, decía D’Ors, de esos angelitos con alas, pero sin espalda ni trasero. En tiempos de Pemán, “la frase” –“la tontería”– aún era, un poco, el escritor sorprendido a medio vestir. El propio Pemán creía estar viendo al libro, a un lado y a otro del paseo de la feria, hacer su “trottoir”, como las busconas de Picadilly o de Montmartre, cuando el hombre era polígamo del libro y el libro salía al paseo a buscar novio.


Todavía hay, por cierto, una venta castellana donde un par de “señoras putas”, por decirlo a lo Almafuerte, presumen con los forasteros de haber tenido por cliente a un autor clásico que todos los días, a eso del mediodía, acudía al hospedaje con perros y escopeta; ataba los perros a la sombra de un carro, depositaba la escopeta en la cantina y subía al cuarto de las mozas a echar la siesta –todos los pueblos que duermen siesta son prolíficos– hasta la caída de la tarde, en que los verdaderos cazadores volvían del campo cargados de perdices; entonces el autor clásico compraba una docena de ellas y se las ataba al cinto; recogía luego la escopeta y a los perros y, silbando, enfilaba el camino de vuelta a casa. Ni las “señoras putas” le pidieron nunca “una frase” ni el autor clásico les regaló jamás unas flores.


Frases y flores. Arte y literatura. En Inglaterra, cuando lo peor de la lucha de clases, apareció Ruskin para proponer, como solución a la lucha final, un reparto entre los obreros de macetas de flores (“flower’s pots”). En Bilbao, cuando el gran orfeón de lo social, Ibarrola quiso acercar el arte al proletariado y propuso a Bonifacio –el gran Bonifacio del esperpento, de la ternura y de la sensualidad– ir a la salida de los Altos Hornos a regalar dibujos a los obreros.


Joder, Agustín, que nos van a tomar por maricones –fue la única objeción de Bonifacio.


Y se olvidaron.


Pero, de haber seguido adelante, no hubiera sido Bonifacio menos grave que un Maeztu, quien una vez hizo la travesía a gatas de la plaza de la Cibeles, y otra vez, en el Congreso, cantó el “matarile-rile” contra sus adversarios, que después lo fusilaron. “¡Ah, la cultura de la memoria!”, suspiraría Suso Goytisolo. “¡Ah, la incultura del olvido!”, suspiraría Juan de Toro. Y es que, como decía un paisano de Curro Romero, todas las anacreónticas de Horacio y Catulo no son más que “la poesía de unos tiempos en que el vino estaba barato”.


Pero si Catulo y Horacio, por romanos, se nos antojan un poco fascistas, como le pasa a Carmen Calvo, siempre podemos recurrir a las anacreónticas de Moncho Tamames contra América o de Bob Geldof contra la pobreza. Habla Geldof: “Hace sesenta años, había un continente hambriento. El país más rico del planeta lo ayudó, y ahora ese continente es rico y próspero. Me refiero a Europa y al Plan Marshall.” El hablar, como el vino, vuelve a estar barato, y este Geldof no tiene conciencia de la vieja y civilizada gravedad del regateo: no sabe que la civilización, como explicaba el Séneca, empezó el día en que el que pedía veinte se conformó con diecisiete, y maduró del todo el día en que pidió veinte el que en realidad sólo quería diecisiete. 

Domingo, 26 de Enero

 


Chiquilín

Hoy mismo se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acabáis de oír

 DOMINGO, 26 DE ENERO


Muchos han tratado de escribir la historia de las cosas que pasaron entre nosotros, tal y como nos las trasmitieron los que las vieron desde el principio y que ayudaron en la predicación. Yo también, ilustre Teófilo, después de haberme informado minuciosamente de todo, desde sus principios, pensé escribírtelo por orden, para que veas la verdad de lo que se te ha enseñado.


(Después de que Jesús fue tentado por el demonio en el desierto), impulsado por el Espíritu, volvió a Galilea. Iba enseñando en las sinagogas; todos lo alababan y su fama se extendió por toda la región. Fue también a Nazaret, donde se había criado. Entró en la sinagoga, como era su costumbre hacerlo los sábados, y se levantó para hacer la lectura. Se le dio el volumen del profeta Isaías, lo desenrolló y encontró el pasaje en que estaba escrito: El espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para llevar a los pobres la buena nueva, para anunciar la liberación a los cautivos y la curación a los ciegos, para dar libertad a los oprimidos y proclamar el año de gracia del Señor.


Enrolló el volumen, lo devolvió al encargado y se sentó. Los ojos de todos los asistentes a la sinagoga estaban fijos en él. Entonces comenzó a hablar, diciendo:


-Hoy mismo se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acabáis de oír.


Lucas 1, 1-4. 4, 14-21

sábado, 25 de enero de 2025

Jane Birkin



Ignacio Ruiz Quintano

Abc Cultural


El rocío sobre la capa del amado, el amanecer entre las viñas y esa voz de gato –de gato que se bebe la leche de las tejas– de Jane Birkin: “Je t’aime moi non plus”, el himno sicalíptico que va a cumplir cuarenta años.


A los cuarenta años, la amada todavía puede ser hermosa “como un Ejército desplegado en la batalla”. Sin ir más lejos, “Barbie” se prepara para cumplir cincuenta. ¿Acaso el Renacimiento o la reforma no se jugaron entre humanistas y frailes cuarentones?


Je t’aime moi non plus...


Me viene a la cabeza como el hilo musical de todos los bares americanos de España, donde a las tres de la madrugada mi amigo Jorge Berlanga imponía, danzando, una versión “acid” de aquel roneo lascivo de la Birkin y su marido, el agitador. (El –enésimo– agitador de la cultura francesa: Serge Gainsbourg.)


Je t’aime moi non plus...


¿Por qué no la incluiría Shakespeare en la escena del balcón de Romeo y Julieta?


Je t’aime moi non plus...


Nunca los sesenta habían sido tan viejos. Los donjuanes que se baten en retirada castañeteando con la dentadura del joker de la baraja sostienen que con los años ganamos la fraternización con la mujer, que vale más que la pura atracción sexual. Se levanta el taxímetro del corazón y descubrimos que lo que se gana en indulgencia se pierde en acometividad, aunque, bien mirado, nadie envejece en sí mismo, sino en la vejez de los demás.


Je t’aime moi non plus...


El afán contemporáneo por parecer joven prueba que nuestro tiempo no ha encontrado su clasicismo, pues en las épocas clásicas nunca se supervalora la juventud, sino la vejez.


Je t’aime moi non plus...


En realidad, los años quitan memoria a cambio de ironía.


¿Usted no ha dicho mil cosas contra la juventud, Ruano? –teorizaba Ramón–. Pues yo nunca creí en ella ni cuando era joven. La juventud es la cosa más usada que se conoce. Todo el mundo que vivió tuvo juventud, pero lo que se quedó la mitad de este mundo fue sin vejez. Madame de Sevigné decía de su hijo: “Su juventud le llena de ruido y no entiende nada.” Jamás apelé a la palabra juventud. Juventud es lo que se busca en el mercado cuando se pide un cuarto de pollo.


Je t’aime moi non plus...


Todo lo que es mentira, es vejez. Vivir es preferir.

Sábado, 25 de Enero

 


Calzada con Gioconda

viernes, 24 de enero de 2025

Hijos del amor



Ignacio Ruiz Quintano

Abc


Casi un siglo después del chascarrillo de Camba, que rechazó un sillón en la Academia porque lo que necesitaba era un piso, el ideal español sigue revoleteando sobre el Zeitgeist de “El Idealista”: una vivienda, ese invento, ay, de los falangistas, que hicieron del piso su patria, en la creencia de que, si el españolejo tuviera algo propio que defender, gritaría ¡Viva España! en vez de ¡Viva Rusia!, cosa que impresionaba mucho a José Antonio, que bastante impresionado estaba con la visión de tantos compatriotas viviendo como animales en cuevas.


Si no hacemos nada, pronto sólo habrá dos clases de españoles: los que heredan un piso de sus padres y los que no –ha dicho Sánchez, poniendo así en entredicho la figura catalana del “hereu”, pues su plan es que nadie herede nada, como pedía Bakunin para escandalizar a Marx, para quien la herencia era una rama del capitalismo, y él quería cortar, no la rama, sino el árbol, cosa que no conseguiría ni Alinsky, que tenía calada a la humanidad y dividida en tres partes: los que tienen, los que no tienen y los que teniendo poco quieren más.


Dos clases de españoles, pues, según Sánchez, como las dos clases de romanos que contaba Cueto luego de ver “Quo vadis?”: los de Hollywood (más altos, guapos y divertidos) y los de la TV (cotidianos, con problemas psicológicos y sin flequillo a lo Marlon Brando). Romanos de piso y romanos de pensión.


En la discusión del Código Civil de 1889, un senador catalán defendía lo suyo diciendo que el país más eminentemente fabril del mundo, que era Inglaterra, estaba sometido a un régimen hereditario enteramente análogo al de Cataluña:


Así como el señor don Luis Silvela (¡el sobrino de don Francisco!) se enamoraba de la viudedad aragonesa, el señor don Francisco Silvela (¡el tío de don Luis!) se enamoraba de la institución del “hereu” catalán.


Bueno, pues con el “hereu” catalán acaba Sánchez de un puntapié bakuniano, dejándole heredar, en lugar de la casa familiar, un abono igualmente familiar del Barça de Laporta, o sea, que los libera del Caribde individualista arrojándolos en la Scila colectivista. ¿Qué harán los catalanes, único sujeto constituyente que cuenta hoy en España? La indivisibilidad del patrimonio es institución con poso, y la diferencia entre el primogénito y el segundo la establecía la religión. Fustel de Coulanges cita a los primeros arios, que decían que el primogénito ha sido engendrado para el cumplimiento del deber respecto a los antepasados…


–Los otros han nacido del amor.


El 78 ha hecho de todos los españoles unos hijos del amor, sin piso donde emboscarse como quería Jünger. Claro que Cataluña, según Pla, es tierra de desconfiados, “de retorcidos, de personas convencidas de que aquí se puede hacer todo a base de adoptar el aire del campanero cuando pasa a cobrar las sillas de la iglesia”, que es el papel institucional de Bolaños, cuyos hijillos no querrán alquilarle un piso a Wyoming.


[Viernes, 17 de Enero]