jueves, 31 de agosto de 2023

1973

Juanito en 1973

 

Francisco Javier Gómez Izquierdo
         
      Lo ponía el otro día el Diario de Burgos. Hacía 50 años que desde mi pueblo, Castrillo de la Reina, se llevó en peliagudo transporte al Museo de la Calle Miranda de Burgos un magnífico ejemplar de árbol fósil (piedra que hipnotiza) de unos 120 millones de años conforme al saber y entender de los expertos. Medio siglo lleva luciendo en el patio del Museo. Ese mismo año 1973, se recordaba también en el Diario, llegaba Juanito al Burgos CF, y ¡claro está! a servidor le vino a las mientes quizás uno de los años más felices de mi vida. El año que me enganché sin remedio y me da que voy a tener mala cura, a la droga del balompié. El subidón no fue por Juanito, del que creíamos (leíamos todo) que era un problema que don Vicente Calderón se quitaba de encima. Muy joven, 19 años, fama de golfillo, sin acabar de recuperarse de una lesión tremenda, se le multaba por trasnochador, se buscaba expulsiones por irse de "la muy" sin conocimiento, pero don José Luis Preciado, un señor que era presidente del club, militar y el mayor detector de talentos futbolísticos que he conocido, se empeñó en ficharlo. En aquella época no era tan fácil como hoy acertar con poco dinero y viendo sólo una o dos veces el futuro de un jugador (Juanito, Viteri, Benegas, Capón, Olalde, Aitor Aguirre, Navarro y un etc. prolijo, fueron fichajes de Preciado). Estábamos en 2ª. Entrenaba Eizaguirre al que sustituyó Negrillo, otro malagueño como Juanito, que se retiró del fútbol por una lesión a los 20 años. Venía de ser segundo con Merkel, míster Látigo, y la plantilla pasó de los entrenamientos plácidos y sin voces del legendario y educado ex portero vasco a la mala leche reconcentrada de un míster que hacía subir las gradas de El Plantío con plomo en unas cananas sufridoras que se llevaban entonces entre los entrenadores más tremendones. 1973 no fue año demasiado bueno para Juanito, pero el Gaitu y servidor lo adorábamos y nos íbamos a verlo entrenar solo contra la pared en el que estaba colocado el marcador simultáneo Dardo, y allí daba pataditas en tandas una vez de izquierdas y otra de derechas en rutina para recuperarse de su lesión. Tenía el pelo largo y nosotros con 14 años mirábamos embobados su técnica. "Qué bueno es", decíamos. "A ver si se le baja el genio", deseábamos.


      La explosión de felicidad en 1973 me la proporcionó Cruyff que venía del Ajax, un equipo al que se consideraba la perfección absoluta del fútbol, y a él, el más sabio de sus profetas. Nada mas aterrizar olía a invencible. Debutó con dos goles al Granada y el Barça ya no perdió ningún partido de liga. Era un genio, me parecía más listo que el resto de la humanidad y aunque le descubríamos caprichosos comportamientos dentro y fuera del campo a mí me gustaba todo lo que hacía. Creí entonces que despedir a Sotil para traer a su amigo Neeskens era razonable. La liga 74/75 se presentaba  con Cruyff en pleno apogeo mientras en El Plantío el Gaitu y servidor (no nos perdíamos un entrenamiento) esperábamos la explosión de Juanito que con Viteri, Valdés, Juanjo... pensábamos que podríamos con todo quisque. Al año siguiente llegó Kresic, un mediocentro al que iba a ver jugar Miljanic y que Cruyff cuando quiso hacer las Américas pidió para el Cosmos, pero Cruyff no enredó como hubiera querido al equipo de Nueva York y acabó en Los Ángeles mientras Kresic firmaba por el Houston Hurricane un club con nombre mucho más bonito. El magisterio de Kresic en el centro del campo ordeñó el inmenso talento de tipos como Viteri, un Romario autóctono; Garrido, gran corredor, y sobre todo de Juanito que "..nunca volvió a jugar como en Burgos" (Gordillo dixit). Juanito, Kresic, Viteri... fueron un privilegio, un honor y un recuerdo de cuando fuimos felices.

 
      Han pasado 50 años. Quizás nos estemos fosilizando como el árbol de Matalaguna.

 


 El árbol fosilizado en el museo de Burgos

120 millones de años

El señalamiento mediático de la gente corriente

  

Javier Bilbao


Las novelas y películas de ciencia ficción distópica, aunque amaguen otra cosa, en realidad siempre nos hablan de los problemas del presente, ahí precisamente radica su valor: muestran algo que por su cercanía a veces ni siquiera vemos y al proyectarlo en el futuro nos da la perspectiva suficiente para que podamos enfocarlo, como el que tiene vista cansada necesita alejar el texto para poder leerlo. Al mismo tiempo, su anclaje en el presente supone la limitación de que entonces raramente logran prever tecnologías venideras. De ahí que el escritor ruso Yevgueni Zamiatin en su obra Nosotros describiera en 1921 un sistema totalitario de vigilancia continua de los ciudadanos que consistía en que las casas fueran de cristal. Desde nuestros días vemos que su percepción de lo que se avecinaba era fundamentalmente correcta, sólo que añadiríamos un cambio técnico que él no imaginó: la transparencia de todas las paredes ahora consiste en la ubicuidad de las cámaras con las que podemos ser vigilados.

Todo el mundo puede grabar con su móvil y ser grabado para ser expuesto de forma casi inmediata ante millones de sus conciudadanos. Y decimos «expuesto» y no ensalzado o entronizado, dado que el proceso suele parecerse más a la manera en que los reos eran puestos en la picota a la vergüenza pública, pues no suele ser el mejor momento de cada uno lo que lo lleva a esa repentina celebridad. Ahora bien, en ese sistema de vigilancia y castigo ¿quién hace la criba y bajo qué criterio?

Las redes con su explosiva viralidad aportan lo suyo, pero también son efímeras e inconsistentes y no llegarían muy lejos sin el poder mediático del que a menudo sólo son eco. En los medios llegamos entonces al tuétano. La expresión «cuarto poder» fue acuñada en Inglaterra a finales del siglo XVIII para referirse al periodismo entonces naciente y en efecto es otro poder que somete a la población, aunque al servicio de los otros tres (que suelen ser el mismo). Quizá en otro tiempo haya sido contrapoder, como le gusta verse a sí mismo al gremio —tal como otros se autoperciben mujeres o emperadores—, aunque a ese respecto es muy recomendable por desmitificadora la película francesa Las ilusiones perdidas, basada en la obra homónima de Balzac.

Sea como fuere, los procesos públicos mediático-políticos vienen siendo orquestados con una disciplina, brutalidad y constancia a lo largo de los últimos años que merece la pena detenernos en su análisis y para ello tal vez —como ocurre con las mencionadas distopías con su distanciamiento clarificador— nos resulte más fácil ver sus contornos si alejamos el foco de los inmediatos de España en los que estamos inmersos, para mirar más lejos y desgranar algunos casos particularmente pintorescos en los Estados Unidos.

Empezaremos por el más reciente, en mayo de este año, cuando un mendigo con trastornos mentales que ganaba algunas limosnas imitando el baile de Michael Jackson comenzó a causar alboroto en un vagón del metro de Nueva York, lo que desembocó en una pelea con un joven exmarine que, al intentar reducir al agresor, terminó causándole la muerte por asfixia. Dado que el primero era de raza negra y el segundo blanco, la portavoz de la alcaldía neoyorquina no tardó un momento en dar el enfoque con el que el caso debía ser tratado públicamente: «El racismo que continúa permeando nuestra sociedad permite un nivel de deshumanización que niega a la gente negra ser reconocida como víctimas cuando son sujetos de actos de violencia». Así procedieron los medios estadounidenses en su amplia cobertura del suceso y también lo hizo El País, que suele reproducir fielmente sus marcos mentales y narrativas, de manera que en la descripción de los hechos nos informaba de que lo más importante era el detalle de ser «una víctima negra, a manos de un blanco», este último descrito en términos de cómic como «un justiciero en posesión de la verdad y por tanto de la fuerza, frente a un payaso inofensivo con una historia personal de desgarros».

Conmovedora historia que evocaba inevitablemente el caso de George Floyd, en el que no nos detendremos porque merece un artículo propio que de hecho ya le dedicamos. Como en aquel momento, hubo manifestaciones tanto pacíficas como violentas, vigilias, solemnes declaraciones políticas y actos públicos de contrición que culminaron con la imputación del exmarine con unos cargos que podrían acarrearle 15 años de cárcel. Entre los detalles que fueron filtrándose los días siguientes encontrábamos que la víctima en aquel momento tenía una causa judicial abierta por agresión, había sido arrestado en 42 ocasiones y varias de ellas por atacar a pasajeros del metro y, además, en una ocasión intentó secuestrar a una niña de 7 años. Parece que su descripción por El País como «payaso inofensivo» no era del todo exacta y reducir a alguien tan violento debía exigir un considerable uso de la fuerza tal como pudo verse en el vídeo (lo que, cabe suponer, aumenta el riesgo de un desenlace fatal). No deja de ser curioso que un par de semanas después de aquello, un forcejeo entre un hombre desarmado y un guarda de seguridad (de raza negra) en San Francisco terminó con el primero muerto a tiros y el segundo absuelto por tratarse de defensa propia. También hubo vídeo de ello pero este no tuvo alcance mediático, ni declaraciones políticas, ni manifestación alguna.

Pasamos a otro caso, que también implicó a un joven de raza negra con trastornos mentales y a un militar blanco, esta vez a mediados de abril de 2021 en Carolina del Sur. El primero acosó sexualmente a una mujer en un vecindario —la cual posteriormente le denunció—, molestó a varios más y uno de ellos pidió ayuda al militar, quien intervino recriminándole su comportamiento entre empujones y diciéndole, fatalmente, «estás en el vecindario equivocado» (aquí el vídeo que luego se viralizó). Esa frase quiso entenderse luego como racista por parte de alguien que, supuestamente, no querría negros en su vecindario. Medios como el Washington Post se hicieron eco del asunto y las autoridades policiales declararon que «no vamos a tolerar a la gente que sean acosadores en nuestra comunidad»… ¡refiriéndose al militar! Este fue dado de baja en de su puesto, llevado a juicio y encontrado culpable e incluso tuvo que soportar concentraciones multitudinarias delante de su casa, que tuvo de abandonar. De nuevo un vídeo sin contexto, sin que sepamos lo ocurrido previamente, se hace viral y los medios y autoridades políticas encuentran otra ocasión para realizar un juicio público paralelo encajándolo en la narrativa de la discriminación racial. Cualquier interacción entre particulares que sea grabada en móvil pasa a convertirse en una lucha simbólica que excede ampliamente a ambos… siempre que por cuestiones de raza, sexo u orientación encaje en la agenda.

Pasamos ahora al tercer ejemplo, que tuvo la mala suerte para la protagonista de acontecer el mismo día de la muerte de George Floyd, el 25 de mayo de 2020.

(...)

Pocos días después se supo que el grupo de jóvenes había sido acosado por un grupo de los llamados «Black Israelites» —creyentes en que los negros serían el pueblo elegido por Dios— que se acercó a ellos para insultarlos y entre ambos se interpuso el mencionado indígena. La sonrisa descrita como supremacista y llena de odio racial, era en realidad la de un joven que solo intentaba mantener el tipo y mostrarse conciliador en un momento de gran tensión en el que él y sus compañeros eran intimidados. Pero su imagen ya había sido objeto de escarnio mediático, así que su familia interpuso una serie de demandas millonarias contra grandes medios. Perdió algunas, aunque con el Washington Post, la CNN y la NBC alcanzó un acuerdo económico que no se hizo público. Algunos estiman que con el primero de los medios la indemnización se situó por encima del millón de dólares…

Así que, en su desigual batalla contra ciudadanos anónimos, el cuarto poder, al menos de vez en cuando, también puede ser derrotado.

 

Leer en La Gaceta de la Iberosfera 

ABC del Periodismo. Pedro Rodríguez, el estilo Transición


Pedro Rodríguez


ABC AL PASO

El estilo Transición

PEDRO RODRÍGUEZ, "DESPEDIDO" POR AUGURAR DIEZ AÑOS DE FELIPISMO, QUE DURÓ CATORCE


Ignacio Ruiz Quintano

 

Pedro Rodríguez es el estilo Santa Transición, que parece que diciéndolo todo no dijera nada, o que no diciendo nada lo dijera todo. Son los 70. Pilar Urbano imita en su “Hilo directo” a Rodríguez, pero no tiene gracia, o a mí no me la hace. (Además, él me incluye en su lista dominical de lo “in”, lo más parecido a triunfar, cuando empiezas; ella, en cambio, me “levanta” un viaje que me he apañado con Punset, ministro-Harpo de Suárez para Europa).

 

Entre Pedro Rodríguez y Pilar Urbano

ABC, 23 de Abril de 1983

 

El estilo transicionero es el columnismo de “suspense” en el café. Alfonso Reyes lo clava: “¡Hola!” “¡Hola!” “¿Y qué?” “Pues ná”. “¿Y aquello?” “¡Toma! Pues aquello”…

Así durante horas. No se define nada. Precisar, duele.

Es el estilo de un pueblo que se ha pasado la Historia mirando de reojo al Poder, del que sólo caen collejas.

Pedro Rodríguez es la rueda a seguir. En la dirección de ABC, Guillermo Luca de Tena debe rehacer lo deshecho en dos años de Cebrián (José Luis), y acomete su fichaje en el otoño del 78. El periodista resume sus “aspiraciones”:

Me ha detenido siempre ante la máquina de escribir como un pudor insalvable, Guillermo, de traducir mis ilusiones a pesetas, o de ponerle precio a una puerta como la de ABC por la que cualquier profesional entra con la montera en la mano… Con ese pudor presente, te hago una relación de mi situación actual: “Arriba”, como subdirector, x pesetas mensuales, tres pagas extraordinarias, seguros, pluses, todo eso, ya sabes; en “Gaceta Ilustrada”, x pesetas por crónica semanal; x también semanales en la “Hoja”, y x en “Interviú”. Tú sabes, director, la gratitud con que yo acogería una fórmula que me permitiera, sin tirar a mi familia por la ventana, trabajar en vuestra casa, y muy especialmente, contigo.

 

Abc, 15 de Mayo de 1983

 

La relación se rompe (¡casi a lo Orwell!) la víspera de Santiago de 1984, con carta de renuncia de Pedro Rodríguez al director, Ansón:

“En mi ‘Papeleta’ habitual del domingo se incluía, dentro de un contexto irónico, esta frase: ‘Que Estos Chicos se quedan, lo que yo te diga. Que nos dan la ‘Prodigiosa Década’, je, verás’. El día siguiente, en la misma página, se publicaba la siguiente opinión del periódico, con la firma convenida de ‘Ovidio’: ‘Los más conspicuos comentaristas, reverentes del Poder, sea el que sea, prontos al obsequio, venga de donde viniere, aseguran desde las tribunas de oposición que el socialismo va a quedarse diez años en La Moncloa. Hay que dejarles. Hay que permitirles que hagan su juego, viejo juego, siempre que no creen una excesiva confusión para mostrar lo que es un periódico pluralista’. Me pellizco y no estoy soñando”.

¿Pedro Rodríguez, “reverente del poder”? Le recuerda que, de presidente de la Asociación de la Prensa, lo perseguía “para que no me metiera más con los ministros de UCD”, donde Abril Martorell (el “Don Fernando el Caótico” de Campmany) pedía cabezas.

Y se va.

Muere en diciembre de 1984. “Estos Chicos” [los socialistas] no duraron diez años. Duraron catorce.

 

Pedro Rodríguez

 

[Verano de 2020]

Jueves, 31 de Agosto

 

Valle de Esteban

Ardentía

miércoles, 30 de agosto de 2023

La noche de la iguana


Ava Gardner en el rodaje de La noche de la iguana


Vicente Llorca

Cuando hace más calor todo parece detenerse, fuera. Desde la barra del bar la carretera semeja estar más lejos: la báscula de los camiones al fondo, la gasolinera del otro lado, la estación de tren vacía…Hablando de su árida isla de Sicilia, desolada en agosto, el príncipe de Lampedusa, cuyos Racconti releo estos días, afirmaba que: “El sol es el auténtico soberano de Sicilia… anulaba toda voluntad individual y mantenía cada cosa en una inmovilidad servil, acunada con sueños violentos”. En algún lugar de sus memorias el escritor Lampedusa relataba un viaje al extremo sur de la isla, al palacio familiar de Santa Margherita de Belice, presidido por un calor antiguo, impasible, sobre los campos desolados. El también siciliano Leonardo Sciascia al intentar conocer los lugares del frente en La Mancha, años después de la guerra civil, tendría la sensación de que aquél era un escenario conocido y escribiría: “Recorrer España para un siciliano es un continuo resurgir de la memoria histórica, un rebrote de lazos, de correspondencias, de cristalizaciones…”. El sol, comentaba, había agostado todo el paisaje.


El interior del mesón está ahora en sombra. Entra alguien, conocido. X viene de paso. Me invita a un café. Ha empezado luego a contarme historias sobre un cordel donde, dice, en tiempos tenían que transportar la paja que recogían hasta otra finca distante, ya en el campo de Ledesma, allá sobre el río. Era el tráfago incesante de los días de agosto, en medio del polvo, el aire que no se mueve, un cielo inclemente.


Luego, ha entrado otro conocido, S., jubilado ya. Conoce todos los caminos de la zona. Durante años ha conducido un camión para la finca de San Fernando y le ha tocado entrar y salir de todos los pajares y rastrojos de la provincia.


Con S. me entretengo siempre porque, además de las rutas de la comarca, conoce los modelos de tractores de otra época, descripción que siempre me ha fascinado. Eran artefactos sólidos, cuadrados, algo renqueantes. Los Mc Cormick, Lanz, Steyr, Ebro, Ursus… Había incluso algún tractor soviético, que no sé cómo llegaría hasta aquí, que había que arrancar con manivela y sonaba a pistón reumático desde lejos. (Recordaba las barcas en la bahía de Altea cuando a la tarde salían en fila, parsimoniosas, a la mar). Uno de los modelos bélicos tenía la inquietante costumbre de invertir la marcha. Y cuando arrancaba hacia atrás no había forma de pararlo, comenta. Ninguno de ellos tenía cabina: el tractorista soportaba desde el asiento metálico un sol que caía sin piedad sobre aquel monstruo terco y lento, llegado de no sé qué plan quinquenal sin piedad tampoco.


-Yo recuerdo un Steyr, en la finca -le comentaba a S.- Era muy alto y volcaba siempre. Recogía todo el calor del suelo.


-Lo que recogía era el calor del motor -apuntaba éste-. Venía a salir sobre las piernas del tractorista.


Era la venganza, apunta risueño X, de los que a pie iban cargando los paquetes de paja, con callos en las manos y un pañuelo en la cabeza, sobre un conductor que, al menos, iba sentado. Un polvo inclemente acompañaba todas las labores. Surgía de los caminos, del heno, de los remolinos que bailaban de pronto sobre el campo amarillo. Cubría al final las ropas y los aperos de los que trajinaban sin que a veces se supiera muy bien de dónde había surgido. Era un calor seco, hecho de paja invisible y tierra estéril, que no se movía en todo el día.


En otro lugar, por contraste, estaba un calor muy distinto, que sólo conozco por la literatura de William Faulkner. O de un magnífico relato de la también sureña Eudora Welty -“No place for You, my Love”-, que había releído estos días. En donde los escépticos amantes viajaban hasta el fin del mundo, al sur de Nueva Orleans. “Como si se pudiera ir más al sur”-comenta uno de los personajes del relato. Nada se movía en los pantanos. Excepto un rumor ominoso de insectos y caimanes en la sombra. Insomne y húmedo era el mismo calor que se traslucía del rumor de chicharras nocturnas sobre un porche de madera en la película “La noche de la iguana”, el tórrido film de John Houston, con los no menos tórridos protagonistas Richard Burton o Ava Gardner, sobre el relato homónimo de Tennessee Williams. Pero aquí el sur está muy lejos.


En un momento han entrado en el tabanco dos ciclistas, vestidos de guerra de las galaxias con un casco birmano y colores de tornasol en las mallas. Resoplan fuerte, para que los demás advirtamos de su esfuerzo.


-Vaya calor hace.


-El cambio climático -le explica el otro a Nagore, que les sirve no sé qué tónico naranja sin comentarios.


X. no ha dicho nada. Se los está intentando imaginar cargando paquetes de avena en agosto. O aventando grano en una era calcinada. Pero sabe que es imposible, y que los viajeros galácticos no pueden ni concebirla. Ni al verano, como ha sido siempre.

ABC del Periodismo. Emilio Romero, el azúcar de Bergson


Emilio Romero, por Juan Palacios


ABC AL PASO

El azúcar de Bergson

EMILIO ROMERO: “SI LE GUSTA ESCRIBIR, LO SUYO ES EL ABC, UN PERIÓDICO-INSTITUCIÓN”


Ignacio Ruiz Quintano

 

Abulense, como Juan de la Cruz, Teresa de Jesús, Santayana o Luis Calvo Andaluz (“¡ni Luis ni Calvo ni Andaluz!”), Emilio Romero, el Gallo de Arévalo, nombrado por Sánchez Bella (a sugerencia de López Rodó) director de la Escuela Oficial de Periodismo, es quien, en el 71, lleva el periodismo a la Universidad, con la ayuda de Ansón y la oposición del almirante Carrero, que teme “llevar más agitadores” a la Universidad. Carrero le recuerda a Romero un artículo pintando a Ansón de “caballo en cacharrería”, y Romero lo tranquiliza:

Es verdad, pero ahora me he preocupado de quitar los cacharros.

 

 

En el invierno del 78, con la perspectiva de otro año en blanco (poner copas en Ibiza en verano para pagarte un invierno de Facultad en Madrid), y por ver si lo del periodismo tiene salida, escribe uno a los periódicos donde quisiera escribir, y responden todos, incluido Emilio Romero (el gallo del periodismo, al que le roncan los cojones, atendiendo un SOS de estudiante sin más recomendación que un hambre calagurritana, ¡los 70!). Dirige el “Informaciones” de la calle de San Roque (mi primera Redacción, de visita) y me invita a filete con patatas con servicio en su casa, no sé si por Hurtado de Mendoza (mi primer almuerzo periodístico). A esa edad impresiona el “usteo” (nada de tuteo falangista, que se impondrá luego, con el felipismo): me cuenta que este “Informaciones” es un embarque sin rumbo, y se trata de elegir un destino que encaje con lo mío.

¿Así que tiene usted una carta del ABC?

Sí, señor.

Pues, si le gusta escribir, lo suyo (lo mío) es el ABC. Un periódico-institución. La República no pudo con él. Caerá con la Iglesia y el Ejército.

 


La carta

 
Cuando, en los 50, el Régimen destituye de la dirección de ABC a Torcuato Luca de Tena por el “caso Beria” (una información cuyas galeradas van y vienen con el ciclista del periódico a la Censura donde los censores se han ido a dormir sin dar el visto bueno a la noticia de Beria, el ex jefe de la policía soviética, fugado de Rusia y escondido en España a la espera de saltar a América), Romero, que dirige “Pueblo”, se solidariza con su colega, y va a la calle.

Hay que esperar siempre a que se deshaga el azúcar –es un requiebro-fetiche de Romero, que cita a Bergson.
Una leyenda urbana dice que en el suarismo los periodistas triscan libres por las verdes praderas de Aleluya: es cierto en el lado de los “rojos” (lenguaje de la época), no en el de los “azules”, testigos incómodos del pasado, que es la víspera, de los “demócratas de toda la vida”. A finales del 75, el comportamiento de Suárez, “personaje que viene de todas partes”, es, dice Romero, “de mandón provinciano y providencial: su tratamiento contra articulistas abiertos era el de la suspensión de la columna o el cese”.

–Suárez me tenía más miedo a mí que a Carrillo, y era natural. Carrillo conocía su biografía; yo, su biopsia.
Del sombrero del franquismo sale la paloma de la democracia y Emilio Romero empieza a escribir en el ABC de Guillermo Luca de Tena, “primero con el seudónimo de Fouché, para no alarmar, y después con mi nombre”. Pero…



El gallo de Arévalo y Suárez
Tragicomedia de España, Emilio Romero
 
 
[Verano de 2020]

Miércoles, 30 de Agosto

 

 

Misterios del universo

martes, 29 de agosto de 2023

Los resentidos


 Sébastien Castellio


Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    Más de la mitad de los españoles viven económicamente dependientes del Estado, lo que nos hace un país de resentidos, como corresponde al gran país de la envidia.


    En “Nuestra Cultura, ¿qué ha sido de ella?” el inglés Dalrymple recuerda que ya Tocqueville vio que el sistema humanitario de derecho a subsidio promueve la destrucción de la amabilidad y la gratitud, pues lo que es dado burocráticamente se recibe con resentimiento, además de alentar el fraude.


    –El suministro de socorro con subvenciones atomiza a la sociedad.


    El análisis más fino del resentimiento lo hizo Marañón en su retrato del emperador Tiberio, donde explica cómo en los resentidos, si alcanzan a ser fuertes, con la fortaleza advenediza que da el mando social, estalla tardíamente la venganza, disfrazada hasta entonces de resignación:


    –Por eso son tan temibles los hombres débiles (y resentidos) cuando el azar les coloca en el poder. Es la razón de que acudan a la confusión revolucionaria tantos resentidos.


    El resentido español es un producto de la proverbial envidia nacional, reencontrada por García-Trevijano como “un subproducto moral de la competencia en la miseria”: por los puestos funcionariales en el Estado, por la influencia familiar en las colocaciones y por la buena fama en las reputaciones.


    –La envidia calumnia las buenas famas para reducir la competencia por un salario en la “covachuela”. Es nuestro modo de lucha por la existencia.


    La organización encargada de pastorear políticamente el resentimiento español es el partido socialista, médula espinal de España, donde todo fracaso (moral, vital, laboral, social) hallará refugio, con su red de intelectuales de disciplina calvinista (no verán a un solo Castellio en España) pensando siempre lo mismo que el jefe, sólo que después. El único signo de grandeza en siglo y medio de historia fue la respuesta de su fundador, Iglesias Posse, al catalanista Cambó, que en el 14, ante una probable invasión de la neutral España, defendía la no resistencia.


    –¡Hasta ahí podíamos llegar! –contestó Iglesias–. En ese punto creeríamos llegado el momento de acudir en defensa del honor nacional.


    Ignoramos su contestación al telegrama que el españolazo Sabino Arana Goiri remitió a Theodore Roosevelt Jr. con motivo de la pérdida española de Cuba: “Roosevelt. Presidente de los Estados Unidos. Nombre partido nacionalista vasco felicito por independencia de Cuba. Federación nobilísima que presidís que supo libertarla esclavitud. Si Europa imitara, también nación vasca, su pueblo más antiguo que más siglos gozó libertad rigiéndose constitución que mereció elogios Estados Unidos, sería libre”.


    Hoy somos como comadres que vivimos de la vida ajena a falta de la propia, dando mordisquitos de ratón, que decía Ayala, hombre semifrustrado sólo por el hecho de haber nacido español.


    –No duermas…, hay serpientes –es la forma que tienen los “pirahá” de dar las buenas noches.

[Martes, 22 de Agosto]

La naumaquia de los Dolores Aguirre en Bilbao. Crónica de Márquez

Fotos: Hermann Tertsch

 

José Ramón Márquez

 

Es que te tienes que poner a escribir, después de ver lo que anota un célebre mamarracho de la prensa escrita a sueldo del famoso crítico del pelo teñido, respecto del corridón de ayer en Bilbao. Última corrida de las Corridas Generales 2023, toros de Dolores Aguirre para Antonio Ferrera, Domingo López Chaves y Damián Castaño.


Con el antecedente de la lluvia caída y la firme promesa de la que iba a caer, cuando Matías sacó el moquero blanco asomaron por la Puerta de Cuadrillas dos señorines, el del chistu y el de blanco, con la misión de hacerle el aurrescu de homenaje a López Chaves en su despedida como torero de la Plaza de Vista Alegre. Eso mismo le hicieron a Julián el otro día, con la diferencia de que a Julián volveremos a verle en esta Plaza (y en las demás) a poco que pase un año o dos de su “retirada” y al salmantino no. La buena noticia es que durante los tres tiempos del aurrescu no llovió.


Cuando sale Cantinillo, número 49, muchos se asustan, al ver salir de chiqueros a un toro. No una mona, no un escarabajo, no una cucaracha ni una cabra, ni un caracol. Nada de materia artística para esculpir sueños de toreo monflorita, sino un señor toro con cuajo, presencia, arrobas, trapío y en sus 582 kilos de seriedad de Guardia Civil de tricornio de charol. El toro fue saludado por la afición a base de aplausos, no podía ser de otra forma, y se dio una vuelta por el redondel arrimándose a los burladeros, sin rematar. Los primeros pitones íntegros de la Feria acababan de salir a Vista Alegre y era una belleza ver esas puntas afiladas e íntegras. Ferrera sacó el capote de seda ése que lleva de color verde, capote de cortina como de casa de abogado decimonónico y recibió al toro con oficio, rematando los lances por arriba, a la antigua, eficazmente. Cuando salió Lorente encaramado al penco ya se imaginaba la afición que las espaldas de Cantinillo iban a convertirse en una mina de wolframio a cielo abierto. Apañó la cosa con un lanzazo bajo y otro más bien trasero en los que se dejó el bíceps. Se lució Otero en banderillas, tan eficaz y valiente como siempre, y Ferreira bregó las oleadas del toro. El ruedo lleno de agua, charcos y barro es el escenario sobre el que Ferrera viene a hacer su obra, que consiste en ser toreado por el de Dolores Aguirre en las tres veces que lo intentó. El toro era el amo y los recursos de dominio que había que poner no asomaron. Más bien quedó patente la urgencia de Antonio Ferrera por enviar la apostura del toro al Valle de Josafat más pronto que tarde, cosa que hizo entre las protestas del respetable. Aplausos para el toro en el arrastre.


Sale Botero, número 15, largo, hondo, cuajado, con 619 kilos de toro encima, un atleta, y recibe los aplausos del sanedrín por su impecable presentación. López Chaves lleva peor cuadrilla que sus compañeros y en trances como éste de hoy eso marca bastante la diferencia, que con las monas da igual. Botero recibe muchos capotazos sin sentido y sin un plan eficaz y el animal va desarrollando su personalidad, que tiende a la mansedumbre encastada, con esos arreones que mete al caballo de Rafael Agudo y con ese desparramar la vista e irse de la suerte. Brinda López Chaves desde el tercio de la piscina de barro y se dispone a fajarse con el toro en una faena por la derecha en la que le va robando los muletazos a base de arrojo y, cuando agarra la zurda, en seguida le dice el toro que por ahí ni uno. Valiente y decidido, con el ruedo imposible y frente a semejante adversario, le falta dar el paso adelante, pero ahí ya hablaríamos de un superhombre. Termina con estocada y descabello y recibe los aplausos de la afición. El toro, también.


Después de la actuación de Castaño el año pasado en Bilbao también con los Dolores Aguirre, apetecía repetir. Su primer oponente, un chorreado en morcillo que parecía vestido de camuflage con el barro del ruedo que atiende por Clavijero, su número el 23. Un rato se tiran los peones que si voy, que si tú, que si mejor tú y al final se va a él, Damián Castaño a pararlo con impecable oficio, bregando con eficacia y perfección, sin recibir un solo enganchón, sacando al toro al centro del pantanal y rematando toreramente con una recia media verónica. El toro lo pica con vigor de minero de Villablino  Juan Francisco Peña y lo brega con su acreditado conocimiento Marco Galán, para quien es un tormento manejar el capote mojado y embarrado. El toro canta su condición mansa, una delicia para los que amamos los toros mansos, e impone el rigor de su seriedad y de su gravedad ante la que Castaño pone su firmeza, su valor y su oficio. Cuando consigue ligar tres derechazos hondos, todo colocación, la Plaza se le entrega y luego él se dedica a adornarse con trincheras y pases del desprecio muy jaleados. La faena está hecha y el torero no se decide: ¿suerte natural, suerte contraria? Parece que la condición mansa del toro demanda lo segundo y cuando se echa a matarle, pincha. Luego, otro pinchazo, otro, otro… Se va a por el decabello y en cuanto puede el toro le echa mano propinándole un fuerte golpe que le deja sin sentido. Se llevan al torero a la enfermería y remata la cosa Ferrrera con el verduguillo. Cada vez que Juan Cantora se aproxima a decabellar al toro, se persigna, sirva esto para que se calibre el peligro que se percibía. Aplausos para el toro en el arrastre.


No quiere Ferrera dejar su cartel maltrecho y sale a parar al cuarto, Yeguazo, número 10. Cuando arrecia el monzón, asoman los 678 kilos de toro de lidia entre aplausos a su cuajo y a su presencia. Se abalanza el toro al jamelgo de Jesús Vicente con toda su potencia y ahí tenemos una emocionante vara de poder a poder con el toro empujando a base de riñones, que echa al caballo contra las tablas y, mientras Vicente defiende vigorosamente su cabalgadura, el toro le toma por los pechos y va ganando la pugna sin que el picador dé la posición por perdida, peleando bravamente, hasta que Yeguazo acaba echando al suelo al caballo y al jinete. Emocionante belleza del tercio de varas con un toro bravo y un picador con arrestos. En la segunda vara el toro se va suelto. Antes de que arrecie aún más la lluvia, Otero brega eficazmente y Joao Ferreira deja dos soberbios pares por los que se le aplaude con justicia. Cuando Ferrera se dispone a comenzar su faena la cortina de agua es descomunal. El veterano diestro se dispone a torear, caiga lo que caiga, y verdaderamente es una locura estar ante ese toro con esa muleta embarrada y empapada. Una cosa de esas para contar a los nietos. Aplausos para Ferrera y para el  toro.


Como cosa estética sale el sol y un par de arco iris, antes de que asome Comadroso, número 42, de capa melocotón. En su última tarde bilbaína López Chaves se empeña en conseguir muletazos en el barrizal, entre los charcos. Cambia de muleta por el peso que debe tomar la tela empapada y embarrada y trata de torear a la media altura sobre los charcos. Cobra una estocada bastante baja. Aplausos para el toro en el arrastre.


Sale Damián Castaño de la enfermería dispuesto a vérselas con Cigarrero (¿homenaje al toro que jamás verá Morante enfrente?), su número, el 38. Otro melocotón que es recibido con aplausos y ante el que Castaño, con la montera calada, ha cuajado una sólida faena, concisa y poderosa, en la que ha buscado siempre la posición ortodoxa, ha conseguido enhebrar los muletazos en series cortas de gran intensidad y de enorme verdad. Castaño prosigue su senda ascendente con los toros de respeto y hoy, en Bilbao, le ha faltado un estoconazo arriba para abrir la puerta grande con todo merecimiento. Nadie supo si los toros de doña Isabel tenían lengua. No se dignaron mostrarla al público, cosa que agradecemos, así como la limpieza de esos pitones, la esmerada presentación del ganado y su impredecible personalidad. Cuando hay toro nadie se aburre.







FIN

Martes, 29 de Agosto

 

 

Muela chinchonera

lunes, 28 de agosto de 2023

Don Rubiales


Francisco Javier Gómez Izquierdo

 

         El poder ejercido con muletas tales como "¡porque lo mando yo!", o las más groseras "¡porque me sale de los cojones!" suele resultar indigno y desdice mucho a quien lo detenta. El poder te lo puede dar otro poder superior en pago a usted sabrá por qué o facilitártelo almas inocentes ante las que tiene usted facilidad para deslumbrar o fascinar. El poder con auctoritas es bueno porque todos notan que el que decide procura lo justo, por eso cree uno que es desgracia española comprobar de continuo que aquí todo el que manda lo hace "por riles" ; sin auctoritas. No sé a ustedes, pero a mí me parece que los mandones, los barandas -¿quién no ha tenido un baranda indeseable, tiranuelo, abusón, etc?- que en España presumen de serlo en el fondo desprecian al prójimo con entusiasmo. Todos lo intentan disimular, pero, presuntuosos en su exposición, siempre son delatados por detalles.


     Don Rubiales es, o era hasta antier, un mandón. Aquí lo ha puesto servidor en varias ocasiones. No es cosa de repetir el episodio del descenso administrativo del Burgos ¡¡¡por cinco millones de pesetas!!!  en 2002 y cómo, con el beneplácito de su AFE, ocupó la plaza el Levante, al que en Burgos se considera aún que mercadeó con nuestro difunto presidente, Quintano Vadillo. Sepan que tuvo que huir de la ciudad ante tamaña tropelía. Don Rubiales no veló por los jugadores del club al que tanto quiero y siempre sospeché que empujó en favor de los que consideraba de su familia. Ésto antes de ser lo que hoy es. Las mañas enredadoras ya las gastaba con el plácet de otros mandones con intereses.


     Uno cree que Don Rubiales las ha hecho gordas, pero, ¡claro está!, es muy particular parecer. El episodio de la final en Australia, además de bochornoso, uno lo encuentra inexplicable, y se me escapa a cuento de qué vinieron aquellos arrebatos juliganescos que ya sólo se permiten en zonas de los estadios acotadas por la policía. Si infinita fue la falta de educación de Don Rubiales, no es menor la proliferación de tribus farisaicas y sepulcros blanqueados de los que nos hablan las Sagradas Escrituras. Uno cree que Don Rubiales debe pagar las culpas que le correspondan -ya debiera haberlo hecho- porque lo decida un juez en un tribunal. ¡Ojalá fuera cierto que los incompetentes dimiten porque es clamor popular!

 

 Mejor nos iría a todos si no se apuntaran a los pesebres administrativos los peores ciudadanos. Don Rubiales se ha convertido en un juguete extraordinario para los charlapuñaos de radios y televisiones y para los escribidores de los periódicos, tribunales todos que no necesitan leyes ni reglamentos para condenar a modo. Les basta la Inquisición de moda. La de lo políticamente correcto. Utilizan a la mujer a conveniencia y no ahorran perversidad  para señalar a los tibios y apedrearlos por haber dicho "Jehová". Habrá que borrarse de todo, pero no me resisto a ver otra vez La vida de Brian. Antes de que la prohíban.

Un jugador de pub


Bellingham

 

Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    En Inglaterra los futboleros te invitan al pub para ver al Madrid… de Bellingham, cosa que no sucedía ni con Cristiano, y Bellingham les paga con orgullo inglés y goles. Goles con peros, que son los que les pone Guti, que ahora funge de sacamuelas en una TV, pero goles como soles. Esto acrecienta el mérito de Bellingham al venir al Madrid cuando a sus pies tenía la Premier, donde seguramente lo iban a tratar mejor, teniendo en cuenta el ambiente de Atapuerca que se ha instalado en todos los órdenes españoles, incluido el del fútbol, donde los partidos del Real Madrid fuera de casa debería narrarlos Juan Luis Arsuaga, ese paleoantropólogo que repite la muletilla “porque nosotros, los intelectuales” y que cada verano se encuentra una cucharilla de moka en las excavaciones de Ibeas de Juarros y deduce que los hombres primitivos tomaban postre. Quiere decirse que a Bellingham le van a dar en España más que a una estera, y desde luego, más que en la Premier. Téngase en cuenta, además, que Bellingham no tiene a su disposición ni un delantero centro con quien compartir los palos, y aun así ya habla como Oppenheimer, que se veía como “destructor de mundos”, pues dice que con sus nuevos compañeros se siente diez veces mejor jugador que hace un año. Lo suyo es que estuviera Kane (otro jugador de pub) con él, pero Kane marchó a deslumbrar a los alemanes del Bayern, y malo será que no nos birle la Champions en curso, aunque preferible a que lo hiciera Mbappé.

 

¡Ay, Mbappé! “¡Nos quedamos aquí!”, gritó a sus hinchas al marcar su primer jequegol de la temporada con el PSG, donde morirá de viejo como una de aquellas liebres españolas que tanta pena le daban a Dumas. Uno nunca se hizo ilusiones de la pareja Bellingham-Mbappé, pero sí de la collera Bellingham-Kane. Que el club tome precauciones con los jugadores veteranos que vienen a Valdebebas como quien iba a Incosol es otra cosa. La intriga ahora está en la eclosión del sistema de Ancelotti para hacer goles sin goleadores.


    Lo que a Bellingham más le ha llamado la atención es que en el Madrid nunca cunde el pánico, pero eso es cosa de la leyenda más que del sistema. Un gran personaje del fútbol español, Pablo Porta, distinguió famosamente el miedo (fallar el segundo) del pánico (fallar dos veces el primero), pero Porta no era feminista, como Rubiales, que dice llevar la Copa del Rey a Arabia para luchar por la causa femenina, o como Infantino, el fifón que reprocha a los medios que envíen al Mundial femenino menos periodistas que al Mundial masculino, aunque él todavía no ha tenido el detalle de pasarle el sillón a una dama de acrisoladas virtudes.


    –No puede ser que en Catar hubiera 39 periodistas italianos y ninguno en Australia y Nueva Zelanda. Tenemos que empezar tratar a hombres y mujeres de la misma manera –ha declarado Infantino, que no está calvo por nada.


    Infantino renueva así la pedagogía del oprimido de Paulo Freire, y cuando el seleccionador de “La Roja femenina” (“La Roja” fue el invento de Zapatones para no decir España), Vilda, dice “queremos demostrar que somos los mejores del mundo” (¡los!), nuestras feministas de guardia, inspiradas por Infantino, lo ponen en la picota sin contemplaciones. “Alguien le debería decir que son ELLAS, LAS.....jugadorAs. Alguien de prensa en la Federación ¿puede decírselo, por favor?”, arremete Paloma del Río, funcionaria de TVE y antimadridista (“no soy culé, soy antimadridista”), más puesta en gimnasia que en lingüística. Algo hay ahí, porque los periódicos deportivos parecen octavillas de Sandra Harding, y todos los viejos obispos del periodismo deportivo llevan semanas disfrazados de abadesas para pastorear al obrerete por las verde praderas de las aleluyas feministas. En la misma hoja que ocupaba la chica de Hebrero San Martín infórmase ahora de la hibristofilia, “sesgo cognitivo que lleva a sentir atracción” por el destazador de Tailandia, aderezado con folletines de propaganda británica sobre la guerra, cuyos contendientes nos son presentados como un mano a mano Xavi-Bordalás.


    ¿Es realista el nuevo sistema de Ancelotti? ¿Y feminista? Ancelotti, como se sabe, es partidario del 4-4-2, porque según él crea un equipo de máximo equilibrio y “refleja la forma del terreno de juego, que es un rectángulo”. En el Milan, por circunstancias (lesión de Shevchenko), se sacó de la manga “la formación árbol de Navidad”.


    –Como dicen en España, la necesidad aguza el ingenio.


    Sin delantero centro, el ataque que por necesidad ha ingeniado Ancelotti es lo que Borges llamaría “una llama bicorne” en la que, como Ulises y Diomedes en la “Comedia” de Dante, arden sin fin Vinicius y Rodrygo. De momento, Bellingham no ha sentido el pánico.




CÁMARAS EN EL VESTUARIO


    Entre bromas y veras, Ancelotti se muestra dispuesto a bajarse el sueldo para que las cámaras no entren al vestuario. La TV chapotea en la cultura de “Gran Hermano”. Después de todo, mirar constituye una satisfacción sádica, pues el ojo, y esto lo dice Freud, no Ancelotti, es el símbolo del pene, “un arma sádica”. Otro vienés, Otto Fenichel, de filiación marxista, estudió la escopofilia y llegó a la conclusión de que mirar procura placer sexual: el ojo mira, imagina y devora. Teniendo en cuenta al público de la TV, mejor bajarse el sueldo, como Ancelotti, que los pantalones.

[Lunes, 21 de Agosto] 

ABC del Periodismo. Antonio Mingote, la lealtad del genio


Antonio Mingote


ABC AL PASO

La lealtad del genio

ANTONIO MINGOTE, LOS PUNTOS SOBRE LAS IES CON LOS MEJORES MODALES


Ignacio Ruiz Quintano

 

Hasta la aparición de Mingote, para el lector (¡el verdadero dueño de un periódico!) hay tres acontecimientos que nunca fallan: el escándalo en el Congreso, el crimen pasional y la cogida de un torero, a los que de pronto se une “la viñeta de Mingote” en ABC. Todo lo demás es cencerrada.

El periodismo viene a ser una cencerrada sin ton ni son que acaba en sonsonete. Cañabate cuenta que un vendedor de “El Cencerro”, periódico anticlerical, pregonaba con un cencerro que hacía sonar mientras gritaba: “¡Contra los frailes, que comen y no trabajan!” Alguien le dijo: “Y usted qué, ¿en qué trabaja?” Y el vendedor se explicó: “¡Yo no trabajo, pero tampoco como!” Y le arreó con el cencerro en la cabeza.

En el periodismo sólo vale la pena caer para firmar un “Pedro Páramo” de Rulfo o un “Hombre solo” de Mingote.

 

Hombre solo

 

Mingote representa una lealtad superior, espiritual (desconocida en periodismo), con ABC y los Luca de Tena, la clase de lealtad descrita por Alain como “una libre y dichosa promesa a sí mismo, que cambia una simpatía natural, por encima de edades, pasiones, rivalidades, intereses y azares, en un acuerdo inalterable”. Rechaza grandes ofertas, gesto que no le perdonarán nunca.

En 1975, asume la dirección de ABC José Luis Cebrián, miembro del Opus Dei (“esa aventura estrictamente particular”, según la revista “Ecclesia”). A los becarios del 79 nos cuentan que Cebrián, cuyo San Juan o discípulo más amado es Pedro José Ramírez, corregía con tipex los escotes de las actrices setenteras en las fotos del Archivo. Y choca con Mingote, que en febrero del 76 le escribe una carta con toda la fuerza “fundante” de ABC:

“Querido José Luis: Después de la muerte de Franco no he vuelto a hacer ningún chiste sobre esos personajes [inmovilistas, Gundisalvo] que simbolizan para mí una época acabada. Los hago sobre los que hostigan al Gobierno actual. Y me sorprende que a esa Casa de ABC le alarmen unos chistes con los que pretendo ayudar a un Gobierno que es el primero del Rey. No comprendo bien cómo esos reaccionarios […] pueden influir en esa Casa que, por definición, ha de estar al lado del Rey y no de quienes ponen en peligro el trono […] Estos buenos modales que yo aspiro a tener me impiden, por ejemplo, hacer chistes sobre la oposición de la izquierda, que ni decide ni gobierna. Y si hacer chistes sobre los que no han podido levantar cabeza durante cuarenta años me parecía una cobardía, darles ahora en el cogote cuando empiezan a asomarlo a duras penas me parecería innoble […] Pero yo ya soy viejo para aprender, querido José Luis, de modo que voy a seguir haciendo lo que he hecho hasta ahora, y aceptaré con mansedumbre cristiana, hasta donde yo sea capaz, que me rechaces los dibujos que consideres rechazables.”

“Querido Antonio: Actúa como siempre, con naturalidad, y no le des más vueltas al asunto. José Luis”

Mingote pasa por la vida, ruanescamente, “con un corazón en zapatillas”, que nunca sabe o quiere hacer ruido al andar.

 


Antonio Mingote
 
[Verano de 2020] 

Lunes, 28 de Agosto

 

 

Pentagrama ramoniano

domingo, 27 de agosto de 2023

ABC del Periodismo. Agustín de Foxá, el último de Filipinas


 

Agustín de Foxá


ABC AL PASO

El último de Filipinas

AGUSTÍN DE FOXÁ RECORRE EN AVIÓN TODA LA LENGUA ESPAÑOLA, EN CUYA GRAMÁTICA NO SE PONE EL SOL

 
Ignacio Ruiz Quintano
 
Decir Foxá es decir una noche en Balmoral (el ex bar de Hermosilla/Serrano, no el castillo de Aberdeenshire en Escocia) o una tertulia en Cuba (la suya), que inventó la sobremesa con cocotero (¡el árbol con cantimplora!), pues Foxá es la exuberancia del ingenio que se cierra todas las puertas con un golpe de conversación, que es su idea de cielo.
Es la idea que él ve en el padre Guepin, benedictino francés y abad mitrado de Silos, cuyo cielo es “un eterno paseo, por los jardines del Paraíso, haciendo ‘respetuosas objeciones’ al Ser Supremo: Señor, ¿para qué hicisteis a los microbios?”
Es la idea de felicidad jeffersoniana: ensanchar el círculo de amigos “en el Congreso” y sentarse con los más ilustres de sus “colegas”. Y es la idea socrática de paraíso en la “Apología”: ensanchar el círculo de amigos en el Hades y seguir con el “diálogo”.
¡Soy el último de Filipinas! –dice Foxá, herido de muerte, a Juan Ignacio Luca de Tena y Antonio D. Olano, que lo reciben en Barajas (“con un olor de parque dormido entre las ruedas”).
Foxá, que es diplomático, cultiva todos los géneros literarios, y su preferido es el periodismo, que tiene de poesía, dice, lo que tiene de efímero.

–He recorrido en avión toda la lengua española, y puedo asegurar que en nuestra gramática no se pone el sol.
 

Estiliza todo lo que toca, se trate del imperio americano, en cuya tierra se puede meter el arado hasta muy hondo sin encontrar una sola moneda antigua:

“A pesar de sus ‘shorts’, de su ‘base-ball’, de su cine y de sus piscinas, la púrpura ha caído sobre los hombros de los yanquis. Es glorioso, pero no es cómodo capitanear al Mundo. La gloria generalmente está reñida con la alegría. Norteamérica ha ganado el cetro, pero ha perdido la sonrisa”, termina “El peso de la púrpura”.

O se trate de la mujer nórdica:

 “El verano nórdico es el más hermoso del mundo… En un ‘parturi’ (peluquería) me afeitaron unas bellas carelianas (en el Norte todas las peluquerías son servidas por muchachas, y de una de ellas, en Estocolmo, salió Greta Garbo antes de entrar en el Olimpo de Hollywood). Hay también en Finlandia mujeres albañiles que suben al andamio. Las mujeres lo invaden todo. Ellas conducen el tranvía y arreglan la chimenea”…
De Ramón tiene dicho Ruano que todos sus aciertos de finura salen de un fondo gordo de agua gorda y vida gorda: “Es como un botijo que pare inesperadamente porcelanas de Sevres”.
Algo de eso hay en el anecdotario de Foxá, quien, después de todo, pertenece a la carrera diplomática. Cuando Martín Artajo, figura de Acción Católica, llega al Ministerio, un diplomático que vuelve de varios años en el extranjero dice a Foxá: “¿Qué hay de nuevo por esta casa? Cuando yo me fui, era ministro Serrano Súñer”.
Pues mira, chico –contesta Foxá (que viene de decir que la Falange es una hija adulterina de Marx e Isabel la Católica)–. La única diferencia es que, cuando tú te marchaste, al entrar en el despacho del ministro había que gritar “¡Arriba España!” y ahora decimos: “¡Ave María Purísima!”
 


“Y pensar que desnuda, azul, lasciva,
sobre mis huesos danzará la vida”
 
[Verano de 2020] 

En busca de la prevalencia de los idiotas (XIV)


Leonardo Bruni


Martín-Miguel Rubio Esteban

 

Occidente, la res christiana, vivió un renacimiento de la filosofía política en el gran siglo XII, debido, sobre todo, a las traducciones que los árabes hicieron de textos de la Grecia Clásica, entre los que se encontraba la Política, de Aristóteles. Su Política fue comentada por Santo Tomás de Aquino, y gracias a ello la palabra sagrada de Dêmokratía volvía a ser pronunciada. En una época de luchas entre güelfos y gibelinos la Constitución Ateniense, vista con los ojos del Estagirita, claro, le sirvieron al Doctor Angélico para mantener a raya las pretensiones despóticas de poder temporal del emperador alemán sobre la iglesia católica. Su insistencia de inspiración aristotélica en la necesidad de crear un marco legal fundamental que defina los límites de poder monárquico, junto con el reconocimiento del valor del elemento democrático como salvaguarda contra la tiranía, hace a este gran filósofo un lejano precursor de la teoría política del constitucionalismo moderno, y el principal patrono de lo que casi tres siglos después traerán otros dominicos de la Escuela de Salamanca y los Siete Primeros Derechos Humanos, que veremos en otras entregas estar ya «in nuce» en esta búsqueda de la prevalencia de los idiotas en la Democracia Ateniense. Durante el Renacimiento el único humanista que ensalza con apasionado encomio la época de la Atenas democrática fue el florentino Leonardo Bruni. Todos los demás humanistas tenían los ojos en el poderoso modelo de la República Romana, ciertamente una hermosa bandera. Esto no es sorprendente.

Es natural que los humanistas italianos, los más grandes patriotas —con conocimiento bien fundamentado— que ha tenido Italia, se identificasen orgullosos con la herencia clásica de su querida tierra natal y, en consecuencia, con la República Romana, y esto constituyó la base emotiva de su pensamiento político, que fue informado principalmente por su estudio de Cicerón y Plutarco. Ambos autores fueron el principal deleite del Renacimiento y la principal fuente de renovación de las ideas políticas. Además de Cicerón y Plutarco, la concepción humanista de la antigüedad clásica también se basó en su lectura de fuentes históricas, en particular Polibio, Tácito y Tito Livio —la pasión vitalicia de Maquiavelo—. La consecuencia natural de este contenido educativo del humanismo fue la idealización de República Romana como Estado modelo. El humanismo cívico renacentista se articuló en torno a la búsqueda de un modelo de orden político, como guía para la reestructuración del nuevo mundo surgido de la desintegración de la república medieval. La cuestión del orden, con respecto a la protección de la libertad de las ciudades italianas y de sus ciudadanos frente a las presiones de la Iglesia y el imperio, determinó el ideal del humanismo cívico. Así, la admiración por la República Romana, que asombró a los que vinieron después por la longevidad de su estabilidad, la adaptabilidad de sus instituciones y su dominio mundial, es fácilmente explicable.

Por el contrario, la democracia ateniense, que alcanzó la cima de la libertad política en su sistema de instituciones pero no aseguró su supervivencia, no pudo responder a las exigencias fundamentales del humanismo cívico. Esta posición se cristaliza en los argumentos de Maquiavelo, el más grande y controvertido de los humanistas cívicos. Su admiración desenfrenada por la antigua Roma y sus infatigables esfuerzos por persuadir a sus contemporáneos de luchar por la reforma de la vida política y la moral política de acuerdo con el modelo romano, se combinaba con una crítica a la democracia ateniense. El estado democrático ateniense brilló como un espléndido meteorito en un fugaz momento histórico pero no pudo evitar su derrota en Queronea a consecuencia de un mal intrínseco, el dominio de una pasión política no controlada. Solón no había logrado establecer en Atenas el régimen mixto que era el secreto de la grandeza de Roma. Si Roma es el paradigma de la reforma de Florencia, la Atenas democrática era, según Maquiavelo, un ejemplo a evitar, aunque de belleza sobrehumana. No sabemos si Thomas More conocía la obra de Maquiavelo, publicada tres años antes que “Utopía”, pero lo indudable es que las ideas contenidas en aquel “Príncipe” estaban en el aire cuando More empieza a escribir su utopía.

La inclinación hacia el modelo ateniense y el reconocimiento de las virtudes de sus instituciones democráticas se produjo mucho más tarde, siendo impuesta por la necesidad de cuestionar el absolutismo. La preocupación por establecer el estado de instituciones libres como réplica a la imposición del absolutismo del siglo XVII actuó como catalizador para revivir el simbolismo ideológico de la democracia ateniense. Este fue el logro del pensamiento político inglés del siglo XVII. En Francia, la condena del absolutismo en el siglo XVI adquirió parte de su vocabulario simbólico de la ideología del estado mixto romano (Polibio), pero en el siglo siguiente cayó en un marasmo y una depresión. Por el contrario, el movimiento revolucionario en la Inglaterra del siglo XVII tendió a la radicalización del pensamiento político, creando las condiciones previas para la introducción de la idea de la democracia ateniense en el discurso político de la época. Este retorno al modelo ateniense es evidente en las obras de los pensadores más radicales de la época, especialmente John Milton y James Harrington. Su postura no es, por supuesto, de aprobación sin reservas del estado democrático ateniense. Un enfoque crítico atempera su admiración y el pensamiento regresivo a menudo conduce a la ambigüedad de los argumentos. No obstante, se logró la restauración de la idea de democracia ateniense clásica entre los modelos de gobierno de los mundos posteriores. Durante la Guerra Civil Inglesa todo este proceso de rehabilitación ideológica estuvo defendido a punta de espada, pero sus resultados son decisivamente claros en el pensamiento, la palabra y las ambiciones políticas de los revolucionarios angloamericanos del siglo siguiente. Particularmente me llama la atención de que el pensamiento político nacido en Inglaterra o Irlanda a partir del Renacimiento inglés, y que restauró sin duda la organización y los derechos de la Democracia Ateniense, como prevalencia de los idiotas, está expresado en forma de novela, de novela utópica (Thomas More, James Harrington, Jonathan Swift, Aldous Huxley, George Orwell, y tantos otros). La novela utópica inglesa ha defendido más la Democracia Clásica que los puros filósofos ingleses como Locke y Hume. Sólo Shaftesbury representa la ilustración inglesa abiertamente democrática. Tradicionalmente la utopía se puede dividir en eutopía y antiutopía. La eutopía, como el mejor de los lugares, anima a salir del presente para encontrar un modelo político mucho mejor. Por el contrario, la antiutopía, nos exhorta a reformar nuestro presente, mostrándonos el anti-modelo social a que llevaría la exacerbación de nuestras cualidades negativas. Ningún historiador de la Democracia puede soslayar el estudio de la novela utópica inglesa, porque es la primera vez, tras el Renacimiento, que se defiende abiertamente, en la ficción, la organización y los derechos de aquel sistema que garantizaba la prevalencia política de los idiotas; esto es, la Democracia. Esta literatura política hizo aparecer la New Harmony, las sociedades utópicas de Michoacán, las misiones jesuitas del Paraguay en el siglo XVII, etc. La Taprobana y Amaurotis tienen mucho de la Atenas Clásica. Ahora bien, los estados ideales de las utopías, que exigen a sus individuos un elevado nivel de «virtú», una renuncia de intereses particulares en pro del bienestar común y la libertad colectiva, sólo pueden darse —según los autores— en comunidades pequeñas y de gran cohesión interna, como las ciudades-estado de la tradición clásica (vid. «The Statecraft of Machiavelli», de Traversi ). Los príncipes en la eutopía son elegidos en voto secreto. El seguidismo a la tradición clásica por parte de More en «Utopía» es tan grande que en Utopía hay esclavos.

En el continente europeo, la primera discusión sería sobre el estado democrático y la antigua Atenas como su modelo comenzó con el renacimiento del humanismo político, iniciado por Montesquieu. Gracias al soplo y la profundidad del pensamiento político de Montesquieu, en el siglo XVIII, el siglo de la Ilustración y de las grandes revoluciones, se reconectó con los antiguos modelos griegos de Estado, que habían quedado totalmente eclipsados ​​en el continente europeo durante los dos siglos anteriores, a causa de la Contrarreforma y la instauración del absolutismo («rex absolutus legibus», que diría Bossuet). Motivado por una indignación contra este absolutismo como forma de gobierno totalmente opuesta a la legitimidad, ya que se basa en el miedo y alimenta la corrupción, Montesquieu recurrió al estudio del antiguo modelo republicano como forma alternativa de gobierno que asegurara la legitimidad política. Su reconexión con el humanismo cívico lo llevó inicialmente a estudiar Roma como el modelo alternativo más probable de legitimidad política. Sin embargo, su análisis de la grandeza y la decadencia de Roma reveló la ley inmutable que une el dominio mundial, el despotismo y la corrupción. En consecuencia, Montesquieu, por análisis comparativo, llegó a los modelos griegos antiguos de Atenas y Esparta como las únicas formas de estructura estatal que podían oponerse al despotismo, junto con sus equivalentes posteriores, los estados republicanos de Venecia y los Países Bajos. A pesar de la búsqueda de modelos de gobierno también en el mundo contemporáneo, sólo los antiguos griegos se distinguían por el rasgo de la virtud política y el espíritu público, que constituían las mayores garantías contra el despotismo. Los ciudadanos de las antiguas repúblicas griegas, sin embargo, no disfrutaban de una libertad personal grande, tal como también demostrará más tarde Benjamin Constant. Esta era la característica principal de Esparta, pero también en la democracia ateniense las exigencias de la vida colectiva sobre el individuo restringían hasta cierto punto su libertad. Por esta razón, Montesquieu finalmente se decidió por el sistema de instituciones libres tal como se había desarrollado en la Inglaterra moderna, disfrazada de monarquía, como modelo de legitimidad política. Sin embargo, la investigación del autor del Espíritu de las leyes contribuyó a que los antiguos modelos republicanos griegos volvieran al centro del pensamiento político. Así, la idea de la democracia ateniense, como prevalencia de los idiotas, volvió a situarse en primer plano del debate político en el Siglo de las Luces y se incluyó en el vocabulario político de los críticos del Antiguo Régimen.

Después de Montesquieu, los antiguos modelos republicanos griegos articularon el lenguaje simbólico de la disidencia política. El nuevo esquema de gobierno que representaban, el estado sin rey, la república, traía las buenas nuevas de un régimen de instituciones libres y de virtud política...

 

Leer en La Gaceta de la Iberosfera