domingo, 13 de agosto de 2023

Breve historia del ultracalvinismo

 [Tres artículos de 2007 publicados en su blog Unqualified Reservations, UR, bajo el seudónimo Mencius Moldbug]

 

 

Curtis Yarvin


En los últimos 50 años, la revista Time se ha vuelto tan estúpida como su público. Lo lamentable es que, en 2007, cualquiera que lea Time o una revista similar —sí, incluso The Economist— no está bien de la cabeza. (A veces recibo números gratuitos de The Economist al azar o encuentro un ejemplar arrugado en una cafetería, y si accidentalmente leo algunas páginas, o peor aún, a uno de los líderes, me pongo a chillar de rabia y tengo que acurrucarme en el armario durante unas horas. Este periodicucho, que he amado desde que era lo suficientemente alto como para montarme en la gran montaña rusa, se dedica ahora total e irreversiblemente a la producción y distribución de la mendacidad oficial).

Sin embargo, Time fue dirigido en su día por los Luces y gente como Whittaker Chambers, y en su día dio que hablar. Y aquí hay algo que nos dio el 16 de marzo de 1942: American Malvern.

Por desgracia, cualquier rebanada que pudiera cortar de este bizcocho sería poco convincente. Hay que leerlo todo en su hábitat natural.

¿No es un artículo interesante?

¿No le llama la atención la frase «El nuevo programa superprotestante del protestantismo organizado estadounidense»? ¿Especialmente estando donde está? ¿En la primera frase? ¿Después de un total de seis palabras? ¿«El nuevo programa superprotestante del protestantismo organizado estadounidense»?

Es casi como que si fueras un lector de Time en 1942, y leyeras un artículo que utilizara la frase «el nuevo programa superprotestante del protestantismo organizado de EE.UU.», se esperaría que tuvieras alguna idea acerca de sobre qué demonios estaban hablando.

Si nos adentramos un poco más en el texto, veremos algunos nombres. ¿Quién demonios, por ejemplo, es John R. Mott? ¿Quién habla hoy de John R. Mott? No tengo ni idea, pero al parecer en 1942 era un «laico muy conocido». Sólo uno me suena: Irving Fisher. Irving Fisher era prohibicionista e inflacionista. Prácticamente todo lo que hizo ese donjuán estuvo mal. Así que ya me pongo en guardia.

También vemos algunas denominaciones, o al menos afiliaciones institucionales. Y una cosa que observamos es que todas estas afiliaciones son esencialmente de tipo «Iglesia baja». En la terminología británica, si no son disidentes, están cerca. Y la tradición británica de Iglesia baja es básicamente de naturaleza calvinista.

Así que podemos afinar la redacción de Time, y describir este sarao incomparable no sólo como «protestante» (nótese la ‘p’ minúscula aquí, y el uso de la palabra como un adjetivo descriptivo ordinario de política pública, igual que podría decir uno «comunista» o «liberal» o «fascista»), sino de hecho «calvinista».

Cuando se cambia una palabra suele ser bueno cambiar dos. Así que definamos al descendiente del «superprotestante» de 2007 como ultracalvinista. (Google sólo me ofrece cuatro resultados para esta variación). Básicamente significan lo mismo, pero sin connotaciones extrañas de poderes de cómic y dejando espacio para cierta deriva semántica.

Dejaré que el contenido del artículo de Time hable por sí mismo. Está claro que si tienes problemas para identificar el equivalente en 2007 del «superprotestante» de 1942, tienes algún tipo de trastorno histórico. Quizá deberías pasar menos tiempo viendo Al Yazira. Y también tengo el triste honor de informarte de que Hugo Chávez no es, en realidad, la segunda venida de Thomas Jefferson. Si no estás de acuerdo, especialmente si disientes de manera violenta, con estas afirmaciones, debo sugerirte que quizá haya otros blogs que podrías leer.

Ahora bien, ¿cómo debemos clasificar el ultracalvinismo? Bueno, podemos empezar por tomarlo al pie de la letra, o al menos intentarlo. Notamos inmediatamente que, a diferencia de su antepasado igualmente misterioso, esta cosa «superprotestante», el ultracalvinismo, no pretende ser cristiano en absoluto. Normalmente afirma ser secular (sea lo que sea lo que eso signifique) o incluso ateo, aunque de vez en cuando aparece un tipo del estilo Michael Lerner que lo defiende como profundamente espiritual.

En UR sabemos que el teísmo y el idealismo son básicamente lo mismo, y que todo lo que se puede hacer con uno se puede hacer con el otro. Sencillamente piensa en ellos como variaciones alternativas de proteínas de superficie.

(Evitaremos casi instantáneamente cualquier respuesta inmune dirigida a dioses específicos —digamos, Osiris— o ideales —digamos, Igualdad, o el Medio Ambiente—. Cualquiera dirigida a todos los teísmos, idealismos, o cualquier cosa intermedia, es demasiado amplia y nunca funcionará. Cualquiera dirigida sólo al idealismo es una gran forma de cultivar una cosecha floreciente de teísmos. Y viceversa. Por eso aquí en UR no nos gusta tanto el tratamiento Dawkins-Hitchens-Harris-etc.-etc.-etc.).

El ultracalvinismo parece prácticamente equivalente al «unitarismo», es decir, en el sentido de la palabra en 2007. Esto también es interesante, porque los unitarios de una forma u otra han estado dirigiendo EE.UU. desde el día en que nació. Las doctrinas han cambiado mucho, por supuesto, pero el nombre no, aunque ahora no se utilice tan a menudo. Pero —por ejemplo— si puedes detectar alguna diferencia entre el Universalismo Unitario y la «corrección política», por ejemplo una proposición en la que ambos entren en conflicto, tus ojos son más agudos que los míos.

A menudo, el ultracalvinismo incluso tiene el descaro absoluto de presentarse a sí mismo como lo opuesto al cristianismo. En términos más generales, es una revelación superior de la que el cristianismo, junto con todas las demás religiones, es una mera anticipación, una especie de figura coja de Juan el Bautista que señala el camino. A los retrógrados que se niegan a aceptar esta transición inevitable se les llama «fundamentalistas». Si la aceptan, son «moderados» o algún otro término que exprese beneplácito.

Por supuesto, esto se aplica a todas las religiones, no sólo al cristianismo. Por ejemplo, un «musulmán fundamentalista» es un musulmán (aunque sea una especie de pseudomusulmán osianista reconstituido). Pero un «musulmán moderado» es un ultracalvinista.

También es interesante rastrear la relación entre el ultracalvinismo y el marxismo. ¿Es el marxismo una rama del ultracalvinismo? ¿O viceversa? ¿O son hermanos en algún sentido? Quizás este sea un divertido «ejercicio para el lector».

Si te interesa la prehistoria del ultracalvinismo, tres libros que te pueden interesar son The War for Righteousness de Richard Gamble, Lincoln, The Man de Edgar Lee Masters, y Three New Deals de Wolfgang Schivelbusch. Un buen libro para empezar es un viejo artículo de Murray Rothbard que acaba de ser publicado en mises.org: La Primera Guerra Mundial como Consumación: El poder y los intelectuales.

Y también está la post-historia del super-protestantismo. Hace unas semanas mencioné un libro que, en mi opinión, tenía la mejor propaganda de la historia del sistema solar. Ahora estoy dispuesto a revelar la identidad de esta notable obra maestra de la verborrea del siglo XX.

El libro se publicó en 1964, aunque mi edición es del 66, una edición en estuche de Alfred A. Knopf realmente hermosa y atemporal. El estuche tiene un elegante diseño modernista en tres colores, azul mar, negro y rojo, con el nombre del autor y del libro, y los traductores: Leif Sjoberg y W.H. Auden. La sobrecubierta es de lino blanco, sin diseño alguno, y en la portada sólo aparecen el nombre del autor y el título, en cursiva azul marino de gran tamaño, y debajo, en roman serif de gran tamaño pero no tosca, la cita:

«La más noble auto-revelación

de lucha y triunfo espirituales,

quizás el mayor testamento

de devoción personal,

publicado en este siglo…»

 

Reseña de la sección de libros del New York Times

El libro es Markings, de Dag Hammarskjöld, y recompensa mucho al lector. Aunque no precisamente como el autor o el crítico (o el traductor, por el amor de Dios, ¿en qué estaba pensando? Vaya, ni siquiera puedo empezar a adivinarlo) pretendían.

Actualización: otros dos libros interesantes, principalmente notables porque han sido escritos (como el Schivelbusch) recientemente por autores bien acreditados que se consideran liberales o incluso socialistas, son Authoritarian Socialism in America, de Arthur Lipow, y The Dark Side of the Left: Illiberal Egalitarianism in America, de Richard J. Ellis. Y no hay que perderse el saludo de Bellamy.

[12 de junio de 2007)]

Leer en La Gaceta de la Iberosfera